Dios, cuya fidelidad es inalterable, os llamó a participar de la relación personal con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Divisiones en la iglesia
Pero cuando alguien se une al Señor, el Señor y esa persona se hacen espiritualmente uno.
Porque dondequiera que haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré también yo en medio de ellos. Parábola del siervo despiadado
Jesús respondió: Mi madre y mis hermanos son todos los que escuchan el mensaje de Dios y lo obedecen. Jesús calma la tormenta
Él le respondió: Pero ¿quiénes son mi madre y mis hermanos? y extendiendo una mano hacia sus discípulos, añadió: Estos son mi madre y mis hermanos, porque todo aquel que cumpla la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.
Lo que hemos visto y oído os anunciamos, para que fraternalmente unidos con nosotros podáis también participar de la verdadera comunión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Respondió Jesús: Yo soy el pan de vida. Los que a mí vienen, nunca más tendrán hambre; los que en mí creen, no volverán a tener sed.
que, de sus gloriosas riquezas y con su Espíritu Santo, os dote de una gran fortaleza interior. Y le pido que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, y que así, arraigados y fundados en amor,
Ahora permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros; porque así como ningún sarmiento puede dar fruto por sí mismo, esto es, separado de la vid, tampoco vosotros podréis darlo si os separáis de mí. Sí, yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mí, yo permaneceré en vosotros y daréis mucho fruto; pero separados de mí nada podréis hacer.
Pero si permanecéis en mí y guardáis las enseñanzas que os he transmitido, podréis pedir lo que necesitáis y se os concederá.
Yo he renunciado a todo lo demás por llegar a conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y por ser semejante a él mediante la participación en sus sufrimientos y en su muerte;
les he dado a conocer quién eres, y se lo daré a conocer todavía más, a fin de que el mismo amor que tú me tienes llegue a estar en ellos como yo lo estoy.
Cuando yo vuelva a vivir, conoceréis que estoy en el Padre, que vosotros estáis en mí y que yo estoy en vosotros.
Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación.
Pero si Cristo vive en vosotros, vuestros cuerpos ciertamente están muertos a causa del pecado, pero vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo.
que consiste en un plan mantenido en secreto por Dios durante siglos y generaciones, pero que ahora ha querido revelar en toda su gloriosa riqueza a su pueblo santo: que Cristo es la esperanza de gloria en vosotros los gentiles.
Por ejemplo, el alimento y el vientre son el uno para el otro, pero es Dios quien fija el término que a ambos corresponde; ahora bien, el cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Así Dios, que resucitó al Señor Jesucristo, nos resucitará un día también a nosotros con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Podríamos tomar los miembros de Cristo y hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera!
Y pues que somos sus hijos, somos también sus herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, para compartir con él las riquezas de su gloria habiendo compartido también sus sufrimientos. La gloria futura
Pero ahora pertenecéis a Cristo Jesús, porque vosotros, que antes estabais lejos de Dios, habéis sido acercados a él merced a la sangre que Cristo derramó.
Si alguien se muestra alegre, compartid con él su alegría; y si alguien está triste, uníos a él en su tristeza.
Respondió Jesús diciendo: El que me ama cumplirá los mandamientos que os he dado, y mi Padre lo amará también, y vendremos a él para que viva con nosotros.
porque vosotros ya habéis muerto al mundo, y vuestra vida, escondida en Cristo, está presente delante de Dios. Y cuando Cristo, que es vuestra vida, regrese y se manifieste, también vosotros seréis manifestados en forma gloriosa juntamente con él.
La copa de bendición por la cual damos gracias significa que estamos unidos en las bendiciones de la sangre de Cristo, derramada en nuestro favor. Y el pan que compartimos significa que estamos unidos en la bendición de ser parte del cuerpo de Cristo, entregado a muerte en nuestro favor.
Así como el cuerpo humano es uno, aunque está formado por muchos miembros, y todos esos miembros, aun siendo muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con el 'cuerpo de Cristo', que es la iglesia.
Lo que trato de decir con este ejemplo es que el Cuerpo de Cristo, o sea, la iglesia, lo constituye el conjunto de todos vosotros; pero que cada uno, por separado, es miembro del mismo.
De este modo pasamos a formar parte de él mismo. Por así decirlo, cuando él murió, nosotros morimos con él, pero ahora compartimos su nueva vida porque también resucitamos con él en su resurrección.
porque vosotros ya habéis muerto al mundo, y vuestra vida, escondida en Cristo, está presente delante de Dios.
