¿No sabéis, en fin, que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y habita en vosotros? Ya no sois los dueños de vosotros mismos. Dios ha pagado por vuestro rescate; glorificadle, pues, con vuestro cuerpo.
Por el amor de Dios os lo pido, hermanos: presentaos a vosotros mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser vuestro auténtico culto.
¿Ignoráis acaso que sois templo de Dios y morada del espíritu divino? Si destruís el templo de Dios, Dios mismo os destruirá a vosotros; no en vano el templo de Dios es algo santo, y vosotros mismos sois ese templo.
porque el deporte corporal ofrece valores limitados, mientras que la entrega al servicio de Dios es útil para todo y cuenta además con la promesa de la vida tanto presente como futura.
Querido hermano, ruego encarecidamente a Dios que tu salud y todos tus asuntos vayan tan bien como me consta que te va en lo que toca al espíritu.
Pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; todo lo contrario, lo cuida y alimenta. Es lo que hace Cristo con su Iglesia,
Que el Dios de la paz os haga llevar una vida de consagración más auténtica cada día, de modo que todo vuestro ser - espíritu, alma y cuerpo - permanezca sin tacha para el día en que se manifieste nuestro Señor Jesucristo.
En cualquier caso, tanto si coméis como si bebéis o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
Por el contrario, sed siempre enteramente santos, como santo es el que os llamó. Pues así lo dice la Escritura: sed santos, porque soy santo.
Que no siga dominándoos el pecado; aunque tenéis todavía un cuerpo corruptible, no os pleguéis a los deseos de este cuerpo. Ni os convirtáis en instrumentos del mal al servicio del pecado. Presentaos, más bien, ante Dios como lo que sois: muertos que habéis vuelto a la vida, y haced de vuestros cuerpos instrumentos del bien al servicio de Dios.
Si golpeo mi cuerpo con rigor y lo someto a disciplina, es porque yo, que he enseñado a otros, no quiero quedar descalificado.
cuanto el interior, el del corazón: el adorno incorruptible de un espíritu apacible y sereno. Esa es para Dios la auténtica hermosura.
Pero tú eres un servidor de Dios. Huye, por tanto, de todo eso y busca con ahínco la rectitud, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la dulzura .
Porque, si vivís así, estáis abocados a la muerte; pero si os valéis del Espíritu para aniquilar toda actividad desordenada, entonces viviréis.
Por tanto, hermanos míos muy queridos, manteneos firmes y constantes; destacad en todo momento por vuestra labor cristiana, seguros de que el Señor no dejará sin recompensa vuestros afanes.
Os exhorto, pues, a que viváis de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no os dejaréis arrastrar por desordenadas apetencias humanas. Porque las desordenadas apetencias humanas están en contra del Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de tales apetencias. El antagonismo es tan irreductible, que os impide hacer lo que querríais.
No, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero, eso sí, olvido lo que he dejado atrás, y me lanzo hacia adelante en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto.
Estamos, pues, rodeados de una ingente muchedumbre de testigos. Así que desembaracémonos de todo impedimento, liberémonos de toda seducción de pecado y participemos resueltamente en la carrera que se nos brida. Nuestra meta ha de ser Jesús, origen y plenitud de nuestra fe; Jesús, que, renunciando a una vida placentera, afrontó sin acobardarse la muerte ignominiosa de la cruz y ahora comparte el poder soberano de Dios.
Al contrario, revestíos de Jesucristo, el Señor, y no fomentéis las desordenadas apetencias de la humana naturaleza.
a renunciar a la antigua conducta, a la vieja condición humana que, seducida por el placer, se encamina hacia la muerte. Dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente y vestíos del hombre nuevo, creado a imagen de Dios para una vida verdaderamente resta y santa.
