¡Nadie es capaz de describir los milagros que Dios ha hecho! ¡Nadie puede alabarlo como él se lo merece!
¡Grande eres, nuestro Dios, y mereces nuestras alabanzas! ¡Tanta es tu grandeza que no podemos comprenderla!
Dios nuestro, ¡sálvanos! ¡Permítenos volver a nuestra tierra, para que te demos gracias y te alabemos como nuestro Dios!
Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque así es como el Padre quiere ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha llegado!
1-2 (2-3) Dios mío, Dios altísimo, yo quiero alabarte de todo corazón. Quiero expresarte mi alegría; ¡quiero cantarte himnos y hablar de tus maravillas!11 (12) ¡Canten himnos a Dios, que es el rey de Jerusalén! ¡Den a conocer entre los pueblos todo lo que ha hecho!12 (13) Dios sabe que ustedes han sufrido, y les hará justicia; Dios siempre atiende a los pobres cuando le piden ayuda.13 (14) Dios mío, ¡compadécete de mí! ¡Fíjate en los que me odian! ¡Mira cómo me afligen! ¡No dejes que me maten!14 (15) Tú me salvaste; por eso estoy feliz. Iré a donde todos me oigan, y les diré a los que pasen que también deben alabarte.15 (16) Los pueblos que no te conocen han caído en su propia trampa; han quedado atrapados en la red que ellos tendieron.16 (17) Tú te has dado a conocer como un juez siempre justo; en cambio, los malvados caen en su propia trampa.17 (18) ¡Que se mueran los malvados, esas naciones que no te conocen ni te toman en cuenta!18 (19) Pero tú, Dios mío, nunca te olvides de los pobres ni pongas fin a sus esperanzas.19-20 (20-21) ¡Vamos, mi Dios! ¡Llama a cuentas a las naciones! ¡Hazlos que sientan miedo! ¡No permitas que te desafíen! ¡Que sepan esos paganos que no son más que polvo!
Nuestra ofrenda a Dios es darle gracias siempre, por medio de Jesucristo, pues hemos dicho que él es nuestro Señor.
Cuando se reúnan, canten salmos, himnos y canciones espirituales. Alaben a Dios el Padre de todo corazón, y denle siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Ustedes han visto los milagros que Dios ha hecho en su favor, así que alábenlo siempre.
Y también oí decir a todos los seres del universo: «¡Que todos alaben al que está sentado en el trono, y también al Cordero! Que lo llamen maravilloso, y por siempre admiren su poder.»
Y decían con fuerte voz: «El Cordero que fue sacrificado, merece recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor y la alabanza.»
1-2 (2-3) Dios mío, ¡yo estoy muy orgulloso de ti! ¡Todo el tiempo te bendeciré! ¡Mis labios siempre te alabarán! Ustedes, los humildes, ¡oigan esto y alégrense conmigo!
15-16 (16-17) Dios mío, tú bendices y das honra al pueblo que te alaba, que acepta tu dirección y se alegra en tu justicia.
11 (12) ¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Solo a él alabaré!
Cuando los sacerdotes tocaron sus trompetas, los soldados gritaron con todas sus fuerzas y los muros se derrumbaron. Entonces todo el ejército entró en la ciudad, y cada soldado la atacó hasta conquistarla.
Entonces Moisés y los israelitas cantaron en honor de Dios este himno: «Voy a cantar en honor de mi Dios, pues ha tenido una gran victoria: ¡hundió en el mar caballos y jinetes!
1 (2) ¡Aplaudan felices, pueblos del mundo! ¡Alaben a Dios con alegría!10 (10b) pues a Dios le pertenecen todos los pueblos del mundo.2 (3) ¡El Dios altísimo es el rey de toda la tierra y merece toda honra!
1-2 (2-3) Poderoso es nuestro Dios y merece nuestra alabanza. En el templo del monte Sión habita nuestro Dios y Rey. ¡Allí la tierra se alegra! ¡Allí la tierra lo adora!
Si de veras quieres honrarme, tráeme ofrendas de gratitud. Si corriges tu conducta, yo te salvaré».
7 (8) Dios mío, mi corazón está dispuesto a cantarte himnos.8 (9) ¡Voy a despertarme! ¡Despertaré al arpa y a la lira! ¡Despertaré al nuevo día!9 (10) Dios mío, yo te alabaré entre los pueblos, te cantaré himnos entre las naciones.
