En cambio, si caminamos en la luz, del mismo modo que Él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo como víctima inmaculada a Dios, limpiará de las obras muertas nuestra conciencia para dar culto al Dios vivo!
Jesús les dijo: -En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.
Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo con su sangre, padeció fuera de la puerta.
Y según la Ley, casi todo se purifica con la sangre, y sin derramamiento de sangre no hay remisión.
y por él reconciliar todos los seres consigo, restableciendo la paz, por medio de su sangre derramada en la Cruz, tanto en las criaturas de la tierra como en las celestiales.
Ahora, sin embargo, por Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo.
en quien, mediante su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, según las riquezas de su gracia,
¡Cuánto más, si hemos sido justificados ahora en su sangre, seremos salvados por él de la ira!
Ellos lo vencieron por la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y despreciaron su vida hasta la muerte.
porque ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es derramada por muchos para remisión de los pecados.
Cuidad de vosotros y de toda la grey, en la que el Espíritu Santo os puso como obispos para apacentar la Iglesia de Dios, que Él adquirió con su sangre.
A él lo ha puesto Dios como propiciatorio en su sangre -mediante la fe- para mostrar su justicia tolerando los pecados precedentes,
El Dios de la paz, que por la sangre de una alianza eterna resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, os disponga con todo bien para que cumpláis su voluntad y obre en nosotros lo que es agradable en su presencia, por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Éste es el que vino por el agua y por la sangre: Jesucristo. No solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y es el Espíritu quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de los muertos y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados con su sangre y nos ha hecho estirpe real, sacerdotes para su Dios y Padre: a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de los muertos y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados con su sangre
Por tanto, hermanos, como tenemos la confianza de entrar en el Santuario por la sangre de Jesús -por el camino reciente y vivo que él nos abrió a través del velo, es decir, de su carne-
y a través de su propia sangre -no de la sangre de machos cabríos y becerros-, entró de una vez para siempre en el Santuario y consiguió así una redención eterna.
Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.
Y tomando el cáliz y habiendo dado gracias, se lo dio diciendo: -Bebed todos de él; porque ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es derramada por muchos para remisión de los pecados.
pues Dios tuvo a bien que en él habitase toda la plenitud, y por él reconciliar todos los seres consigo, restableciendo la paz, por medio de su sangre derramada en la Cruz, tanto en las criaturas de la tierra como en las celestiales.
Así pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor.
Y de la misma manera, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: 'Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, hacedlo en conmemoración mía'. Porque cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.
Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros porque, siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Cuánto más, si hemos sido justificados ahora en su sangre, seremos salvados por él de la ira!
A él, que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que llegásemos a ser en él justicia de Dios.
Por tanto, hermanos, como tenemos la confianza de entrar en el Santuario por la sangre de Jesús -por el camino reciente y vivo que él nos abrió a través del velo, es decir, de su carne- y a un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con un corazón sincero y una fe plena, después de purificar nuestros corazones de una mala conciencia y de lavar nuestro cuerpo con agua pura.
sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra conducta vana, heredada de vuestros mayores, no con bienes corruptibles, plata u oro, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha,
Y del mismo modo el cáliz, después de haber cenado, diciendo: -Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
¡Que yo nunca me gloríe más que en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo!
Jesús les dijo: -En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día.
Y de la misma manera, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: 'Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, hacedlo en conmemoración mía'.
-He pecado entregando sangre inocente -dijo. -¿A nosotros qué nos importa? Tú veras -dijeron ellos.
Cantan un cántico nuevo: 'Eres digno de recibir el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado y con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
-Señor mío, tú lo sabes -le respondí yo. Y me dijo: -Éstos son los que vienen de la gran tribulación, los que han lavado sus túnicas y las han blanqueado con la sangre del Cordero.
vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
sabiendo esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, para que fuera destruido el cuerpo del pecado, a fin de que ya nunca más sirvamos al pecado.
El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas?
Subiendo al madero, 'él mismo llevó' nuestros 'pecados' en su cuerpo, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia: y 'por sus llagas fuisteis sanados'.
y reconciliando a ambos con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando muerte en sí mismo a la enemistad.
al borrar el pliego de cargos que nos era adverso, y que canceló clavándolo en la cruz.
Justificados, por tanto, por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,
Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra mientras oraba diciendo: -Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz; pero que no sea tal como yo quiero, sino como quieres tú.
diciendo: -Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
porque entonces hubiera debido padecer muchas veces desde la creación del mundo, y, en cambio, se ha manifestado ahora de una vez para siempre, en la plenitud de los tiempos, para destruir el pecado mediante el sacrificio de sí mismo.
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