Los padres siempre experimentarán alegría y gratitud al ver a sus hijos caminando en obediencia. Por el contrario, el hijo desobediente aflige el corazón de su padre y es una vergüenza para su madre. En el libro del Éxodo, la Biblia menciona un mandamiento que Dios estableció para los hijos, el único que tiene una promesa que beneficia la vida: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da" (Éxodo 20.12). No puedes esperar que te vaya bien si como hijo haces lo opuesto a lo que te enseña la palabra de Dios. En la actualidad, muchos jóvenes mueren a diario por no aceptar la corrección de sus padres. Muchos desean hacer las cosas a su manera, alejándose del camino de rectitud y dirigiéndose hacia el camino de la maldad y la perdición. Es doloroso, ya que no solo se sepulta un cuerpo, sino también se sepultan los sueños y el propósito de aquel joven que no le tocaba partir en ese momento. Tristemente, deciden ir en contra de los principios que se les enseñan en casa y sufren graves consecuencias. Quien esté leyendo esto debe saber que Dios tiene planes de bien para ellos, pero está en su corazón caminar hacia lo que él predestinó desde la eternidad. Obedecer a los padres no es motivo de burla ni deshonra; al contrario, es demostrar cuánto se les ama, así como al Padre celestial. Se hace un llamado urgente a la conciencia, si se quiere librar el alma del infierno: escuchar a los padres y procurar que sean muchas las palabras de admiración que lleguen a sus oídos, debido a que demuestran cuánto se les ama. Colaborar atentamente y no rehusarse a hacer el bien hará que la misericordia de Dios alcance y que se halle gracia delante de los hombres. El Espíritu Santo anhela que se tenga un buen comportamiento, que en lugar de provocar lágrimas de dolor, se pueda llevar alegría a los progenitores y disfrutar de una vida exitosa. En Efesios 6.2-4 se establece: "Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra."
Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.
¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger.
Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra.
Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová.
Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; No te entremetas con los veleidosos;
Porque su quebrantamiento vendrá de repente; Y el quebrantamiento de ambos, ¿quién lo comprende?
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia.
Haced todo sin murmuraciones y contiendas,
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;