3 (4) Más que vivir, prefiero que me ames. Te alabaré con mis labios.4 (5) ¡Mientras viva te alabaré! ¡Alzaré mis manos para alabarte!
1 (1b) ¡Cantemos a Dios con alegría los que habitamos la tierra!Tú, Dios mío, nos pusiste a prueba, para ver si éramos fieles.Nos hiciste caer en la trampa de nuestros enemigos. ¡Cómo nos has hecho sufrir!¡Manadas enteras de caballos nos aplastaron la cabeza! Pasamos por el fuego, cruzamos por el agua, pero finalmente nos trajiste a esta tierra de abundancia.Yo me presentaré en tu templo con ofrendas especiales en tu honor, así te cumpliré mis promesas,las promesas que yo mismo te hice cuando me vi en problemas.Como ofrendas en tu honor llevaré los toros más gordos; te ofreceré toros y cabritos, y también te ofreceré carneros.Préstenme atención ustedes, los que adoran a Dios; vengan, que voy a contarles lo que Dios ha hecho por mí.Con mis labios y mi lengua lo llamé y le canté alabanzas.Si mis intenciones fueran malas, Dios no me habría escuchado;¡pero él me escuchó y contestó mis oraciones!¡Cantemos himnos a Dios y alabemos su grandeza!
1 (2) Dios altísimo, ¡qué bueno es poder alabarte y cantarte himnos!10 (11) Tú has llenado mi vida de poder; de ti he recibido un trato especial,11 (12) y he podido presenciar la derrota de mis enemigos.12-13 (13-14) Dios nuestro, en tu presencia la gente buena crece y prospera como palmeras bien plantadas, ¡como los cedros del Líbano!14 (15) Vivirán muchos años, se mantendrán sanos y fuertes.15 (16) Siempre hablarán de tu justicia y de tu constante protección.2 (3) ¡Qué bueno es poder alabar tu amor y tu fidelidad!
¡Vamos, habitantes de este mundo! ¡Cantemos a Dios un nuevo himno!Que digan las naciones: «¡Dios es nuestro rey!» Él estableció el mundo con firmeza, y el mundo jamás se moverá. ¡Él gobierna las naciones con justicia!¡Que se alegren los cielos! ¡Que grite la tierra de alegría! ¡Que ruja el mar, con todo lo que contiene!¡Que canten alegres los campos, con todo lo que hay en ellos! ¡Que griten de alegría todos los árboles del bosque!¡Que canten en presencia de Dios, que viene ya para gobernar al mundo! ¡Dios gobernará con verdadera justicia a todos los pueblos de la tierra!¡Cantemos alabanzas a nuestro Dios! ¡Celebremos día tras día sus victorias!
1 (1b) ¡Con todas las fuerzas de mi ser alabaré a mi Dios!No nos castigó como merecían nuestros pecados y maldades.Su amor por quienes lo honran es tan grande e inmenso como grande es el universo.Apartó de nosotros los pecados que cometimos del mismo modo que apartó los extremos de la tierra.Con quienes lo honran, Dios es tan tierno como un padre con sus hijos.Bien sabe nuestro Dios cómo somos; ¡bien sabe que somos polvo!Nuestra vida es como la hierba, que pronto se marchita; somos como las flores del campo: crecemos y florecemos,pero tan pronto sopla el viento, dejamos de existir y nadie vuelve a vernos.En cambio, el amor de Dios siempre será el mismo; Dios ama a quienes lo honran, y siempre les hace justicia a sus descendientes,a los que cumplen fielmente su pacto y sus mandamientos.Mi Dios es el rey del cielo; es el dueño de todo lo que existe.¡Con todas las fuerzas de mi ser lo alabaré y recordaré todas sus bondades!
¡Demos gracias a nuestro Dios! ¡Demos a conocer entre las naciones todo lo que él ha hecho!Con Israel lo estableció como un pacto para toda la vida,y le dijo: «Yo te daré Canaán. Es la tierra que te ha tocado».Nosotros no éramos muchos; ¡éramos gente sin patria!¡Todo el tiempo andábamos de país en país y de reino en reino!Pero Dios jamás permitió que nadie nos molestara, y les advirtió a los reyes:«No se metan con mi pueblo elegido; no les hagan daño a mis profetas».En Canaán hubo mucha hambre, pues Dios destruyó todos los trigales.Pero él ya había dispuesto que nos salvara José, a quien antes sus hermanos habían vendido como esclavo.Los egipcios humillaron a José y lo tuvieron encarcelado,hasta el día en que se cumplió lo que él ya había anunciado: ¡ese día Dios dejó en claro que José había dicho la verdad!¡Cantémosle himnos! ¡Demos a conocer sus grandes milagros!
¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Démosle gracias porque él es bueno! ¡Dios nunca deja de amarnos!
Tú mereces alabanzas, Dios nuestro, y no nosotros; tú mereces alabanzas por tu amor y tu fidelidad.
Naciones todas, pueblos todos, ¡alaben a Dios!¡Porque él es un Dios fiel, y nunca deja de amarnos! ¡Alabemos siempre a nuestro Dios!
1 (1b) Dios mío, ¡quiero alabarte de todo corazón! ¡Quiero cantarte himnos delante de los dioses!Quiero ponerme de rodillas y orar mirando hacia tu templo; quiero alabarte por tu constante amor. Por sobre todas las cosas, has mostrado tu grandeza, has hecho honor a tu palabra.
1-2 (1b-2) Mi Dios y rey, ¡siempre te bendeciré y alabaré tu grandeza!¡Que te alabe tu creación! ¡Que te bendiga tu pueblo fiel!¡Que hablen de tu glorioso reino y reconozcan tu belleza y tu poder! ¡Que anuncien tus grandes hechos para que todo el mundo los conozca!Tu reino siempre permanecerá, pues siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor.Dios mío, tú levantas a los caídos y das fuerza a los cansados.Los ojos de todos están fijos en ti; esperando que los alimentes.De buena gana abres la mano, y das de comer en abundancia a todos los seres vivos.Dios mío, tú siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor.Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad.Tú atiendes los ruegos de los que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo.Siempre estás pendiente de todos los que te aman, pero destruyes a los malvados.¡Mis labios siempre te alabarán! ¡La humanidad entera te bendecirá ahora y siempre!¡Grande eres, nuestro Dios, y mereces nuestras alabanzas! ¡Tanta es tu grandeza que no podemos comprenderla!
¡Alabemos a Dios! Yo quiero alabarlo, y mientras tenga vida le cantaré himnos a mi Dios.Ciudad de Jerusalén, ¡que tu Dios reine por siempre, por todos los siglos! ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Alabemos a nuestro Dios! Muy agradable en verdad es cantarle himnos a nuestro Dios; muy grato y justo es cantarle alabanzas.
¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Alabemos a Dios en su santuario! ¡Alabemos su poder en el cielo!¡Alabemos sus grandes acciones! ¡Alabemos su incomparable grandeza!¡Alabémoslo con sonido de trompeta! ¡Alabémoslo con arpas y liras!¡Alabémoslo con panderos y danzas! ¡Alabémoslo con cuerdas y flautas!¡Alabémoslo con sonoros platillos! ¡Alabémoslo con platillos vibrantes!¡Que alaben a Dios todos los seres vivos! ¡Alabemos a nuestro Dios!
»Yo le dedico este himno, porque él me da fuerza y me salva. Él es mi Dios; por eso lo alabo. Él es el Dios de mi padre; por eso lo adoro.
¡Cantemos alabanzas a nuestro Dios! ¡Celebremos día tras día sus victorias!¡Anunciemos entre todas las naciones su grandeza y sus maravillas!¡Grande y digno de alabanza es nuestro Dios, y más temible que todos los dioses!
Y aprovechando que tenía al pueblo reunido, David bendijo a Dios con estas palabras: «¡Bendito seas, Dios de Israel; Dios de nuestro antepasado Jacob; bendito seas para siempre!»¡Dios mío, a ti te pertenecen la grandeza y el poder, la gloria, el dominio y la majestad! Porque todo lo que existe es tuyo. ¡Tú reinas sobre todo el mundo!»Tú das las riquezas y el honor, y tú dominas a todas tus criaturas. Tuyos son el poder y la fuerza, y das grandeza y poder a todos.»Por eso es que hoy, Dios nuestro, te damos gracias, y alabamos tu nombre glorioso.
Luego Josafat se puso de acuerdo con el pueblo, y eligió a varios cantores para que marcharan al frente del ejército, y fueran cantando y alabando a Dios con el himno que dice: «Den gracias a Dios, porque él nunca deja de amarnos». Los cantores marcharon, vestidos con sus trajes especiales,y en cuanto empezaron a cantar, Dios confundió a los enemigos de Judá. Fue tal la confusión, que los amonitas y los moabitas atacaron a los de Seír, hasta que acabaron con todos. Luego, los amonitas y los moabitas se pelearon entre ellos, y acabaron matándose unos a otros. Así fue como cayeron derrotados.
