Ahora bien, Cristo ha resucitado de entre los muertos, y resucitó como primer fruto ofrecido a Dios, el primero de los que han muerto. Porque, si por un hombre vino la muerte, por un hombre viene la resurrección de los muertos. Como todos mueren por Adán, todos recobrarán la vida por Cristo.
Lo que quiero es conocer a Cristo, y sentir en mí el poder de su resurrección, tomar parte en sus sufrimientos; configurarme con su muerte
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó de la muerte por la acción gloriosa del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva.
Jesús le contestó: -Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?
Esperanza cristiana Bendito sea Dios, padre de nuestro Señor Jesucristo, que, según su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,
Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en ustedes, el que resucitó a Cristo de la muerte dará vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá; ustedes, en cambio, me verán, porque yo vivo y ustedes vivirán.
Por tanto, si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios,
Con gran energía daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y eran muy estimados.
¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, el poder del pecado es la ley. Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Pero Dios, liberándolo de los rigores de la muerte, lo resucitó, porque la muerte no podía retenerlo.
El ángel dijo a las mujeres: -Ustedes no teman. Sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado como había dicho. Acérquense a ver el lugar donde yacía.
si confiesas con la boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás.
porque ha señalado una fecha para juzgar con justicia al mundo por medio de un hombre que él designó para esto. Y a este hombre lo ha acreditado ante todos resucitándolo de la muerte.
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de la muerte, y descendiente de David. Ésta es la Buena Noticia que yo predico
que consiste en ser sepultados con él en el bautismo y en resucitar con él por la fe en el poder de Dios, que lo resucitó a él de la muerte.
poder que ejercitó en Cristo resucitándolo de la muerte y sentándolo a su derecha en el cielo
Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán, como les había dicho.
No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: El Hijo del Hombre tiene que ser entregado a los pecadores y será crucificado; y al tercer día resucitará.
mientras dieron muerte al Señor de la vida. Dios lo ha resucitado de la muerte y nosotros somos testigos de ello.
el que vive; estuve muerto y ahora ves que estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y el abismo.
y constituido por el Espíritu Santo Hijo de Dios con poder a partir de la resurrección: Jesucristo, nuestro Señor.
Pero Dios lo resucitó de la muerte y se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén. Ellos son hoy sus testigos ante el pueblo.
Porque, si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios, llevará con Jesús, a los que murieron con él.
convencidos de que quien resucitó al Señor Jesús, nos resucitará a nosotros con Jesús y nos llevará con ustedes a su presencia.
Resurrección de Jesús cfr. Mt 28,1-10; Mc 16,1-8; Lc 24,1-12 El primer día de la semana, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena va al sepulcro y observa que la piedra está retirada del sepulcro. Llega corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que era muy amigo de Jesús, y les dice: -Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salió Pedro con el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Inclinándose vio las sábanas en el suelo, pero no entró. Después llegó Simón Pedro, que le seguía y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo y el sudario que le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en lugar aparte. Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Todavía no habían entendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos se volvieron a casa. Se aparece a María Magdalena cfr. Mc 16,9-11 María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro y ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados: uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había estado el cadáver de Jesús. Le dicen: -Mujer, ¿por qué lloras? María responde: -Porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto. Al decir esto, se dio media vuelta y ve a Jesús de pie; pero no lo reconoció. Jesús le dice: -Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, creyendo que era el jardinero, le dice: -Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo. Jesús le dice: -¡María! Ella se vuelve y le dice en hebreo: -Rabbuni -que significa maestro-. Le dice Jesús: -Déjame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: -He visto al Señor y me ha dicho esto.
Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciese, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él después de su resurrección.
El Dios de la paz, que sacó de la muerte al gran pastor del rebaño, a Jesús nuestro Señor, por la sangre de una alianza eterna, los haga a ustedes buenos en todo para que cumplan su voluntad. Que él haga en nosotros lo que le agrada, por medio de Jesucristo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Ante todo, les he transmitido lo que yo mismo había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras,
Y añadió: -Así está escrito: que el Mesías tenía que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día;
Queridos, ya somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando aparezca, seremos semejantes a él y lo veremos como él es.