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Porque Dios no nos ha escogido para descargar su ira sobre nosotros, sino para salvarnos por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió para que nosotros vivamos con él para siempre, ya sea que a su regreso estemos vivos o hayamos muerto.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y de corazón humilde; así encontraréis descanso para vuestra alma,
Pero Jesús les habló diciendo: Vosotros seréis verdaderamente mis discípulos si vivís de acuerdo con mis enseñanzas,
Por lo tanto, nadie que permanece en él sigue pecando; y al contrario, ninguno que sigue entregado al pecado le ha visto ni le ha conocido.
juntamente con las cuales nos ha concedido sus más preciosas y grandes promesas, mediante las cuales, habiendo huido vosotros de la corrupción que en este mundo causan los malos deseos, sois hechos partícipes de la naturaleza divina.
Por lo tanto, el que tiene al Hijo de Dios tiene en él la vida; el que no tiene al Hijo no tiene la vida. Observaciones finales
Por eso estoy convencido de que nada ni nadie: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y autoridades que gobiernan este mundo, ni el temor al presente o al futuro, ni lo más alto ni lo más profundo, ni ninguna de las cosas creadas, podrán apartarnos del amor de Dios revelado en Cristo Jesús Señor nuestro.
pero nos consta que Cristo, el Hijo de Dios, ha acudido en nuestro auxilio, y que nos ha dado la necesaria inteligencia para conocer al Dios verdadero. Y en él estamos, en el verdadero, porque estamos en su Hijo Jesucristo. ¡Él es el Dios verdadero y la vida eterna!
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por nuestra unión con Cristo nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos!
Todo aquel que habiendo perdido el rumbo se aparta de la enseñanza de Cristo y no persevera en ella, se aparta también de Dios. Para tener al Padre y al Hijo es preciso permanecer fielmente en la enseñanza de Cristo.
Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.
No olvides que yo estoy a la puerta y llamo, y si alguno oye mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él cenará conmigo.
Como el Padre me ha amado a mí, también yo os he amado a vosotros. ¡Permaneced en mi amor!
Pero yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen, del mismo modo que mi Padre me conoce y yo lo conozco a él. Yo pongo mi vida por mis ovejas.
El que guarda los mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y sabemos que Dios permanece en nosotros por el Espíritu Santo que nos ha dado.
Llegados a este punto, sigamos en todo momento la verdad con amor en nuestro trato con los demás. Así, cada vez seremos más semejantes a Cristo, que es la cabeza de la iglesia. Bajo su dirección, las diferentes partes del cuerpo, según el don de cada una, se armonizan y ayudan mutuamente, de modo que el cuerpo entero va creciendo y es espiritualmente edificado en amor. Vivid como hijos de luz
así también el cuerpo de Cristo está formado por el conjunto de todos nosotros, que somos igualmente muchos y miembros los unos de los otros.
Considera, como norma a retener, las sanas verdades que aprendiste de mí, que se fundamentan en la fe y el amor que Cristo Jesús nos ofrece. Guarda el buen depósito de la fe que Dios puso en ti mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros.
lleguéis a ser plenamente capaces de comprender, junto con todo el pueblo de Dios, la anchura, longitud, altura y profundidad del amor de Cristo, un amor que va más allá de toda posibilidad de conocimiento humano. De esa forma, la plenitud de Dios estará en vosotros y os llenará por completo.
Sabéis muy bien que los creyentes en Cristo deben consolarse unos a otros y animarse con amor recíproco; deben mantenerse unidos, participar del mismo Espíritu y vivir en mutuo afecto y compasión. Por eso os ruego ahora que me llenéis de gozo viviendo todos en perfecta armonía y amándoos fraternalmente, guiados por un mismo ideal y movidos por un mismo propósito.
Porque el Señor mismo descenderá del cielo, y a su voz de mando (voz de arcángel y sonido de trompeta de Dios), los creyentes en Cristo que hayan muerto primero serán también los primeros en resucitar. Luego nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados entre nubes juntamente con ellos y llevados al encuentro del Señor en el aire. De ese modo permaneceremos para siempre con el Señor.
Porque él nos ha dado su Santo Espíritu como testimonio de que nosotros permanecemos en él, y él en nosotros.
Jesús dijo entonces: Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie puede ir al Padre, si no es por mí.