Al ver que se había comenzado a reconstruir el templo, todo el pueblo gritaba de alegría y alababa a Dios. Los gritos de alegría se mezclaban con el llanto de la gente, y desde lejos se escuchaba el alboroto. Unos cantaban alabanzas y daban gracias a Dios, y otros decían: «¡Dios es bueno! ¡Él nunca deja de amarnos!» Muchos sacerdotes, sus ayudantes y jefes de familia lloraban en voz alta, pues ya eran ancianos y habían conocido el primer templo.
Luego el pueblo oró así: «Tú eres el único Dios verdadero. Tú hiciste el cielo y las estrellas, y lo que está más allá del cielo. Hiciste la tierra, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú das vida a todo lo que existe, y las estrellas del cielo te adoran.
Y dijo: «Nada he traído a este mundo, y nada me voy a llevar. ¡Bendigo a Dios cuando da! ¡Bendigo a Dios cuando quita!»
y entonces dirán: “Demos gracias, adoremos a nuestro Dios, digamos a las naciones todo lo que él ha hecho. Que se reconozca que él es el rey del universo.Cantemos a Dios, porque él ha hecho algo muy grande, algo que debe darse a conocer en toda la tierra.
Isaías dijo: «Tú eres mi Dios. Yo alabo y bendigo tu nombre, porque has realizado planes admirables que prometiste desde tiempos antiguos.
Isaías dijo: «Canten a Dios una canción nueva. ¡Que lo alaben los países más lejanos! ¡Que lo alaben el mar y todo lo que hay en él! ¡Que lo alaben las costas lejanas y todos sus habitantes!
para cambiar su derrota en victoria, y su tristeza en un canto de alabanza. »Entonces los llamarán: “Robles victoriosos, plantados por Dios para manifestar su poder”.
Isaías dijo: «Quiero hablar del amor de Dios, y cantar sus alabanzas por todos sus favores. »Dios ha sido muy bondadoso con el pueblo de Israel, le ha mostrado su bondad y su gran amor.
Aunque no den higos las higueras, ni den uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas,siempre te alabaré con alegría porque tú eres mi salvador.
»¡Alégrate, bella ciudad de Jerusalén! ¡Ya tu rey viene hacia ti, montado sobre un burrito! Es humilde pero justo, y viene a darte la victoria.
Y toda la gente, tanto la que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba: «¡Sálvanos, Mesías nuestro! ¡Bendito tú, que vienes en el nombre de Dios! Por favor, ¡sálvanos, Dios altísimo!»
Por eso le dijeron: —¿Acaso no oyes lo que estos niños están diciendo? Jesús les contestó: —Los oigo bien. ¿No recuerdan lo que dice la Biblia?: “Los niños pequeños, los que aún son bebés, te cantarán alabanzas.”
María respondió: «¡Le doy gracias a Dios con todo mi corazón,y estoy alegre porque él es mi Salvador!
De pronto, muchos ángeles aparecieron en el cielo y alababan a Dios cantando:«¡Gloria a Dios en el cielo, y paz en la tierra para todos los que Dios ama!»
Cuando llegaron cerca del Monte de los Olivos y empezaron a bajar a Jerusalén, todos los seguidores de Jesús se alegraron mucho. Todos gritaban y alababan a Dios por los milagros que Jesús había hecho, y que ellos habían visto.Decían: «¡Bendito el rey que viene en el nombre de Dios! ¡Que haya paz en el cielo! ¡Que todos reconozcan el poder de Dios!»
Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque así es como el Padre quiere ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha llegado!
Además, todos los días iban al templo y celebraban la Cena del Señor, y compartían la comida con cariño y alegría.Juntos alababan a Dios, y todos en la ciudad los querían. Cada día el Señor hacía que muchos creyeran en él y se salvaran. De ese modo, el grupo de sus seguidores se iba haciendo cada vez más grande.
Cerca de la media noche, Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas a Dios, mientras los otros prisioneros escuchaban.De repente, un fuerte temblor sacudió con violencia las paredes y los cimientos de la cárcel. En ese mismo instante, todas las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron.
También vino para que los que no son judíos den gracias a Dios por su bondad. Pues así dice la Biblia: «Por eso te alabaré en todos los países, y te cantaré himnos.»
