Y pensad esto: que solamente por gracia sois salvos mediante la fe en Cristo. No lo sois por vuestros propios merecimientos, sino tan sólo como un don de Dios, pues la salvación no se obtiene por la bondad de nuestras obras, para que nadie tenga de qué jactarse.
y tres veces me ha respondido: 'Con mi gracia tienes bastante, porque mi poder se hace más evidente cuando actúa sobre la debilidad humana'. Por tanto, de buena gana seguiré presumiendo de mis debilidades más que de ninguna otra cosa, porque por medio de ellas actúa en mí el poder de Cristo.
Porque todos hemos pecado, 'y nadie puede tener parte por sí mismo en la gloria de Dios; pero Dios, por pura gracia, nos declara justos merced a la obra redentora de Jesucristo.
El pecado no ha de volver a dominaros, pues ahora no estáis ya sujetos a la ley, bajo la cual el pecado os esclavizó, sino que sois libres y objeto de la gracia y la misericordia de Dios. Esclavos de la justicia
Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
en quien tenemos redención por su muerte, es decir, el perdón de los pecados conforme a las riquezas de su gracia,
La ley fue dada para que todos tuviésemos plena conciencia de nuestro pecado; pero cuanto más creció el pecado, mucho más derramó Dios sobre todos su gracia y su perdón.
Piensa que Dios nos salvó y nos llamó a una relación de santidad con él, no porque nosotros y nuestros actos lo mereciésemos, sino porque desde la eternidad era propósito suyo hacernos objeto de su gracia mediante Cristo Jesús.
Pero después que hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por medio de Jesucristo, os restaurará y dará seguridad, os fortalecerá y afianzará vuestra fe.
Todos hemos recibido con plenitud las riquezas de su gracia, que él ha derramado sin cesar sobre nosotros. Porque ciertamente Dios, por medio de Moisés, nos reveló la ley; pero por medio de Jesucristo, en su venida, nos reveló la gracia y la verdad.
Pero lo que ahora soy, lo soy por la gracia de Dios, una gracia que no ha resultado en vano, porque he trabajado más que todos ellos, si bien es cierto que no soy yo el que ha hecho la obra, sino la misma gracia de Dios que ha estado conmigo.
Porque sabéis muy bien lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en vuestro favor, cómo siendo rico sin igual, se hizo pobre por amor a vosotros, para que vosotros fuerais enriquecidos con su pobreza.
No os dejéis seducir por enseñanzas nuevas y extrañas, porque la fortaleza espiritual es un don de Dios que no se obtiene por el hecho de observar determinadas normas de alimentación. Los que hasta ahora han tratado de obtenerla por esos medios, siempre han fracasado.
Ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído en sus promesas, podemos disfrutar de verdadera paz con él merced a lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en nuestro favor. Porque Jesucristo nos ha abierto por medio de la fe las puertas a esta gracia de Dios, en la cual permanecemos firmes, llenos de la alegre esperanza de su gloria.
Dios os ha concedido diversidad de dones, y cada uno de vosotros, actuando como buen administrador de la multiforme gracia de Dios, debe poner al servicio de los demás el don que haya recibido.
De ese modo, por gracia de Dios, somos declarados justos ante él y hechos herederos de las riquezas de la vida eterna prometida, la que con anhelo esperamos alcanzar.
No, de ninguna forma desecharé la gracia de Dios, porque esto evidente: que si fuéramos hechos justos por cumplir la ley, no habría sido necesario que Cristo muriese por nosotros.
Pues bien, esas buenas noticias que habéis recibido son las que están proclamándose en todo el mundo, y el fruto de su proclamación crece en todas partes, del mismo modo que crece también en vosotros desde el día en que oísteis y comprendisteis que en verdad la gracia de Dios alcanza a todos los pecadores.
Que el mismo Señor Jesucristo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y que por pura gracia nos dio eterno consuelo y una esperanza que no tiene parangón, os consuele y os confirme en todo lo bueno que digáis y hagáis.