El mensaje de la reconciliación Si uno es cristiano, es una criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, resucitado de la muerte, ya no vuelve a morir, la muerte no tiene poder sobre él.
Porque Cristo murió una vez por nuestros pecados, el justo por los injustos para llevarlos a ustedes a Dios: sufrió muerte en el cuerpo, resucitó por el Espíritu
Algunas mujeres recobraron resucitados a sus maridos. Otros, torturados, rehusaron librarse, prefiriendo una resurrección de más valor.
se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz. Por eso Dios lo exaltó y le concedió un nombre superior a todo nombre,
y aniquilará la muerte para siempre. El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros y alejará de la tierra entera la humillación de su pueblo -lo ha dicho el Señor-.
Dichoso y santo el que tome parte en la resurrección primera. No tendrá poder sobre ellos la muerte segunda, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.
Porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con mayor razón, ahora ya reconciliados, seremos salvados por su vida.
y la grandeza extraordinaria de su poder a favor de nosotros los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa; poder que ejercitó en Cristo resucitándolo de la muerte y sentándolo a su derecha en el cielo
Porque, aunque por su debilidad fue crucificado, por el poder de Dios está vivo. Lo mismo nosotros, si compartimos su debilidad, compartiremos frente a ustedes su vida por el poder de Dios.
Porque ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que contempla al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré [en] el último día.
y esperar la venida desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de la muerte: Jesús, que nos libra de la condena futura.
que el Mesías había de padecer, resucitar el primero de la muerte y anunciar la luz a su pueblo y a los paganos.
¿quién condenará? ¿Será acaso Cristo Jesús, el que murió y después resucitó y está a la diestra de Dios y suplica por nosotros?
Así pasa con la resurrección de los muertos: se siembra corruptible, resucita incorruptible; se siembra miserable, resucita glorioso; se siembra débil, resucita poderoso; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Si existe un cuerpo natural, existe también un cuerpo espiritual.
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean, un fantasma no tiene carne y hueso, como ven que yo tengo.
Yo sé que está vivo mi defensor y que al final se alzará sobre el polvo: después de que me arranquen la piel, ya sin carne veré a Dios;
¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.
Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua.
No se extrañen de esto: llega la hora en que todos los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hicieron el bien resucitarán para vivir, los que hicieron el mal resucitarán para ser juzgados.
Jesús les contestó: -Derriben este santuario y en tres días lo reconstruiré. Los judíos dijeron: -Cuarenta y seis años ha llevado la construcción de este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él se refería al santuario de su cuerpo.
Advirtiendo Pablo que una parte eran saduceos y otra parte fariseos, exclamó en el Consejo: -Hermanos, hasta hoy soy fariseo e hijo de fariseos, y se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos.
Por eso me ama el Padre, porque doy la vida, para después recobrarla. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para después recobrarla. Éste es el encargo que he recibido del Padre.
Por medio de él creen en Dios, que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; de ese modo la fe y la esperanza de ustedes se dirigen a Dios.
Porque, si nos hemos identificado con él por una muerte como la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección.
También nosotros resucitamos Ahora bien, si se proclama que Cristo resucitó de la muerte, ¿cómo algunos de ustedes dicen que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado;
los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron. Y, cuando él resucitó, salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos en la Ciudad Santa.
Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran la Escritura. Y añadió: -Así está escrito: que el Mesías tenía que padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día; que en su nombre se predicaría penitencia y perdón de pecados a todas las naciones, empezando por Jerusalén.
Al vencedor lo haré sentarse en mi trono junto a mí, igual que yo vencí y me senté junto a mi Padre en su trono.
y que se manifiesta ahora por la aparición de nuestro salvador Cristo Jesús; quien ha destruido la muerte e iluminado la vida inmortal por medio de la Buena Noticia.
desde el bautismo de Juan hasta que nos fue quitado, sea constituido junto con nosotros testigo de su resurrección.
Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por dentro esperando la condición de hijos adoptivos, el rescate de nuestro cuerpo.
El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien ustedes ejecutaron colgándolo de un madero. A él, Dios lo ha sentado a su derecha, nombrándolo jefe y salvador, para ofrecer a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados. De estos hechos, nosotros somos testigos con el Espíritu Santo que Dios concede a los que creen en él.
