Pero si andamos en la luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado.
con mucha mayor eficacia la sangre de Cristo limpiará vuestras conciencias de las obras que llevan a la muerte. Él, sin mancha alguna de pecado, se ofreció a sí mismo a Dios mediante la acción del Espíritu eterno, para que vosotros podáis servir ahora al Dios vivo.
Os aseguro les dijo Jesús , que quien no coma la carne del Hijo del hombre ni beba su sangre, no podrá tener vida eterna en sí mismo.
Por lo cual Jesús sufrió y murió fuera de las puertas de la ciudad, y allí, con su sangre derramada, lavó nuestros pecados.
Se puede decir que bajo aquella ley casi todo podía purificarse con sangre, y que si no se derramaba sangre, no podía haber perdón de pecados.
Por medio de Jesucristo, Dios quiso abrir camino a la reconciliación consigo de todas las cosas, tanto las celestiales como las terrenales. Cristo derramó su sangre en la cruz para ponerlo todo en paz con Dios;
Pero ahora pertenecéis a Cristo Jesús, porque vosotros, que antes estabais lejos de Dios, habéis sido acercados a él merced a la sangre que Cristo derramó.
en quien tenemos redención por su muerte, es decir, el perdón de los pecados conforme a las riquezas de su gracia,
Y si siendo aún pecadores Cristo hizo esto por nosotros, mucho más ahora, que por el derramamiento de su sangre nos ha declarado justos, nos salvará de la ira venidera de Dios.
Ellos lo vencieron por la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron despreciando su propia vida hasta la muerte.
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual será derramada en favor de muchos, para perdón de los pecados.
Por lo tanto, ¡cuidad de vosotros mismos y cuidad de la grey de Dios! Porque el Espíritu Santo os ha encomendado la responsabilidad de guiar y cuidar la iglesia del Señor, la cual él adquirió pagando el precio con su propia sangre.
Porque Dios envió a Jesucristo para que sufriera el castigo que nosotros merecemos, y para que, por medio de la fe en su sangre derramada, obtuviéramos el perdón de nuestros pecados. De este modo, Dios ha puesto de manifiesto su justicia, absolviéndonos generosamente y pasando por alto en su paciencia los pecados anteriormente cometidos.
Que el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, por medio de la sangre del pacto eterno que hizo con vosotros, os haga aptos para cumplir su voluntad con toda suerte de buenas acciones. Y que os haga gratos a sus ojos mediante el poder de Jesucristo, a quien sea la gloria por toda la eternidad. Amén.
y de Jesucristo, el fiel testigo de la verdad. Él ha sido el primero en levantarse de los muertos para no volver a morir, y su soberanía se extiende sobre todos los reyes de la tierra. Movido por su amor infinito lavó con su sangre nuestros pecados, para hacer de nosotros un reino y sacerdotes para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el imperio por toda la eternidad! Amén.
y de Jesucristo, el fiel testigo de la verdad. Él ha sido el primero en levantarse de los muertos para no volver a morir, y su soberanía se extiende sobre todos los reyes de la tierra. Movido por su amor infinito lavó con su sangre nuestros pecados,
Por eso, amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar con libertad en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, o sea, a través de su cuerpo.
y llevó sangre al Lugar Santísimo, una sola vez y para siempre; pero no sangre de machos cabríos o de becerros, sino su propia sangre, con la que aseguró nuestra eterna redención.
Esto es mi sangre, que va a ser derramada en favor de muchos, para sellar el nuevo pacto de Dios con el hombre.
que se ofreció en sacrificio por nuestros pecados, y no solo por los nuestros sino también por los de todo el mundo.
Luego tomó un vaso de vino, dio gracias por él, se lo pasó a ellos y dijo: Bebed todos de él, porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual será derramada en favor de muchos, para perdón de los pecados.
porque a Dios le agradó que en él residiera la plenitud de la divinidad. Por medio de Jesucristo, Dios quiso abrir camino a la reconciliación consigo de todas las cosas, tanto las celestiales como las terrenales. Cristo derramó su sangre en la cruz para ponerlo todo en paz con Dios;
De manera que cualquiera que come de este pan y bebe de esta copa del Señor indignamente, está pecando contra el cuerpo y la sangre del Señor.
