hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.
Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: '¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.
Pero el ángel le dijo: 'No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús.
José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David;' allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.
Por eso, así habla Yavé de los Ejércitos: 'Voy a probarlos en el fuego del crisol, ¿qué otra cosa puedo hacer con la hija de mi pueblo?'
Contestó el ángel: 'El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados'. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.
Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.
y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.
Pero el ángel les dijo: 'No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo:' hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.
Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, que nació de mujer y fue sometido a la Ley, con el fin de rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que así recibiéramos nuestros derechos como hijos.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.
Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único; en él todo era don amoroso y verdad.
El imperio crece con él y la prosperidad no tiene límites, para el trono de David y para su reino: El lo establece y lo afianza por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. Sí, así será, por el amor celoso de Yavé Sabaot. El Señor ha lanzado una sentencia contra Jacob, y ha caído en Israel.
José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David;' allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.
De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.
Por eso, si Yavé los abandona es sólo por un tiempo, hasta que aquella que debe dar a luz tenga su hijo. Entonces el resto de sus hermanos volverá a Israel.
Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla.
En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. Pero el ángel les dijo: 'No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo:' hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: 'Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer. Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre.
¡Aclamen al Señor, toda la tierra, estallen en gritos de alegría! ¡Canten con la cítara al Señor, con la cítara y al son de la salmodia, al son de la trompeta y del cuerno aclamen el paso del Rey, el Señor!
Una rama saldrá del tronco de Jesé, un brote surgirá de sus raíces. Sobre él reposará el Espíritu de Yavé, espíritu de sabiduría e inteligencia espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Yavé y para respetarlo, y para gobernar según sus preceptos.
Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; [=]' gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.
Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella! Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.
Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado.
Tú los has bendecido y multiplicado, los has colmado de alegría. Es una fiesta ante ti como en un día de siega, es la alegría de los que reparten el botín.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: 'Mira, este niño traerá a la gente de Israel caída o resurrección. Será una señal impugnada en cuanto se manifieste, mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por este medio, sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres.
Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.
Puesto que esos hijos son de carne y sangre, Jesús también experimentó esta misma condición y, al morir, le quitó su poder al que reinaba por medio de la muerte, es decir, al diablo. De este modo liberó a los hombres que, por miedo a la muerte, permanecían esclavos en todos los aspectos de su vida.
¡Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra! Canten al Señor, bendigan su nombre, su salvación anuncien día a día. Cuenten su gloria a las naciones y a todos los pueblos sus maravillas.
¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Unico, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Ahora sale triunfante nuestra salvación en la casa de David, su siervo, como lo había dicho desde tiempos antiguos por boca de sus santos profetas:
permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del profeta: Llamé de Egipto a mi hijo.
Levántate y brilla, que ha llegado tu luz y la Gloria de Yavé amaneció sobre ti. Mientras las tinieblas cubrían la tierra y los pueblos estaban en la noche, sobre ti se levantó Yavé, y sobre ti apareció su Gloria. Los pueblos se dirigen hacia tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora.
Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.
Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo porque irás delante del Señor para prepararle sus caminos, para decir a su pueblo lo que será su salvación. Pues van a recibir el perdón de sus pecados, obra de la misericordia de nuestro Dios, cuando venga de lo alto para visitarnos cual sol naciente, iluminando a los que viven en tinieblas, sentados en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por un sendero de paz.
¡Aleluya! Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus ángeles, alábenlo todos sus ejércitos. Alábenlo el sol y la luna, alábenlo todos los astros de luz;' alábenlo cielos de los cielos y las aguas por encima de los cielos.
A su vez Isaías dice: Cual renuevo en una raíz surgirá un descendiente de Jesé y se levantará para guiar las naciones. En él pondrán éstas su esperanza.
Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Mesías del Señor. El Espíritu también lo llevó al Templo en aquel momento. Como los padres traían al niño Jesús para cumplir con él lo que mandaba la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios con estas palabras: Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu salvador,
De modo que fueron catorce las generaciones desde Abrahán a David; otras catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce más desde esta deportación hasta el nacimiento de Cristo.
Este ha crecido ante Dios como un retoño, como raíz en tierra seca. No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él, y su apariencia no era como para cautivarnos.
Los reyes de Tarsis y de las islas le pagarán tributo; los reyes de Arabia y de Etiopía le harán llegar sus cuotas. Ante él se postrarán todos los reyes, y le servirán todas las naciones.
