Cuando acabaron de orar se estremeció el lugar donde se habían reunido los creyentes, y todos ellos quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de entonces, se entregaron con mayor denuedo a predicar el mensaje de Dios. Los creyentes comparten sus bienes
A mí no me avergüenza en absoluto ser portador del evangelio de Cristo, porque es revelación del poder de Dios para salvar a todos los que creen, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son.
porque no son armas humanas, sino poderosas armas divinas destinadas a destruir fortalezas, a derribar falsos argumentos y toda especie de soberbia que se alza contra el conocimiento de Dios, y a hacer cautivo todo pensamiento rebelde y llevarlo a obedecer a Cristo.
Porque dondequiera que haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré también yo en medio de ellos. Parábola del siervo despiadado
Pedro, pues, estaba encerrado, pero la iglesia no dejaba de orar a Dios rogándole que protegiese al apóstol.
y si alguno cae enfermo, llame a los ancianos de la iglesia para que oren por él y le unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración hecha con fe sanará al enfermo: el Señor le devolverá la salud perdida y lo levantará del lecho, y si ha cometido pecados, el Señor se los perdonará.
Todas las cosas las sometió Dios debajo de sus pies y, también sobre todas las cosas, lo ha hecho cabeza de la iglesia.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis resistir con firmeza las asechanzas del diablo,
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado igualmente en el cielo, y que todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado también en el cielo.
Pero él, acercándose, les dijo: Yo he recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos entre todas las naciones, bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadlos a guardar todas las cosas que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
No puedo darte dinero, porque no lo tengo; pero te puedo dar otra cosa. ¡En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y empieza a andar! Tomó por la mano derecha al cojo y lo ayudó a levantarse; al instante, los pies y los tobillos se le fortalecieron, y de un salto se puso en pie y comenzó a andar. De ese modo entró con ellos en el templo, andando, saltando y alabando a Dios.
Por tanto, queridos hermanos, permaneced firmes, sed constantes y trabajad siempre en la obra del Señor, porque nada de lo que hagáis para él será en vano.
De entre ellos escogió a doce, para que estuvieran siempre con él y para que saliesen a predicar. Además les dio autoridad para sanar enfermedades y expulsar demonios.
Ahora presta atención: tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.
Pero, amados hermanos, os suplico en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que seáis unánimes en vuestras manifestaciones y que no haya divisiones entre vosotros, sino una perfecta armonía de pensamiento y parecer.
Pero vosotros, amados míos, edificad con firmeza vuestra vida sobre el cimiento de la santísima fe que os anima, orando en el Espíritu Santo. Permaneced siempre en el amor de Dios, esperando que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, os conduzca a la vida eterna.
Por aquel tiempo, las iglesias de Judea, Galilea y Samaria tenían paz, eran edificadas en el temor reverencial con que se conducían delante del Señor, y crecían en número fortalecidas por la acción del Espíritu Santo. Eneas y Dorcas
Y reine en vuestro corazón la paz de Cristo, porque en ella fuisteis llamados a ser miembros de su cuerpo, que es la iglesia. Y sed agradecidos.
Y habrá señales que acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, cogerán serpientes con las manos y podrán beber mortíferos venenos sin que les hagan ningún daño. Además pondrán sus manos sobre los enfermos, y estos sanarán.
Yo os he dado autoridad sobre las fuerzas del enemigo; por eso podréis pisotear serpientes y escorpiones, y nada os dañará.
yo os enviaré pronto lo que mi Padre os ha prometido. Pero no salgáis todavía de Jerusalén, sino permaneced aquí hasta que Dios os revista de todo poder. La ascensión
Os aseguro que todo el que cree en mí hará las mismas obras que yo he hecho. Incluso otras mayores hará, porque yo voy ahora a estar con el Padre.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros. Os he puesto para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto tenga valor permanente; de esta forma, todo lo que le pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dará.
Cuando venga el Espíritu de la verdad os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que antes haya oído y os dará a conocer las cosas que han de acontecer en el futuro. Él me glorificará, porque tomará de lo que es mío y os lo dará a conocer. La gloria del Padre es mía, y a ella me refiero cuando digo que él tomará de lo que es mío y os lo dará a conocer.
