Ante todo esto, ¿qué podríamos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?
y les doy vida eterna, y jamás morirán ni habrá quien me las arrebate, porque mi Padre, que me las dio, es más poderoso que nadie: por eso, nadie podrá arrebatarlas de la mano de mi Padre.
De este modo podremos afirmar sin temor alguno, con plena seguridad: 'El Señor es quien me ayuda; no tendré miedode lo que pueda hacerme el hombre'.
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
Pero, a pesar de todo, nuestra victoria es total y definitiva gracias al amor de Jesucristo.
Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.
Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos.
Por eso, aunque los problemas nos acosan, no nos angustian; aunque nos vemos en apuros, no desesperamos; nos persiguen, pero Dios no nos abandona; nos derriban, pero no nos destruyen.
Huid de la avaricia y contentaos con lo que ya tenéis, pues el Señor dijo: 'No te desampararé ni te dejaré'.
De modo que no os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus preocupaciones. Bástenle a cada día sus propios problemas.
El amor no deja lugar al temor, porque cuando el amor alcanza su perfección, desplaza al temor. El que teme es aquel que espera recibir alguna suerte de castigo, esto es, aquel en cuyo corazón el amor no es una realidad perfecta.
Él vino en nuestro socorro, y nos libró de la muerte; y en él esperamos que siga librándonos ahora y siempre que sea necesario.
Por cuanto vosotros habéis puesto en él vuestra fe, con su gran poder os protegerá para que podáis alcanzar la salvación que ya está dispuesta para ser revelada en los días del fin.
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo.
Pensad además que vosotros no habéis recibido un espíritu que os mantenga sujetos a viejas condiciones de esclavitud y temor, sino el Espíritu mediante el cual, como hijos adoptados por Dios, podemos llamarle Padre.
Que el mismo Dios de paz os santifique por completo, y que guarde irreprensible todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, para el día del regreso de nuestro Señor Jesucristo. Dios, que os ha llamado a ser sus hijos, es fiel y actuará conforme a su promesa.
Que el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, por medio de la sangre del pacto eterno que hizo con vosotros, os haga aptos para cumplir su voluntad con toda suerte de buenas acciones. Y que os haga gratos a sus ojos mediante el poder de Jesucristo, a quien sea la gloria por toda la eternidad. Amén.
Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia, la paciencia genera fortaleza de carácter y la fortaleza de carácter es principio de esperanza.
y estamos seguros de que Dios nos escuchará siempre que le pidamos algo de acuerdo con su voluntad.
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