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria, y sus pecados no han sido perdonados,
Y a propósito de la resurrección, ¿no han leído lo que les dice Dios: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos?
porque el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del arcángel y al toque de la trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán primero los que murieron en Cristo;
La gloria de Cristo Porque cuando les anunciamos el poder y la venida del Señor nuestro Jesucristo, no nos guiábamos por fábulas ingeniosas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.
él transformará nuestro cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para dominar todas las cosas.
Así como hemos llevado la imagen del hombre terrestre, llevaremos también la imagen del celeste.
Dicho esto, gritó con fuerte voz: -Lázaro, sal afuera. Salió el muerto con los pies y las manos sujetos con vendas y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: -Desátenlo para que pueda caminar.
Así está escrito: el primer hombre, Adán, se convirtió en un ser vivo, el último Adán se hizo un espíritu que da vida.
las enseñanzas sobre el bautismo y la imposición de manos, la resurrección de muertos y el juicio definitivo.
Primer anuncio de la pasión y resurrección Mc 8,31-9,1; Lc 9,22-27 A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, padecer mucho por causa de los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y al tercer día resucitar.
Por tanto, que todo el pueblo de Israel reconozca que a este Jesús crucificado por ustedes, Dios lo ha nombrado Señor y Mesías.
Isaías, por su parte, dice: Aparecerá el brote de Jesé, se levantará a gobernar las naciones: y todos los pueblos pondrán en él su esperanza. El Dios de la paz los llene de gozo y paz en la fe, para que, por la fuerza del Espíritu Santo, desborden de esperanza.
En conclusión, queridos hermanos, permanezcan firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, convencidos de que sus esfuerzos por el Señor no serán inútiles.
Cristo, en cambio, después de ofrecer un único sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios y se queda allí esperando a que pongan a sus enemigos como estrado de sus pies.
Dios ha demostrado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único para que vivamos gracias a él.
Como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, del mismo modo el Hijo da vida a los que él quiere.
A los ocho días estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa y Tomás con ellos. Se presentó Jesús a pesar de estar las puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo: -La paz esté con ustedes. Después dice a Tomás: -Mira mis manos y toca mis heridas; extiende tu mano y palpa mi costado, en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. Le contestó Tomás: -Señor mío y Dios mío. Le dice Jesús: -Porque me has visto, has creído; felices los que crean sin haber visto.
Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la vista en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a la derecha de Dios, y dijo: -Estoy viendo el cielo abierto y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios.
y de parte de Jesucristo, el testigo fidedigno, el primogénito de los muertos, el Señor de los reyes del mundo. Al que nos ama y nos libró con su sangre de nuestros pecados,
En cambio, el que Dios resucitó no sufrió la corrupción. Sépanlo, hermanos, se les anuncia el perdón de los pecados por medio de él, y todo el que crea será perdonado de todo lo que no pudo perdonar la ley de Moisés.
Él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de los muertos, para ser en todo el primero.
Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes.
alégrense, más bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, y así, cuando se revele su gloria, ustedes también desbordarán de gozo y alegría.
Así como el pecado reinó produciendo la muerte, así la gracia reinará por medio de la justicia para la vida eterna por medio de Jesucristo Señor nuestro.
Sólo me espera la corona de la justicia, que el Señor como justo juez me entregará aquel día. Y no sólo a mí, sino a cuantos desean su manifestación.
estando nosotros muertos por nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo -¡ustedes han sido salvados gratuitamente!-; con Cristo Jesús nos resucitó y nos sentó en el cielo,
Les secará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado.
En ningún otro se encuentra la salvación; ya que no se ha dado a los hombres sobre la tierra otro Nombre por el cual podamos ser salvados.
y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Vemos, en cambio, a Jesús, que por la pasión y muerte fue algo inferior a los ángeles, coronado de gloria y honor. Así, por la gracia de Dios, padeció la muerte por todos.
En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte, con mayor razón, por medio de uno, Jesucristo, reinarán y vivirán los que reciben abundantemente la gracia y el don de la justicia.
siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida de Jesús.
y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en carne mortal, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Cuando el universo le quede sometido, también el Hijo se someterá al que le sometió todo, y así Dios será todo para todos.