Sin embargo, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis la fuerza necesaria para ser mis testigos en todas partes: en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra.
El día de Pentecostés, estando reunidos todos los creyentes, vino repentinamente del cielo un estruendo, como de un vendaval,que llenó por completo la casa donde se habían congregado. En seguida aparecieron, como lenguas de fuego, unas llamas que se posaron sobre la cabeza de cada uno de los presentes. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas que no conocían, conforme a lo que el Espíritu les daba que hablasen.
Todos se congregaban para escuchar las enseñanzas de los apóstoles, permanecer en comunión los unos con los otros, participar en la fracción del pan y perseverar unánimes en la oración.
Un profundo temor reverencial dominaba a todos cuantos 'veían los muchos milagros y prodigios que hacían los apóstoles.
Ahora, Señor, ten presente sus amenazas; concede que tus siervos prediquen tu mensaje con plena libertad y valentía, y extiende tu fuerza sanadora para que se realicen muchos milagros y prodigios por medio del nombre de tu santo siervo Jesús. Cuando acabaron de orar se estremeció el lugar donde se habían reunido los creyentes, y todos ellos quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de entonces, se entregaron con mayor denuedo a predicar el mensaje de Dios. Los creyentes comparten sus bienes
los apóstoles, llenos de poder, daban sin cesar testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía derramando su gracia sobre todos.
Los apóstoles seguían reuniéndose en el pórtico de Salomón, y hacían entre el pueblo muchos milagros y prodigios extraordinarios. Los que eran ajenos al grupo no se atrevían a acercarse a ellos, pero el pueblo en general les tenía en gran aprecio; por eso, el número de hombres y mujeres que creían en el Señor aumentaba sin cesar. La gente sacaba los enfermos a la calle en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro por allí, aunque tan sólo fuera su sombra cayera sobre ellos. También eran muchos los que iban a Jerusalén desde poblaciones vecinas, llevando personas enfermas o atormentadas por espíritus impuros. Y todos eran sanados. Persiguen a los apóstoles
Esteban, lleno de la gracia y el poder de Dios, hacía prodigios y señales asombrosas entre el pueblo.
La gente reunida le escuchaba atentamente, viendo además con asombro los prodigiosos milagros que hacía. Porque había allí muchas personas poseídas por espíritus impuros, los cuales, expulsados por Felipe, salían de sus víctimas dando grandes gritos; y también había muchos paralíticos y cojos que eran sanados por él.
Y, sin duda, también sabéis que Dios ungió con el Espíritu Santo y dotó con su propia autoridad a Jesús de Nazaret, el cual anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que padecen bajo la opresión del diablo, porque Dios estaba con él.
Todos estos estaban dedicados al servicio del Señor. Un día en que ellos ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión que les voy a encomendar. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. En Chipre
Al oir esto, los gentiles se sintieron llenos de alegría y gratitud por haber podido escuchar el mensaje del Señor que Pablo les anunciaba; y creyeron todos los que estaban ordenados para alcanzar la vida eterna. La palabra del Señor comenzó pronto a difundirse por toda aquella región.
De este modo, las iglesias se afirmaban en la fe y crecían en número de día en día. La visión de Pablo del hombre macedonio
Además, por mano de Pablo hacía Dios milagros tan prodigiosos que, a veces, bastaba con poner sobre los enfermos un pañuelo o alguna otra prenda de Pablo, para que sanaran o salieran de ellos los espíritus malignos que los poseían.
Pero, a pesar de todo, nuestra victoria es total y definitiva gracias al amor de Jesucristo.
así también el cuerpo de Cristo está formado por el conjunto de todos nosotros, que somos igualmente muchos y miembros los unos de los otros.
