Génesis 27:1 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

¹ Con la vejez, se le nublaron a Isaac los ojos hasta quedarse sin vista. Llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: 'Hijo mío'. Él contestó: 'Aquí estoy'.

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Biblia Reina Valera 1960

¹ Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.

Biblia Nueva Traducción Viviente

¹ Cierto día, cuando Isaac ya era viejo y se estaba quedando ciego, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: —Hijo mío. —¿Sí, padre? —respondió Esaú.

Biblia Católica (Latinoamericana)

¹ Siendo Isaac ya anciano, y con sus ojos tan debilitados que no veía nada, llamó a su hijo mayor Esaú. Como le dijera: '¡Hijo mío!', Esaú respondió: 'Aquí estoy.

La Biblia Textual 3a Edicion

¹ Aconteció que envejeció Isaac, y sus ojos se debilitaron hasta no ver. Entonces llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

¹ Y aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú, su hijo el mayor, y le dijo: Mi hijo. Y él respondió: Heme aquí.

Génesis 27:1 交叉引用

Génesis 48:10

Los ojos de Israel se habían debilitado por la vejez y no podía ver. José se los acercó, y él los besó y abrazó.

1 Samuel 3:2

Cierto día Elí estaba ya acostado en su aposento. Sus ojos habían comenzado a debilitarse y no podía ver.

Juan 9:3

Contestó Jesús: 'Ni él pecó, ni sus padres, sino que esto es para que se manifiesten las obras de Dios en él.

Eclesiastés 12:3

cuando tiemblan los guardianes de la casa, cuando los robustos se encorvan, cuando las mujeres dejen la molienda porque la luz se debilita y se entenebrece en las ventanas,

Génesis 25:33

Le dijo Jacob: 'Júramelo ahora mismo'. Él se lo juró, y vendió a Jacob sus derechos de primogénito.

Deuteronomio 34:7

Moisés murió a la edad de ciento veinte años. Sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido su vigor.

1 Reyes 14:4

Hízolo así la mujer de Jeroboán: se fue a Siló y entró en la casa de Ajías. Ajías no podía ya ver, porque sus ojos se habían quedado yertos a causa de su vejez.