Hermanos míos, cuando se reúnan, todo lo que hagan debe ayudar a los demás. Unos pueden cantar, otros pueden enseñar o comunicar lo que Dios les haya mostrado, otros pueden hablar en idiomas desconocidos, o traducir lo que se dice en esos idiomas.
¡Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda.Cuando tenemos dificultades, o cuando sufrimos, Dios nos ayuda para que podamos ayudar a los que sufren o tienen problemas.
Dios hizo todo eso para que lo alabemos por su grande y maravilloso amor. Gracias a su amor, nos dio la salvación por medio de su amado Hijo.
Dios quiso que los judíos fuéramos los primeros en poner nuestra esperanza en Cristo, para que lo alabemos por su gran poder.
No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que sea el Espíritu Santo quien los llene y los controle.Cuando se reúnan, canten salmos, himnos y canciones espirituales. Alaben a Dios el Padre de todo corazón, y denle siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.Deben amar a los demás, así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Para Dios, la muerte de Cristo es como el delicado aroma de una ofrenda.
Porque, con la ayuda de Jesucristo, ustedes harán lo bueno, para que la gente alabe y honre a Dios.
¡Vivan con alegría su vida cristiana! Lo he dicho y lo repito: ¡Vivan con alegría su vida cristiana!
Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado.
darán gracias a Dios, el Padre. Porque él nos ha preparado para que recibamos, en su reino de luz, la herencia que él ha prometido a su pueblo elegido.
No se olviden nunca de las maravillosas enseñanzas de Cristo. Y cuando se enseñen unos a otros, o se corrijan, háganlo de manera inteligente. Canten salmos, himnos y cantos espirituales, dando gracias a Dios de todo corazón.Y todo lo que hagan o digan, háganlo como verdaderos seguidores del Señor Jesucristo, y denle gracias a Dios el Padre por lo que Cristo ha hecho por ustedes.
Estén siempre contentos.Oren en todo momento.Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es lo que Dios espera de ustedes, como cristianos que son.
¡Alabemos y honremos siempre al Rey eterno, al Dios único e invisible, que vive por siempre! Amén.
pues él le dijo a Dios: «Cuando mi pueblo se junte para adorarte en el templo, yo les hablaré de ti, y te cantaré alabanzas.»
Hermanos, la sangre que Jesús derramó al morir nos permite ahora tener amistad con Dios, y entrar con toda libertad en el lugar más santo.Si en verdad la ley pudiera quitarles el pecado, no se sentirían culpables y dejarían de ofrecer sacrificios a Dios.Pues cuando Jesús murió, abrió la cortina que nos impedía el paso. Pero ahora Jesús está vivo, y por medio de él podemos acercarnos a Dios de un modo nuevo y distinto.Él es nuestro gran sacerdote, encargado del santuario que está en el cielo.Por eso, mantengamos una amistad sincera con Dios, teniendo la plena seguridad de que podemos confiar en él. Porque Cristo nos dejó limpios de pecado, como si nos hubiera lavado con agua pura, y ya estamos libres de culpa.
Gracias a Dios, el reino que él nos da no puede ser movido. Por eso debemos adorar a Dios con el amor y la honra que a él le gusta recibir.
Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha hecho nacer de nuevo, y nos ha dado una vida con esperanza. Esto lo ha hecho Dios por su gran amor hacia nosotros y por el poder que mostró cuando resucitó a Jesucristo de entre los muertos
Pero ustedes son miembros de la familia de Dios, son sacerdotes al servicio del Rey, y son su pueblo. Dios mismo los sacó de la oscuridad del pecado, y los hizo entrar en su luz maravillosa. Por eso, anuncien las maravillas que Dios ha hecho.
Si alguno sabe hablar bien, que anuncie el mensaje de Dios. Si alguno sabe cómo ayudar a los demás, que lo haga con la fuerza que Dios le da para hacerlo. De este modo, todo lo que ustedes hagan servirá para que los demás alaben a Dios por medio de Jesucristo, que es maravilloso y poderoso para siempre. Amén.
Mejor dejen que el amor y el conocimiento, que nos da nuestro Señor y Salvador Jesucristo, los ayuden a ser cada vez mejores cristianos. ¡Alabemos a Jesucristo ahora y siempre! Amén.
¡Miren! Dios el Padre nos ama tanto que la gente nos llama hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los pecadores de este mundo no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios.