Dios nos ha repartido sus dones entre nosotros según su propio criterio, y a cada cual lo ha capacitado para llevar a cabo una función determinada. Por lo tanto, quien tenga el don de anunciar el evangelio, que lo anuncie de acuerdo con la fe; quien sea apto para servir a los demás, que cumpla bien su servicio; el que enseña, dedíquese a la enseñanza; el que sepa animar a otros, que no deje de hacerlo, y el que pueda socorrer con sus bienes a los necesitados, que sea generoso. Si alguno tiene el don de dirigir trabajos ajenos, hágalo con solicitud; y el que sea capaz de ayudar y consolar al afligido, entréguese a ello con alegría. El amor
Y me atrevo a hablar de este modo porque no se trata de lo que yo hago, sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para que los gentiles vengan a la obediencia de la fe. Porque todo lo que he dicho y hecho ha sido movido y confirmado por el Espíritu de Dios con señales milagrosas y poderosos prodigios. De este modo lo he llenado todo con mi predicación del evangelio de Cristo, desde Jerusalén y sus alrededores hasta la comarca de Ilírico.
Sé muy bien que para quienes andan perdidos es una pura insensatez decirles que Cristo murió por salvarlos. Pero para quienes estamos en camino de salvación es poder de Dios.
¿No os habéis dado cuenta de que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Porque el reino de Dios no consiste en hacer uso de muchas palabras, sino en auténtico poder.
En el nombre de Jesucristo nuestro Señor convocad a los hermanos a una reunión en la que yo estaré en espíritu; y con el poder de nuestro Señor Jesucristo echad de en medio de vosotros a ese hombre y entregadlo a Satanás, con la esperanza de que, aunque físicamente se pierda para vosotros, su alma pueda salvarse cuando regrese nuestro Señor Jesucristo.
Ahora bien, Dios nos concede diversidad de dones, aunque el Espíritu Santo es la fuente de todos ellos. Hay diferentes modos de servir al Señor, aunque siempre es a un mismo Señor a quien servimos. También hay diferentes maneras de actuar, pero siempre es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. En cada uno de nosotros, y para beneficio de todos, el Espíritu Santo se manifiesta de una manera distinta.
Lo que trato de decir con este ejemplo es que el Cuerpo de Cristo, o sea, la iglesia, lo constituye el conjunto de todos vosotros; pero que cada uno, por separado, es miembro del mismo. Así, en la iglesia, Dios ha encomendado diferentes funciones, poniendo a unos como apóstoles, a otros como profetas y a otros como maestros. También hay los que hacen milagros, los que pueden sanar a otros, los que ayudan, los administradores y los que poseen el don de hablar en lenguas extrañas.
Así también vosotros; puesto que anheláis los dones que concede el Espíritu Santo, aspirad a poseer abundantemente aquellos que más beneficiosos sean para la edificación de la iglesia.
Pero demos gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Pero este precioso tesoro lo guardamos en la vasija de barro que es nuestro cuerpo, y así resulta evidente que el poder maravilloso que está en nosotros no es nuestro, sino única y exclusivamente de Dios.
y tres veces me ha respondido: 'Con mi gracia tienes bastante, porque mi poder se hace más evidente cuando actúa sobre la debilidad humana'. Por tanto, de buena gana seguiré presumiendo de mis debilidades más que de ninguna otra cosa, porque por medio de ellas actúa en mí el poder de Cristo.
Le pido también que abra los ojos de vuestra mente, para que sepáis cuáles son las gloriosas riquezas de esa herencia que nos ha llamado a compartir con todos los creyentes. ¡Ojalá lleguéis a comprender cuán inmenso es el poder con que Dios ayuda a los que creemos en él! Es el mismo poder que desplegó resucitando a Cristo de entre los muertos y haciéndolo sentar a su derecha en el cielo,
Todas las cosas las sometió Dios debajo de sus pies y, también sobre todas las cosas, lo ha hecho cabeza de la iglesia. Así la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, está llena del que todo lo llena en todos.
De manera que ya vosotros no sois extranjeros ni gente ajena, sino miembros de la familia de Dios, conciudadanos de todos los creyentes en Cristo. Habéis sido edificados sobre el firme fundamento de los apóstoles y los profetas, y tenéis en el propio Cristo Jesús la principal piedra angular. En él, bien coordinados, todos los creyentes somos parte del mismo edificio, que va creciendo para ser un templo consagrado al Señor. Vosotros, pues, unidos en él, sois juntamente edificados para morada del Espíritu de Dios.
