Está llegando la hora (o mejor, ya ha llegado) en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre espiritualmente y con toda sinceridad, tal y como él desea ser adorado.
Con la ayuda del Señor continuemos ofreciéndole el mejor de todos los sacrificios de alabanza, que consiste en anunciar a otros la gloria del nombre de Jesús.
Entre vosotros, en vuestras conversaciones, recitad y entonad salmos, himnos y cánticos espirituales. Cantad de todo corazón al Señor y elevad a él vuestras alabanzas.
Luego oí exclamar a todas las criaturas que están en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar: '¡Al que se sienta en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, el honor, la gloria y el poder por toda la eternidad!'
En su canto proclamaban a gran voz: '¡El Cordero que fue sacrificado es dignode recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza!'
Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, decían aclamándole: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
y le dijeron: ¿No oyes lo que están gritando esos niños?Él les respondió: Sí, los oigo. ¿Pero no habéis leído vosotros que 'De la boca de los niños, de los recién nacidos, hiciste perfecta la alabanza'?
Después de esto y de haber cantado el himno, salieron de allí y se fueron al monte de los Olivos. Jesús predice la negación de Pedro
Después de haber cantado el himno que ponía fin a la cena, salieron de la casa y se fueron al monte de los Olivos. Allí les dijo Jesús: Jesús predice la negación de Pedro
Entonces María, tomando la palabra, dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
Repentinamente apareció con el ángel una inmensa multitud de las huestes celestiales, que entonaban un canto de alabanza a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los que son de su agrado!
y cuando ya estaban cerca de la bajada del monte de los Olivos, la comitiva prorrumpió en gritos y cantos de alabanza a Dios por las maravillas que habían visto realizar a Jesús. Decían: ¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
Está llegando la hora (o mejor, ya ha llegado) en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre espiritualmente y con toda sinceridad, tal y como él desea ser adorado. Porque Dios es Espíritu, y los que le adoran han de adorarle con pureza de espíritu y sinceridad de corazón.
Diariamente acudían al templo, partían el pan en las casas y comían juntos con gran alegría y sinceridad de corazón. Así, estrechamente unidos por la fe, alababan a Dios y eran tenidos en gran estima por la gente de la ciudad; y cada día añadía el Señor a la comunidad a los que estaban en camino de salvación.
A medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras todos los presos les escuchaban. De pronto, un terremoto hizo temblar los cimientos de la cárcel; fue tan violenta la sacudida, que las puertas se abrieron y las cadenas de los presos saltaron hechas pedazos.
Pero tened presente que también vino para que los gentiles pudieran salvarse, y para que ellos, lo mismo que nosotros, glorifiquen a Dios por su gran misericordia. A esto se refieren las Escrituras cuando dicen: 'Por eso te confesaré entre los gentiles y cantaré en honor de tu nombre'.
En fin, hermanos, ¿qué más puedo deciros? Que cuando os reunáis, cada cual haga uso del don que haya recibido, sea cantar alabanzas al Señor, instruir a otros en el evangelio, comunicar alguna revelación de Dios, hablar en lengua extraña o interpretar lo que otros hayan hablado. Lo más importante es que todo lo que se haga sirva para la edificación espiritual de la iglesia.
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre lleno de misericordia y Dios de todo consuelo! Él nos da siempre el aliento que necesitamos para superar toda tribulación y para que, de la misma manera que él nos anima y consuela, también nosotros seamos capaces de consolar a otros que se encuentren atribulados.
Alabemos, pues, a Dios, que con su gloriosa misericordia nos ha aceptado en su amado Hijo,
para que quienes fuimos los primeros en esperar en Cristo seamos la alabanza de su gloria.
No os embriaguéis con vino, pues eso conduce a perdición; sino dejaos llenar del Espíritu Santo. Entre vosotros, en vuestras conversaciones, recitad y entonad salmos, himnos y cánticos espirituales. Cantad de todo corazón al Señor y elevad a él vuestras alabanzas. No dejéis de dar gracias por todo a vuestro Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Deberes conyugales
sino que por medio de Jesucristo seréis ricos en frutos de bondad y justicia, y de ese modo daréis gloria y alabanza al Señor. El vivir es Cristo
Permitidme ahora, hermanos, que todavía os diga esto: prestad la máxima atención posible a todo lo que sea verdadero, noble, justo, puro, amable, honesto y digno de encomio; esto es, ocupaos en todo lo que es virtuoso y merece alabanza,
y deis gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho aptos para participar de la misma herencia de que participan los que ya viven en el reino de la luz.
