Porque nosotros somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para llevar a cabo las buenas obras que de antemano dispuso Dios que realizásemos. Unidad en Cristo
Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.
Y estoy seguro de que Dios, que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que regrese Jesucristo.
Lo que vosotros, en primer lugar, debéis hacer es buscar el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será añadido.
Así pues, hermanos míos, con el pensamiento puesto en la inagotable misericordia de Dios, os ruego que le presentéis vuestro cuerpo como un sacrificio vivo y santo, entregado por entero a su servicio. Esta será vuestra más auténtica manera de rendirle culto. No os amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes bien, procurad que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es la voluntad de Dios.
Asimismo tenemos parte en la herencia de Cristo, porque Dios, en su propósito soberano, nos predestinó desde el principio para ser suyos,
Por tanto, id y haced discípulos entre todas las naciones, bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadlos a guardar todas las cosas que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
Vosotros, en cambio, sois un linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo que Dios ha adquirido para que anunciéis a otros las grandezas de aquel que, estando vosotros en tinieblas, os llamó a participar de su luz maravillosa.
Pues bien, así es como debe alumbrar vuestra luz ante la gente, para que, al ver la bondad de vuestras obras, todos glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. El cumplimiento de la ley
Por él fueron creadas todas las cosas: las que están en los cielos y las que están en la tierra, las que vemos y las que no vemos, y también los reinos, los gobiernos, los principados y las autoridades. Todo fue creado por él y para él.
Piensa que Dios nos salvó y nos llamó a una relación de santidad con él, no porque nosotros y nuestros actos lo mereciésemos, sino porque desde la eternidad era propósito suyo hacernos objeto de su gracia mediante Cristo Jesús.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros. Os he puesto para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto tenga valor permanente; de esta forma, todo lo que le pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dará.
Yo, pues, encarcelado por servir al Señor, os ruego que viváis y actuéis como es digno de quienes han sido llamados a pertenecer a Cristo.
No, hermanos, todavía no soy como debo ser; pero, eso sí, olvidando las cosas que voy dejando atrás y mirando a lo que está delante, procuro alcanzar la meta y recibir el premio celestial al que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús.
Todo lo que hayáis de hacer, hacedlo lo mejor posible y con alegría, como si vuestro trabajo fuera para el Señor y no para los hombres. Así el Señor os dará la parte de herencia que os corresponde, porque en realidad es a Cristo el Señor a quien estáis sirviendo.
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente.
Por cuanto todos nosotros estamos rodeados de tan gran número de testigos, despojémonos de cualquier carga que pueda impedirnos correr bien, especialmente del pecado que nos agobia y nos hace tropezar y caer. Corramos luego con perseverancia la carrera que tenemos propuesta, puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, a quien no le importó sufrir el oprobio de la muerte vergonzosa en una cruz, sino que aceptó morir en ella sabiendo el gozo que le esperaba. Miremos, pues, a Jesús, que ahora ocupa el lugar de honor a la derecha de Dios.
La respuesta es que uno debe glorificar a Dios en todo lo que hace, y también en lo que come y bebe.
Por tanto, queridos hermanos, permaneced firmes, sed constantes y trabajad siempre en la obra del Señor, porque nada de lo que hagáis para él será en vano.
Jesús dijo entonces: Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie puede ir al Padre, si no es por mí.
Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.
Acerca de esto quiero hacer constar mi absoluta convicción de que nuestros sufrimientos actuales no pueden compararse con la gloria de la vida eterna que Dios nos dará.
os haga aptos para cumplir su voluntad con toda suerte de buenas acciones. Y que os haga gratos a sus ojos mediante el poder de Jesucristo, a quien sea la gloria por toda la eternidad. Amén.
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Pues bien, poned todo vuestro empeño en trabajar, no por una comida perecedera, sino por la comida permanente de la vida eterna, que es la comida que yo, el Hijo del hombre, os ofrezco, porque para eso me ha enviado Dios el Padre a este mundo.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, y él os ensalzará a su debido tiempo. Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
para que con vuestra vida y conducta honréis al Señor, agradándole en todo, llevando siempre frutos de bondad y creciendo cada día en el conocimiento de Dios.
Dios, que os ha llamado a ser sus hijos, es fiel y actuará conforme a su promesa.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y de corazón humilde; así encontraréis descanso para vuestra alma, porque mi yugo es suave y leve mi carga.
A Dios, que es poderoso para hacer todas las cosas y actuar en nosotros mucho más eficazmente de lo que podemos pedir y entender, sea la gloria en la iglesia de Cristo Jesús, en todas las edades, por toda la eternidad. Amén.
Lo que debéis hacer es guardaros de codiciar sin medida las cosas que no tenéis, porque la vida no depende de la posesión de muchos bienes.