El que tenga oídos escuche lo que dice el Espíritu a las Iglesias. Al vencedor le permitiré comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.
El testimonio declara que Dios nos ha dado vida eterna y que esa vida está en su Hijo. Quien acepta al Hijo posee la vida; quien no acepta al Hijo de Dios no posee la vida.
luego vendrá el fin, cuando entregue el reino a Dios Padre y termine con todo principiado, autoridad y poder.
El Dios de toda gracia que por Cristo [Jesús] los llamó a su gloria eterna, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y fortalecerá, los hará fuertes e inconmovibles.
Promesa del Espíritu Santo Después de su pasión, se les había presentado vivo durante cuarenta días, dándoles muchas pruebas, mostrándose y hablando del reino de Dios.
En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de trompeta que tocará, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Esto corruptible tiene que revestirse de incorruptibilidad y lo mortal tiene que revestirse de inmortalidad.
Con el corazón creemos para ser justos, con la boca confesamos para obtener la salvación.
Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Todas las razas del mundo harán duelo y verán al Hijo del Hombre llegar en las nubes del cielo, con gloria y poder grande. Enviará a sus ángeles a reunir, con un gran toque de trompeta, a los elegidos de los cuatro vientos, de un extremo a otro del cielo.
Aparición a los discípulos cfr. Mt 28,16-20; Mc 16,14-20 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: -La paz esté con ustedes. Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor.
A nosotros Dios no nos ha destinado al castigo, sino a poseer la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, el cual murió por nosotros, de modo que, despiertos o dormidos, vivamos siempre con él.
que le darán muerte. Pero al tercer día resucitará. Ellos se entristecieron profundamente.
entraron, pero no encontraron el cadáver del Señor Jesús. Estaban desconcertadas por el hecho, cuando se les presentaron dos hombres con vestidos brillantes. Como las mujeres, llenas de temor, miraban al suelo, ellos les dijeron: -¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea: El Hijo del Hombre tiene que ser entregado a los pecadores y será crucificado; y al tercer día resucitará. Ellas entonces recordaron sus palabras,
Por eso es mediador de una nueva alianza, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos durante la primera alianza, puedan los llamados recibir la herencia eterna prometida.
Y nosotros resultamos ser testigos falsos de Dios, porque testimoniamos contra Dios diciendo que resucitó a Cristo siendo así que no lo resucitó, ya que los muertos no resucitan.
A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos.
Y murió por todos para que los que viven no vivan para sí, sino para quien por ellos murió y resucitó.
Porque ustedes están muertos y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es vida de ustedes, entonces también ustedes aparecerán con él, llenos de gloria.
Esperanza de gloria Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria que se ha de revelar en nosotros.
Y me dijo: Se terminó. Yo [soy] el alfa y la omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber gratuitamente del manantial de la vida.
Perdón y castigo: programa Yo no me avergüenzo de la Buena Noticia, que es una fuerza divina de salvación para todo el que cree -primero para el judío, después para el griego-.
Aquel que, actuando eficazmente en nosotros, puede realizar muchísimo más de lo que pedimos o pensamos reciba de la Iglesia y de Cristo Jesús la gloria en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén.
te encargo que conserves el mandato sin mancha ni tacha, hasta que aparezca nuestro Señor Jesucristo, quien será mostrado a su tiempo por el bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en la luz inaccesible, que ningún hombre ha visto ni puede ver. A él el honor y el poder por siempre. Amén.
Continuamente nosotros, los que vivimos, estamos expuestos a la muerte por causa de Jesús, de modo que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
Vida por el Espíritu En conclusión, no hay condena para los que pertenecen a Cristo Jesús.
Él me librará de toda mala partida y me salvará en su reino celeste. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Así, al recibir un reino inconmovible, seamos agradecidos, sirviendo a Dios como a él le agrada, con respeto y reverencia.
Al que puede preservarlos de toda caída y presentarlos ante su gloria sin mancha y gozosos, al Dios único, que nos salvó por Jesucristo Señor nuestro, sea la gloria, la majestad, el poder y la autoridad desde la eternidad, ahora y por los siglos. Amén.
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