Todos querían tocar a Jesús, porque sabían que el poder que salía de él los sanaría. Bendiciones
Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo poder en la tierra para perdonar pecados'. Entonces Jesús le dijo al que no podía caminar: 'Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.
Los discípulos preguntaban asombrados: --¿Quién será este hombre, que hasta el viento y las olas lo obedecen? Dos hombres con muchos demonios
Jesús recorría toda la región de Galilea. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios y sanaba a todos los que estaban enfermos. Jesús se hizo muy famoso en toda la región de Siria. La gente le traía personas que sufrían dolores y enfermedades, o que tenían demonios. También le traían a los que sufrían de ataques o que no podían caminar ni moverse, y a todos ellos los sanó.
Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego porque así lo quiero. Tengo poder para entregar mi vida, y tengo poder para volver a recibirla, pues esto es lo que mi Padre me ha ordenado hacer'.
El Hijo nos muestra el poder y la grandeza de Dios, porque es igual a Dios en todo, y con su gran poder hace que el universo siga existiendo. Él logró que Dios nos perdonara nuestros pecados, y después subió al cielo y se sentó a la derecha del trono de Dios. El Hijo de Dios es superior a los ángeles
Cuando Jesús terminó de hablar, todos los que escuchaban quedaron admirados de sus enseñanzas, porque Jesús hablaba con su propia autoridad, y no como los maestros de la Ley.
En cierta ocasión Jesús estaba enseñando en una casa. Allí estaban sentados algunos fariseos y algunos maestros de la Ley. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, de Judea, y de la ciudad de Jerusalén, para oír a Jesús. Y como Jesús tenía el poder de Dios para sanar enfermos,
Al anochecer, la gente llevó a muchas personas que tenían demonios. Jesús echó a los demonios con una sola palabra. También sanó a todos los enfermos que estaban allí. Así, Dios cumplió su promesa, tal como lo había anunciado el profeta Isaías en su libro: 'Él nos sanó de nuestras enfermedades'. Los que querían seguir a Jesús
Jesús puede salvar para siempre a los que quieren ser amigos de Dios por medio de él, pues vive para siempre y constantemente está pidiendo a Dios por ellos.
Jesús les dijo: --¿Por qué están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios! Jesús se levantó y les ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo. Los discípulos preguntaban asombrados: --¿Quién será este hombre, que hasta el viento y las olas lo obedecen? Dos hombres con muchos demonios
Jesús de Nazaret y Dios le dio el poder del Espíritu Santo. Como Dios estaba con él, Jesús hizo siempre lo bueno y sanó a todos los que vivían bajo el poder del diablo.
Dios ha hecho que Jesús se siente a la derecha de su trono, y lo ha nombrado Jefe y Salvador, para que el pueblo de Israel deje de pecar y Dios le perdone sus pecados.
Cristo existía antes de todas las cosas. Por medio de él, todo se mantiene en orden,
En cambio, para los que fueron elegidos por Dios, sean judíos o no, el poder y la sabiduría de Dios se han manifestado en la muerte del Mesías que Dios envió.
Jesús recorría todas las ciudades y pueblos. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios y sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades.
Jesús reunió a sus doce discípulos. A cada uno le dio poder para expulsar malos espíritus y para sanar toda clase de enfermedades.
Y dijo a los que estaban allí: 'Mi Padre me ha dado todo, y es el único que me conoce, porque soy su Hijo. Nadie conoce a mi Padre tan bien como yo. Por eso quiero hablarles a otros acerca de mi Padre, para que ellos también puedan conocerlo.
Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: --¡Un fantasma! ¡Un fantasma! en seguida Jesús les dijo: --¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!
Cuando los del pueblo reconocieron a Jesús, dieron aviso por toda la región. La gente llevó a los enfermos adonde estaba Jesús, y le rogaban que al menos los dejara tocar el borde de su manto. ¡Y todos los enfermos que tocaron el manto de Jesús quedaron sanos!
Mucha gente se le acercó llevando cojos, ciegos, mancos, mudos y muchos otros enfermos. Pusieron a todos esos enfermos delante de Jesús, y él los sanó. La gente se asombraba de ver a todos completamente sanos, y comenzó a alabar al Dios de los israelitas. Jesús da de comer a mucha gente
Por eso te llamaré Pedro, que quiere decir 'piedra'. Sobre esta piedra construiré mi iglesia, y la muerte no podrá destruirla. A ti, Pedro, te daré autoridad en el reino de Dios. Todas las cosas que tú prohíbas aquí en la tierra, desde el cielo Dios las prohibirá. Y las cosas que tú permitas, también Dios las permitirá.
