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2 Samuel 12:7 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Dijo entonces Natán a David: '¡Tú eres ese hombre! Así habla Yahveh, Dios de Israel: yo te ungí rey de Israel y te libré de las manos de Saúl.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! El Señor, Dios de Israel, dice: “Yo te ungí rey de Israel y te libré del poder de Saúl.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Entonces Natán dijo a David: 'Ese hombre eres tú. Esto dice Yavé, el Dios de Israel: Te consagré como rey de Israel, te libré de las manos de Saúl,

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces Natán dijo a David: ¡Tú eres ese hombre! Así dice YHVH Dios de Israel: Yo te ungí como rey sobre Israel y te he protegido de la mano de Saúl,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres ese hombre. Así dice Jehová, el Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,

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2 Samuel 12:7
22 交叉引用  

Al desembarcar y ver a tanta gente, sintió gran compasión por ellos y curó a sus enfermos.


Tomó Samuel el cuerno del aceite y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y el espíritu de Yahveh se apoderó de David desde aquel día en adelante. Luego Samuel se levantó y se fue a Ramá.


Dirigió David a Yahveh las palabras de este cántico el día en que Yahveh le libró del poder de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.


Y el profeta dijo al rey: 'Esto dice Yahveh: 'Por haber dejado tú escapar de tus manos al que yo había entregado a mi anatema, tu vida responderá por la suya y tu pueblo por su pueblo''.


Él le respondió: 'No soy yo el que trae calamidades a Israel, sino tú y la casa de tu padre, porque habéis abandonado los mandamientos de Yahveh, y os habéis ido tras de los baales.


Tú me libras de mis perseguidores, sobre mis adversarios me enalteces, me salvas del hombre violento.


Ahora, pues, esto dirás a mi siervo David: así habla Yahveh Sebaot: yo te tomé de los pastizales, de detrás del rebaño, para que fueras caudillo de mi pueblo Israel.


David vivía en el desierto, en los refugios, y se estableció en las colinas del desierto de Zif. Y aunque Saúl lo buscaba sin pausa, Dios no lo entregó en sus manos.


Anunciaron a Saúl que David había ido a Queilá, y dijo Saúl: 'Dios lo ha entregado en mis manos, pues ha ido a encerrarse en una ciudad que tiene puertas y cerrojos'.


porque Saúl pensaba: 'Voy a dársela, para que le sirva de lazo, y la mano de los filisteos caiga sobre él'. Saúl dijo, pues, a David por segunda vez: 'Hoy vas a ser mi yerno'.


Entonces dijo Samuel: '¿No es verdad que, aunque tú te considerabas pequeño a tus propios ojos, has llegado a ser el jefe de las tribus de Israel, y Yahveh te ha ungido rey de Israel?


Replicó Samuel a Saúl: 'Te has comportado como un necio. No has observado el mandato que Yahveh, tu Dios, te impuso. Yahveh estaba dispuesto a confirmar tu realeza sobre Israel para siempre.


Del director. Del siervo de Yahveh, de David, que recitó ante Yahveh las palabras de este canto, el día en que Yahveh le libró del poder de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.


Blandió entonces la lanza, diciendo: 'Voy a clavar a David contra el muro'; pero David le esquivó por dos veces.


Entonces dijo la mujer: '¿Por qué maquinas así contra el pueblo de Dios? Por la misma palabra que acaba de pronunciar, el rey se hace culpable, por cuanto no permite que vuelva su desterrado.


Ve y di a Jeroboán: 'Así habla Yahveh, Dios de Israel: yo te exalté de en medio del pueblo y te constituí jefe de mi pueblo Israel y


'Te expulsarán de entre los hombres, y con las bestias del campo tendrás tu morada; de hierba, como los bueyes, te alimentarás y del rocío del cielo serás empapado; siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que sepas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres y lo da a quien le place.'


Y mientras tu siervo andaba de un sitio para otro, él desapareció'. Le dijo el rey de Israel: 'Ésa es tu sentencia: tú mismo la has pronunciado'.


El profeta Jeremías dijo a Sedecías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén,


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