¡Fiel Dios, por quien elegidos habéis sido para comunión de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor!
Y él, respondiendo, dijo a ellos: «Madre mía y hermanos míos, éstos son, los que la palabra de Dios oyen y hacen».
Y él respondiendo, dijo al que le hablaba: «¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?» (12:48) y, extendiendo su mano, sobre sus discípulos, dijo: «He ahí mi madre y mis hermanos; (12:49) pues quien quiera que hiciere la voluntad de mi Padre, el de los cielos, él es mi hermano, y hermana y madre.»
lo que hemos visto y oído, os anunciamos a vosotros; para que también vosotros comunión tengáis con nosotros; —y asimismo nuestra unión(a) con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Díjoles Jesús: «Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí, no hambreará, no; y el que cree en mí, no tendrá sed, no, jamás.
para que dé a vosotros, según la riqueza de su gloria, que con potencia seáis corroborados, por su Espíritu en el interior hombre; para que inhabite el Cristo, por la fe, en vuestros corazones;
permaneced en mí, y yo en vosotros. Así como el pámpano no puede fruto llevar de sí mismo, si no permaneciere en la vid, así ni vosotros, si en mí no permaneciereis. Yo soy la vid; vosotros, los pámpanos. Quien permanece en mí y yo en él, éste lleva fruto mucho, porque, sin mí, no podéis hacer nada.
Si permaneciereis en mí, y mis palabras en vosotros permanecieren, lo que quisiereis, pediréis, y haráseos.
para conocerle y la virtud de su resurrección y la comunión de sus padecimientos, configurado con su muerte;
y les he manifestado tu nombre, y manifestaré, para que el amor con que me amaste, en ellos esté, y yo en ellos».
Ninguna, pues, ahora condenación para los en Cristo Jesús, (que no según carne caminan).
Así que, si alguno en Cristo(k), nueva criatura: lo viejo ha pasado; he aquí se ha hecho nuevo todo.
Pero, si Cristo en vosotros, el cuerpo ciertamente muerto por pecado, mas el espíritu, vida por justicia.
a quienes quiso Dios manifestar cuál(j) la riqueza de la gloria de este misterio, entre las gentes, el que es Cristo entre vosotros: la esperanza de la gloria;
Los alimentos para el vientre, y el vientre para los alimentos; mas Dios, y a éste y éstos destruirá . Y el cuerpo no para la ramería, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, y al Señor resucitó y a nosotros resucitará por la virtud suya. ¿No sabéis que vuestros cuerpos miembros de Cristo son? Quitando, pues, los miembros del Cristo, ¿haré(h) de ramera miembros? ¡No sea!
Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios, coherederos, empero, de Cristo; si es que compadecemos, para ser también conglorificados.
Y ahora ya en Cristo Jesús vosotros que un día estabais lejos, habéis sido hechos cercanos en la sangre del Cristo.
Respondió Jesús y díjole: «Si alguno me ama, mi palabra guardará, y mi Padre amarále; y a él vendremos y morada con él haremos.
Que habéis muerto, y la vida vuestra escondida está, con el Cristo, en Dios. Cuando el Cristo se manifestare: la vida vuestra, entonces también vosotros, con él, manifestados seréis en gloria.
El cáliz de la bendición que bendecimos ¿acaso no comunión es de la sangre del Cristo? El pan que partimos ¿acaso comunión del cuerpo del Cristo no es?
Pues, al modo que el cuerpo uno es, y miembros muchos tiene; y todos los miembros del cuerpo, muchos siendo, cuerpo son uno; así también el Cristo.
Pues, si retoños(b) nos hubiéremos hecho, a la semejanza de la muerte de él; —empero, también de la resurrección seremos;
que no nos ha puesto Dios para ira, sino para adquisición de salud, por nuestro Señor Jesucristo; el que murió por nosotros, para que, sea velemos, sea durmamos, juntamente con él vivamos.
Venid a mí, todos los trabajados y recargados, y yo os refrigeraré. Alzad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, porque suave soy y humilde del corazón, y hallaréis alivio para vuestras almas;
Decía, pues, Jesús a los que estaban creyendo en él, judíos: «Si vosotros permaneciereis en la palabra la mía, verdaderamente discípulos míos sois;
Por las cuales, las muy grandes y preciosas promesas nos ha donado; para que, por ellas, os hagáis de la divina partícipes naturaleza, huyendo de la del mundo de concupiscencia corrupción.
Pues cierto estoy de que ni muerte, ni vida; ni ángeles(j), ni principados, ni potencias; ni lo presente ni lo futuro; ni alteza, ni hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y dádonos entendimiento para que conozcamos al Verdadero; y somos en el Verdadero: en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y vida eterna.
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; el que nos ha bendecido en toda bendición espiritual, en lo celeste, en Cristo;
Todo el que se desvía y no permanece en la doctrina del Cristo, a Dios no tiene; el que permanece en la doctrina, éste y al Padre y al Hijo tiene.
