Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, estamos en comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestras conciencias de las obras que conducen a la muerte, para que demos culto al Dios vivo.
Les contestó Jesús: -Les aseguro que si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del Hombre, no tendrán vida en ustedes.
por medio de él quiso reconciliar consigo todo lo que existe, restableciendo la paz por la sangre de la cruz tanto entre las criaturas de la tierra como en las del cielo.
Pero, gracias a Cristo Jesús los que un tiempo estaban lejos, ahora están cerca, por la sangre de Cristo.
Por él, por medio de su sangre, obtenemos el rescate, el perdón de los pecados. Según la riqueza de su gracia
Con mayor razón, ahora que su sangre nos ha hecho justos, nos libraremos por él de la condena.
Ellos lo derrotaron con la sangre del Cordero y con su testimonio, porque despreciaron la vida hasta morir.
La sangre será su contraseña de ustedes en las casas donde estén: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no los tocará la plaga exterminadora cuando yo pase hiriendo a Egipto.
porque ésta es mi sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados.
Cuídense ustedes y cuiden a todo el rebaño que el Espíritu Santo les encomendó como a pastores de la Iglesia de Dios, que Él adquirió pagando con su sangre.
Dios lo destinó a ser con su sangre instrumento de expiación para los que creen. Dios mostraba así su justicia cuando pacientemente pasaba por alto los pecados cometidos en el pasado,
El Dios de la paz, que sacó de la muerte al gran pastor del rebaño, a Jesús nuestro Señor, por la sangre de una alianza eterna, los haga a ustedes buenos en todo para que cumplan su voluntad. Que él haga en nosotros lo que le agrada, por medio de Jesucristo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Es el que vino con agua y sangre, Jesucristo: no sólo con agua, sino con agua y sangre. Y el Espíritu, que es la verdad, da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
y de parte de Jesucristo, el testigo fidedigno, el primogénito de los muertos, el Señor de los reyes del mundo. Al que nos ama y nos libró con su sangre de nuestros pecados, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes de su Padre Dios, a él la gloria y el poder por los siglos [de los siglos] amén.
y de parte de Jesucristo, el testigo fidedigno, el primogénito de los muertos, el Señor de los reyes del mundo. Al que nos ama y nos libró con su sangre de nuestros pecados,
Exhortación Por la sangre de Jesús, hermanos, tenemos libre acceso al santuario; por el camino nuevo y vivo que inauguró para nosotros a través del velo del templo, a saber, de su cuerpo.
llevando no sangre de cabras y becerros, sino su propia sangre, entró de una vez para siempre en el santuario y logró el rescate definitivo.
Les aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.
Él se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo.
Tomando la copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo: -Beban todos de ella, porque ésta es mi sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados.
En él decidió Dios que residiera la plenitud; por medio de él quiso reconciliar consigo todo lo que existe, restableciendo la paz por la sangre de la cruz tanto entre las criaturas de la tierra como en las del cielo.
Por tanto, quien coma el pan y beba la copa del Señor indignamente, comete pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor.
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Ahora bien, Dios nos demostró su amor en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Con mayor razón, ahora que su sangre nos ha hecho justos, nos libraremos por él de la condena.
A aquel que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros como un pecador, para que nosotros, por su medio, fuéramos inocentes ante Dios.
Exhortación Por la sangre de Jesús, hermanos, tenemos libre acceso al santuario; por el camino nuevo y vivo que inauguró para nosotros a través del velo del templo, a saber, de su cuerpo. Tenemos un sacerdote ilustre a cargo de la casa de Dios. Por tanto, acerquémonos con corazón sincero, llenos de fe, purificados por dentro de la mala conciencia y lavados por fuera con agua pura.
No olviden que han sido liberados de la vida inútil que llevaban antes, imitando a sus padres, no con algún rescate material de oro y plata sino con la preciosa sangre de Cristo, cordero sin mancha ni defecto,
Igualmente tomó la copa después de cenar y dijo: -Ésta es la copa de la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes. (Mt 26,20-25; Mc 14,17-21; cfr. Jn 13,21-30)
Lo que es a mí, Dios me libre de gloriarme, si no es de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
Él, en cambio, fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Sobre él descargó el castigo que nos sana y con sus cicatrices nos hemos sanado.
Les contestó Jesús: -Les aseguro que si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del Hombre, no tendrán vida en ustedes. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía.
diciendo: -He pecado entregando a un inocente a la muerte. Le contestaron: -Y a nosotros, ¿qué? Eso es problema tuyo.
Cantaban un cántico nuevo: Eres digno de recibir el rollo y romper sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
Me dijo: Éstos son los que han salido de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en carne mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Sabemos que nuestra vieja condición humana ha sido crucificada con él, para que se anule la condición pecadora y no sigamos siendo esclavos del pecado.
El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con él?
El llevó sobre la cruz nuestros pecados cargándolos en su cuerpo, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus cicatrices nos sanaron.
Y los reconcilió con Dios en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte en su persona a la hostilidad.
Canceló el documento de nuestra deuda con sus cláusulas adversas a nosotros, y lo quitó de en medio clavándolo consigo en la cruz.
Consecuencias de la nueva justicia Pues bien, ahora que hemos sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de Jesucristo Señor nuestro.
Se adelantó un poco y, postrado su rostro en tierra, oró así: -Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
en tal caso tendría que haber padecido muchas veces desde la creación del mundo. Ahora en cambio, al final de los tiempos, ha aparecido para destruir de una sola vez con su sacrificio los pecados.
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