Jesús les respondió: --Porque ustedes no confían en Dios. Les aseguro que si tuvieran una confianza tan pequeña como un grano de mostaza, podrían ordenarle a esta montaña que se moviera de su lugar, y les obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes! Jesús habla otra vez de su muerte
'Les aseguro que cualquier cosa que ustedes prohíban aquí en la tierra, desde el cielo Dios la prohibirá. Y cualquier cosa que ustedes permitan, también Dios la permitirá. 'Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedirle algo a Dios que está en el cielo, él se lo dará. Porque allí donde dos o tres de ustedes se reúnan en mi nombre, allí estaré yo.
Él se acercó y les dijo: 'Dios me ha dado todo el poder para que gobierne en todo el universo.
La gente se quedó muy asombrada, y se preguntaba: '¿Qué es esto? ¿Una nueva enseñanza? ¿Qué clase de poder tiene este hombre? Con autoridad y poder ordena a los espíritus malos que salgan, ¡y ellos le obedecen!' Y Jesús se hizo famoso en toda la región de Galilea. Jesús sana a mucha gente
Cuando Jesús vio la gran confianza que tenían en él aquellos hombres, le dijo al paralítico: 'Amigo, te perdono tus fpecados'. Al oír lo que Jesús le dijo al paralítico, unos fmaestros de la Ley que allí estaban pensaron: '¿Cómo se atreve este a hablar así? ¡Lo que dice es una ofensa contra Dios! Sólo Dios puede perdonar pecados'. Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les dijo: '¿Por qué piensan así? Díganme, ¿qué es más fácil: perdonar a este enfermo, o sanarlo? Pues voy a demostrarles que yo, el fHijo del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar pecados'. Entonces le dijo al que no podía caminar: 'Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'. En ese mismo instante, y ante la mirada de todos, aquel hombre se levantó, tomó la camilla y salió de allí. Al verlo, todos se quedaron admirados y comenzaron a alabar a Dios diciendo: '¡Nunca habíamos visto nada como esto!' Jesús llama a Mateo
Aunque Jesús había sanado a muchos, todavía quedaba una gran cantidad de enfermos que lo rodeaba y que quería tocarlo para quedar sanos. Cuando los fespíritus malos veían a Jesús, caían al suelo y gritaban: '¡Tú eres el Hijo de Dios!'
Jesús se levantó y ordenó al viento y al mar que se calmaran. En seguida el viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: --¿Por qué estaban tan asustados? ¿Todavía no confían en mí? Pero ellos estaban muy asombrados, y se decían unos a otros: '¿Quién es este hombre, que hasta el viento y el mar le obedecen?'
Jesús y sus fdiscípulos cruzaron el Lago de Galilea y llegaron a un lugar cerca del pueblo de Gerasa. Allí había un cementerio, donde vivía un hombre que tenía un fespíritu malo. Nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. ¡Cuántas veces lo habían encadenado y le habían sujetado los pies con gruesos aros de hierro! Pero él rompía las cadenas y despedazaba los aros. ¡Nadie podía con su terrible fuerza! Día y noche andaba en el cementerio y por los cerros, dando gritos y lastimándose con piedras. En el momento en que Jesús bajaba de la barca, el hombre salía del cementerio, y al ver a Jesús a lo lejos, corrió y se puso de rodillas delante de él. Jesús ordenó al espíritu malo: --¡Espíritu malo, sal de este hombre! Entonces el espíritu malo le contestó a gritos: --¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? ¡No me hagas sufrir! ¡Por Dios, te pido que no me hagas sufrir! Jesús le preguntó: --¿Cómo te llamas? Él respondió: --Me llamo Ejército, porque somos muchos los malos espíritus que estamos dentro de este hombre. Por favor, te ruego que no nos mandes a otra parte. En una colina, cerca de donde estaban, había unos dos mil cerdos comiendo. Entonces los malos espíritus le rogaron a Jesús: --¡Déjanos entrar en esos cerdos! Jesús les dio permiso, y ellos salieron del hombre y entraron en los cerdos. Los animales echaron a correr cuesta abajo, hasta que cayeron en el lago y se ahogaron. Los que cuidaban los cerdos corrieron al pueblo y contaron a todos lo que había sucedido. La gente fue a ver qué había pasado. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron al hombre que antes estaba endemoniado, y lo encontraron sentado, vestido y portándose normalmente. Los que estaban allí temblaban de miedo. Las personas que vieron cómo Jesús había sanado a aquel hombre empezaron a contárselo a todo el mundo. Pero la gente le pidió a Jesús que se fuera a otro lugar. Cuando Jesús estaba subiendo a la barca, el hombre que ahora estaba sano le rogó que lo dejara ir con él. Pero Jesús le dijo: --Vuelve a tu casa y cuéntales a tu familia y a tus amigos todo lo que Dios ha hecho por ti, y lo bueno que ha sido contigo. El hombre se fue, y en todos los pueblos de la región de Decápolis contaba lo que Jesús había hecho por él. La gente escuchaba y se quedaba asombrada. Una niña muerta y una mujer enferma
Entre la gente iba una mujer que había estado enferma durante doce años, pues perdía mucha sangre. Había gastado en médicos todo el dinero que tenía, pero ellos no habían podido sanarla; más bien, la maltrataron más. Cada día se ponía más enferma. La mujer había oído hablar de Jesús, y pensaba: 'Si tan sólo pudiera tocar su ropa, sanaría'. Por eso, cuando vio a Jesús, se abrió paso entre la gente, se le acercó por detrás y le tocó la ropa. Inmediatamente dejó de sangrar y supo que ya estaba sana. Jesús se dio cuenta de que había salido poder de él. Entonces miró a la gente y preguntó: --¿Quién me tocó la ropa? Sus fdiscípulos le respondieron: --¡Mira cómo se amontona la gente sobre ti! ¿Y todavía preguntas quién te tocó la ropa? Pero Jesús miraba y miraba a la gente para descubrir quién lo había tocado. La mujer, sabiendo lo que le había pasado, fue y se arrodilló delante de él, y temblando de miedo le contó toda la verdad. Jesús le dijo: --Hija, has sido sanada porque confiaste en Dios. Vete tranquila.
La tomó por la mano y le dijo en idioma arameo: --¡Talitá, cum! Eso quiere decir: 'Niña, levántate'. En ese mismo instante la niña, que tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Cuando la gente la vio, se quedó muy asombrada.
Reunió a los doce apóstoles y los envió de dos en dos. Les dio poder para expulsar de la gente a los fespíritus malos,
A donde quiera que iba Jesús, ya fuera por aldeas, pueblos o campos, la gente ponía a los enfermos en las calles. Y cuando él pasaba, le rogaban que dejara que los enfermos tocaran aunque fuera el borde de su ropa. Y todos los que lo tocaban quedaban sanos.
Jesús le ordenó a la gente que se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes y dio gracias a Dios. Partió los panes en pedazos y se los entregó a sus discípulos para que los repartieran entre la gente. Ellos hicieron lo que Jesús les había mandado. Como también tenían unos cuantos pescaditos, Jesús dio gracias y mandó que los repartieran. Todos los que estaban allí comieron hasta quedar satisfechos, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas. Los que comieron eran como cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió,
Jesús le preguntó: --¿Puedes confiar en Dios? Para el que confía en él, todo es posible.
Jesús los miró y les dijo: --Para los seres humanos eso es imposible. Pero todo es posible para Dios.
Los que confíen en mí y usen mi nombre podrán hacer cosas maravillosas: Podrán expulsar fdemonios; podrán hablar idiomas nuevos y extraños; podrán agarrar serpientes o beber algo venenoso, y nada les pasará. Además, pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán'. Jesús sube al cielo
'El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me eligió para dar buenas noticias a los pobres. 'Dios me envió para anunciar libertad a los prisioneros, para devolverles la vista a los ciegos, para rescatar a los que son maltratados y para decir: '¡Este es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación!''
