“Habéis oído que antes se dijo: ‘No cometas adulterio.’ Pero yo os digo que cualquiera que mira con codicia a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Pero ¡qué imprudente es el que anda con la mujer ajena! ¡El que lo hace se destruye a sí mismo!
Yo os digo que el que se separa de su esposa, a no ser por motivo de inmoralidad sexual, y se casa con otra, comete adulterio.
Es fácil descubrir cómo se portan quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas,
¡Oh, gente infiel!, ¿no sabéis que ser amigos del mundo es ser enemigos de Dios? Cualquiera que decide ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios.
Pues la mujer ajena habla con dulzura y su voz es más suave que el aceite, pero termina siendo más amarga que el ajenjo y más cortante que una espada de dos filos. Andar con ella conduce a la muerte; sus pasos llevan directamente al sepulcro.
Porque del corazón del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad sexual, los robos, las mentiras y los insultos.
Jesús les dijo: –El que se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
No desvíes hacia esa mujer tus pensamientos; no te pierdas por ir tras ella, porque a muchos los ha herido de muerte. ¡Sus víctimas son numerosas! Tomar el camino de su casa es tomar el camino de la muerte.
He encontrado algo más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.
El Señor dice: “¿Cómo voy a perdonarte todo esto? Tus hijos me han abandonado y juran por dioses que no son dioses. Les di comida en abundancia, pero me fueron infieles y en masa se entregaron a la prostitución. Como caballos sementales en celo, relinchan por la mujer de su prójimo.
Codician terrenos, y se apoderan de ellos; codician casas, y las roban. Oprimen a los hombres, y a sus familias y propiedades.
Jesús les contestó: –¿No habéis leído en la Escritura que Dios, al principio, ‘hombre y mujer los creó’? Y dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’ Así que ya no son dos, sino uno solo. Por lo tanto, no separe el hombre lo que Dios ha unido.
Por ejemplo, una mujer casada está sujeta por la ley a su esposo mientras él vive; pero si el esposo muere, la mujer queda liberada de esa ley por la que le estaba sujeta. Ahora bien, si lo que no quiero hacer es lo que hago, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer lo bueno, solo encuentro lo malo a mi alcance. En mi interior me agrada la ley de Dios; pero veo en mí otra ley, que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado que está en mí y me tiene preso. ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión: entiendo que debo someterme a la ley de Dios, pero en lo débil de mi condición humana estoy sometido a la ley del pecado. Por eso, si la mujer, en vida de su esposo, tiene relaciones con otro hombre, comete adulterio; pero si el esposo muere, ella queda liberada de esa ley y puede casarse con otro sin cometer adulterio.
‘La mujer que es infiel a su marido recibe a extraños. A toda prostituta se le da un pago; pero tú eras más bien quien ofrecías regalos a todos tus amantes y les pagabas para que vinieran de todas partes a pecar contigo. En tu prostitución has hecho lo contrario de lo que hacen otras mujeres: nadie te busca para pecar, ni ellos te pagan a ti, sino que tú les pagas a ellos. ¡Tan solo en esto eres diferente!
Te librarán también de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras que abandona al compañero de su juventud y olvida su compromiso con Dios.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Quien ama al mundo no ama al Padre, porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas.
La mujer infiel actúa así: come, se limpia la boca y afirma que no ha hecho nada malo.
Eras como una esposa joven, abandonada y afligida, pero tu Dios te ha vuelto a llamar y te dice:
Haced morir, pues, todo lo que de terrenal hay en vosotros: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni sea avaro, que es una forma de idolatría.
Portémonos con decencia, como en pleno día. No andemos en borracheras y comilonas, ni en inmoralidades y vicios, ni en discordias y envidias.
Si alguno de vosotros sufre, que no sea por asesino, ladrón o criminal, ni por meterse en asuntos ajenos.
Porque si seguimos pecando intencionadamente después de haber conocido la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados.
“No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo o su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.”
adoran ídolos y practican la brujería. Mantienen odios, discordias y celos. Se irritan fácilmente, provocan rivalidades, divisiones y partidismos.
