pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre, no hay perdón de pecados.
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
en quien tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
Así que, mucho más, habiendo sido ya justificados en su sangre, seremos salvos de la ira por medio de él.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de largo en cuanto a vosotros y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que va a ser derramada por muchos, para remisión de los pecados.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por supervisores, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él adquirió para sí por medio de su propia sangre.
a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para mostrar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados cometidos anteriormente,
Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, en virtud de la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por medio de Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Éste es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos liberó de nuestros pecados con su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para su Dios y Padre; a él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos liberó de nuestros pecados con su sangre,
Así que, hermanos, teniendo entera libertad para entrar en el Lugar Santo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él abrió para nosotros a través del velo, esto es, de su carne,
y no por medio de la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró una vez para siempre en el santuario, habiendo obtenido eterna redención.
Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que va a ser derramada por muchos, para remisión de los pecados.
por cuanto tuvo a bien el Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
De manera que cualquiera que coma este pan o beba esta copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí. Porque todas las veces que comáis este pan, y bebáis esta copa, la muerte del Señor estáis proclamando hasta que él venga.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Así que, mucho más, habiendo sido ya justificados en su sangre, seremos salvos de la ira por medio de él.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Así que, hermanos, teniendo entera libertad para entrar en el Lugar Santo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él abrió para nosotros a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo los corazones purificados de mala conciencia, y los cuerpos lavados con agua pura.
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual os fue transmitida por vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
De igual manera, después de haber cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
Mas él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados.
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el último día.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí.
diciendo: He pecado, entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!
y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque fuiste inmolado, y con tu sangre nos compraste para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación;
Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que han venido procedentes de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
conocedores de esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea reducido a la impotencia, a fin de que no sirvamos más al pecado.
El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, muriendo a los pecados, vivamos para la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
porque con una sola ofrenda ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella la enemistad.
cancelando el documento de deuda en contra nuestra, que consistía en ordenanzas, y que nos era adverso, quitándolo de en medio y clavándolo en la cruz,
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra, orando y diciendo: Padre mío, si es posible pase de mí esta copa; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como tú.
diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
de otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, ha sido manifestado una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
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