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2 Samuel 17:29 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 miel, cuajada, ovejas y queso de vaca. Lo presentaron a David y a su gente para que comieran, pues se decían: 'La gente estará hambrienta, fatigada y sedienta en el desierto'.

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Biblia Reina Valera 1960

29 miel, manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo está hambriento y cansado y sediento en el desierto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 miel, mantequilla, ovejas, cabras y queso para David y los que estaban con él porque dijeron: «Todos ustedes deben estar muy hambrientos, cansados y con sed después de su largo caminar por el desierto».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 miel y leche cuajada, quesos de oveja y de vaca, para que se alimentaran David y el pueblo que lo acompañaba. Pues se habían dicho: 'Después de la caminata por el desierto, este pueblo debe estar fatigado, con hambre y con sed'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 y miel, y leche, y ovejas, y quesos de vaca, y los presentaron a David y al pueblo que estaba con él para que comieran, pues pensaron: El pueblo estará en el desierto, hambriento, cansado y sediento.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

29 miel, manteca, ovejas y quesos de vaca, para que comiera David y el pueblo que estaba con él; pues dijeron: El pueblo está hambriento, cansado y sediento en el desierto.

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2 Samuel 17:29
15 交叉引用  

El rey dijo a Sibá: '¿Qué vas a hacer con eso?'. Respondió Sibá: 'Los asnos servirán de montura a la familia del rey, el pan y la fruta, de alimento para los criados; y el vino, para que beban los que se sientan desfallecer en el desierto'.


al encuentro del sediento llevad agua; habitantes del país de Temá, adelantaos con pan para los fugitivos


El rey y toda la gente que le acompañaba llegaron extenuados a.., y allí tomaron aliento.


Socorred las necesidades de los hermanos en la fe. Practicad la hospitalidad.


Juana, la mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que les ayudaban con sus propios bienes.


¿No lo es: repartir con el hambriento tu pan y que lleves a casa a los pobres vagabundos; que si ves a un desnudo lo cubras, y que no te hurtes de los de tu raza?


En tus atrios un día vale mil: yo prefiero estar en la puerta de la casa del Señor, que habitar en las tiendas del impío.


Caeré sobre él cuando esté cansado y falto de fuerzas, sembraré en torno a él el terror y, cuando se hayan dado a la fuga los que le acompañan, podré matar a solas al rey.


Lleva también estos diez requesones al jefe de su millar. Mira a ver cómo están tus hermanos y recibe de ellos alguna respuesta'.


El malvado pasa el día deseando, mientras el justo da sin reserva.


Hambrientos y sedientos, su valor ya se encogía.


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