Por eso nos da su ayuda, como también dicen las Escrituras: 'Dios se opone a los soberbios y da gracia a los humildes'.
Repito: Dios los ha escogido por pura gracia, y no por la bondad de las obras que hayan realizado, pues en tal caso la gracia no sería gracia. O dicho a la inversa: si hubiera sido por las obras, ya no sería por gracia, y entonces las obras tampoco serían obras.
Cuidad unos de otros, no sea que alguno no llegue a alcanzar el favor y la ayuda de Dios. No deis lugar a que broten en vosotros raíces de amargura que os impidan progresar en vuestra fe y que contaminen la vida espiritual de muchos.
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y por toda la eternidad. Amén.
Sin embargo, Dios es tan rico en misericordia y nos ha amado tanto que, a pesar de estar ya muertos a causa de los pecados, nos dio nueva vida juntamente con Cristo (¡sólo por la gracia de Dios somos salvos!);
Ahora pues, a quienes pertenecemos a Cristo Jesús no nos espera ya ninguna condenación, porque la ley del poderoso Espíritu de vida que recibimos por medio de la fe en Cristo Jesús, nos libera de la ley del pecado y de la muerte.
Mas Dios demostró la inmensidad de su amor hacia nosotros cuando, siendo aún pecadores, envió a Cristo a morir para darnos vida.
Por lo tanto, con inteligencia y sobriedad, poned la plenitud de vuestra esperanza en la gracia que Dios derramará sobre vosotros el día de la revelación de Jesucristo.
Pues ¿cuánto más duro no será el castigo de quien pisotea al Hijo de Dios, y tiene por despreciable la sangre del pacto que lo santificó, y ultraja al Espíritu que trae consigo la gracia de Dios?
Si el pecado de un solo hombre, Adán, trajo como consecuencia que la muerte reinase sobre todos, mucho más los que de Dios aceptan el regalo del perdón y la justicia reinarán en vida por otro hombre, Jesucristo.
Esto nos enorgullece: que nuestra conciencia no nos acusa de nada en relación con vosotros, y que, así como en el mundo nos hemos conducido con sencillez y sinceridad, así lo hemos hecho también, y aun mucho más, respecto de vosotros. Todo ello sin apelar a la humana sabiduría, sino sólo por la gracia de Dios.
Por otra parte, Dios es poderoso para compensaros con creces, de tal manera que no solo dispongáis de lo más necesario, sino que gocéis de abundancia para poder ayudar a otros.
Siempre doy gracias a Dios por vosotros, por el favor de Dios que os ha sido concedido mediante Cristo Jesús,
Aquella Palabra se hizo hombre, y como hombre vivió entre nosotros con plenitud de gracia y de verdad. Y fuimos testigos de su gloria, la gloria que pertenece al Hijo único de Dios Padre.
lo cual significa que, si tratáis de buscar vuestra justicia por medio de la ley y os separáis así de Cristo, habréis caído de la gracia de Dios.
Al que trabaja no se le da el salario como si fuera un regalo, sino como una deuda que ha de satisfacerse. En cambio, lo que recibe el que no trabaja es un regalo; y precisamente este es el caso de aquel que, sin poder alegar mérito alguno, ha creído en Dios, que declara justo al pecador y le cuenta la fe por justicia.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Pero no me importa cuánto haya de padecer, pues al fin y al cabo mi vida carecería de valor si no llegara a su final con alegría, habiendo cumplido la tarea que el Señor Jesús me confió de testificar acerca del evangelio del amor de Dios.
Que la gracia y la paz de Dios os sean multiplicadas, para que crezcáis más y más en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo. Firmeza en el llamamiento y en la elección
y Dios nos ha dado la salvación, no 'porque la mereciesen la bondad y justicia de nuestras propias obras, sino porque Dios, en su misericordia, lavó nuestros pecados, nos hizo nacer de nuevo y nos dio una nueva vida por el 'Espíritu Santo,
Que la gracia de Dios sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inquebrantable.
pero Dios, por pura gracia, nos declara justos merced a la obra redentora de Jesucristo.