Llegó en aquel momento y también comenzó a alabar a Dios hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel.
Palabra del Señor a mi señor: '¡Siéntate a mi derecha y ve cómo hago de tus enemigos la tarima de tus pies!'
He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, al que escogí con gusto. He puesto mi Espíritu sobre él, y hará que la justicia llegue a las naciones.
Si ni siquiera perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás?
Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño. José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel.
Paren y reconozcan que soy Dios, muy por encima de los pueblos y muy alto sobre la tierra.
¡Aclame al Señor la tierra entera, sirvan al Señor con alegría, lleguen a él, con cánticos de gozo! Sepan que el Señor es Dios, él nos hizo y nosotros somos suyos, su pueblo y el rebaño de su pradera. ¡Entren por sus puertas dando gracias, en sus atrios canten su alabanza. Denle gracias y bendigan su nombre! Sí, el Señor es bueno, su amor dura por siempre, y su fidelidad por todas las edades.
No vale la pena que seas mi servidor únicamente para restablecer a las tribus de Jacob, o traer sus sobrevivientes a su patria. Tú serás, además, una luz para las naciones, para que mi salvación llegue hasta el último extremo de la tierra.
Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. Después los envió a Belén y les dijo: 'Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.
El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia.
Pero Dios dejó constancia del amor que nos tiene: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz.
¡Entren por sus puertas dando gracias, en sus atrios canten su alabanza. Denle gracias y bendigan su nombre!
Te inundará una multitud de camellos: llegarán los de Madián y Efá. Los de Sabá vendrán todos trayendo oro e incienso, y proclamando las alabanzas de Yavé.
La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.
Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a todos los pueblos, luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.
Jesús les habló de nuevo diciendo: 'Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida.
Ustedes están en Cristo Jesús, y todos son hijos de Dios gracias a la fe. Todos se han revestido de Cristo, pues todos fueron entregados a Cristo por el bautismo.
Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal.
Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados.
Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre.
¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé me ha ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz.
iluminando a los que viven en tinieblas, sentados en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por un sendero de paz.
Que el Dios de toda esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe y haga crecer en ustedes la esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor perdura para siempre. Den gracias al que es Dios de los dioses, porque su amor perdura para siempre. Den gracias al Señor de los señores, porque su amor perdura para siempre.
¡Vean cómo es él, el Dios que me salva! En él confío y no tengo más miedo, pues Yavé es mi fuerza y mi canción, él ha sido mi salvación.
Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.
Qué bien venidos, por los montes, los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que trae la felicidad, que anuncia la salvación, y que dice a Sión: '¡Ya reina tu Dios!'
Y ¿cómo lo proclamarán si no son enviados? Como dice la Escritura: Qué bueno es ver los pasos de los que traen buenas noticias.
Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abbá!, o sea: ¡Papá!
Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: 'José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo,
El Señor reina, anuncien a los pueblos, él fijó el universo inamovible, él juzgará a los pueblos con justicia.
pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios. Al creer en su Nombre
¡Aleluya! Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus ángeles, alábenlo todos sus ejércitos. Alábenlo el sol y la luna, alábenlo todos los astros de luz;' alábenlo cielos de los cielos y las aguas por encima de los cielos. Alaben el nombre del Señor, pues lo ordenó y fueron creados;'
Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño, y adelántense al otro en el respeto mutuo.
Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes, es decir, en mis oraciones por todos ustedes a cada instante. Y lo hago con alegría, recordando la cooperación que me han prestado en el servicio del Evangelio desde el primer día hasta ahora.
Levántate y brilla, que ha llegado tu luz y la Gloria de Yavé amaneció sobre ti. Mientras las tinieblas cubrían la tierra y los pueblos estaban en la noche, sobre ti se levantó Yavé, y sobre ti apareció su Gloria.
Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.
obra de la misericordia de nuestro Dios, cuando venga de lo alto para visitarnos cual sol naciente, iluminando a los que viven en tinieblas, sentados en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por un sendero de paz.
El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros.
María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.
tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados'.
Pero el ángel les dijo: 'No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo:'
El imperio crece con él y la prosperidad no tiene límites, para el trono de David y para su reino: El lo establece y lo afianza por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. Sí, así será, por el amor celoso de Yavé Sabaot.
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