La labor del maestro es de suma importancia dentro del cuerpo de Cristo, ya que a través de sus enseñanzas la iglesia es edificada. Un maestro es la luz en medio de las tinieblas, es la claridad en un mundo de confusión y es la palabra oportuna para dar dirección al corazón. Ser un maestro de la palabra en este tiempo es de gran bendición, pues este mundo necesita ser guiado a la verdad de Cristo. Por ello, es necesario que los maestros mantengan una relación íntima con el Espíritu Santo para comprender y entender siempre lo que sale de la boca del Padre para su pueblo, de modo que no impartan una enseñanza errónea basada en sí mismos o en su propia prudencia, sino en la sabiduría del Eterno. Si eres maestro de oficio, no te desvíes de la palabra y habla con mucha responsabilidad. Cuídate de enseñar lo que no es genuino, pues recuerda que ante todas las cosas serás juzgado por el Señor; procura no ser hallado culpable. Gálatas 6:6 dice: "El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que le instruye".
Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido;
y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.
Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
Y Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos.
Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros.
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.
El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.
Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.