Fiel es Dios por quien fuisteis llamados a la comunión de su hijo Jesu-Cristo nuestro Señor.
Pero él respondiendo, dijo a ellos: Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra.
El respondió al que le dijo: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Pues todo el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos, es mi hermano y hermana y madre.
lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión es con el Padre y con su hijo, Jesu-Cristo.
Díjoles Jesús: Yo soy el pan de la vida. El que a mí viene, no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá sed jamás.
para que os dé, según las riquezas de su gloria, el ser poderosamente fortalecidos por su espíritu en el. hombre interior, de modo que habite el Cristo por la fe en vuestros corazones, para que, estando arraigados y fundados en amor,
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede llevar por sí mismo fruto, si no permaneciere en la vid, así tampoco vosearos, si no permaneciereis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque fuera de mí, nada podéis hacer.
Si permaneciereis en mí y mis palabras permanecieren en vosotros, lo que queráis, lo pediréis, y os será hecho.
de conocerle a él, y el poder de su resurrección y la participación de sus padecimientos, conformándome a su muerte
y les hice conocer tu nombre, y lo haré conocer para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos.
En aquel día conoceréis vosotros que yo soy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.
De manera que si alguien es en Cristo nueva criatura, las cosas viejas pasaron, y he aquí se han hecho nuevas todas las cosas.
Si pues el Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad esté muerto a causa del pecado, mas el espíritu es vida a causa de la justicia.
a quienes quiso Dios hacer conocer cual es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria,
Los manjares para el estómago y el estómago para los manjares; a aquél y a éstos pues Dios inutilizará, pero el cuerpo no es a la fornicación sino al Señor, y el Señor al cuerpo. Dios, al Señor despertó, y a nosotros nos despertará por su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Quitando, pues, los miembros de Cristo ¿los haré miembros de prostituta? No sea así.
si hijos, también herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo, si al menos padecemos con él para que también con él seamos glorificados.
Mas ahora en Cristo Jesús vosotros que en otro tiempo estabais lejos fuisteis puestos cerca en la sangre del Cristo.
Respondió Jesús y dijoles: Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará, y a él vendremos y haremos en él morada.
En efecto moristeis, y vuestra vida está escondida con el Cristo en Dios. Cuando el Cristo fuere manifestado, él que es vuestra vida, entonces vosotros también con él seréis manifestados en gloria.
La copa de la bendición que bendecimos ¿no es comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo;
Porque si hemos venido a ser una misma planta con él por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de la resurrección,
porque no nos puso Dios para ira, sino para posesión de la salvación por nuestro Señor Jesu-Cristo que murió por nosotros, a fin de que, sea que velemos, sea que durmamos, juntamente con él vivamos.
Venid a mí, todos los que os fatigáis y estáis cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas,
Decía pues Jesús a los que en él habían creído: Si vos otros permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos,
mediante las cuales las más grandes y preciosas promesas nos han sido dadas, para que por éstas fueseis hechos participantes de la divina naturaleza, huyendo de la corrupción que, por la concupiscencia, está en el mundo.
Estoy bien persuadido que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni potencias, ni cosas presentes, ni futuras, ni lo alto, ni lo profundo, ni otra criatura podrá apartarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Y sabemos que el hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al verdadero y estamos en el verdadero, en el hijo de él, Jesu-Cristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.
!Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, en Cristo,
Todo el que peca y no permanece en la enseñanza del Cristo, no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina del Cristo, éste tiene y al Padre y al hijo.
Con Cristo he sido crucificado. Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Lo que ahora vivo en carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
He aquí, estoy a la puerta y llamo. Si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.
Yo soy el buen pastor, y conozco las mías, y me conocen las mías, como me conoce el Padre, y yo conozco al Padre, y mi vida la pongo por las ovejas.
Y el que guarda sus mandamientos permanece en él, y Dios en él. Y en esto conocemos que Dios mora en nosotros por el espíritu que nos dio. A
mas diciendo la verdad con amor crezcamos de toda manera en aquel que es la cabeza, el Cristo del cual todo el cuerpo bien compuesto y ajustado por toda coyuntura de la provisión según la energía en medida de cada parte se hace el crecimiento del cuerpo para edificación de sí mismo, en amor.
así los muchos somos un cuerpo en Cristo, pero individualmente miembros los unos de los otros,
Ten dechado de sanas palabras que de mí oíste, en fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por espíritu santo que habita en nosotros.
y de conocer el amor del Cristo que excede el conocimiento a fin de que seáis llenados a toda la plenitud de Dios.
Si, pues, alguna consolación hay en Cristo, si algún alivio de amor, si alguna comunión de espíritu, si alguna simpatía y compasión, cumplid mi gozo para que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, teniendo el solo sentir,
porque el Señor mismo con orden dada, con voz de arcángel y con trompeta de Dios descenderá desde el cielo, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Después nosotros, los vivientes que quedamos, al mismo tiempo con ellos seremos arrebatados en nubes al encuentro del Señor en el aire, y así siempre con el Señor estaremos,
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su espíritu.
Qué conformidad un templo de Dios con ídolos? Porque vosotros sois templo de Dios viviente, como dijo Dios: habitaré y andaré entre ellos, y seré Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.
El Espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu que somos hijos de Dios: si hijos, también herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo, si al menos padecemos con él para que también con él seamos glorificados.
Como pues recibisteis al Cristo Jesús el Señor, en él andad, bien arraigados y edificados en él, y confirmados en la fe, como fuisteis enseñados, abundando en acción de gracias.
yo en ellos, y tú en mí para que sean hechos perfectamente uno, y para que el mundo conozca que tú me enviaste y los amaste como me amaste.
