El nacimiento de Jesús tuvo lugar en un pueblo de Judea llamado Belén, en tiempos del rey Herodes. Por aquellos días llegaron a Jerusalén unos magos procedentes de oriente, los cuales preguntaban: ¿Dónde se encuentra el rey de los judíos que acaba de nacer? Nosotros, en oriente, vimos su estrella, y hemos venido a adorarlo.
el cual añadió: No temas, María, porque Dios te ha escogido para llenarte de bendición. Pronto quedarás encinta, y tendrás un hijo al que pondrás por nombre Jesús.
Por esa razón, José, que era del linaje de David, tuvo que viajar desde Nazaret, un pueblo de Galilea, a Belén, la ciudad de David, en Judea. Fue allá para ser empadronado juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.
Llegados a Belén, se le cumplió a María el tiempo de su gestación y dio a luz a su primer hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado habitación en la posada del pueblo. Los pastores y los ángeles
Respondió el ángel: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder de Dios te cubrirá con su sombra. Por eso, el santo ser que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
Cuando ese hijo nazca, tú le pondrás por nombre Jesús. Lo llamarás así porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por boca del profeta, que dijo: 'La virgen quedará encinta, y tendrá un hijo que se llamará Emanuel' (que significa: 'Dios está con nosotros').
entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose delante de él, lo adoraron. Abrieron los cofres que llevaban y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
y dio a luz a su primer hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado habitación en la posada del pueblo. Los pastores y los ángeles
pero el ángel les dijo: ¡No os asustéis! Yo he venido a traeros noticias que llenarán de alegría los corazones. Hoy, en Belén, la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.
Pero en el momento previsto, Dios nos envió a su Hijo, que nació de una mujer en el seno del pueblo judío. Lo envió para que comprase nuestra libertad; para que, liberándonos de una ley que nos hacía esclavos, recibiésemos la adopción de hijos.
Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por boca del profeta, que dijo: 'La virgen quedará encinta, y tendrá un hijo que se llamará Emanuel' (que significa: 'Dios está con nosotros').
Aquella Palabra se hizo hombre, y como hombre vivió entre nosotros con plenitud de gracia y de verdad. Y fuimos testigos de su gloria, la gloria que pertenece al Hijo único de Dios Padre.
Por esa razón, José, que era del linaje de David, tuvo que viajar desde Nazaret, un pueblo de Galilea, a Belén, la ciudad de David, en Judea. Fue allá para ser empadronado juntamente con María, su esposa, que estaba encinta. Llegados a Belén, se le cumplió a María el tiempo de su gestación y dio a luz a su primer hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado habitación en la posada del pueblo. Los pastores y los ángeles
Repentinamente apareció con el ángel una inmensa multitud de las huestes celestiales, que entonaban un canto de alabanza a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los que son de su agrado!
El nacimiento de Jesucristo sucedió de este modo: María, su madre, estaba comprometida en matrimonio con José, pero antes de hacer vida conyugal se encontró encinta por la acción del Espíritu Santo. José, que era un hombre bueno y justo, al conocer el estado de María, y para no manchar su reputación, decidió separarse de ella en secreto.
Aquella misma noche, en un lugar cercano, unos pastores estaban velando y cuidando su rebaño. De pronto se les apareció un ángel, y la gloria del Señor los iluminó con un gran resplandor. Los pastores fueron presa de espanto, pero el ángel les dijo: ¡No os asustéis! Yo he venido a traeros noticias que llenarán de alegría los corazones. Hoy, en Belén, la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal para reconocerlo: hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Cuando aquel gran ejército de ángeles regresó al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: ¡Corramos, pues, a Belén, a contemplar la maravilla que el Señor nos ha manifestado! Se dirigieron presurosos al pueblo, y pronto encontraron a María y a José, y con ellos al recién nacido acostado en el pesebre.
Pronto quedarás encinta, y tendrás un hijo al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David, y reinará perpetuamente en Israel. Su reino no tendrá fin.
