El Señor detesta las ofrendas de los malvados, pero se deleita en las oraciones del justo.
Cuando llegue ese día ya no me preguntarán nada. Les aseguro que mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.
«¡Señor, ayúdanos!», clamaron en su angustia, y él los salvó de su dolor.Cambió la tempestad en brisa, calmó las olas.Reunió a quienes estaban desterrados en muchos países, de oriente y de occidente, del norte y del sur.¡Qué bendición cuando hubo calma, cuando él los llevó a salvo al puerto!
Que el Señor esté contigo en el día de tu tribulación. ¡Que el Dios de Israel te libre de todo mal!
Luego, cuando Job oró por sus amigos, el Señor le restituyó sus riquezas y felicidad. ¡En verdad, el Señor le dio el doble de lo que antes tenía!
«Vuelve a ver a Ezequías, el jefe de mi pueblo, y dile que yo, el Señor, el Dios de su antepasado David, he oído su oración y he visto sus lágrimas. Dile que yo lo sanaré, y que dentro de tres días, a partir de hoy, se levantará e irá al templo del Señor.
Pero en mi angustia invoqué al Señor, y él me oyó desde su templo. ¡Mi clamor llegó a sus oídos!
Cornelio se quedó mirándolo lleno de temor. ―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó al ángel mirándolo fijamente. ―Dios no ha pasado por alto tus oraciones ni tus limosnas.
La iglesia, al enterarse, se entregó a orar ferviente y constantemente por Pedro, mientras estaba en prisión.
Que suba a tu presencia mi oración como una ofrenda de incienso; que hacia ti levante mis manos como un sacrificio vespertino.
Cuando me invoquen, yo les responderé. Si gritan pidiendo ayuda, yo les diré: «¡Sí, aquí estoy!». Si ustedes hacen desaparecer la opresión, si dejan de acusar a los demás y de levantar calumnias,
Si ustedes siguen unidos a mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran y se les dará.
Pero ustedes nos ayudaron también con sus oraciones, y juntos podremos elevar alabanzas a Dios al contestar él los ruegos por nuestra seguridad.
Amo al Señor; porque él escucha mis plegarias y las contesta.Creo en ti, por eso digo: «Me encuentro muy angustiado, Señor».En mi desesperación he exclamado: «Todos son unos mentirosos».Y ahora, ¿cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado?Levantaré una copa como símbolo de su salvación y alabaré su nombre por haberme salvado.¡Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo!Sus amados son muy preciosos para él; le causa tristeza cuando ellos mueren.Señor, soy tu siervo; sí, soy tu siervo y el hijo que tú has hecho; ¡tú has roto mis cadenas!Te ofreceré sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, tu nombre.¡Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo,en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, oh Jerusalén! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!Porque se inclina y escucha, oraré a él mientras tenga aliento.
Si alguno de ustedes está angustiado, que ore. Si alguno está alegre, que cante alabanzas.
¡Pronto, Señor, respóndeme! Porque a ti he orado. ¡Escúchame cuando clamo a ti pidiéndote ayuda!
«Ve y dile a Ezequías: El Señor Dios de tu antepasado David escuchó tu oración, vio tus lágrimas y te dejará vivir quince años más.
Hermanos míos, mi deseo es que el Dios que les concedió esperanza los inunde siempre de felicidad y paz al creer en él. Y le pido a Dios que los haga rebosar de esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes, y los he mandado para que vayan y den fruto, un fruto que dure para siempre. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.
―Porque tienen muy poca fe —les respondió Jesús—. Si tuvieran siquiera una fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían decirle a aquella montaña que se quitara de en medio y se quitaría. Nada les sería imposible.
pues él está en el cielo y tú aquí abajo en la tierra; sean, pues, pocas tus palabras.
Y si sabemos que él nos oye cuando le hablamos y cuando le presentamos nuestras peticiones, podemos estar seguros de que nos contestará.
En cuanto a mí, lejos esté de mí el pecar contra el Señor dejando de orar por ustedes. Yo les seguiré enseñando lo que es bueno y correcto.
Ya que es así, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza por medio de Jesucristo; es decir, confesemos su nombre con nuestros labios.
No temas, pues yo estoy contigo, no te desanimes. Yo soy tu Dios, yo te fortaleceré, yo te ayudaré, yo te sostendré con mi triunfante mano diestra.
Cada mañana, Señor escucha mi clamor; por la mañana te presento mis súplicas y atento espero tu presencia.
también los traeré a mi santo monte de Jerusalén y los llenaré de gozo dentro de mi Casa de Oración. Aceptaré sus sacrificios y ofrendas porque mi templo será llamado «Casa de Oración para todos los pueblos».
