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Nehemías 2:3 - Biblia Nacar-Colunga

3 y respondí al rey: “¡Viva el rey eternamente! ¿Cómo no va a estar triste mi rostro cuando la ciudad donde están los sepulcros de mis padres está en ruinas, y quemadas por el fuego sus puertas?”

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 pero le contesté: —Viva el rey para siempre. ¿Cómo no voy a estar triste cuando la ciudad donde están enterrados mis antepasados está en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 le dije al rey: '¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar triste si la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados está en ruinas y sus puertas, quemadas por el fuego?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 y respondí al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 pero dije al rey: '¡Viva el rey por siempre! ¿Cómo no ha de estar triste mi semblante, cuando la ciudad en que están los sepulcros de mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?'.

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Nehemías 2:3
21 交叉引用  

Ellos me respondieron: “Los restos de la cautividad están en la provincia en gran miseria y afrenta. Las murallas de Jerusalén están todavía en ruinas, y sus puertas quemadas por el fuego.”


Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Vivas para siempre, oh rey! Di a tus siervos el sueño y te daremos su interpretación.


Betsabé se inclinó rostro a tierra, prosternándose ante el rey, y dijo: “Viva por siempre mi señor el rey David.”


La reina, llevada del clamoreo del rey y de los príncipes, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: Vive por siempre, ¡oh rey! que no te turben tus pensamientos ni se demude tu rostro,


Pegúese mi lengua al paladar si no me acordara de ti, i si no pusiera a Jerusalén por encima de mi alegría.


(22) Entonces dijo Daniel al rey: ¡Vive por siempre, oh rey!


(7) Vinieron, pues, presidentes y sátrapas a la presencia del rey y le dijeron así: ¡Vive por siempre, rey Darío!


Tet. — Sus puertas han sido echadas a tierra; destruyó, quebrantó sus cerrojos; su rey y sus príncipes están entre las gentes, no hay ley, y tampoco sus profetas reciben de Yahvé visión.'


Durmióse Ezequías con sus padres, y fue sepultado en un lugar más eminente que los sepulcros de los reyes, hijos de David, y todo Judá y Jerusalén celebraron sus funerales. Le sucedió Manases, su hijo.


Ajaz se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de Jerusalén, pues no se le sepultó en los sepulcros de los reyes de Judá, Le sucedió Ezequías, su hijo.


Treinta y dos años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. Se fue sin ser llorado de nadie y le sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.


Hablaron al rey Nabucodonosor, diciendo: Vivas para siempre, ¡oh rey!


Tú te alzarás y tendrás misericordia de Sión, porque tiempo es ya de que le seas propicio, pues ha llegado el plazo.


Convertiré vuestras ciudades en desiertos, saquearé vuestros santuarios y no aspiraré ya más el suave olor de vuestros perfumes.


El día séptimo del quinto mes — era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia —, Nebuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén,


Quemaron la casa de Dios, demolieron las murallas de Jerusalén, dieron al fuego todos sus palacios y destruyeron todos los objetos preciosos.


Salí de noche por la puerta del Valle y me dirigí hacia la fuente del Dragón y la puerta de la Escombrera, mirando las murallas de Jerusalén en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego.


El quinto mes, el día diez del mes, el año decimonono de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino Nabuzardán, jefe de la guardia real, ministro del rey de Babilonia, a Jerusalén,


porque ¿cómo podría yo ver que el infortunio alcanzara a mi pueblo? ¿Cómo podría ver el exterminio de mi raza?”


Estoy encorvado y en gran manera abatido, en luto camino todo el día.


Porque aman tus siervos sus piedras y se compadecen de sus ruinas.


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