Mirad, lo que nosotros creemos es que los gentiles se salvan, al igual que nosotros, mediante la gracia del Señor Jesús.
Y en su gracia, derramada sobre mí en abundancia, el Señor me enseñó a creer en Cristo Jesús, que me había hecho objeto de su amor.
Y a mí, por pura gracia y sin ningún mérito de mi parte, Dios me otorgó el privilegio de proclamar este evangelio, de anunciarlo de modo efectivo.
Saludad de nuestra parte a vuestros dirigentes y a todos los hermanos en la fe. Los cristianos de Italia os saludan. Que la gracia de Dios sea con vosotros.
Recordad que toda tentación o toda prueba que os sobrevenga es cosa humana; pero recordad también que Dios, en su fidelidad, no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar, sino que, al llegar las pruebas, él os dará la forma de salir de ellas. Las fiestas idólatras y la Cena del Señor
Si él no vaciló en entregar a su Hijo en favor nuestro, ¿no nos dará también con él todas las cosas?
Todo lo que recibimos de bueno y perfecto procede de Dios, creador de todas las luces del universo y en quien no hay cambio alguno ni sombra de variación.
Pero si confesamos a Dios nuestros pecados, podemos estar seguros de que él, que es absolutamente fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
Porque nosotros somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para llevar a cabo las buenas obras que de antemano dispuso Dios que realizásemos. Unidad en Cristo
Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo sea con vosotros. Acción de gracias
¿De qué podemos entonces jactarnos en lo que respecta a la salvación? ¡Absolutamente de nada! ¿Y por qué no? Pues porque el fundamento de nuestra salvación no consiste en cumplir cabalmente la ley de las buenas obras, sino en obedecer a la ley de la fe en Cristo. Con lo cual concluimos que Dios nos declara justos y nos salva mediante la fe en Cristo, sin que hayamos de alegar las obras realizadas de acuerdo con la ley.
Alabemos, pues, a Dios, que con su gloriosa misericordia nos ha aceptado en su amado Hijo,
Porque por esa voluntad somos perdonados y purificados mediante la perfecta ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas, con carácter definitivo.
Ya sabéis que también Cristo padeció una sola vez a causa de los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a la reconciliación con Dios. Ciertamente murió en el cuerpo, pero lo resucitó el Espíritu Santo,
Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos.
Porque vosotros, hermanos míos, habéis sido llamados a la libertad; no a la libertad de hacer lo malo, sino a la libertad de serviros unos a otros por amor.
Es justo y natural que piense así respecto de vosotros, pues os llevo en el corazón. Juntos hemos participado de la gracia de Dios, lo mismo estando yo encarcelado que cuando gozando de libertad me entregué a la defensa de la verdad y la confirmación del evangelio.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y de corazón humilde; así encontraréis descanso para vuestra alma, porque mi yugo es suave y leve mi carga.
Amados hermanos, vosotros habéis sido elegidos por Dios Padre conforme a su previo conocimiento de todas las cosas, a fin de que santificados por la acción del Espíritu Santo obedezcáis a Jesucristo y seáis rociados con la sangre de su sacrificio. Que la gracia y la paz de Dios se derramen en abundancia sobre todos vosotros. Alabanza a Dios por una esperanza viva
Que vuestra palabra esté siempre llena de gracia y sazonada con sal. Así podréis responder sin dificultad a las cuestiones que se os planteen. Saludos finales
Puesto que Dios me ha confiado la comunicación de su mensaje, quiero aconsejaros que ninguno entre vosotros tenga de sí mismo más alto concepto del que debe tener, sino que se valore sensatamente, de acuerdo con el grado de fe que Dios le haya dado.