¿Y qué relación entre el Templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios vivo, como Dios mismo lo dijo:'Viviré con ellos y caminaré entre ellos;yo seré su Diosy ellos serán mi pueblo'.
Esto es algo que el Espíritu Santo, hablándonos desde lo profundo de nuestro propio espíritu, nos enseña y asegura: que verdaderamente somos hijos de Dios. Y pues que somos sus hijos, somos también sus herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, para compartir con él las riquezas de su gloria habiendo compartido también sus sufrimientos. La gloria futura
Por lo tanto, de la misma manera que un día recibisteis a Cristo Jesús, el Señor, permaneced en él confiándole vuestra existencia. Vivid arraigados en él, y creced en él sin cesar. Que vuestra fe se afirme cada día más, y que todo lo que habéis aprendido redunde en continuas acciones de gracias al Señor.
yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta, y para que el mundo sepa que tú me enviaste y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Permaneced, pues, firmes en vuestra fe, en todo lo que fuisteis instruidos desde el principio; así permaneceréis siempre en comunión con el Padre y con el Hijo.
dio gracias a Dios, lo partió y dijo: 'Tomad, comed, esto es mi cuerpo, partido en vuestro beneficio. Haced esto en memoria de mí'. De la misma manera, tomó la copa después de haber cenado y dijo: 'Esta copa es el nuevo pacto de Dios con vosotros, sellado con mi sangre. Siempre que bebáis esta copa, hacedlo en memoria de mí'. Por lo tanto, cada vez que comáis este pan y bebáis esta copa anunciáis que el Señor murió por vosotros. Hacedlo así hasta que él regrese.
Ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído en sus promesas, podemos disfrutar de verdadera paz con él merced a lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en nuestro favor.
y enseñadlos a guardar todas las cosas que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
Porque él nos ha rescatado del maligno poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo, quien pagó con su propia sangre nuestra libertad, el perdón de nuestros pecados. La supremacía de Cristo
No penséis que voy a dejaros como a unos huérfanos abandonados, sino que vendré a vosotros.
y yo le pediré al Padre que os envíe a alguien que podrá ayudaros y que nunca os abandonará: el Espíritu Santo, que es el Espíritu que conduce a la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo busca ni lo conoce; pero vosotros sí lo conocéis, porque él está ahora con vosotros, y un día estará en vosotros.
Por eso, amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar con libertad en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, o sea, a través de su cuerpo. Y puesto que tenemos un gran sumo sacerdote en la casa de Dios, lleguémonos hasta la propia presencia de Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, habiendo sido purificados los corazones con la sangre de Cristo y habiendo lavado nuestro cuerpo con agua pura.
Y Dios, por ser sus hijos, ha enviado a nuestros corazones al Espíritu de su propio Hijo Jesucristo, de modo que también nosotros, sin ningún temor, podemos llamarle Padre.
Asimismo vosotros sois como piedras vivas, de las que Dios se sirve para edificaros como casa espiritual y para constituiros en un sacerdocio 'santo, idóneo para ofrecerle los sacrificios espirituales que le son gratos por medio de Jesucristo.
Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él porque lo hemos sentido en nosotros mismos. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Por la fe estamos persuadidos de que, habiendo muerto con Cristo, también viviremos con él.
Si, pues, verdaderamente habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo ocupa a la derecha de Dios el lugar de honor. Poned vuestras miras en lo que es propio del cielo, no en lo de la tierra, porque vosotros ya habéis muerto al mundo, y vuestra vida, escondida en Cristo, está presente delante de Dios.
En esto consiste la vida eterna: en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado a este mundo.
Huid de la avaricia y contentaos con lo que ya tenéis, pues el Señor dijo: 'No te desampararé ni te dejaré'.
Mi ruego es que todos permanezcan unidos: que así como tú, Padre, permaneces unido a mí, y yo a ti, que también ellos permanezcan unidos a nosotros.
que, a pesar de estar ya muertos a causa de los pecados, nos dio nueva vida juntamente con Cristo (¡sólo por la gracia de Dios somos salvos!); y juntamente con él, nos resucitó, y también con Cristo Jesús nos hizo sentar en los cielos.
Vosotros, aunque no le habéis visto, le amáis; y confiáis en él, aun cuando en el momento actual todavía no le veáis. Por eso, el gozo que sentís es indescriptible y glorioso,
Así pues, somos embajadores en nombre de Cristo, que es como si Dios os hablase por medio de nosotros. Por tanto, en el nombre de Cristo os rogamos que aceptéis la oferta de reconciliaros con Dios. Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos.