¿Es que puede haber algo en común entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos templos de Dios vivo. Así lo ha dicho Dios mismo: En medio de ellos habitaré y caminaré a su lado; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Se dice también: 'La comida es para el estómago, y el estómago, para la comida' ; pero la verdad es que Dios hará que perezcan ambas cosas. Y, en toda caso, el cuerpo no está hecho para la lujuria, sino para el Señor. A su vez, el Señor es para el cuerpo,
Lo que somos, a Dios se lo debemos. Él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para que hagamos el bien que Dios mismo nos señaló de antemano como norma de conducta.
Los ojos son la luz del cuerpo. Si tus ojos son limpios, todo tú serás luminoso; pero, si en tus ojos hay maldad, todo tú serás oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz no es más que oscuridad, ¡qué negra será tu propia oscuridad!
Quien siembre en su vida desordenadas apetencias humanas, cosechará frutos de muerte; mas quien siembre lo que agrada al Espíritu, el Espíritu le dará una cosecha de vida eterna.
Es necesario, pues, que no estemos dormidos, como están otros; vigilemos y vivamos sobriamente. Los que duermen, de noche duermen; los que se emborrachan, de noche se emborrachan. Nosotros, en cambio, que pertenecemos al día, debemos estar vigilantes: que la fe y el amor nos rodeen como una coraza; que la esperanza de la salvación nos sirva de casco protector.
Y sentir conforme a las desordenadas apetencias humanas lleva a la muerte , mientras que sentir conforme al Espíritu conduce a la vida y a la paz.
Ni os emborrachéis, si no queréis dar en el libertinaje; llenaos, por el contrario, del Espíritu,
Esta esperanza que hemos puesto en él es la que nos urge a ser cada día más perfectos, como él es perfecto.
Acerquémonos, pues, a Dios con un corazón sincero y lleno de fe; acerquémonos con una conciencia limpia de pecado y con el cuerpo bañado en agua pura.
Tales son, queridos hermanos, las promesas que tenemos. Purifiquémonos, pues, de todo cuanto contamine el cuerpo o el espíritu y llevemos hasta el fin nuestra consagración viviendo en el temor de Dios.
Yo, prisionero por amor al Señor, os exhorto a que llevéis una vida en consonancia con el llamamiento que habéis recibido.
En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad, humildad y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe en contra de todas estas cosas.
El amor es comprensivo y servicial: el amor nada sabe de envidias, de jactancias, ni de orgullos. No es grosero, no es egoísta, no pierde los estribos, no es rencoroso.
Si vivimos, para el Señor vivimos. Si morimos, para el Señor morimos. En vida o en muerte, del Señor somos.
Esto os digo: No andéis preocupado pensando qué vais a comer o qué vais a beber para poder vivir, o con qué ropa vais a cubrir vuestro cuerpo. ¿Es que no vale la vida más que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
Y, viviendo, en cambio, con autenticidad en el amor, esforcémonos por crecer en todo, puesta la mira en aquel que es la cabeza: Cristo.
En fin, cuanto hagáis o digáis, hacedlo en nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
En adelante no bebas agua sola. Mézclala con un poco de vino, para hacer mejor la digestión; ya sabes que con frecuencia sufres indisposiciones.
¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.
No os dejéis arrastrar por cualquier tipo de doctrina que os venga de fuera. Lo que de veras vale la pena es que la gracia de Dios llene de fortaleza vuestro corazón; que las reglas sobre alimentos, de ningún provecho han servido a quienes las han observado.
No hagáis nada por egoísmo o vanagloria, sed humildes y considerad que los demás son mejores que vosotros. No busquéis el provecho propio, sino el de los demás.
Nosotros, los que tenemos una fe bien formada, debemos prescindir de nuestro propio gusto y cargar con las debilidades de los que tienen todavía una fe vacilante. Procuremos cada uno de nosotros agradar a los demás, buscando su bien y su crecimiento en la fe.
Vosotros sabéis muy bien que de todos los que participan en una competición atlética sólo uno recibe el premio. ¡Corred como para ganar! Y ya veis de cuántas cosas se privan los que se entrenan con vistas a una prueba deportiva. Ellos lo hacen para conseguir una corona que se marchita; nosotros, en cambio, aspiramos a un trofeo imperecedero.