Le pido también que abra los ojos de vuestra mente, para que sepáis cuáles son las gloriosas riquezas de esa herencia que nos ha llamado a compartir con todos los creyentes. ¡Ojalá lleguéis a comprender cuán inmenso es el poder con que Dios ayuda a los que creemos en él!
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
En este tiempo sucede lo mismo, pues ha quedado un resto fiel, escogido por Dios en su gracia y misericordia.
lleguéis a ser plenamente capaces de comprender, junto con todo el pueblo de Dios, la anchura, longitud, altura y profundidad del amor de Cristo, un amor que va más allá de toda posibilidad de conocimiento humano. De esa forma, la plenitud de Dios estará en vosotros y os llenará por completo.
Dios, cuya fidelidad es inalterable, os llamó a participar de la relación personal con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Divisiones en la iglesia
Habiendo comprendido, pues, que mis sufrimientos son por amor a Cristo, me alegro de sobrellevarlos, sean afrentas, privaciones, persecuciones o toda suerte de angustias; porque ahora entiendo que cuanto más débil, más fuerte soy. Preocupación de Pablo por los corintios
Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos.
Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón.
Por eso, en vista de que nuestro reino es inconmovible, sirvamos a Dios con corazón agradecido y procuremos agradarle con temor y reverencia,
los apóstoles, llenos de poder, daban sin cesar testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía derramando su gracia sobre todos.
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en lo alto de una montaña no puede esconderse; ni tampoco se enciende una luz y se la oculta debajo de una vasija, sino que se la pone en un candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. Pues bien, así es como debe alumbrar vuestra luz ante la gente, para que, al ver la bondad de vuestras obras, todos glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. El cumplimiento de la ley
Nosotros, como colaboradores de Dios, os exhortamos a que no despreciéis el mensaje de la gracia de Dios.
También en Cristo, vosotros, que escuchasteis la palabra de la verdad, la buena nueva de la salvación, y que habéis creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido.
Y derramó Dios su misericordia sobre nosotros por medio de Jesucristo, que nos ha dado el encargo de invitar en su nombre a todas las naciones a creer en Dios y prestarle obediencia.
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque si lo hacemos sin desmayar, a su tiempo cosecharemos ricas bendiciones.
Ciertamente no podrá esperar misericordia quien no haya tenido misericordia; pero si hemos sido misericordiosos, saldremos triunfantes en el juicio. La fe y las obras
En esto consiste el verdadero amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos ama a nosotros, y por amor envió a su Hijo único como sacrificio expiatorio por nuestros pecados.
Cristo no entró en el santuario terrenal, hecho por manos humanas como símbolo del verdadero, sino que entró en el mismo cielo para presentarse delante de Dios a favor nuestro. Y tampoco entró como un sumo sacerdote terrenal, que cada año ha de ofrecer la sangre de un animal en el Lugar Santísimo. Si le hubiera sido necesario ofrecerse muchas veces, también muchas veces habría tenido que morir desde que el mundo es mundo; pero no fue así, sino que en estos tiempos del fin se presentó para entregarse a sí mismo en sacrificio, una vez por todas, para quitar de en medio el pecado.
Vosotros, en cambio, sois un linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo que Dios ha adquirido para que anunciéis a otros las grandezas de aquel que, estando vosotros en tinieblas, os llamó a participar de su luz maravillosa.
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente.
quien pagó con su propia sangre nuestra libertad, el perdón de nuestros pecados. La supremacía de Cristo
a Timoteo, mi amado hijo: Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor derramen gracia, misericordia y paz sobre ti. Exhortación a la fidelidad
Todo esto que estamos padeciendo, lo padecemos porque os amamos, y porque cuantos más sean los que disfruten de la gracia de Dios, mayor será la acción de gracias y mayor la gloria que Dios reciba.
Cristo murió en la cruz llevando en su propio cuerpo la carga de nuestros pecados, para que nosotros, habiendo muerto con él al pecado, podamos vivir 'a la justicia. Por su herida mortal habéis sido vosotros sanados.