La gente se asombró mucho, y decía: '¿Qué clase de poder tiene este hombre? Con autoridad y poder les ordena a los espíritus malos que salgan, y ellos le obedecen'. En toda aquella región se hablaba de Jesús y de lo que él hacía. Jesús sana a mucha gente
Un día, Jesús estaba en un pueblo. De pronto, llegó un hombre que estaba enfermo de lepra; se inclinó delante de Jesús hasta tocar el suelo con su frente, y le suplicó: --Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo? Jesús extendió la mano, tocó al enfermo y le dijo: --¡Sí quiero! ¡Queda sano! De inmediato, el hombre quedó completamente sano.
Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar pecados'. Entonces le dijo al hombre que no podía caminar: 'Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.
Jesús y los doce apóstoles bajaron de la montaña y se fueron a una llanura. Allí se habían reunido muchos de sus seguidores. También estaban allí muchas personas de la región de Judea, de Jerusalén y de las ciudades de Tiro y Sidón. Habían llegado para escuchar a Jesús y para que los sanara de sus enfermedades. Los que tenían espíritus malos también quedaron sanos. Todos querían tocar a Jesús, porque sabían que el poder que salía de él los sanaría. Bendiciones
Entonces se acercó y tocó la camilla. Los hombres dejaron de caminar, y Jesús le dijo al muerto: '¡Joven, te ordeno que te levantes!' El muchacho se levantó y empezó a hablar. Entonces Jesús llevó al muchacho a donde estaba su madre.
En ese momento, Jesús sanó a muchos que estaban enfermos y que sufrían mucho. También sanó a los que tenían espíritus malos, y a muchos ciegos les devolvió la vista.
Luego les dijo a los discípulos: --¡Ustedes no confían en mí! Pero ellos estaban tan asustados y asombrados que se decían: '¿Quién es este hombre, que hasta el viento y las olas le obedecen?' El hombre con muchos demonios
Entre esa gente estaba una mujer que desde hacía doce años tenía una enfermedad que le hacía perder mucha sangre. Había gastado mucho dinero en médicos, pero ninguno había podido sanarla. Ella se acercó a Jesús por detrás, tocó levemente su manto y en seguida quedó sana. Entonces Jesús le preguntó a la gente: --¿Quién me tocó? Como todos decían que no habían sido ellos, Pedro le dijo: --Maestro, ¿no ves que todos se amontonan a tu alrededor y te empujan? Pero Jesús volvió a decirles: --Estoy seguro de que alguien me ha tocado, pues sentí que de mí salió poder. Cuando la mujer vio que ya no podía esconderse, temblando de miedo fue y se arrodilló delante de Jesús. Luego, frente a todos los que estaban allí, contó por qué había tocado el manto de Jesús y cómo de inmediato había quedado sana. Jesús entonces le dijo a la mujer: --Hija, fuiste sanada porque confiaste en mí. Puedes irte en paz.
Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio poder para sanar enfermedades y autoridad sobre todos los demonios. Luego los envió a anunciar las buenas noticias del reino de Dios y a sanar a los enfermos.
Pero tan pronto como la gente se dio cuenta de que Jesús se había ido a Betsaida, lo siguió. Jesús recibió a toda la gente amablemente y empezó a hablarles acerca del reino de Dios. También sanó a los enfermos.
Toda la gente estaba asombrada del gran poder de Dios. Mientras la gente seguía asombrada por todo lo que Jesús hacía, él les dijo a sus discípulos: Jesús habla otra vez de su muerte
Los setenta y dos discípulos que Jesús había enviado regresaron muy contentos y le dijeron: --¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando los reprendemos en tu nombre! Jesús les dijo: --Yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder para que ni las serpientes ni los escorpiones les hagan daño, y para que derroten a Satanás, su enemigo.
Ahora quédense en la ciudad, porque muy pronto les enviaré a quien mi Padre prometió. No se vayan a ningún otro lado hasta que reciban el poder que Dios les enviará'. Jesús sube al cielo
Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único de Dios, pues nos ha mostrado todo el amor y toda la verdad.
Jesús les dijo a los sirvientes: 'Llenen de agua esas tinajas'. Los sirvientes llenaron las tinajas hasta el borde. Luego Jesús les dijo: 'Ahora, saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta, para que lo pruebe'. Así lo hicieron. El encargado de la fiesta probó el agua que había sido convertida en vino, y se sorprendió, porque no sabía de dónde había salido ese vino. Pero los sirvientes sí lo sabían. En seguida el encargado de la fiesta llamó al novio
Porque así como mi Padre hace que los muertos vuelvan a vivir, así también yo le doy vida a quien quiero.
