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Isaías 64:4 - Biblia Nacar-Colunga

4 (3) de que no se oyó jamás. Ni oyeron oídos, ni ojos vieron Dios, fuera de ti, que (así) obrara con los que en él confían.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Tú has desconcertado a los que vivían como justos, y que te recordaban, siguiendo tus caminos. Te enojaste, pues a lo mejor pecamos; hemos actuado mal, pero tendremos salvación.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios fuera de ti, Que hiciera tanto por el que espera en Él:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 ¡Ah, si acogieras a quienes practican la justicia, a quienes se acuerdan de ti en sus caminos! He aquí que estás enojado porque hemos pecado contra ti desde antiguo, hemos sido rebeldes.

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Isaías 64:4
36 交叉引用  

Que callen los labios mentirosos, que, soberbios y despectivos, dicen insolencias contra el justo.


Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Ved cómo el labrador, con la esperanza de los preciosos frutos de la tierra, aguarda con paciencia las lluvias tempranas y las tardías.


Y se dirá en aquel día: He aquí a nuestro Dios, hemos esperado en El que nos salvará. Ahí está Yahvé, a quien esperábamos; gócemenos y alegrémonos en su salvación.'


Yo espero en Yahvé, mi alma espera en su palabra.


Cuando Yo me haya ido y os haya preparado el lugar, de nuevo volveré y os tomare conmigo, para que donde Yo estoy estéis también vosotros.


Pero deseaban otra mejor, esto es, la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse Dios suyo, porque les tenía preparada una ciudad.


Y sin duda que es grande el misterio de la piedad: “Que se ha manifestado en la carne, ha sido justificado por el Espíritu, ha sido mostrado a los ángeles, predicado a las naciones, creído en el mundo, ensalzado en la gloria.”


Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.


Por eso os está esperando Yahvé para haceros gracia, y se levanta para tener misericordia de vosotros, porque es Yahvé Dios justo, y bienaventurados cuantos en El esperan.


porque la expectación anhelante de lo creado ansia la manifestación de los hijos de Dios,


Al maestro el coro. Sobre Yedutún. Salmo de David.


En eso está la caridad, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y envió a su Hijo, víctima expiatoria de nuestros pecados.


de modo que no escaseéis en don alguno, mientras llega para vosotros la manifestación de nuestro Señor Jesucristo,


Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la Consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.


y esperar del cielo a Jesús, su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, quien nos librará de la ira venidera.


pero los que confían en Yahvé renuevan las fuerzas, echan alas como de águila, corren sin cansarse y caminan sin fatigarse.


¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio nunca tal? ¿Es dado a luz un país en un día? ¿Una nación nace toda de una vez ? Pues apenas ha sentido los dolores, ya Sión ha parido a sus hijos.


Desde los días de nuestros padres hasta hoy hemos sido muy culpables; y por nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados a las manos de los reyes extranjeros, a la espada, a la cautividad, al saqueo, a la vergüenza que cubre nuestro rostro.'


para los que guardan su alianza y recuerdan sus mandamientos para ponerlos por obra.


Porque son ante ti numerosas nuestras iniquidades, y nuestros pecados dan testimonio contra nosotros. Con nosotros están nuestros crímenes, y conocemos nuestras iniquidades:


Hemos pecado, hemos obrado la iniquidad, hemos sido perversos y rebeldes, nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios,


¡Oh Yahvé! nuestra es la vergüenza en el rostro de nuestros reyes, de nuestros príncipes, de nuestros padres, porque contra ti pecamos.


Ahora, pues, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y te hiciste nombre cual lo tienes hoy, hemos pecado santo, pues por nuestros pecados y las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de cuantos nos rodean.


Todos se encendieron como horno y devoraron a sus jueces. Todos sus reyes sucumbieron, pero nadie de entre ellos clamó a mí.


Yo los había dispersado entre los pueblos, pero desde lejos se acordarán de mí y vivirán con sus hijos y volverán.


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