Después de haber escuchado al rey, los magos continuaron su camino; y la estrella que habían visto en oriente iba delante de ellos, guiándolos, hasta que al fin se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Los magos, que al ver la estrella se habían llenado de alegría, entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose delante de él, lo adoraron. Abrieron los cofres que llevaban y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
En cuanto a los pastores, se volvieron al campo y a su rebaño alabando a Dios por la visita de los ángeles y porque habían visto al niño, tal como se les había dicho. Presentación de Jesús en el templo
Simeón, después de bendecirlos, le dijo a María: Mira, por causa de este niño, muchos caerán y muchos se levantarán en Israel. Será motivo de contradicción, y pondrá al descubierto los más íntimos pensamientos de muchos corazones. En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma.
Luego emprendieron el regreso a su país, aunque tomando un camino diferente del que habían traído, porque en sueños les fue revelado que no debían pasar de nuevo por Jerusalén para informar a Herodes. La huida a Egipto
Puesto que nosotros, hijos de Dios, somos seres de carne y hueso, también de carne y hueso nació Cristo Jesús; porque solamente siendo de naturaleza igual a la nuestra podía morir, para destruir con su propia muerte al que tenía el imperio de la muerte, es decir, al diablo. Y solo así podía liberar a quienes, por temor a la muerte, estaban sometidos a esclavitud a lo largo de toda su vida.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Entonces María, tomando la palabra, dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
¡Bendito sea el Señor Dios de Israel, que ha venido a visitar y redimir a su pueblo! Porque nos envía un poderoso Salvador que desciende de David, 'su siervo. Así lo había prometido en tiempos pasados por medio de sus santos 'profetas:
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por medio del profeta: 'De Egipto llamé a mi hijo'.
José, al despertar de aquel sueño, obedeció lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó por esposa a María. Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que nació su hijo, al que José puso el nombre de Jesús.
En cuanto a ti, niño, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando su camino y proclamando salvación para su pueblo mediante el perdón de sus pecados. Una salvación que alcanzará merced a la entrañable misericordia del Dios nuestro, que desde los cielos nos ha dado el amanecer de un nuevo día, cuya luz alumbra a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, y encamina nuestros pasos por senderos de paz.
a lo cual añade el profeta Isaías: 'De la raíz de Isaí se alzará el que gobernará a los gentiles, los cuales solo en él pondrán su esperanza'.
Había en Jerusalén un hombre recto, piadoso y lleno del Espíritu Santo; se llamaba Simeón, y todas sus esperanzas estaban puestas en el día de la liberación de Israel. Por el Espíritu Santo le había sido revelado que no moriría sin haber visto al Cristo, el Ungido del Señor. Movido igualmente por el Espíritu había ido aquel día al Templo, y cuando María y José fueron también allá a presentar al niño Jesús en obediencia a la ley, Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo: Ahora, Señor, puedo ya morir en paz, pues, conforme a tu promesa, he visto con mis propios ojos al Salvador
Por tanto, desde Abraham hasta David hubo catorce generaciones; otras catorce desde David hasta la cautividad en Babilonia, y catorce más desde la cautividad en Babilonia hasta Cristo. Nacimiento de Jesucristo
Aquel que era la luz verdadera había de venir muy pronto a este mundo, para iluminarnos a todos.
Mientras Simeón hablaba con María y José, se les acercó Ana, que en seguida se puso a dar gracias a Dios y a hablar del niño a todos los que epn Jerusalén esperaban la llegada de la redención.
'Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menos importante entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá un jefe, un pastor que guiará a mi pueblo Israel'.
Si él no vaciló en entregar a su Hijo en favor nuestro, ¿no nos dará también con él todas las cosas?
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en lo alto de una montaña no puede esconderse;
Gabriel se le apareció y le dijo: ¡Alégrate, muy favorecida! ¡El Señor está contigo, y tú eres bendita entre las mujeres!
y le dijo: Ponte de nuevo en marcha con el niño y su madre, y vuelve a tierras de Israel, porque ya han muerto los que trataban de acabar con la vida del niño. Entonces José se levantó, tomó al niño y a su madre, y se dirigió a Israel.