De esta forma, los principados y potestades celestiales conocen ahora, por medio de la iglesia, que Dios actúa con su multiforme sabiduría y de acuerdo con su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor,
A Dios, que es poderoso para hacer todas las cosas y actuar en nosotros mucho más eficazmente de lo que podemos pedir y entender, sea la gloria en la iglesia de Cristo Jesús, en todas las edades, por toda la eternidad. Amén.
Él mismo repartió diferentes dones: a unos los hizo apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas, y a otros, pastores y maestros. Todo ello a fin de que los suyos estén perfectamente capacitados para conducir la iglesia, esto es, para edificar el cuerpo de Cristo, llevándonos a todos a profesar una misma fe y un mismo conocimiento del Hijo de Dios. Dicho de otro modo: para que crezcamos en madurez y perfección hasta que Cristo llene totalmente nuestra existencia.
porque el marido es cabeza de la mujer, del mismo modo que Cristo es cabeza de la iglesia, que es su cuerpo. Por salvarla dio él su vida.
Dicho esto, os recuerdo también que vuestra fortaleza ha de emanar del gran poder del Señor, que está en vosotros. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis resistir con firmeza las asechanzas del diablo,
Cubríos la cabeza con el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Orad en todo tiempo, sin cesar, velando en ello con perseverancia. Elevad al Señor vuestras oraciones y ruegos con la ayuda del Espíritu Santo. Interceded por todos los que pertenecen a la familia de Dios;
Por eso, Dios lo exaltóa lo sumoy le dio un nombre superior a todo otro, para que al nombre de Jesússe doble toda rodillaen el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y para que toda lengua glorifique a Dios Padreconfesando que Jesucristo es el Señor. Testimonio de luz
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Él es la cabeza de la iglesia, que es su cuerpo. Él, en quien todo tiene origen, fue también el primero en levantarse de los muertos. De este modo vino a ocupar en todo el lugar preeminente,
porque tan sólo en él se encuentra la plenitud de Dios encarnada en cuerpo humano. Vosotros, si tenéis a Cristo, lo tenéis todo, pues él es la cabeza, la potestad suprema sobre cualquier principado y autoridad.
Y reine en vuestro corazón la paz de Cristo, porque en ella fuisteis llamados a ser miembros de su cuerpo, que es la iglesia. Y sed agradecidos. Que la palabra de Cristo rebose en vosotros de tal manera que unos a otros seáis capaces de instruiros y animaros con sabiduría, y que, llenos de gratitud vuestros corazones, cantéis al Señor salmos, himnos y cánticos espirituales,
pues cuando os llevamos el evangelio no lo hicimos solo con palabras, sino con la acción poderosa del Espíritu Santo, que se valió de nuestra conducta para ratificar plenamente ante vosotros la verdad de nuestro mensaje.
Por eso oramos en todo tiempo por vosotros, a fin de que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento y os ayude con su poder a llevar a cabo todos vuestros propósitos de hacer el bien. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesucristo será glorificado en vuestra vida y conducta, y vosotros tendréis en él vuestra propia gloria, por la gracia de nuestro Dios y del mismo Señor Jesucristo.
por si me retraso, para que sepas cómo actuar y cómo conducirte en la casa de Dios, o sea, en la iglesia del Dios vivo, que es columna y fundamento de la verdad.
Porque el Espíritu con que Dios nos ha dotado no es de cobardía, sino de fortaleza, amor y dominio de uno mismo.