De la misma manera, tomó la copa después de haber cenado y dijo: 'Esta copa es el nuevo pacto de Dios con vosotros, sellado con mi sangre. Siempre que bebáis esta copa, hacedlo en memoria de mí'. Por lo tanto, cada vez que comáis este pan y bebáis esta copa anunciáis que el Señor murió por vosotros. Hacedlo así hasta que él regrese.
Mas Dios demostró la inmensidad de su amor hacia nosotros cuando, siendo aún pecadores, envió a Cristo a morir para darnos vida. Y si siendo aún pecadores Cristo hizo esto por nosotros, mucho más ahora, que por el derramamiento de su sangre nos ha declarado justos, nos salvará de la ira venidera de Dios.
Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos.
Por eso, amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar con libertad en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, o sea, a través de su cuerpo. Y puesto que tenemos un gran sumo sacerdote en la casa de Dios, lleguémonos hasta la propia presencia de Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, habiendo sido purificados los corazones con la sangre de Cristo y habiendo lavado nuestro cuerpo con agua pura.
Dios pagó el precio de vuestro rescate, para libraros de la vana manera de vivir que heredasteis de vuestros antepasados. Pero no lo pagó con oro o plata, cosas que se pasan con 'el tiempo, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero 'sin mancha y sin contaminación,
Del mismo modo, después de haber cenado, tomó la copa y dijo: Esta copa significa el nuevo pacto, sellado con mi sangre, que será derramada en vuestro favor.
En cuanto a mí, ¡Dios me libre de jactarme de ninguna cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo! En esa cruz murió el mundo para mí, y en ella, a mi vez, morí también yo para el mundo.
Os aseguro les dijo Jesús , que quien no coma la carne del Hijo del hombre ni beba su sangre, no podrá tener vida eterna en sí mismo. El que come mi carne y bebe mi sangre, sí tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el día último.
De la misma manera, tomó la copa después de haber cenado y dijo: 'Esta copa es el nuevo pacto de Dios con vosotros, sellado con mi sangre. Siempre que bebáis esta copa, hacedlo en memoria de mí'.
Yo he pecado entregando a la muerte a un inocente. Pero ellos le respondieron: Y eso a nosotros, ¿qué nos importa?
y le ofrecieron al Cordero un nuevo canto, que decía: 'Tú eres digno de tomar el rollo, romper sus sellos y abrirlo, porque fuiste sacrificado y con tu sangre nos compraste para Dios de entre todos los linajes, lenguas, pueblos y naciones;
Señor, no lo sé. Pero tú sí lo sabes respondí.Me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación. Las ropas que visten son blancas, porque las han lavado y blanqueado en la sangre del Cordero.
¿No está dicho claramente que el Cristo había de padecer todas esas cosas antes de entrar en su gloria?
Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.
Ciertamente nuestra vieja forma de ser fue clavada con Cristo en la cruz, y así aquella parte de nuestra vida que estaba dominada por el pecado quedó herida de muerte. De esta forma, nuestro cuerpo pecador no sigue sometido a la esclavitud del pecado,
Si él no vaciló en entregar a su Hijo en favor nuestro, ¿no nos dará también con él todas las cosas?
Cristo murió en la cruz llevando en su propio cuerpo la carga de nuestros pecados, para que nosotros, habiendo muerto con él al pecado, podamos vivir 'a la justicia. Por su herida mortal habéis sido vosotros sanados.
Por medio de aquella ofrenda única, él hizo perfectos delante de Dios a los santificados.
Y siendo partes del mismo cuerpo, nos reconcilió con Dios por medio de la cruz, matando en ella toda enemistad.
De este modo anuló Dios el documento acusatorio que había contra nosotros y que nos era contrario; lo quitó de en medio clavándolo en la cruz de Cristo.
Ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído en sus promesas, podemos disfrutar de verdadera paz con él merced a lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en nuestro favor.
Se separó un poco de ellos, se postró rostro en tierra y oró diciendo: Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa de amargura. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa de amargura. Pero hágase tu voluntad, y no la mía.
Si le hubiera sido necesario ofrecerse muchas veces, también muchas veces habría tenido que morir desde que el mundo es mundo; pero no fue así, sino que en estos tiempos del fin se presentó para entregarse a sí mismo en sacrificio, una vez por todas, para quitar de en medio el pecado.
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