Queridos hermanos, sois gente de paso en tierra extraña. Por eso os exhorto a que os abstengáis de las desordenadas apetencias humanas que hacen guerra al espíritu.
Huye de los excesos juveniles y lucha por llevar una vida de rectitud, de fe, de amor y de paz en unión con los que invocan sinceramente al Señor.
Poned el corazón en lo que hagáis, como si lo dedicaseis al Señor y no a los hombres.
Finalmente, hermanos, tomad en consideración todo cuanto hay de verdadero , de noble, de justo, de limpio, de amable, de laudable; todo cuanto suponga virtud y sea digno de elogio.
Por lo mismo, esforzaos al máximo en añadir a vuestra fe la honradez; a la honradez el recto criterio; al recto criterio, el dominio de si mismo; al dominio de si mismo, la constancia; a la constancia, la religiosidad sincera;
Pero la gracia divina ha hecho de mí esto que soy; una gracia que no se ha malogrado en cuanto a mí toca. Al contrario, me he afanado más que todos los otros; bueno, no yo, la gracia de Dios que actúa en mí.
Habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, comportaos ahora de manera consecuente. Que él sea cimiento y raiz de vuestra vida; manteneos firme en la fe, según lo que aprendisteis, y vivid en incesante acción de gracias.
Porque ¿quién conoce el modo de pensar del Señor hasta el punto de poder darle lecciones? ¡Ahora bien, nosotros estamos en posesión del modo de pensar de Cristo!
Es más, hasta las dificultades nos llenan de alegría, porque sabemos que en la dificultad se forja la entereza del hombre, y un hombre así merece la aprobación de Dios, y la aprobación de Dios es fuente de esperanza. Una esperanza que no decepciona, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios nos ha inundado de su amor el corazón.
Y para terminar os pido que os hagáis fuertes, unidos al poder irresistible del Señor. Utilizad todas las armas que Dios os proporciona, y así haréis frente con éxito a las estratagemas del diablo.
Eso sí, procurad que esta libertad vuestra no se convierta en ocasión de caída para los poco formados.
Procurad estar en paz con todos y llevar una vida propia de quienes han sido consagrados a Dios; sin ella nadie puede ver al Señor.
Obedientes a la verdad, habéis eliminado las trabas para una fraternidad eterna. Amaos, pues, entrañablemente unos a otros.
Y estoy seguro de que Dios, que ha comenzado entre vosotros una labor tan excelente, irá dándole cima en espera del día de Cristo Jesús.
Pues así debe alumbrar vuestra luz delante de los demás, para que todos vean el bien que hacéis y alaben por ello a vuestro Padre celestial.
Si, por el contrario, reconocemos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda iniquidad.
Considero, por lo demás, que los sufrimientos presentes no tienen comparación con la gloria que un día se nos desvelará.
Atentos, pues, a la manera que tenéis de comportaros, que no es cosa de necios, sino de inteligentes. Y aprovechad cualquier oportunidad, pues corren tiempos malos.
¿Ignoráis que vuestros cuerpos son miembros del cuerpo de Cristo? ¡No quiero ni pensar que pueda tomarse un miembro de Cristo para convertirlo en miembro de prostituta!
Os estoy poniendo un ejemplo ordinario, adaptado a vuestra capacidad de comprensión. Así, pues, lo mismo que en otro tiempo os hicisteis esclavos de la impureza y la maldad y vivisteis enfangados en el mal, haceos ahora esclavos del bien, consagrados al servicio de Dios.
Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios, que me amó y entregó su vida por mí.
y le pido que derrame sobre vosotros los tesoros de su bondad; que su Espíritu os llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo de vuestro ser; que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de vuestra vida; que el amor os sirva de cimiento y de raíz.
Somos débiles, pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos lo que nos conviene pedir, pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inexpresables.
y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de toda clase de obras buenas. Que nadie deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre. Por el contrario, animaos unos a otros, tanto más cuanto que estáis viendo que se acerca el día del Señor.