Entonces Herodes mandó llamar en secreto a los magos, y les preguntó por el momento exacto de la aparición de la estrella. Luego los envió a Belén, encargándoles: Id allá y averiguad cuanto podáis acerca de ese niño; y cuando lo encontréis, comunicádmelo, para que yo también vaya a rendirle pleitesía.
Porque el Poderoso ha hecho en mí grandes cosas, su nombre es santo y su misericordia alcanza de generación a generación a los que le muestran 'reverencia.
Mas Dios demostró la inmensidad de su amor hacia nosotros cuando, siendo aún pecadores, envió a Cristo a morir para darnos vida.
sino que se vació de sí mismoy se redujo a la condición de un esclavohaciéndose igual a los hombres. Y en su calidad humanase humilló todavía más,pues se hizo obediente hasta la muerte,la ignominiosa muerte en la cruz.
'La virgen quedará encinta, y tendrá un hijo que se llamará Emanuel' (que significa: 'Dios está con nosotros').
he visto con mis propios ojos al Salvador que tú nos has dado a la vista de todos los pueblos. ¡Él es la luz de tu revelación, que alumbrará a los gentiles! ¡Él es la gloria de tu pueblo Israel!
En otra ocasión dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que la luz de la vida iluminará su camino.
pues ahora, por la fe en Cristo Jesús, todos somos hechos hijos de Dios; los que en Cristo hemos sido bautizados, de Cristo estamos revestidos.
Por aquellos días, el emperador romano César Augusto decretó que se hiciera un censo de población en todos los territorios sometidos a su dominio. Este primer censo se hizo en el tiempo en que Cirenio era gobernador de Siria. Según las disposiciones dictadas para la elaboración del censo, cada cual tenía que acudir a su ciudad de origen para ser empadronado.
Por tanto, id y haced discípulos entre todas las naciones, bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Jesús dijo entonces: Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie puede ir al Padre, si no es por mí.
Viene en auxilio de su siervo Israel, recordando la misericordia de la que habló a nuestros antepasados, la cual prometió ejercer eternamente sobre Abraham y sus descendientes.
Estas palabras llegaron a oídos del rey Herodes, que se sintió turbado, al igual que toda la población de Jerusalén.
cuya luz alumbra a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, y encamina nuestros pasos por senderos de paz.
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
¿Y cómo irán a predicarles, si nadie los envía? A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: '¡Qué hermosos son los pies de los que proclaman el evangelio, de los que pregonan la buena noticia de la salvación!'
Y Dios, por ser sus hijos, ha enviado a nuestros corazones al Espíritu de su propio Hijo Jesucristo, de modo que también nosotros, sin ningún temor, podemos llamarle Padre.
Mientras pensaba estas cosas, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no tengas miedo de tomar como esposa a María, porque el hijo que ha concebido es del Espíritu Santo.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su nombre, les concedió el privilegio de poder ser hechos hijos de Dios.
Amaos los unos a los otros con verdadero amor fraternal, y que cada cual tenga a los demás como más dignos de alabanza.
Siempre, al acordarme de vosotros, doy gracias de todo corazón a mi Dios; y en todo momento os tengo presentes en mis oraciones. Ruego por vosotros lleno de alegría, porque sin cesar, desde el principio y hasta el día de hoy, habéis cooperado en el anuncio del evangelio.
Pero si confesamos a Dios nuestros pecados, podemos estar seguros de que él, que es absolutamente fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
Una salvación que alcanzará merced a la entrañable misericordia del Dios nuestro, que desde los cielos nos ha dado el amanecer de un nuevo día, cuya luz alumbra a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, y encamina nuestros pasos por senderos de paz.
Vosotros os alegraréis y gozaréis con su nacimiento, y muchos otros se regocijarán juntamente con vosotros,
Entonces María, tomando la palabra, dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva y de ahora en adelante me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Cuando ese hijo nazca, tú le pondrás por nombre Jesús. Lo llamarás así porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
pero el ángel les dijo: ¡No os asustéis! Yo he venido a traeros noticias que llenarán de alegría los corazones.
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