Dios puede cuidarlos para que no hagan el mal, y también tiene poder para que ustedes puedan presentarse ante él sin pecado. Se presentarán ante él llenos de alegría, y limpios y sin mancha, como un vestido nuevo.Por eso, alaben a Dios nuestro Salvador. Por medio de nuestro Señor Jesucristo reconozcan su grandeza, poder y autoridad. Alabemos a Dios por todo esto ahora y siempre. Amén.
Además, Cristo nos permite gobernar como reyes, y nos ha puesto como sacerdotes al servicio de Dios su Padre. Por eso, ¡alaben todos a Jesucristo, y que solo él tenga todo el poder del mundo! Amén.
Y decían con fuerte voz: «El Cordero que fue sacrificado, merece recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor y la alabanza.»Y también oí decir a todos los seres del universo: «¡Que todos alaben al que está sentado en el trono, y también al Cordero! Que lo llamen maravilloso, y por siempre admiren su poder.»
diciendo: «Señor, Dios todopoderoso, tú vives y siempre has vivido. Gracias porque has demostrado tu gran poder, y porque has comenzado a reinar sobre el mundo.
Entonces oí una fuerte voz que decía: «Nuestro Dios ha salvado a su pueblo; ha mostrado su poder, y es el único rey. Su Mesías gobierna sobre todo el mundo. »El diablo ha sido arrojado del cielo, pues día y noche, delante de nuestro Dios, acusaba a los nuestros.»La muerte del Cordero y el mensaje anunciado han sido su derrota. Los nuestros no tuvieron miedo, sino que se dispusieron a morir.
y con ellas cantaban el canto de Moisés, dedicado al Cordero. Decían: «Señor, Dios todopoderoso, todo lo que tú haces es grande y maravilloso. »Tú eres el Rey del mundo, todo lo que haces es justo y correcto.»Dios mío, todos te honran y te alaban, pues solo tú eres santo. »Todos los países del mundo vendrán a adorarte, pues bien saben que eres justo.»
Después de esto, me pareció escuchar en el cielo las fuertes voces de muchísimas personas, que gritaban: «¡Que todos alaben al Señor! Nuestro Dios es poderoso, y nos ha salvado. Por eso le pertenecen el poder y la gloria,
Entonces oí una voz que venía del trono, la cual decía: «¡Que todos alaben a nuestro Dios! ¡Que lo alabe todo el mundo, los poderosos y los humildes, los que lo sirven y lo honran!»Entonces me pareció oír las voces de mucha gente. Era como el sonido de cataratas y de fuertes truenos, y decían: «¡Que todos alaben a Dios, el Señor todopoderoso, porque él ha comenzado a reinar!
¡Vamos, cantemos con alegría! ¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Él nos salva y nos protege!Durante cuarenta años estuve muy enojado contra ellos, y al fin les hice ver que vivían en el error, pues no obedecían mis mandamientos.Por eso, ya enojado decidí: “No voy a permitirles entrar en la tierra prometida, donde los habría hecho descansar”».¡Vayamos a darle gracias! ¡Cantémosle himnos de alabanza!
Habitantes de toda la tierra, griten con todas sus fuerzas: «¡Viva nuestro Dios!» ¡Alábenlo con himnos y cánticos alegres!¡Cántenle himnos al son de instrumentos de cuerda y con voces melodiosas!¡Canten alegres a nuestro Rey, al son de clarines y trompetas!
Dios mío, voy a cantarte un nuevo canto; voy a cantarte himnos al son de música de arpas.
Ciudad de Jerusalén, ¡que tu Dios reine por siempre, por todos los siglos! ¡Alabemos a nuestro Dios!
Cuando todos los israelitas vieron descender el fuego y la presencia de Dios sobre el templo, se arrodillaron y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente; y adoraron a Dios y le dieron gracias, diciendo una y otra vez: «Dios es bueno, y nunca deja de amarnos».
cortaron ramas de palmera y salieron a encontrarlo, gritando: «¡Sálvanos, Dios nuestro! ¡Bendito el que viene de parte de Dios! ¡Bendito sea el Rey de Israel!»
¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Alabémoslo todos juntos, pues somos su pueblo fiel! ¡Cantémosle un cántico nuevo!Nosotros, los israelitas que vivimos en Jerusalén, cantemos alegres a Dios, nuestro creador y rey;pues él se agrada de su pueblo y da la victoria a los humildes. ¡Alabémoslo con danzas! ¡Cantémosle himnos con música de arpas y panderos!
Lanza a voz en cuello alabanzas a tu Dios, y toma entre tus manos una espada de dos filos,
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