Todo ello a fin de que los suyos estén perfectamente capacitados para conducir la iglesia, esto es, para edificar el cuerpo de Cristo, llevándonos a todos a profesar una misma fe y un mismo conocimiento del Hijo de Dios. Dicho de otro modo: para que crezcamos en madurez y perfección hasta que Cristo llene totalmente nuestra existencia.
sino que vivimos para el Señor y morimos para el Señor, de forma que, lo mismo si vivimos que si morimos, del Señor somos.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia, la paciencia genera fortaleza de carácter y la fortaleza de carácter es principio de esperanza. Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón.
Le he pedido a Dios que también ellos se animen, y que estrechamente unidos por los vínculos del amor alcancen las riquezas del conocimiento de Cristo con absoluta comprensión, y entiendan en qué consiste el plan secreto de Dios, que se ha manifestado en Cristo.
En otra ocasión dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que la luz de la vida iluminará su camino.
Porque así como nuestro cuerpo físico está compuesto de muchos miembros, y cada uno de ellos está preparado para realizar las funciones que le son peculiares, así también el cuerpo de Cristo está formado por el conjunto de todos nosotros, que somos igualmente muchos y miembros los unos de los otros.
porque aunque vosotros vivíais antes en tinieblas, ahora la luz del Señor resplandece en vuestra vida y debe manifestarse en vuestra conducta, en términos de bondad, justicia y verdad, que son los frutos de la luz. Por tanto, procurad saber siempre qué es lo que agrada al Señor,
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán la puerta. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre la puerta.
He peleado hasta el fin la buena batalla, he acabado la carrera y he mantenido el depósito de la fe. Lo que ahora me espera en el cielo es la corona galardón de justicia, que el Señor, el justo Juez, me tiene reservada para el día de su regreso. Una corona que no solamente me entregará a mí, sino a todos los que anhelan su venida. Instrucciones personales
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
Dios, cuya fidelidad es inalterable, os llamó a participar de la relación personal con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Divisiones en la iglesia
Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídasela a Dios, porque él la da con liberalidad a cuantos se la piden, y no hace ninguna clase de reproches.
Pensad que Dios actúa en vosotros, a fin de que con vuestros deseos y vuestras obras cumpláis siempre su buena voluntad.
Por eso quiero dejaros un nuevo mandamiento: Amaos los unos a los otros. De la misma manera que yo os he amado, amaos también vosotros. Si os amáis los unos a los otros, el mundo tendrá la prueba de que verdaderamente sois mis discípulos.
Porque de él vienen, por él son y a él van todas las cosas. ¡Que a él sea la gloria por siempre jamás! Amén.
Desde antes de la creación del mundo, Dios nos había escogido para que pudiéramos estar en su presencia santos y sin mancha. Revestidos de su amor, Dios nos destinó de antemano a adoptarnos como hijos por medio de Jesucristo, y así lo hizo de acuerdo con su voluntad y buen parecer.
Si yo hablara lenguas humanas o angélicas, pero no tengo amor, seré como una campana que suena o un platillo que retiñe. Si profetizara, y conociera todo lo que está oculto, y entendiera todas las cosas; y si fuera tanta mi fe que pudiera trasladar montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Si diera a los pobres hasta el último de mis bienes terrenales, y aun si entregara mi cuerpo para que me quemasen vivo, pero no tengo amor, de nada me sirve.
Todo lo que nos es necesario para vivir de una manera verdaderamente piadosa nos ha sido otorgado por Dios, por su poder soberano y merced al conocimiento de aquel que ha querido compartir con nosotros la gloria y la excelencia que le son propias;
Sí, yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mí, yo permaneceré en vosotros y daréis mucho fruto; pero separados de mí nada podréis hacer.
Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación.
Nadie puede servir al mismo tiempo a dos señores, porque odiará a uno y querrá al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. No podéis servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas. De nada sirve preocuparse
Dicho esto, os recuerdo también que vuestra fortaleza ha de emanar del gran poder del Señor, que está en vosotros. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis resistir con firmeza las asechanzas del diablo,
Tengámonos siempre presentes los unos a los otros, procurando estimularnos al amor y las buenas obras.
Luego añadió Jesús a sus discípulos: Mirad, si alguno quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque todo aquel que pretenda salvar su vida, la perderá; en cambio, cualquiera que pierda la vida por causa de mí, la encontrará.
Dios os ha concedido diversidad de dones, y cada uno de vosotros, actuando como buen administrador de la multiforme gracia de Dios, debe poner al servicio de los demás el don que haya recibido.
Pero él, acercándose, les dijo: Yo he recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos entre todas las naciones, bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadlos a guardar todas las cosas que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
Dios, que es el dador de toda paciencia y aliento, os ayude a vivir en perfecta armonía, de acuerdo con todo lo que Cristo Jesús nos enseñó. Así, unánimes y a una voz, podréis alabar y glorificar a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Yo he renunciado a todo lo demás por llegar a conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y por ser semejante a él mediante la participación en sus sufrimientos y en su muerte;
Tened presente que no os pertenecéis a vosotros mismos, sino que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios. Dios os compró pagando el gran precio de la muerte de Cristo; por eso, servíos de vuestro cuerpo para glorificar a Dios.