Con Cristo he sido crucificado; y vivo, no ya yo, pero vive en mí Cristo; y lo que ahora vivo en carne, en fe vivo la de Dios y Cristo; el que me amó y se entregó por mí.
He aquí estoy a la puerta y golpeo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.
Así como me ha amado el Padre, también yo a vosotros he amado; permaneced en el amor, el mío.
Yo soy el pastor bello, y conozco las mías, y conócenme las mías; según me conoce el Padre y yo conozco al Padre; y mi alma pongo por mis ovejas.
Y el que guarda sus mandamientos, en él permanece, y él, en él; y en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
y, siendo veraces en amor, crezcamos hacia él en todo; quien es la cabeza: Cristo; de quien todo el cuerpo que es compaginado y conglomerado por toda ligadura de suministración(e), según operación, en medida de todas y cada una de las partes, el crecimiento del cuerpo efectúa para edificación de sí mismo en amor.
así los muchos un cuerpo somos en Cristo; y, por lo tocante a cada cual, uno de otro miembros,
Dechado ten de sanas palabras, las que de mí has oído en fe y amor el en Cristo Jesús. El bello depósito custodia, por el Espíritu Santo el que inhabita en nosotros.
y conocer el todo superante amor del Cristo; a fin de que os llenéis en toda llenura de Dios.
Ejemplo, humildad y gloria de Cristo. Amar a imitación de Cristo Si, pues,(a) alguna consolación en Cristo; si algún lenitivo de caridad; si alguna comunión de espíritu; si algunas entrañas y conmiseraciones; llenad mi gozo, para que lo mismo sintáis, la misma caridad teniendo, unánimes, lo uno(b) sintiendo;
porque el mismo Señor en mandato, en voz de arcángel y en trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resurgirán primero; después nosotros, los que vivimos, los que somos dejados, seremos a una con ellos arrebatados, en nubes, al encuentro del Señor, por el aire; y así siempre con Señor estaremos.
En esto conocemos que en él permanecemos, y él, en nosotros: que de su Espíritu nos ha dado.
Dícele Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.
¿Y qué convenio a templo de Dios con ídolos? Pues nosotros templo de Dios somos vivientes; según dijo Dios: que habitaré en ellos e iréme caminando en ellos; y seré su Dios; y ellos serán mi pueblo.
Pues el mismo espíritu testifica a la vez a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios, coherederos, empero, de Cristo; si es que compadecemos, para ser también conglorificados.
Como, pues, recibisteis a Cristo Jesús, el Señor, en él caminad, radicándoos y sobreedificándoos en él, y afianzándoos por la fe, según habéis aprendido, abundando, en él, en agradecimiento.
yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumados en uno; para que conozca el mundo que tú me has enviado, y amádolos así como a mí has amado.
Vosotros, lo que habéis oído desde el principio, en vosotros permanezca. Si en vosotros permaneciere, lo que desde el principio habéis oído, también vosotros en el Hijo y en el Padre permaneceréis.
y, agradeciendo, partió y dijo: («Tomad, comed») «Este es mi cuerpo el por vosotros (entregado); esto haced en memoria mía.» Asimismo, también el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz, el Nuevo Testamento es en mi sangre; esto haced, cuantas veces bebiereis, en memoria mía». Pues, cuantas veces comiereis este pan y el cáliz bebiereis, la muerte del Señor anunciad, hasta que venga.
Me has manifestado caminos de vida; me llenarás de alegría con tu rostro; deleites en tu diestra hasta el fin.
enseñándoles a guardar todo cuanto he mandado a vosotros. Y he aquí que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo»(e).
quien nos libró de la potestad de las tinieblas y trasladó al reino del Hijo del amor suyo; en quien tenemos la redención: la remisión de los pecados;
Y yo rogaré al Padre, y otro consolador daráos, para que esté con vosotros por el siglo: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni conoce; vosotros conocéisle, porque con vosotros permanece y en vosotros está.
Teniendo, pues, hermanos, libertad para la entrada del santuario, en la sangre de Jesús, por el camino que nos consagró nuevo y viviente, por el velo; esto es: la sangre suya; y(j) sumo pontífice grande sobre la casa de Dios; lleguémonos con verdadero(k) corazón, en plenitud de fe, rociados(l) los corazones de conciencia mala, y lavados el cuerpo(m) con agua pura;
Y, porque sois hijos, envió el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones, el que clama: «Abbá, el Padre».
también vosotros mismos, como piedras vivientes edificaos sobre ella, casa espiritual, en sacerdocio santo, a ofrecer espirituales hostias, aceptas a Dios por Jesucristo.
Quien confesare que Jesús es el Hijo de Dios, dios en él permanece, y él, en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que tiene Dios para con nosotros. Dios amor es; y el que permanece en el amor, en Dios permanece; y Dios en él permanece.
(13:13) La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios y la comunicación del Santo Espíritu con todos vosotros.
Si habéis, pues, conresucitado en Cristo, lo de arriba buscad; donde el Cristo está en diestra de Dios sentado; lo de arriba pensad, no lo sobre la tierra. Que habéis muerto, y la vida vuestra escondida está, con el Cristo, en Dios.