Lo que quise decir es que no debéis tener trato con ninguno que, llamándose hermano, sea inmoral, avaro, idólatra, chismoso, borracho o ladrón. Con gente así, ni siquiera os sentéis a comer.
No critiques al rey ni siquiera con el pensamiento. No hables mal del rico, aunque estés a solas, porque las aves vuelan y pueden ir a contárselo.
Unos fariseos se acercaron a Jesús, y para tenderle una trampa le preguntaron: –¿Le está permitido a uno separarse de su esposa por un motivo cualquiera? Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros. Jesús les contestó: –¿No habéis leído en la Escritura que Dios, al principio, ‘hombre y mujer los creó’? Y dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’ Así que ya no son dos, sino uno solo. Por lo tanto, no separe el hombre lo que Dios ha unido. Ellos le preguntaron: –¿Por qué, pues, mandó Moisés entregar a la esposa un certificado de separación cuando se la despide? Jesús les dijo: –Precisamente por lo tercos que sois os permitió Moisés separaros de vuestras esposas; pero al principio no fue así. Yo os digo que el que se separa de su esposa, a no ser por motivo de inmoralidad sexual, y se casa con otra, comete adulterio.
A los casados les doy este mandato, que no es mío sino del Señor: que la esposa no se separe de su esposo. Ahora bien, en caso de que la esposa se separe de su esposo, que no se vuelva a casar o que se reconcilie con él. De la misma manera, el esposo no debe divorciarse de su esposa.
El Señor Dios de Israel, el todopoderoso, dice: “¡Cuidad, pues, de vuestro propio espíritu y no seáis infieles; pues yo aborrezco al que repudia a su esposa y se mancha cometiendo tal maldad!”
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona.
Así que ya no son dos, sino uno solo. Por lo tanto, no separe el hombre lo que Dios ha unido.
En cuanto a vosotros, los maridos, sed comprensivos con vuestras mujeres. Dadles el honor que les corresponde, no solamente porque la mujer es más delicada, sino también porque Dios, en su bondad, les ha prometido la misma vida que a vosotros. Hacedlo así para que nada estorbe vuestras oraciones.
llenadme de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito. Porque no tengo a nadie más que piense igual que yo y que de veras se preocupe por vuestro bien; todos buscan su interés personal y no el interés de Jesucristo. Pero ya sabéis del buen comportamiento de Timoteo y de cómo ha servido conmigo en el anuncio del mensaje, ayudándome como si fuera mi hijo. Así que espero enviároslo en cuanto yo sepa cómo van mis asuntos; aunque confío en el Señor que también yo mismo iré pronto. Igualmente me ha parecido necesario enviaros al hermano Epafrodito, mi compañero de trabajo y de armas, a quien vosotros mismos me mandasteis para atender mis necesidades. Él deseaba mucho veros a todos, y se sentía muy preocupado porque os habíais enterado de que se encontraba enfermo. Y es cierto que lo estuvo, y hasta a punto de morir; pero Dios tuvo compasión de él, y no solo de él sino también de mí, para que yo no tuviera más penas de las que ya tengo. Por eso os lo he enviado a toda prisa, para que os alegréis al verle de nuevo y yo no tenga tanta tristeza. Recibidle con toda alegría, como a hermano en el Señor, y estimad siempre a quienes son como él, No hagáis nada por rivalidad u orgullo, sino con humildad; y considere cada uno a los demás como mejores que él mismo. que estuvo a punto de morir por servir a Cristo. Puso en peligro su vida por prestarme los servicios que vosotros no podíais prestarme personalmente. Que nadie busque su propio bien, sino el bien de los otros.
“También se dijo: ‘Cualquiera que se separe de su esposa deberá darle un certificado de separación.’ Pero yo os digo que todo aquel que se separa de su esposa, a no ser en caso de inmoralidad sexual, la pone en peligro de cometer adulterio. Y el que se casa con una mujer separada también comete adulterio.
