Pero si vivimos en la luz, así como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús.
Y si todo eso tiene poder, más poder tiene la sangre de Cristo. Pues por medio del Espíritu que vive para siempre, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha ni pecado. Su sangre nos purifica para que estemos seguros de que hemos sido perdonados, y para que podamos servir a Dios, que vive para siempre. El nuevo pacto
Jesús les dijo: 'Yo soy el Hijo del hombre, y les aseguro que si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna.
Del mismo modo, Jesús murió fuera de la ciudad de Jerusalén, para que por medio de su sangre, Dios perdonara a su pueblo.
La ley dice que la sangre quita el pecado de casi todas las cosas, y que debemos ofrecer sangre a Dios para que nos perdone nuestros pecados.
Por medio de Cristo, Dios hizo que todo el universo volviera a estar en paz con él. Y esto lo hizo posible por medio de la muerte de su Hijo en la cruz. Cristo nos hace amigos de Dios
Pero ahora, ustedes que estaban lejos de Dios, ya han sido acercados a él, pues están unidos a Jesucristo por medio de su muerte en la cruz.
Por la muerte de Cristo en la cruz, Dios perdonó nuestros pecados y nos liberó de toda culpa. Esto lo hizo por su inmenso amor. Por su gran sabiduría y conocimiento,
Si Dios nos declaró inocentes por medio de la muerte de Cristo, con mayor razón gracias a Cristo nos librará del castigo final.
La muerte del Cordero, y el mensaje anunciado, ha sido su derrota. Los nuestros no tuvieron miedo, sino que se dispusieron a morir.
Esto es mi sangre, y con ella Dios hace un trato con todos ustedes. Esa sangre servirá para perdonar los pecados de mucha gente.
'Ustedes deben cuidarse a sí mismos, y cuidar a los miembros de la iglesia. Recuerden que el Espíritu Santo los puso como líderes de la iglesia de Dios, para que cuiden a todos los que Dios salvó por medio de la sangre de su propio Hijo.
Dios envió a Jesucristo para morir por nosotros. Si confiamos en que Jesús murió por nosotros, Dios nos perdonará. Con esto Dios demuestra que es justo y que, gracias a su paciencia, ahora nos perdona todo lo malo que antes hicimos. Él es justo, y sólo acepta a los que confían en Jesús.
Dios hizo que nuestro Señor Jesús volviera a vivir. Para Jesús, somos como un rebaño de ovejas, y él es nuestro gran Pastor. Por medio de la sangre que él derramó al morir, Dios hizo un pacto eterno con nosotros. Por eso le pido al Dios de paz que los haga a ustedes perfectos y buenos en todo. Que Jesucristo los ayude a obedecer a Dios en todo. ¡Que Jesucristo tenga gloria y honra por siempre! Amén.
Cuando Jesucristo vino a este mundo, fue bautizado en agua, y al morir derramó su sangre. El Espíritu de Dios es testigo de esto, y todo lo que él dice es verdad.
Además, Cristo nos permite gobernar como reyes, y nos ha nombrado sacerdotes al servicio de Dios su Padre. Por eso, ¡alaben todos a Jesucristo, y que sólo él tenga todo el poder del mundo! Amén.
Hermanos, la sangre que Jesús derramó al morir nos permite ahora tener amistad con Dios y entrar con toda libertad al lugar más santo. Pues cuando Jesús murió, abrió la cortina que nos impedía el paso. Pero ahora Jesús está vivo, y por medio de él podemos acercarnos a Dios de un modo nuevo y distinto.
Cristo no entró a ese santuario para ofrecer a Dios la sangre de animales, sino para ofrecer su propia sangre. Entró una sola vez y para siempre; y, de ese modo, de una vez por todas nos libró del pecado.
Jesús les dijo: 'Esto es mi sangre, y con ella Dios hace un trato con todos ustedes. Esta sangre servirá para que muchos puedan ser fsalvos.
Dios perdona nuestros pecados y los de todo el mundo porque Cristo se ofreció voluntariamente para morir por nosotros.
Después tomó una copa llena de vino y dio gracias a Dios. Luego la pasó a sus discípulos y les dijo: 'Beban todos ustedes de este vino. Esto es mi sangre, y con ella Dios hace un trato con todos ustedes. Esa sangre servirá para perdonar los pecados de mucha gente.
Y en él se encuentra todo el poder divino. Por medio de Cristo, Dios hizo que todo el universo volviera a estar en paz con él. Y esto lo hizo posible por medio de la muerte de su Hijo en la cruz. Cristo nos hace amigos de Dios
Por eso, si una persona come del pan o bebe de la copa del Señor Jesucristo sin darle la debida importancia, peca en contra del cuerpo y de la sangre de Jesucristo.
Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: 'Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace un nuevo compromiso con ustedes. Cada vez que beban de esta copa, acuérdense de mí'. Así que, cada vez que ustedes comen de ese pan o beben de esa copa, anuncian la muerte del Señor Jesús hasta el día en que él vuelva. Cómo participar en la Cena del Señor
Pero aunque nosotros todavía éramos pecadores, Dios nos demostró su gran amor al enviar a Jesucristo a morir por nosotros. Si Dios nos declaró inocentes por medio de la muerte de Cristo, con mayor razón gracias a Cristo nos librará del castigo final.
Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo.
Si ustedes comen mi cuerpo, y beben mi sangre, viven unidos a mí, y yo vivo unido a ustedes.
Hermanos, la sangre que Jesús derramó al morir nos permite ahora tener amistad con Dios y entrar con toda libertad al lugar más santo. Pues cuando Jesús murió, abrió la cortina que nos impedía el paso. Pero ahora Jesús está vivo, y por medio de él podemos acercarnos a Dios de un modo nuevo y distinto. Él es nuestro gran sacerdote, encargado del santuario que está en el cielo. Por eso, mantengamos una amistad sincera con Dios, teniendo la plena seguridad de que podemos confiar en él. Porque Cristo nos dejó limpios de pecado, como si nos hubiera lavado con agua pura, y ya estamos libres de culpa.
Porque Dios los libró del inútil modo de vida que ustedes aprendieron de sus antepasados. Y bien saben ustedes que, para liberarlos, no pagó él con cosas que pueden destruirse, como el oro y la plata; al contrario, pagó con la sangre preciosa de Cristo. Cuando Cristo murió en la cruz, fue ofrecido como sacrificio, como un cordero sin ningún defecto.
Cuando terminaron de cenar, Jesús tomó otra copa con vino y dijo: 'Este vino es mi sangre derramada en favor de ustedes. Con ella, Dios hace un nuevo pacto con ustedes.
Yo, en cambio, sólo me sentiré orgulloso de haber creído en la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Gracias a su muerte, lo que este mundo malo piense de mí ya no me importa; es como si para este mundo yo ya hubiera muerto.
Jesús les dijo: 'Yo soy el Hijo del hombre, y les aseguro que si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, los resucitaré.
Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: 'Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace un nuevo compromiso con ustedes. Cada vez que beban de esta copa, acuérdense de mí'.
y les dijo: --He pecado contra Dios porque entregué a Jesús, y él es inocente. Ellos le contestaron: --¡Y eso qué nos importa! ¡Es problema tuyo!
Y todos ellos cantaban esta nueva canción: 'Sólo tú mereces tomar el libro y romper sus sellos. Porque fuiste sacrificado, y con tu sangre rescataste para Dios, a gente de toda raza, idioma, pueblo y nación.
Yo le respondí: --Señor, usted lo sabe. Y él me dijo: --Son los que no murieron durante el tiempo de gran sufrimiento que hubo en la tierra. Ellos confiaron en Dios, y él les perdonó sus pecados por medio de la muerte del Cordero.
En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme.
Una cosa es clara: antes éramos pecadores, pero cuando Cristo murió en la cruz, nosotros morimos con él. Así que el pecado ya no nos gobierna.
Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas.
Cristo hizo suyos nuestros pecados, y por eso murió en la cruz. Lo hizo para que nosotros dejemos por completo de hacer el mal y vivamos haciendo el bien. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.
Porque, con un solo sacrificio, Jesucristo hizo que Dios hiciera perfectos a todos los que eligió para ser parte de su pueblo.
Por medio de su muerte en la cruz, Jesucristo puso fin a la enemistad que había entre los dos grupos; clavó en la cruz esa enemistad, y los unió para formar un solo pueblo que viviera en paz con Dios.
La ley escrita estaba en contra de nosotros, pero Dios le puso fin por medio de la muerte de Cristo en la cruz.
Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios.
Jesús se alejó un poco de ellos, se arrodilló y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y oró a Dios: 'Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento! Pero que no suceda lo que yo quiero, sino lo que quieras tú'.
'Padre, ¡cómo deseo que me libres de este sufrimiento! Pero que no suceda lo que yo quiero, sino lo que tú quieres'.
Si Cristo tuviera que hacer lo mismo, habría tenido que morir muchas veces desde que Dios creó el mundo. Pero lo cierto es que ahora, cuando ya se acerca el fin, Cristo se ha manifestado de una vez y para siempre. Se ha manifestado para ofrecerse como el sacrificio por el cual Dios nos perdona nuestros pecados.
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