Y ésta es la eterna vida: que conozcan a ti, el solo, verdadero Dios, y al que enviaste: Jesucristo.
Desinteresada la vida; contentos con lo presente; pues él dijo: (Deut. 31,6.) No te dejaré, no; ni te abandonaré, no;
para que todos uno sean así como, tú, Padre, en mí y yo en ti, para que también ellos en nosotros estén; para que el mundo crea que tú me has enviado.
y, estando nosotros muertos por las caídas, convivificónos en el Cristo (por gracia habéis sido salvados); y conresucitó y consentó en lo celestial, en Cristo Jesús;
a quien no viendo, amáis; a quien ahora no mirando, pero creyendo, os alborozáis con gozo inenarrable y glorificado;
Por Cristo, pues, legados somos, como de Dios, que exhorta por medio de nosotros: rogamos por Cristo, reconciliaos con Dios. Al que no conocía pecado, por nosotros pecado hizo(m), para que nosotros nos hiciésemos justicia(n) de Dios en él.
Así también vosotros considerad que estáis muertos ciertamente al pecado, vivientes, empero, a Dios en Cristo Jesús (Señor nuestro).
Y la paz del Cristo triunfe en vuestros corazones; a la cual también fuisteis llamados en un cuerpo; y gratos(d) haceos.
predestinándonos a filiación por Cristo Jesús, para él, según el beneplácito de su voluntad;
Mas vosotros no sois en carne, sino en espíritu; si es que espíritu de Dios habita en vosotros. Pero, si alguno espíritu de Cristo no tiene, éste no es de él.
Si mis mandamientos guardareis, permaneceréis en mi amor; así como yo de mi Padre los mandamientos he guardado, y permanezco en su amor.
Las ovejas, las mías, mi voz escuchan y yo conózcolas, y síguenme, y yo doiles vida eterna, y no perecerán, no, por el siglo, y no arrebatará alguno a ellas de mi mano.
el que murió por nosotros, para que, sea velemos, sea durmamos, juntamente con él vivamos.
Pues, si, enemigos siendo, reconciliados hemos sido con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más reconciliados nos salvaremos en su vida;
Pues Is. 40,13. ¿quién ha conocido mente del Señor, que le arguya? Y nosotros mente del Señor tenemos.
confiado de esto mismo: que, quien empezó en vosotros obra buena, perfeccionará hasta día de Jesucristo;
Padre, lo que me has dado, —quiero que, donde estoy yo, también aquéllos estén conmigo; para que contemplen la gloria la mía, que me has dado, porque me has amado antes de fundación de mundo:
siempre la mortificación de Jesús en el cuerpo a doquier llevando; para que también la vida de Jesús en nuestro cuerpo se manifieste. Pues siempre nosotros los vivientes a la muerte entregados somos por Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en la mortal carne nuestra.
porque en él inhabita toda la plenitud de la divinidad corporalmente; (y estáis en él llenos) el que es la cabeza de todo principado y potestad;
(13:13) sino revestíos del Señor Jesucristo; y de la carne, el cuidado no hagáis en concupiscencia.
Haceos, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; y caminad en amor, así como también el Cristo nos amó y entregóse por nosotros ofrenda y hostia a Dios en olor de fragancia.
Pero los de Cristo Jesús, la carne han crucificado con las pasiones y las concupiscencias.
El espíritu es el que vivifica; la carne no aprovecha nada: las palabras que yo os he hablado, espíritu son, y vida son(e).
Y ahora, hijitos, permaneced en él; para que, si(i) se manifestare, tengamos libre habla, y no nos avergoncemos en la parusia de él.
De nuevo, pues, les habló Jesús, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no se andará, no, en la obscuridad, sino tendrá la luz de la vida».
Pues, a los que preconoció, también predestinó conformes(g) a la imagen de su Hijo, para ser él primogénito entre muchos hermanos;
Y el que nos confirma, con vosotros en Cristo, y nos unge: Dios; el que también os ha sellado, y dado las arras del Espíritu en vuestros corazones.
Lleguémonos, pues, con libre habla(i) al trono de la gracia, para alcanzar misericordia; y gracia hallar, para oportuno socorro.
Tema general Exhórtoos; pues, hermanos, por las piedades de Dios, que presentéis vuestros cuerpos hostia viviente, santa, bien placiente a Dios; el espiritual culto vuestro;
(26:7) Una sola cosa he pedido al Señor; ésta buscaré: (26:8) el habitar en casa del Señor todos los días de mi vida; el contemplar el deleite del Señor, y visitar su templo.
Amados, ahora hijos de Dios somos, y aún no ha parecido lo que seremos. Sabemos que, si él pareciere, semejantes a él seremos; porque le veremos, así como es.
en quien tenemos la redención por su sangre: la remisión de las caídas, según la riqueza de su gracia;
El ladrón no viene, sino para robar, y matar y perder; yo he venido para que vida tengan y demás tengan.
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