En cuanto a los demás, os digo (como cosa mía y no del Señor): si la mujer de algún hermano no es creyente, pero se muestra de acuerdo en seguir viviendo con él, que el hermano no se divorcie de ella. Y si una mujer creyente está casada con un hombre no creyente que se muestra de acuerdo en seguir viviendo con ella, que no se divorcie de él. Pues el esposo no creyente es santificado por su unión con una mujer creyente, y la mujer no creyente es santificada por su unión con un esposo creyente. De otra manera, vuestros hijos serían impuros; pero, de hecho, ya forman parte del pueblo santo. Ahora bien, si el esposo o la esposa no creyentes insisten en separarse, que lo hagan. En estos casos, el hermano o la hermana quedan en libertad, porque Dios os ha llamado a vivir en paz.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán como una sola persona.
Jesús les contestó: –¿No habéis leído en la Escritura que Dios, al principio, ‘hombre y mujer los creó’? Y dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’
En cambio, el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene cosas como estas.
Jesús les dijo: –Precisamente por lo tercos que sois os permitió Moisés separaros de vuestras esposas; pero al principio no fue así.
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito.
pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.
Vosotros no habéis pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y podéis confiar en Dios, que no os dejará sufrir pruebas más duras de lo que podáis soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios os dará también el modo de salir de ella, para que podáis soportarla.
Mujer ejemplar no es fácil hallarla; ¡vale más que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella y nunca le faltan ganancias. Brinda a su esposo grandes satisfacciones todos los días de su vida.
Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios y él se la dará; pues Dios da a todos, sin limitaciones y sin hacer reproches.
La mujer casada está sujeta a su esposo mientras él vive; pero si el esposo muere, ella queda en libertad de casarse con quien quiera, con tal de que sea un creyente.
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
No os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración. Pedidle, y también dadle gracias. Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús.
Luego Isaac llevó a Rebeca a la tienda de campaña de su madre Sara, y se casó con ella. Isaac amó mucho a Rebeca, y así se consoló de la muerte de su madre.
Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo; si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás; las llamas no arderán en ti.
El que tiene amor no hace daño al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley.
No os engañéis: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, eso mismo se cosecha. El que siembra la semilla de sus malos deseos, de sus malos deseos recogerá una cosecha de muerte; el que siembra la semilla del Espíritu, del Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna.
Cuando los muertos resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como los ángeles que están en el cielo.
Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos se apartarán de la fe para seguir a espíritus engañadores y enseñanzas que vienen de los demonios.
pero el trabajo de cada cual se mostrará claramente el día del juicio, porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará el valor del trabajo de cada uno.
Como no quisieron reconocer a Dios, él los ha abandonado a sus perversos pensamientos, para que hagan lo que no deben hacer.
porque tu creador te tomará por esposa. Su nombre es Señor todopoderoso; tu redentor es el Dios Santo de Israel, el Dios de toda la tierra.
Sed buenos y compasivos unos con otros, y perdonaos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
Que todos respeten el matrimonio y mantengan la pureza de sus relaciones matrimoniales, porque Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.
Pero yo os digo que todo aquel que se separa de su esposa, a no ser en caso de inmoralidad sexual, la pone en peligro de cometer adulterio. Y el que se casa con una mujer separada también comete adulterio.
“Si un hombre se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una mujer separada, también comete adulterio.
La prostituta va tras un bocado de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale.
Huid, pues, de la inmoralidad sexual. Ningún otro pecado afecta al cuerpo de la persona que lo comete, pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo.
Pero yo os digo que cualquiera que mira con codicia a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
“No te acuestes con la mujer de tu prójimo ni tengas relaciones sexuales con ella, para que no te hagas impuro por esa causa.
“Si un hombre es sorprendido acostado con una mujer casada, los dos serán condenados a muerte. Así acabaréis con el mal que haya en Israel.
y vio también que yo repudié a la rebelde Israel y que me divorcié de ella precisamente por el adulterio cometido. Pero Judá, la infiel hermana de Israel, no tuvo temor, sino que también ella se dio a la prostitución.
Practicaste la prostitución con tus vecinos, esos egipcios de gran potencia sexual, y provocaste mi ira con tus continuos actos de prostitución.
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