De igual modo, consideraos vosotros muertos respecto a la vieja naturaleza pecadora, y vivos para Dios gracias a la obra llevada a cabo por Cristo Jesús Señor nuestro.
Y reine en vuestro corazón la paz de Cristo, porque en ella fuisteis llamados a ser miembros de su cuerpo, que es la iglesia. Y sed agradecidos.
Revestidos de su amor, Dios nos destinó de antemano a adoptarnos como hijos por medio de Jesucristo, y así lo hizo de acuerdo con su voluntad y buen parecer.
Pero vosotros no vivís conforme a esa naturaleza, sino que estáis bajo el dominio del Espíritu, si es que verdaderamente el Espíritu de Dios habita en vosotros (digo esto para recordaros que quien en su interior no tenga el Espíritu de Cristo, no es de Cristo)
Si cumplís mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, de la misma manera que yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Mis ovejas conocen mi voz, yo las conozco a ellas y ellas me siguen, y les doy vida eterna, y jamás morirán ni habrá quien me las arrebate,
que murió para que nosotros vivamos con él para siempre, ya sea que a su regreso estemos vivos o hayamos muerto.
Es decir, que si siendo enemigos nos reconcilió Dios consigo por la muerte de su Hijo, con mayor razón, una vez reconciliados con él y siendo sus amigos, nos dará la salvación por su vida.
Porque '¿quién conoce lo que hay en la mente del Señor? ¿Quién podrá darle lecciones?' Pero nosotros poseemos la mente de Cristo.
Y estoy seguro de que Dios, que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que regrese Jesucristo.
Padre, mi deseo es que los que me has confiado estén también conmigo donde yo estoy, para que puedan contemplar la gloria que en tu amor me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Por su obra, y unidos por el mismo Espíritu, tanto los unos como los otros, judíos y gentiles, tenemos abierto el acceso a Dios Padre.
Allá adonde vamos, llevamos siempre en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús. Porque sucede que nosotros, que vivimos aquí y ahora, nos vemos continuamente amenazados de muerte por la causa de Jesús; aunque esto nos brinda la oportunidad de que su vida se manifieste en nuestro cuerpo mortal.
porque tan sólo en él se encuentra la plenitud de Dios encarnada en cuerpo humano. Vosotros, si tenéis a Cristo, lo tenéis todo, pues él es la cabeza, la potestad suprema sobre cualquier principado y autoridad.
Revestíos de Jesucristo el Señor como de una armadura que os proteja de los malos deseos de nuestra naturaleza pecaminosa.
Sed imitadores de Dios, como hijos amados que imitan a su padre. Que vuestra conducta se base en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó a sí mismo en sacrificio por nosotros; ofrenda ésta de la que Dios se agradó como de un perfume delicado.
Y los que pertenecen a Cristo han clavado en la cruz los impulsos de su naturaleza pecadora.
La vida que permanece procede del espíritu; en cambio, lo que procede de la carne no aprovecha para nada. Las palabras que os he hablado, son espíritu y vida que permanece para siempre.
Ahora pues, hijitos, permaneced en comunión con él, para que cuando regrese y se manifieste tengamos todos confianza, y ninguno de nosotros, avergonzado, haya de apartarse de su lado.
En otra ocasión dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que la luz de la vida iluminará su camino.
Porque Dios los conoció desde el principio, y de antemano los destinó a ser semejantes a su Hijo Jesucristo, a fin de que él sea el mayor entre todos los hermanos.
en quien Dios mismo, a vosotros y a nosotros, nos confirma y consagra mediante el Espíritu Santo, que es el sello y la garantía de que somos parte de la familia de Dios.
Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
Así pues, hermanos míos, con el pensamiento puesto en la inagotable misericordia de Dios, os ruego que le presentéis vuestro cuerpo como un sacrificio vivo y santo, entregado por entero a su servicio. Esta será vuestra más auténtica manera de rendirle culto.
Sí, amados, ahora somos hijos de Dios; pero todavía no se ha manifestado lo que después hayamos de ser. Pero de una cosa estamos seguros: cuando Cristo venga, seremos semejantes a él y 'le veremos tal como es.
en quien tenemos redención por su muerte, es decir, el perdón de los pecados conforme a las riquezas de su gracia,
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente.
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