Cuando llegue ese día no tendréis necesidad de preguntarme nada, sino que directamente podréis dirigiros al Padre, y todo lo que le pidáis en mi nombre os lo concederá.
Él, lleno de temor, se quedó mirando al ángel, y le preguntó: ¿Qué quieres, Señor? El ángel le dijo: Dios, que no ha pasado por alto tus oraciones y tus limosnas,
Pedro, pues, estaba encerrado, pero la iglesia no dejaba de orar a Dios rogándole que protegiese al apóstol.
Pero si permanecéis en mí y guardáis las enseñanzas que os he transmitido, podréis pedir lo que necesitáis y se os concederá.
Respecto a esto, nos consta que estáis cooperando en nuestro favor con vuestras oraciones, y que sois muchos los que vais a agradecerle a Dios el don que hemos recibido, gracias igualmente a la intercesión de muchos de vosotros. Pablo cambia de planes
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
Porque dondequiera que haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré también yo en medio de ellos. Parábola del siervo despiadado
Si alguno de vosotros esté afligido, póngase en oración; si alguno esté alegre, cante alabanzas al Señor,
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros. Os he puesto para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto tenga valor permanente; de esta forma, todo lo que le pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dará.
Porque tenéis poca fe les respondió Jesús . Os aseguro que, si tuvierais fe aunque solo fuera del tamaño de un grano de mostaza, podríais decirle a este monte: '¡Quítate de ahí y pásate allá!', y el monte se pasaría. Nada os sería imposible. [
Sabemos, pues, que él nos escucha cuando le presentamos nuestras peticiones, y también sabemos, sin ninguna duda, que responderá a lo que le hayamos pedido.
Con la ayuda del Señor continuemos ofreciéndole el mejor de todos los sacrificios de alabanza, que consiste en anunciar a otros la gloria del nombre de Jesús.
Pensad además que vosotros no habéis recibido un espíritu que os mantenga sujetos a viejas condiciones de esclavitud y temor, sino el Espíritu mediante el cual, como hijos adoptados por Dios, podemos llamarle Padre.
No dejéis nunca de orar. Orad siempre, y estad atentos a ofrecer vuestras acciones de gracias a Dios.
A Dios, que es poderoso para hacer todas las cosas y actuar en nosotros mucho más eficazmente de lo que podemos pedir y entender,
Estad, pues, vigilantes, pidiendo en todo momento que seáis tenidos por dignos de escapar a todas esas desgracias y de permanecer en pie en la presencia del Hijo del hombre.
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad los unos por los otros para que todos seáis sanados, porque la oración ferviente de una persona justa es muy eficaz.
Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
Un día contó Jesús a sus discípulos una parábola para exhortarlos a perseverar en la oración, sin desanimarse, hasta que llegue la respuesta. Les dijo:
Y sabed que todo cuanto le pidáis al Padre en mi nombre, yo lo haré, para que por medio del Hijo se manifieste la gloria del Padre. Sí, todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré. Jesús promete el Espíritu Santo
Porque el Señor fija sus ojos en quienes obran con justicia, y escucha sus oraciones; pero se opone con dureza a quienes hacen lo malo'.
Que el gozo de la esperanza en Cristo presida vuestra vida; que soportéis con paciencia los momentos de angustia, y que la oración esté siempre en vuestros labios y en vuestro corazón.
Velad y orad, para no caer en tentación. Ya veo que vuestro espíritu está dispuesto, pero vuestro cuerpo es débil.
No os preocupéis por nada, pero orad sin cesar, suplicando a Dios por vuestras necesidades y no olvidando darle gracias por todo.
y estamos seguros de que Dios nos escuchará siempre que le pidamos algo de acuerdo con su voluntad. Sabemos, pues, que él nos escucha cuando le presentamos nuestras peticiones, y también sabemos, sin ninguna duda, que responderá a lo que le hayamos pedido.
Tú, por el contrario, cuando ores, métete en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará en público.
Por eso os aseguro que todo lo que pidáis en oración, si ponéis vuestra fe en que habéis de recibirlo, lo recibiréis.
La fe es, pues, necesaria para agradar a Dios. Por eso, todo el que quiera acercarse a Dios debe creer que existe y que premia a los que sinceramente le buscan.
Cuando acabaron de orar se estremeció el lugar donde se habían reunido los creyentes, y todos ellos quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de entonces, se entregaron con mayor denuedo a predicar el mensaje de Dios. Los creyentes comparten sus bienes
Eso mismo sucede con la oración. Por eso, insistid en vuestras peticiones, y Dios os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
y cualquier cosa que pidamos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y nos conducimos rectamente, haciendo lo que es grato a sus ojos.
Pero os ruego, hermanos, en nombre del Señor Jesucristo y por el amor que el Espíritu Santo ha puesto en vuestro corazón, que me ayudéis teniéndome presente delante de Dios en vuestras oraciones.
Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídasela a Dios, porque él la da con liberalidad a cuantos se la piden, y no hace ninguna clase de reproches.
Quiero además deciros que, si dos de vosotros os ponéis de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que queráis pedir en oración, mi Padre que está en los cielos os lo concederá.
Todo lo que pidáis en oración, si de veras creéis, lo recibiréis. La autoridad de Jesús puesta en duda
De igual manera, el Espíritu Santo nos ayuda a superar nuestra humana debilidad; porque ni siquiera sabemos qué debemos pedir ni cómo pedirlo, y es el Espíritu Santo el que ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
En primer lugar quiero recomendarte que oréis en favor de todos. Rogad a Dios en oración, y elevad a él vuestras peticiones y acciones de gracias.
A medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras todos los presos les escuchaban.
Además sé que todo ello redundará en mi propio beneficio, en mi liberación, gracias a vuestras oraciones y al auxilio del Espíritu de Jesucristo.
lleguémonos hasta la propia presencia de Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, habiendo sido purificados los corazones con la sangre de Cristo y habiendo lavado nuestro cuerpo con agua pura.
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