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Éxodo 34:29 - Biblia Nacar-Colunga

29 Cuando bajó Moisés de la montaña del Sinaí, traía en sus manos las dos tablas del testimonio, y no sabía que su faz se había hecho radiante desde que había estado hablando con Yahvé.

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Biblia Reina Valera 1960

29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto, no se daba cuenta de que su rostro resplandecía porque había hablado con el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, tenía en las manos las dos tablas de las Declaraciones divinas donde estaban escritas las leyes de la Alianza, y no sabía que la piel de su cara se había vuelto radiante, por haber hablado con Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte Sinay con las dos tablas del testimonio (las que estaban en mano de Moisés al bajar del monte), no advirtió Moisés que la tez de su rostro resplandecía por haber hablado con Él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Al descender Moisés del monte Sinaí llevaba las dos tablas del testimonio en sus manos. No sabía él que la tez de su rostro resplandecía por haber conversado con Yahveh.

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Éxodo 34:29
22 交叉引用  

y se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.'


Mientras oraba, el aspecto de su rostro se transformó, su vestido se volvió blanco y resplandeciente.


Volvióse Moisés y bajó de la montaña, llevando en sus manos las dos tablas del testimonio, que estaban escritas de ambos lados, por una y por otra cara.


Tenía en su diestra siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos, y su aspecto era como el sol cuando resplandece en toda su fuerza.


y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en una gloria destinada a perecer.


Vi otro ángel poderoso, que descendía del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su cabeza el arco iris, y su rostro era corno el sol, y sus pies, como columnas de fuego,'


Fijando los ojos en él todos los que estaban sentados en el sanedrín, vieron su rostro como el rostro de un ángel.


El curado no sabía quién era, porque Jesús se había retirado de la muchedumbre que allí había.


Y salió en pos de él. No sabía Pedro si era realidad lo que el ángel hacía; más bien le parecía que fuese una visión.'


Contestó Pablo: No sabía, hermanos, que fuese el sumo sacerdote. Escrito está: “No injuriarás al príncipe de tu pueblo.”


Y les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre?


No sabía lo que decía, porque estaban aterrados.


y ella le dijo entonces: “¡Sansón, los filisteos sobre ti!” El se despertó, diciendo: “Saldré como tantas otras veces y me sacudiré,” pues no sabía que Yahvé se había apartado de él.


Cuando el rey de Hai vio esto, se levantó de prisa, bien de mañana, para combatir a los hijos de Israel. Y sin saber que detrás de la ciudad había una emboscada contra ella, el rey, con todo su pueblo, se dirigió a un cierto lugar del llano.


Ella tomo a los dos hombres y los escondió en el terrado, y dijo: “Cierto que han venido hombres a mí, pero yo no sabía de dónde eran,


Viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban sus ojos pesados; y no sabían qué responderle.'


Los hijos de Israel, al verla, se preguntaban unos a otros: “Manhu?” (“¿qué es esto?”); pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Ese es el pan que os da Yahvé para alimento.'


Cuando hubo acabado Yahvé de hablar a Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.


Yo me volví y, bajando de la montaña, puse las tablas en el arca que había hecho, y allí han quedado, como Yahvé me lo mandó.”


¿Quién como el sabio? ¿Quién como el que sabe explicar las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro y quita aspereza a su semblante.


Los hijos de Israel veían la radiante faz de Moisés, y Moisés volvía después a cubrir su rostro con el velo, hasta que entraba de nuevo a hablar con Yahvé.


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