Jesús le contestó: - Las Escrituras dicen: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra pronunciada por Dios.
Nada debe angustiaros; en cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido . Y la paz de Dios, que desborda todo entender humano, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús.
Esta es la razón por la que nunca nos desanimamos. Aunque nuestra condición física va desmoronándose, nuestro ser interior va recibiendo cada día nueva vida. Leves y pasajeras son nuestras penalidades de hoy, que a cambio nos producirán para siempre una riqueza inmensa e incalculable de gloria.
Dios, fuente de esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe. Y la acción poderosa del Espíritu Santo os colme de esperanza.
Porque no estamos luchando contra hombres de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno.
Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Por lo demás, Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito.
Pero tú eres un servidor de Dios. Huye, por tanto, de todo eso y busca con ahínco la rectitud, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la dulzura . Mantén valerosamente el combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que Dios te ha llamado; esa vida de la que tan noble profesión has hecho delante de muchos testigos.
Pues no nos ha llamado Dios a una vida impura, sino a una vida propia de consagrados.
Destruid lo mucho de mundano que hay en vosotros: la lujuria, la impureza , las pasiones desenfrenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una especie de idolatría.
Ahora, queridos míos, somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que el día en que se manifieste seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Esta esperanza que hemos puesto en él es la que nos urge a ser cada día más perfectos, como él es perfecto.
Eliminad todo resto de vieja levadura; vosotros debéis ser panes pascuales, de masa nueva y sin levadura, porque Cristo, que es nuestra víctima pascual, ya ha sido sacrificado.
Bendito sea Dios, padre de nuestro Señor Jesucristo, que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo, nos ha hecho renacer a una vida de esperanza,
Toda Escritura está inspirada por Dios y es provechosa para enseñar la verdad, para rebatir el error, para reformar las costumbres, para educar en la rectitud. Con ella, el creyente estará perfectamente equipado para toda clase de obras buenas.
¿Querrá todo esto decir que debemos seguir pecando para que la gracia tenga ocasión de desbordarse? ¡De ningún modo! Quienes hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo en él?
Fuente de vida y de eficacia es la palabra de Dios; más cortante que espada de dos filos, y penetrante hasta el punto de dividir lo que el hombre tiene de más íntimo, de llegar hasta lo más profundo del ser humano, de poner al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones.
Así que desterrad la mentira. Sea cada uno sincero con su prójimo, ya que todos somos miembros de un mismo cuerpo.
Vuestro estilo de vida será así totalmente digno y agradable al Señor; daréis fruto en toda suerte de obras buenas y creceréis en el conocimiento de Dios.
Portaos en todo con los demás como queréis que los demás se porten con vosotros. ¡En esto consisten la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas!
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; al hacerme hombre, dije adiós a las cosas de niño.
Tres cosas hay, en fin, que permanecen: la fe, la esperanza y el amor. De ellas, la más grande es el amor.
Que todos, como buenos administradores de los múltiples dones de Dios, pongan al servicio de los demás el don que recibieron. El que habla, que comunique palabra de Dios. El que presta un servicio, hágalo consciente de que es Dios quien le da las fuerzas. Así, en todo lo que hagáis, Dios resultará glorificado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder para siempre. Amén.
Estamos seguros, además, de que todo se encamina al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio.
en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto.
Aunque alguna vez tengáis que enojaros, no permitáis que vuestro enojo se convierta en pecado, ni que os dure más allá de la puesta del sol. No deis al diablo oportunidad alguna.
Vosotros, antes que nada, buscad el reino de Dios y todo lo justo y bueno que hay en él, y Dios os dará, además, todas esas cosas.
No os dejéis seducir ni sorprender. Vuestro enemigo el diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, conscientes de que vuestros hermanos dispersos por el mundo soportan los mismos sufrimientos.
Hermanos, habéis sido llamados a gozar de la libertad cristiana. ¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas! Al contrario, haceos esclavos los unos de los otros por amor.
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