Todos, por lo demás, pecamos con frecuencia. Ahora bien, el hombre que no se desliza en el hablar, es hombre cabal, capaz de mantener a raya todo su cuerpo.
Ten en cuenta que por tus propias palabras serás juzgado y declarado inocente o culpable.
Así es la lengua: un miembro pequeño, pero de insospechable potencia. ¿No veis también como una chispa insignificante es capaz de incendiar un bosque inmenso?
Pues bien, la lengua es fuego y encierra en sí una fuerza cósmica para el mal. Instalada en medio de nuestros miembros, puede contaminar a la persona entera, y, atizada por los poderes del infierno, es capaz de arrasar el curso entero de la existencia.
la verdad que anunciamos y el poder de Dios que nos avala. Tanto para atacar como para defendernos, empuñamos las armas que nos proporciona la fuerza salvadora de Dios.
Así es la lengua: un miembro pequeño, pero de insospechable potencia. ¿No veis también como una chispa insignificante es capaz de incendiar un bosque inmenso? Pues bien, la lengua es fuego y encierra en sí una fuerza cósmica para el mal. Instalada en medio de nuestros miembros, puede contaminar a la persona entera, y, atizada por los poderes del infierno, es capaz de arrasar el curso entero de la existencia.
Pero, cuando os entreguen a las autoridades, no os preocupéis de cómo habéis de hablar o qué habéis de decir, pues en aquel momento Dios os dará las palabras oportunas.
¿De qué me sirve hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles? Si me falta el amor, no soy más que una campana que repica o unos platillos que hacen ruido.
En efecto, Quien desea amar la vida y conocer días felices, debe guardar su lengua del mal, y sus labios de la falsedad. Debe apartarse del mal y practicar el bien, debe buscar la paz, correr tras ella.
Si alguno se hace ilusiones de ser religioso de verdad, pero no controla su lengua, se engaña a si mismo y su religiosidad no vale para nada.
No uséis palabras groseras; sea el vuestro un lenguaje útil, constructivo y oportuno, capaz de hacer el bien a los que os escuchan.
¡Hijos de víbora! ¿Cómo puede ser bueno lo que decís, si vosotros mismos sois malos? Porque la boca habla de lo que rebosa el corazón. Del hombre bueno, como es rico en bondad, brota el bien; pero del hombre malo, como es rico en maldad, brota el mal. Os advierto que, en el día del juicio, cada cual habrá de responder de toda palabra vacía que haya pronunciado. Ten en cuenta que por tus propias palabras serás juzgado y declarado inocente o culpable.
Sabed, hermanos queridos, que es preciso ser diligentes para escuchar, parcos al hablar y remisos en airarse,
Ahora es preciso que renunciéis a todo eso: a la ira, el rencor, la malquerencia, la calumnia y la grosería.
Sabed, hermanos queridos, que es preciso ser diligentes para escuchar, parcos al hablar y remisos en airarse, ya que el hombre airado no es capaz de portarse con rectitud ante Dios.
Os advierto que, en el día del juicio, cada cual habrá de responder de toda palabra vacía que haya pronunciado. Ten en cuenta que por tus propias palabras serás juzgado y declarado inocente o culpable.
Lo que dice la Escritura es esto: La palabra está muy cerca de ti. Está en tus labios y en tu propio corazón. Y se trata del mensaje de fe que nosotros anunciamos.
Porque se precisa la fe interior del corazón para que Dios restablezca en su amistad, y la pública proclamación de esa fe para obtener la salvación.
Del hombre bueno, como su corazón es rico en bondad, brota el bien; y del hombre malo, como es rico en maldad, brota el mal. Porque su boca habla de lo que rebosa el corazón.
En efecto, Quien desea amar la vida y conocer días felices, debe guardar su lengua del mal, y sus labios de la falsedad.
Con ella bendecimos a nuestro Padre y Señor, y con ella maldecimos a los hombres, a los que Dios creó a su propia imagen. De la misma boca, pues, salen bendición y maldición. Pero esto no puede ser así, hermanos míos.
lo que hace impuro al hombre no es lo que entra por la boca. Lo que verdaderamente le hace impuro es lo que sale de la boca.
Hermanos, habéis sido llamados a gozar de la libertad cristiana. ¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas! Al contrario, haceos esclavos los unos de los otros por amor.
Toda la Ley se cumple, si se cumple este solo mandamiento: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo' .
Hermanos míos, no ambicionéis todos llegar a ser maestros; debéis saber que nosotros, los maestros, seremos juzgados con mayor severidad. Todos, por lo demás, pecamos con frecuencia. Ahora bien, el hombre que no se desliza en el hablar, es hombre cabal, capaz de mantener a raya todo su cuerpo.
Que nadie pueda hacerte de menos por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes.
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