Dios, que es justo, ¿cómo podría olvidarse de vuestra obra? ¿Cómo podría olvidarse del amor que habéis demostrado a su nombre, al poneros antes y seguir poniéndoos ahora al servicio de los demás hermanos en la fe?
Dios nos ha repartido sus dones entre nosotros según su propio criterio, y a cada cual lo ha capacitado para llevar a cabo una función determinada. Por lo tanto, quien tenga el don de anunciar el evangelio, que lo anuncie de acuerdo con la fe; quien sea apto para servir a los demás, que cumpla bien su servicio; el que enseña, dedíquese a la enseñanza; el que sepa animar a otros, que no deje de hacerlo, y el que pueda socorrer con sus bienes a los necesitados, que sea generoso. Si alguno tiene el don de dirigir trabajos ajenos, hágalo con solicitud; y el que sea capaz de ayudar y consolar al afligido, entréguese a ello con alegría. El amor
Ahora bien, Dios nos concede diversidad de dones, aunque el Espíritu Santo es la fuente de todos ellos. Hay diferentes modos de servir al Señor, aunque siempre es a un mismo Señor a quien servimos. También hay diferentes maneras de actuar, pero siempre es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.
Así como el cuerpo humano es uno, aunque está formado por muchos miembros, y todos esos miembros, aun siendo muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con el 'cuerpo de Cristo', que es la iglesia. Porque el mismo Espíritu Santo, del que todos hemos bebido y por el que todos hemos sido bautizados, es el que nos ha hecho miembros del cuerpo de Cristo, que es uno solo, a pesar de que unos seamos judíos y otros gentiles, o unos seamos esclavos y otros libres. Nuestro cuerpo consta de muchos miembros, no de uno sólo.
Estad siempre alegres en el Señor. Repito, ¡estad alegres! Que todos os conozcan siempre como personas amables, y recordad que el Señor viene pronto.
Pensad además que vosotros no habéis recibido un espíritu que os mantenga sujetos a viejas condiciones de esclavitud y temor, sino el Espíritu mediante el cual, como hijos adoptados por Dios, podemos llamarle Padre. Esto es algo que el Espíritu Santo, hablándonos desde lo profundo de nuestro propio espíritu, nos enseña y asegura: que verdaderamente somos hijos de Dios. Y pues que somos sus hijos, somos también sus herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, para compartir con él las riquezas de su gloria habiendo compartido también sus sufrimientos. La gloria futura
El Rey les responderá diciendo: 'De veras os digo que todo lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos menores, a mí lo hicisteis'.
La fe es la certidumbre de lo que se espera, la convicción de alcanzar lo que no se ve.
Porque Dios los conoció desde el principio, y de antemano los destinó a ser semejantes a su Hijo Jesucristo, a fin de que él sea el mayor entre todos los hermanos. Y a los que de antemano destinó, también los llamó, y a los que llamó los declaró justos, y los que declaró justos están incluidos en su glorioso plan de salvación.
Porque si mantenemos con firmeza la confianza que teníamos al principio, participaremos de las riquezas de Cristo.
Hijitos míos, que nuestro amor no sea solo de palabra, de labios afuera, sino de hecho, de verdad.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿cómo podrá seguir sazonando? En tal caso deja de ser útil, y solo sirve para arrojarla fuera y que la gente la pisotee. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en lo alto de una montaña no puede esconderse; ni tampoco se enciende una luz y se la oculta debajo de una vasija, sino que se la pone en un candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. Pues bien, así es como debe alumbrar vuestra luz ante la gente, para que, al ver la bondad de vuestras obras, todos glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. El cumplimiento de la ley
No debáis nada a nadie, excepto la deuda de amor que tenéis contraída con todos y que nunca queda saldada. Pensad que quien ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque todos los mandamientos de la ley de Dios (no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás, o cualquier otro mandamiento) se resumen en esta sola sentencia: 'Amarás a tu prójimo como te amas a ti mismo'. El que ama a su prójimo no tratará de hacerle ningún daño, de modo que en el amor reside el cumplimiento cabal de la ley.
para que nadie pueda reprocharos nada. Vuestra vida debe ser pura y sencilla, porque sois hijos de Dios que, en medio de una generación maligna y depravada, resplandecéis como estrellas en el mundo, asidos con fuerza a la palabra viva, para que cuando Cristo venga pueda yo gloriarme de no haber corrido en vano ni haber trabajado inútilmente.
¿Sabéis cuánto valen cinco pajarillos? Apenas unas pocas monedas, y sin embargo Dios no se olvida de ninguno de ellos. Vosotros, pues, no temáis, porque Dios tiene contado hasta el último cabello de vuestra cabeza. Para él, vosotros valéis más que muchos pajarillos.
Así que prestad la mayor atención a vuestra conducta. Sed sabios y no os comportéis como los necios. Aprovechad bien el tiempo. No lo perdáis, porque los días que corren son malos.
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