Que la palabra de Cristo rebose en vosotros de tal manera que unos a otros seáis capaces de instruiros y animaros con sabiduría, y que, llenos de gratitud vuestros corazones, cantéis al Señor salmos, himnos y cánticos espirituales, y que todo lo que hagáis o digáis, lo hagáis en el nombre del Señor Jesús, y por medio de él ofrezcáis a Dios Padre vuestras acciones de gracias. Normas para la familia cristiana
Que la alegría presida vuestra vida. Nunca dejéis de orar. Dad gracias en todo momento y circunstancia, porque esto quiere Dios de quienes pertenecen a Cristo Jesús.
Al Rey de todos los siglos, al único y sabio Dios, inmortal e invisible, sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.
Por eso, amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar con libertad en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, o sea, a través de su cuerpo. Y puesto que tenemos un gran sumo sacerdote en la casa de Dios, lleguémonos hasta la propia presencia de Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, habiendo sido purificados los corazones con la sangre de Cristo y habiendo lavado nuestro cuerpo con agua pura.
Por eso, en vista de que nuestro reino es inconmovible, sirvamos a Dios con corazón agradecido y procuremos agradarle con temor y reverencia,
Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su infinita misericordia y gracias a Jesucristo resucitado de los muertos, nos concedió el privilegio de nacer de nuevo y disfrutar de una esperanza viva,
Vosotros, en cambio, sois un linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo que Dios ha adquirido para que anunciéis a otros las grandezas de aquel que, estando vosotros en tinieblas, os llamó a participar de su luz maravillosa.
El que se sienta llamado a hablar, hable de acuerdo con las palabras de Dios; el que se sienta inclinado a ayudar a los demás, hágalo con la energía que Dios le dé, para que Dios sea glorificado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder por todos los siglos. Amén. Sufriendo por seguir a Cristo
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y por toda la eternidad. Amén.
Mirad qué grande es el amor del Padre, que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos! Sin embargo, el mundo no nos reconoce porque no conoce a Dios.
Y al que es poderoso para preservaros de toda caída y presentaros ante él irreprensibles y llenos de alegría, al Dios único que nos ha salvado por medio de nuestro Señor Jesucristo, sea gloria, majestad, imperio y potencia ahora y por todos los siglos. Amén.
para hacer de nosotros un reino y sacerdotes para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el imperio por toda la eternidad! Amén.
Cada uno de aquellos cuatro seres vivientes tenía seis alas, totalmente cubiertas de ojos por dentro y por fuera; y sin cesar, de día y de noche, proclamaban: '¡Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era y es y ha de venir!' Y cada vez que aquellos seres vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por toda la eternidad, los veinticuatro ancianos adoraban postrados al que estaba sentado en el trono, al que vive por toda la eternidad, y arrojaban sus coronas delante del trono, mientras cantaban: '¡Señor y Dios nuestro, tú eres digno de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú eres el creador de todas las cosas, y todas ellas existen porque en tu voluntad las creaste!'
En su canto proclamaban a gran voz: '¡El Cordero que fue sacrificado es dignode recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza!' Luego oí exclamar a todas las criaturas que están en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar: '¡Al que se sienta en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, el honor, la gloria y el poder por toda la eternidad!'
Después de esto vi una inmensa multitud procedente de toda nación, tribu, raza y lengua. Su número era incontable, y se hallaban todos delante del trono y en presencia del Cordero, vestidos de blanco y con hojas de palma en las manos. Clamaban con fuerte voz: '¡Al Dios nuestro, que se sienta en el trono, y al Cordero, debemos la salvación!' Y todos los ángeles, puestos en pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, se postraron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: 'Amén, la bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza sean a nuestro Dios por toda la eternidad. ¡Amén!'
diciendo: 'Te damos gracias, Señor Dios todopoderoso, que eres y eras y has de venir, porque has tomado tu gran poder y has reinado.
Oí entonces una voz poderosa que proclamaba en el cielo: '¡Ahora ha llegado la salvación y el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios, ha sido expulsado del cielo! Ellos lo vencieron por la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron despreciando su propia vida hasta la muerte.
y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:'Grandes y maravillosas son tus obras,Señor Dios todopoderoso;justos y verdaderos son tus caminos,Rey de las naciones. ¿Quién no te temerá, Señor?¿Quién no glorificará tu nombre?Sólo tú eres santo;por eso, todas las naciones vendrány se postrarán delante de ti para adorarte, porque has puesto de manifiesto tus juicios'.
Después de esto escuché a una multitud inmensa que proclamaba en el cielo:'¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios,
y del trono salió una voz, diciendo:'¡Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y todos los que le reverenciáis, pequeños y grandes!' Oí también el clamor de una gran multitud. Era como el estruendo de grandes olas al romper contra los acantilados, o como el retumbar de fuertes truenos. Y aquel clamor decía: '¡Aleluya! El Señor, nuestro Dios todopoderoso, reina.
Muchos de aquellos visitantes se apresuraron a cortar hojas de palmera, y con ellas en las manos salían al camino a recibir a Jesús. Gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel!
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