Quien sepa mantenerse limpio de aquellas cosas malas antes mencionadas, será como una vasija de oro puro, como un utensilio honroso y santo, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra.
que prediques la palabra de Dios, insistiendo en ella a tiempo y a destiempo. Argumenta para convencer, reprende si es necesario y exhorta con toda paciencia,
Él se entregó a la muerte para pagar nuestra liberación del pecado y hacernos pueblo suyo, un pueblo deseoso de practicar el bien. Esto enseña a todos, exhórtalos y, si es menester, repréndelos haciendo pleno uso de tu autoridad. No permitas que nadie te menosprecie.
a cuyo testimonio añadió Dios el suyo, con señales extraordinarias, con acciones portentosas y diversidad de milagros, y repartiendo según su voluntad los dones del Espíritu Santo. Jesús, hecho igual a sus hermanos
Tengámonos siempre presentes los unos a los otros, procurando estimularnos al amor y las buenas obras. No dejemos de congregarnos (como algunos tienen por costumbre), para animarnos y exhortarnos los hermanos mutuamente, en especial ahora, cuando ya podéis ver que se acerca el día del regreso del Señor.
Por eso, en vista de que nuestro reino es inconmovible, sirvamos a Dios con corazón agradecido y procuremos agradarle con temor y reverencia, porque nuestro Dios es un fuego santo que todo lo consume.
Asimismo vosotros sois como piedras vivas, de las que Dios se sirve para edificaros como casa espiritual y para constituiros en un sacerdocio 'santo, idóneo para ofrecerle los sacrificios espirituales que le son gratos por medio de Jesucristo.
Vosotros, en cambio, sois un linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo que Dios ha adquirido para que anunciéis a otros las grandezas de aquel que, estando vosotros en tinieblas, os llamó a participar de su luz maravillosa.
Dios os ha concedido diversidad de dones, y cada uno de vosotros, actuando como buen administrador de la multiforme gracia de Dios, debe poner al servicio de los demás el don que haya recibido. El que se sienta llamado a hablar, hable de acuerdo con las palabras de Dios; el que se sienta inclinado a ayudar a los demás, hágalo con la energía que Dios le dé, para que Dios sea glorificado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder por todos los siglos. Amén. Sufriendo por seguir a Cristo
Cuidad de la grey de Dios en medio de la cual estáis. Atendedla de buena gana, no a regañadientes ni por afán de lucro, sino con toda solicitud. No tratéis a quienes han sido encomendados a vuestro cuidado como si fuerais sus dueños, sino guiadlos dándoles buen ejemplo con vuestra propia conducta.
Todo lo que nos es necesario para vivir de una manera verdaderamente piadosa nos ha sido otorgado por Dios, por su poder soberano y merced al conocimiento de aquel que ha querido compartir con nosotros la gloria y la excelencia que le son propias;
Pero todo el que persiste en practicar el pecado demuestra pertenecer al diablo, que desde el principio y hasta ahora no ha dejado de pecar. ¡Pero el Hijo de Dios vino a destruir las obras del diablo!
Hijitos, vosotros sois de Dios y habéis vencido a los enemigos de Cristo, porque el Espíritu que está en vosotros es mayor que el espíritu que está en el mundo.
Cualquiera que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede obtenerse por la fe, pues nadie puede salir victorioso en la lucha contra el mal, sino sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios.
y de Jesucristo, el fiel testigo de la verdad. Él ha sido el primero en levantarse de los muertos para no volver a morir, y su soberanía se extiende sobre todos los reyes de la tierra. Movido por su amor infinito lavó con su sangre nuestros pecados, para hacer de nosotros un reino y sacerdotes para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el imperio por toda la eternidad! Amén.
El que pueda oir, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 'Al vencedor le daré a comer del fruto del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios'. A la iglesia de Esmirna
'El que pueda oir, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 'Al vencedor le daré a comer del maná que está escondido para el mundo; y le daré también una piedrecita blanca, que lleva grabado un nombre nuevo que solo puede conocer aquel que lo recibe'. A la iglesia de Tiatira
'Al que venza y se mantenga hasta el fin haciendo lo que me agrada, le daré autoridad sobre las naciones, lo mismo que el Padre me la dio a mí. Las regirá con vara de hierro y las hará saltar en pedazos, como a vasos de barro. Y yo le daré la estrella de la mañana.
Al vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, donde permanecerá para siempre. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios, y será ciudadano de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que el Señor hará que descienda del cielo. Llevará, pues, escrito sobre sí mi nombre nuevo.