Lo que oísteis desde el principio en vosotros permanezca; si en vosotros permaneciere lo que desde el principio oísteis, vosotros también permaneceréis en el hijo y en el Padre,
y dando gracias, lo partió y dijo: Tomad, comed. Este es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced esto en conmemoración de mí. Asimismo también la copa después de cenar diciendo: Esta copa es la nueva alianza en mi sangre; haced esto todas las veces que bebiereis en conmemoración de mí. Porque todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga.
enseñándoles a guardar todo cuanto os mandé, y he aquí, yo estoy con vosotros hasta la consumación del siglo.
nos libró de la potestad de las tinieblas y nos trasladó al reino del hijo de su amor, en quien tenemos la redención,. a remisión de los pecados,
y yo rogaré al Padre y os dará otro ayudador para que permanezca con vosotros para siempre; al Espíritu de la verdad que el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero, vosotros le conocéis porque con vosotros mora, y en vosotros estará.
Teniendo, pues, hermanos, confianza en la entrada del Santísimo con la sangre de Jesús, entrada que nos inauguró, vía nueva y viva, por el velo, esto es, por su carne, y teniendo gran sacerdote sobre la casa de Dios, lleguémonos con verdadero corazón en plena certidumbre de fe, siendo rociados (») los corazones de conciencia mala, y lavado el cuerpo con agua limpia,
Puesto que sois hijos, Dios envió al espíritu de su hijo en nuestros corazones que clama: ¡Abba! ¡Padre!
vosotros también como piedras vivas sois edificados casa espiritual, en sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales, muy aceptos a Dios por Jesu-Cristo.
El que confesare que Jesús es el hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que tiene Dios en nosotros. Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él.
Si pues fuisteis resucitados con el Cristo, buscad las cosas de arriba donde el Cristo está sentado a la diestra de Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las que están sobre la tierra. En efecto moristeis, y vuestra vida está escondida con el Cristo en Dios.
Pues ésta es la vida eterna que te conozcan a ti al único verdadero Dios y al que enviaste, Jesucristo.
Sea sin avaricia el trato, satisfechos con lo presente, porque El ha dicho (Deut. 31:6-8): No te dejaré, no te abandonaré.
para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en tí, para que también ellos en nosotros uno sean, para que el mundo crea que tú me enviaste.
y siendo nosotros muertos por las faltas nos vivificó con el Cristo (por gracia habéis sido salvados), y nos resucitó y nos sentó con él en los lugares celestiales en Cristo Jesús,
al cual, sin haberlo visto, amáis, en el cual, ahora no viéndole, pero creyendo, os regocijáis con gozo inefable y glorificado,
Por Cristo pues somos embajadores, como si Dios exhortase por medio de nosotros. Os rogamos por Cristo: Sed reconciliados con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros le hizo pecado, para que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en él.
así también vosotros estimaos-muertos al pecado, mas vivientes a Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Y la paz de Dios triunfe en vuestros corazones, a la cual también fuisteis llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.
predeterminados a la adopción de hijos por Jesucristo, a él, según la benevolencia de su voluntad
mas vosotros no estáis en carne, sino en espíritu, si al menos espíritu de Dios mora en vosotros. Si alguno no tiene espíritu de Cristo, el tal no es de él.
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en el amor mío, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
'Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. No perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
que murió por nosotros, a fin de que, sea que velemos, sea que durmamos, juntamente con él vivamos.
porque si siendo enemigos (Col. 1:21), reconciliados fuimos con Dios por la muerte de su hijo, mucho más, una vez reconciliados, seremos salvados en la vida de él.
¿Quién conoció la mente del Señor para aconsejarle? (Is. 40:13). Pero nosotros tenemos mente de Cristo. 'í
teniendo esta confianza que el que comenzó en vosotros una obra buena la llevará a cabo hasta el cha de Jcsu-Cristo,
Padre, los que me has dado, quiero que donde estoy yo, también estén conmigo, para que contemplen mi gloria que me has dado, porque me amaste antes de la fundación del mundo.
siempre llevando en el cuerpo la mortificación de Jesús para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestro cuerpo, porque siempre nosotros los que vivimos estamos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal,
porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente. Y vosotros estáis cumplidos en él que es la cabeza de toda autoridad y potestad,
sino vestíos del Señor Jesu-Cristo y no hagáis cuidado de la carne en sus pasiones. '1 A
Sed pues imitadores de Dios como hijos queridos; y andad en amor como también el Cristo os amó y se entregó a sí mismo por nosotros en ofrenda y sacrificio a Dios en olor de perfume (Ex. 29:18).
El espíritu es el que vivifica, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando fuere manifestado, tengamos confianza, y no seamos avergonzados de parte de él, en su presencia.
De nuevo, pues, Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en la obscuridad, mas tendrá la luz de la vida.
porque a los que antes conoció también los predeterminó a ser semejantes a la imagen de su hijo, de suerte que él sea primogénito entre muchos hermanos
Pero el que nos afirma con vosotros en Cristo, y nos ungió es Dios, que también nos selló y dio las arras del Espíritu en nuestros corazones.
Lleguémonos pues con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia y hallemos gracia para oportuno socorro.
Os exhorto pues, hermanos, por las misericordias de Dios a presentar vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, vuestro culto racional,
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no fué mostrado lo que seremos. Pero sabemos que cuando fuere manifestado, seremos semejantes a él, porque le veremos como es
en quien tenemos la redención por su sangre, la remisión de los pecados según la riqueza de su gracia
El ladrón no viene sino para hurtar y degollar y destruir. Yo vine para que tengan vida y la tengan más y más.
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