Ustedes no recibieron un espíritu que los haga esclavos del miedo; recibieron el Espíritu que los adopta como hijos de Dios y les permite clamar: «Padre, Padre»,
Y cuando ore, Dios lo escuchará; contestará su oración y lo recibirá gozoso, y lo hará volver a sus deberes.
¡Oh Dios, mi Dios! ¡Cómo te busco! ¡Qué sed tengo de ti en esta tierra reseca y triste en donde no hay agua! ¡Cómo anhelo encontrarte!
A Dios sea la gloria, pues por su poder eficaz que actúa en nosotros, él puede hacer muchísimo más de lo que nos podemos imaginar o pedir.
Ustedes estén siempre vigilantes. Oren para que puedan escapar de todo lo que va a suceder, y así puedan presentarse delante del Hijo del hombre».
Sin embargo, día tras día derrama el Señor sobre mí su constante amor; y por la noche entono sus cánticos y elevo oración al Dios que me da vida.
Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono del Dios de amor, para encontrar allí misericordia y gracia en el momento en que las necesitemos.
En mi angustia clamé al Señor pidiendo ayuda. Y él me escuchó desde su templo; mi clamor llegó a sus oídos.
Yo les responderé aun antes de que me invoquen; mientras estén aún contándome sus necesidades, yo procederé a contestar sus súplicas.
Jesús les contó una parábola a sus discípulos para enseñarles que debían orar siempre y sin desanimarse.
Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré; así el Padre será glorificado en el Hijo.Yo haré lo que ustedes pidan en mi nombre.
»Pidan y se les concederá lo que pidan. Busquen y hallarán. Toquen y se les abrirá la puerta.
porque el Señor cuida a los justos y sus oídos están atentos a sus oraciones, pero está en contra de los que hacen el mal».
Manténganse despiertos y oren, para que la tentación no los venza. Porque es cierto que el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».
No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias.
Y estamos seguros de que él nos escuchará cuando le pidamos algo que esté de acuerdo con su voluntad.Y si sabemos que él nos oye cuando le hablamos y cuando le presentamos nuestras peticiones, podemos estar seguros de que nos contestará.
Sí, el Señor escucha al bueno cuando le pide ayuda, y lo libra de todas sus tribulaciones.
Pregúntame y yo te revelaré algunos importantes secretos acerca de lo que habrá de ocurrir aquí.
si mi pueblo se humilla, y ora, y busca mi rostro, y se arrepiente de sus caminos malvados, los oiré desde el cielo y perdonaré sus pecados y restauraré el país.
Pero cuando ustedes oren, háganlo a solas, a puerta cerrada; y el Padre de ustedes, que conoce todos los secretos, los recompensará.
Sin fe es imposible agradar a Dios. El que quiera acercarse a Dios debe creer que existe y que premia a los que sinceramente lo buscan.
Después de esta oración, el edificio donde estaban reunidos se estremeció y quedaron llenos del Espíritu Santo, y se entregaron a predicar con arrojo el mensaje de Dios.
»Por eso yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá.
y cualquier cosa que le pidamos la recibiremos, porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Fue el mismo que oró al Dios de Israel diciendo: «¡Te ruego que me bendigas más todavía. Que ensanches mis fronteras y que estés conmigo para librarme del mal y que nadie me dañe!». Y Dios le concedió su ruego.
En nombre de nuestro Señor Jesucristo, y por el amor que el Espíritu Santo ha puesto en ustedes, les ruego que se unan a mí en esta lucha y que oren a Dios por mi trabajo.
Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios. Él se la dará, porque Dios da a todos en abundancia sin hacer ningún reproche.
También quiero decirles que si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra acerca de algo que quieran pedir en oración, mi Padre que está en los cielos se lo concederá,
De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades. Es cierto que no sabemos qué debemos pedir, pero el Espíritu ora por nosotros con gemidos tales que no se pueden expresar con palabras.
Lo que recomiendo es que, en primer lugar, hagan oraciones por todos; rueguen y supliquen que Dios tenga misericordia de ellos, y denle gracias.
Era ya media noche. Pablo y Silas todavía estaban orando y cantando himnos al Señor. Los demás prisioneros escuchaban.
Pero aunque Daniel lo supo, se fue a su hogar y se arrodilló como de costumbre en su dormitorio en la planta alta, con sus ventanas abiertas hacia Jerusalén, y oró tres veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios.
porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, saldré libre.
Y puesto que es así, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, ya que en nuestro interior hemos sido purificados de una mala conciencia y exteriormente hemos sido lavados con agua pura.
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