Al vencedor le haré sitio en mi trono para que se siente junto a mí, del mismo modo que yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
y le ofrecieron al Cordero un nuevo canto, que decía: 'Tú eres digno de tomar el rollo, romper sus sellos y abrirlo, porque fuiste sacrificado y con tu sangre nos compraste para Dios de entre todos los linajes, lenguas, pueblos y naciones; y de ellos hiciste para nuestro Dios un reino y sacerdotes,y reinarán sobre la tierra'.
Ellos lo vencieron por la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron despreciando su propia vida hasta la muerte.
Alegrémonos, regocijémonos y démosle gloria, porque ya han llegado las bodas del Corderoy la novia está dispuesta: se le ha dado que se vista del lino más puro, limpio y resplandeciente, del lino que simboliza las buenas obras del pueblo de Dios'.
Y vi unos tronos en los que se sentaban los que habían sido facultados para juzgar. Y vi también las almas de los que habían sido decapitados por ser testigos de Jesús y por proclamar la palabra de Dios. Ellos nunca habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni habían aceptado en ningún momento que los marcaran en la frente o en las manos; y yo los vi resucitar y reinar mil años con Cristo. Esta es la primera resurrección; pero los demás muertos no resucitaron hasta cumplidos los mil años. Dichosos y santos son aquellos que tienen parte en la primera resurrección, porque la segunda muerte no podrá dañarlos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. Juicio final de Satanás
Y vi yo, Juan, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de la presencia de Dios, con la bella apariencia de una novia ataviada para su esposo. Y oí una voz potente que gritaba desde el trono: ¡Mira, el templo de Dios está entre los hombres! Dios va a morar con ellos, y ellos serán su pueblo, y él estará con ellos como su Dios.
Llamó Jesús a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus impuros y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias.
Quiero además deciros que, si dos de vosotros os ponéis de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que queráis pedir en oración, mi Padre que está en los cielos os lo concederá. Porque dondequiera que haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré también yo en medio de ellos. Parábola del siervo despiadado
Las buenas noticias del reino de los cielos serán proclamadas en todo el mundo, para que todas las naciones las oigan. Y entonces vendrá el final.
De ese modo recorrieron toda Galilea, predicando él en las sinagogas y expulsando de muchas personas los demonios que las poseían. Jesús sana a un leproso
En cuanto a ellos, salieron de Jerusalén y fueron por todas partes predicando el evangelio; y el Señor los ayudaba añadiendo señales milagrosas a la palabra que predicaban. Amén.
Un día reunió Jesús a sus doce discípulos y les dio poder y autoridad para vencer a todos los demonios y para sanar toda suerte de enfermedades. Luego los envió a proclamar la llegada del reino de Dios y a sanar a los enfermos.
Y era necesario también que, en su nombre, comenzando en Jerusalén y hasta el último rincón del mundo, se predicase el perdón que Dios ofrece a los que se arrepienten de sus pecados.
Le respondió el Señor: Ve y haz lo que te digo, porque yo he escogido a este hombre como instrumento apto para dar a conocer mi mensaje en medio de las naciones gentiles, en presencia de reyes y ante el propio pueblo de Israel.
Pero el mensaje del Señor no dejaba de propagarse, y el número de creyentes aumentaba sin cesar.
Por esta razón, Pablo y Bernabé decidieron quedarse allí mucho tiempo, con la confianza puesta en el Señor, que les concedió el don de hacer milagros y señales y acreditar así el mensaje que predicaban con denuedo.
Pero aquí surge una serie de preguntas: ¿Cómo van a invocar el nombre de alguien en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en aquel de quien nunca oyeron hablar? ¿Y cómo van a oir, si nadie les predica? ¿Y cómo irán a predicarles, si nadie los envía? A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: '¡Qué hermosos son los pies de los que proclaman el evangelio, de los que pregonan la buena noticia de la salvación!'
Cristo murió en la cruz llevando en su propio cuerpo la carga de nuestros pecados, para que nosotros, habiendo muerto con él al pecado, podamos vivir 'a la justicia. Por su herida mortal habéis sido vosotros sanados.
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