Sí, yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mí, yo permaneceré en vosotros y daréis mucho fruto; pero separados de mí nada podréis hacer.
Pero, a pesar de todo, nuestra victoria es total y definitiva gracias al amor de Jesucristo.
Porque Dios no nos ha escogido para descargar su ira sobre nosotros, sino para salvarnos por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió para que nosotros vivamos con él para siempre, ya sea que a su regreso estemos vivos o hayamos muerto.
Desde aquí navegaron a Antioquía de Siria, el punto de partida, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la tarea que acababan de llevar a término.
Pero hay una gran diferencia de valores entre la transgresión de la ley cometida por el hombre y el don que Dios ofrece; porque si la transgresión de un solo hombre, Adán, fue causa de que muchos muriesen, el perdón abundante y gratuito de Dios alcanza a muchos más, a causa de la entrega de sí mismo que por amor hizo otro hombre: Jesucristo. Así pues, en lo que respecta al don de Dios no sucede lo mismo que en el caso de Adán, porque ciertamente éste, con un solo pecado, trajo la condenación a todos, mientras que Dios, a causa de muchas transgresiones, ofrece de pura gracia declarar justo al pecador.
Que vuestra conducta se base en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó a sí mismo en sacrificio por nosotros; ofrenda ésta de la que Dios se agradó como de un perfume delicado.
Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate de muchos. Dos ciegos reciben la vista
A vosotros, que estabais muertos en vuestros pecados y no llevabais en vuestro cuerpo la señal de la circuncisión, Dios os dio vida juntamente con Cristo y os perdonó todos vuestros pecados. De este modo anuló Dios el documento acusatorio que había contra nosotros y que nos era contrario; lo quitó de en medio clavándolo en la cruz de Cristo.
Id y aprended qué significan estas palabras: 'Yo quiero misericordia, no sacrificio'. Porque yo no he venido a llamar a los que ya son justos y buenos, sino a los pecadores. Le preguntan a Jesús sobre el ayuno
Después de todo, lo que realmente debemos entender es que el reino de Dios no consiste en comer ni en beber, sino en la justicia, la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo.
Pensad que Dios actúa en vosotros, a fin de que con vuestros deseos y vuestras obras cumpláis siempre su buena voluntad.
Todo lo que nos es necesario para vivir de una manera verdaderamente piadosa nos ha sido otorgado por Dios, por su poder soberano y merced al conocimiento de aquel que ha querido compartir con nosotros la gloria y la excelencia que le son propias;
Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo trae; y a quien él traiga, yo lo resucitaré en el día último.
Por tanto, aceptaos unos a otros en la iglesia con el mismo afecto con que Cristo nos aceptó a todos para la gloria de Dios.
Que el mismo Dios de paz os santifique por completo, y que guarde irreprensible todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, para el día del regreso de nuestro Señor Jesucristo. Dios, que os ha llamado a ser sus hijos, es fiel y actuará conforme a su promesa.
porque, como sabéis, la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es la vida eterna que nos ofrece en Cristo Jesús Señor nuestro.
Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su infinita misericordia y gracias a Jesucristo resucitado de los muertos, nos concedió el privilegio de nacer de nuevo y disfrutar de una esperanza viva, de la herencia incorruptible, pura e inmarcesible que Dios nos tiene reservada en el cielo.
Y le pido que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, y que así, arraigados y fundados en amor,
Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.
Pero tened presente que también vino para que los gentiles pudieran salvarse, y para que ellos, lo mismo que nosotros, glorifiquen a Dios por su gran misericordia. A esto se refieren las Escrituras cuando dicen: 'Por eso te confesaré entre los gentiles y cantaré en honor de tu nombre'.
Mirad qué grande es el amor del Padre, que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos! Sin embargo, el mundo no nos reconoce porque no conoce a Dios.
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo.
Allí creció el niño, se fortaleció y se llenó de sabiduría; y el favor de Dios estaba siempre sobre él. El niño Jesús en el templo
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