'Les aseguro que todo el que preste atención a lo que digo, y crea en Dios, quien me envió, tendrá vida eterna. Aunque antes vivía alejado de Dios, ya no será condenado, pues ha recibido la vida eterna. Una cosa es cierta, ahora es cuando los que viven alejados de Dios me oirán a mí, que soy su Hijo. Si obedecen todo lo que digo, tendrán vida eterna.
Jesús les dijo: --Yo soy ese pan que da vida. El que confía en mí nunca más volverá a tener hambre; el que cree en mí, nunca más volverá a tener sed.
El que da vida eterna es el Espíritu de Dios; ninguna persona puede dar esa vida. Las palabras que les he dicho vienen del Espíritu que da esa vida.
Jesús volvió a hablarle a la gente: --Yo soy la luz que alumbra a todos los que viven en este mundo. Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la luz que les da vida.
'Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente.
y yo les doy vida eterna; nadie me los quitará. Dios mi Padre me los ha dado; él es más poderoso que todos, y nadie puede quitárselos. Mi Padre y yo somos uno solo.
A esto Jesús respondió: --Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos vuelvan a vivir. Quien pone su confianza en mí, aunque muera, vivirá. Los que todavía viven y confían en mí, nunca morirán para siempre. ¿Puedes creer esto?
Jesús le respondió: --Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre.
Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho. Yo haré todo lo que ustedes me pidan. De ese modo haré que la gente vea, a través de mí, el poder que tiene Dios el Padre. Yo haré todo lo que ustedes me pidan. Jesús promete enviar al Espíritu Santo
'El discípulo que sigue unido a mí, y yo unido a él, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada.
Les digo estas cosas para que estén unidos a mí y así sean felices de verdad. Pero tengan valor: yo he vencido a los poderes que gobiernan este mundo.
'Tú me diste autoridad sobre todos los que viven en el mundo, y también poder para dar vida eterna a todos los que me diste como mis seguidores.
Pero quiero que sepan que el Espíritu Santo vendrá sobre ustedes, y que recibirán poder para hablar de mí en Jerusalén, en todo el territorio de Judea y de Samaria, y hasta en los lugares más lejanos del mundo. Jesús sube al cielo
'Escúchenme bien, porque voy a hablarles de Jesús, el que vivía en Nazaret. Todos nosotros sabemos que Dios envió a Jesús. También sabemos que Dios le dio grandes poderes porque lo vimos hacer grandes maravillas y señales.
'Israelitas, ustedes tienen que reconocer, de una vez por todas, que a este mismo Jesús, a quien ustedes mataron en una cruz, Dios le ha dado poder y autoridad sobre toda la humanidad'.
Sin embargo, Pedro le dijo: 'No tengo oro ni plata, pero te voy a dar lo que sí tengo: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, te ordeno que te levantes y camines'.
Ustedes y toda la gente de Israel deben saber que este hombre está aquí, completamente sano, gracias al poder de Jesús de Nazaret, el Mesías. Ustedes ordenaron que lo mataran en una cruz, pero Dios lo ha resucitado.
Ayúdanos a sanar a los enfermos, y a hacer milagros y señales maravillosas. Así harás que la gente vea el poder de Jesús, a quien tú llamaste a tu servicio'.
Por medio de los apóstoles, Dios seguía haciendo milagros y señales maravillosas entre la gente. Todos los días, los seguidores de Jesús se reunían en el Portón de Salomón,
La muchacha hizo eso durante varios días, hasta que Pablo no aguantó más y, muy enojado, le dijo al espíritu: '¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de esta muchacha!' Al instante, el espíritu salió de ella.
Si por el pecado de Adán, la muerte reina en el mundo, con mayor razón, por medio de Jesucristo, nosotros reinaremos en la nueva vida. Pues Dios nos ama, y nos ha aceptado sin pedirnos nada a cambio.
Sabemos que Jesucristo resucitó y nunca más volverá a morir, pues la muerte ya no tiene poder sobre él. Cuando Jesucristo murió, el pecado perdió para siempre su poder sobre él. La vida que ahora vive, es para agradar a Dios.
