35 ¿Cuál de los dioses de alguna nación ha podido salvar alguna vez a su pueblo de mi poder? ¿Qué les hace pensar entonces que el Señor puede librar a Jerusalén de mis manos?”».
Ahora pues, si al oír el son de la corneta y del silbato, del tamboril, del arpa y del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, estáis dispuestos a postraros en adoración ante la estatua que he hecho, os irá bien;° pero si no la adoráis, en la misma hora seréis echados en medio del horno de fuego abrasador, ¿y qué dios os podrá librar de mis manos?
¿Se enaltecerá el hacha contra el que la empuña? ¿Se engrandecerá la sierra sobre el que la maneja? ¡Como si el cetro manejara a quien lo alza, O la vara levantara al que no es leño!
Ahora pues, no os engañe Ezequías haciéndoos creer tales cosas, porque ningún dios de nación o reino alguno ha podido librar a su pueblo de mi mano ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos vuestro Dios podrá libraros de mi mano!
Quizá YHVH tu Dios escuche todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de Asiria, su amo, envió para vituperar al Dios viviente, y reprenda las palabras que YHVH tu Dios ha oído. Eleva, por tanto, una oración a favor del remanente que aún nos queda.