Dios resucitó a Jesús, y él también hará que los cuerpos muertos de ustedes vuelvan a vivir, si el Espíritu de Dios vive en ustedes. Esto Dios lo hará por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.
Y así como Dios hizo que Jesucristo volviera a vivir, así también a nosotros nos dará vida después de la muerte, pues tiene el poder para hacerlo.
pero Dios me ha contestado: 'Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad'. Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí.
Que entiendan bien el gran poder con que nos ayuda en todo. Es un poder sin límites, el mismo que Dios usó para resucitar a Cristo y darle un lugar en el cielo, a la derecha de su trono. Con ese gran poder, Dios le dio a Cristo dominio sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad, y sobre todo lo que existe en este mundo y en el nuevo mundo que vendrá.
Por la inmensa riqueza de su gloria, pido a Dios que por medio de su Espíritu los haga cristianos fuertes de ánimo. También le pido a Dios que Jesucristo viva en sus corazones, gracias a la confianza que tienen en él, y que vivan sólo para amar a Dios y a los demás.
Por eso Dios le otorgó el más alto privilegio, y le dio el más importante de todos los nombres, para que ante él se arrodillen todos los que están en el cielo, y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra; para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre. Cómo vivir en este mundo
Por medio de él, Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, lo que puede verse y lo que no se puede ver, y también los espíritus poderosos que tienen dominio y autoridad. En pocas palabras: Dios creó todo por medio de Cristo y para Cristo. Cristo existía antes de todas las cosas. Por medio de él, todo se mantiene en orden,
Y en él se encuentra todo el poder divino. Por medio de Cristo, Dios hizo que todo el universo volviera a estar en paz con él. Y esto lo hizo posible por medio de la muerte de su Hijo en la cruz. Cristo nos hace amigos de Dios
Cristo es completamente igual a Dios, y reina sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad. A ustedes no les falta nada, pues están unidos a Cristo.
Cuando les anunciamos la buena noticia, no lo hicimos sólo con palabras. Al contrario, cuando estuvimos entre ustedes dejamos bien claro que tenemos el poder de Dios y que el Espíritu Santo actúa por medio de nosotros, para el bien de ustedes.
Los destruirá para siempre y los echará lejos de su presencia, donde no podrán compartir su gloria y su poder.
Esto es verdad, y todos deben creerlo: Jesucristo vino a este mundo para salvar a los pecadores del castigo que merecen, ¡y yo soy el peor pecador de todos! Pero Dios fue bueno y me salvó. Así demostró la gran paciencia que Jesucristo tuvo conmigo. Lo hizo para que otros sigan mi ejemplo y confíen en Cristo para tener vida eterna. ¡Alabemos y honremos siempre al Rey eterno, al Dios único e invisible, que vive por siempre! Amén.
Dios nos mostró ese gran amor por medio de lo que Jesucristo nuestro Salvador hizo por nosotros. Porque él destruyó la muerte y, por medio de la buena noticia, nos ha dado la vida eterna.
Nosotros somos seres de carne y hueso. Por eso Jesús se hizo igual a nosotros. Sólo así podía morir para vencer al diablo, que tenía poder para matar a hombres y mujeres. Y con su muerte, dio libertad a los que se pasaban la vida con miedo a la muerte.
El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios. Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama.
Cristo hizo suyos nuestros pecados, y por eso murió en la cruz. Lo hizo para que nosotros dejemos por completo de hacer el mal y vivamos haciendo el bien. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados.
Porque Cristo murió una vez y para siempre para perdonarnos nuestros pecados. Él era bueno e inocente, y sufrió por los pecadores, para que ustedes pudieran ser amigos de Dios. Los que mataron a Cristo destruyeron su cuerpo, pero él resucitó para vivir como espíritu.
Pero el que siempre hace lo malo es amigo del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el día en que Dios creó al mundo. Por esta razón vino el Hijo de Dios al mundo: para destruir todo lo que hace el diablo.
En realidad, todo el que es hijo de Dios vence lo malo de este mundo, y todo el que confía en Jesucristo obtiene la victoria. El que cree que Jesús es el Hijo de Dios vence al mundo y su maldad. Quién es Jesucristo
El Señor todopoderoso, el que vive, siempre ha vivido y está por llegar, dice: 'Yo soy el principio y el fin'. Visión sobre Jesucristo
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