¡Qué hermosos en los montes los pies del mensajero, pregonero de la paz, mensajero de la dicha, pregonero de la salvación, que dice a Sión: 'Reina tu Dios'.
Vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones, por haber escuchado la voz de Yahveh, tu Dios.
Yahveh te bendiga y te guarde. Haga Yahveh resplandecer su rostro sobre ti y te otorgue su gracia. Vuelva Yahveh su rostro hacia ti y te dé la paz.
'Que Yahveh, el Dios que da vida a toda carne, proponga para que esté al frente de la comunidad a un hombre que entre y salga delante de ellos, que la haga salir y entrar, para que la comunidad de Yahveh no sea como reba o sin pastor'.
Pero no ha de ser as entre vosotros; al contrario, el que quiera entre vosotros ser grande, sea vuestro servidor,
Y nadie recibe este honor por s mismo, sino llamado por Dios, justamente como en el caso de Aarón.
Yahveh, tu Dios, está contigo. ¡Es un héroe que salva! Se gozará en ti con alegr a, te renovará con su amor, dará gritos de júbilo por ti
Elegid de entre vuestras tribus hombres sabios, inteligentes e instruidos, y los pondré por jefes vuestros'.
Hermanos, buscad de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos de esp ritu y de sabidur a, a los cuales pondremos al frente de este menester.
Pero elige de entre todo el pueblo hombres de valer, temerosos de Dios, hombres fieles, que aborrezcan la ganancia injusta, y ponlos al frente de ellos como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez;
Cuando abundan los justos, el pueblo se alegra; cuando domina un malvado, el pueblo gime.
Queden grabadas en tu corazón estas palabras que yo te mando hoy. Las inculcarás a tus hijos y se las recitarás cuando estés en tu casa y cuando vayas de camino, cuando estés acostado y cuando estés levantado.
En cuanto se siente en el trono de su realeza, se procurará para su uso una copia de esta ley, a partir del original que está en poder de los sacerdotes lev ticos. La tendrá consigo y leerá en ella todos los d as de su vida, para que aprenda a temer a Yahveh, su Dios, a guardar todas las palabras de esta ley y a practicar estos preceptos, a fin de que su corazón no se engr a creyéndose superior a sus hermanos, ni se aparte de los mandamientos a la derecha o a la izquierda, y as prolongue los d as de su reinado, él y sus hijos, en medio de Israel.
Mejor dos juntos que uno solo, porque logran mayor fruto de su trabajo. Si caen, el uno levanta al otro; pero ¡ay del solo cuando cae! No tendrá quien lo levante.
Como un pastor apacienta su reba o Él con su brazo recoge los corderos, en su regazo los lleva y conduce las madres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte; ni encienden una lámpara y la meten en el armario, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Alumbre as vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Pero no ha de ser as entre vosotros; al contrario, el que quiera entre vosotros ser grande, sea vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser primero, sea vuestro esclavo, de la misma manera que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos'.
El mayor de vosotros sea servidor vuestro. Pues el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.
Pero no ha de ser as entre vosotros; al contrario, el que quiera ser grande entre vosotros, sea servidor vuestro, y el que quiera ser entre vosotros primero, sea esclavo de todos; pues aun el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos'.
No está el disc pulo por encima del maestro; pues el perfectamente instruido será, a lo más, como su maestro.
El Se or contestó: '¿Quién es el administrador fiel y sensato a quien el se or pondrá al frente de sus criados, para darles la ración de trigo a su debido tiempo? Dichoso aquel criado a quien su se or, al volver, lo encuentre haciéndolo as.
Cuando acabó de lavarles los pies tomó el manto, se puso de nuevo a la mesa y les dijo: '¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis 'el Maestro' y 'el Se or', y dec s bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Se or, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Porque ejemplo os he dado, para que lo que yo he hecho con vosotros, también vosotros lo hagáis.
si el de exhortar, que exhorte; el que da, que dé con sencillez; el que preside, que lo haga con solicitud; el que practica la misericordia, que la practique con alegr a.
Con respecto a vosotros, yo estoy, hermanos m os, personalmente convencido de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de toda clase de conocimiento y capacitados para exhortaros unos a otros.
Que los hombres sólo vean en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, a los administradores lo que se les exige es que sean fieles.
Hacemos, pues, de embajadores en nombre de Cristo y es Dios el que por medio de nosotros os exhorta: 'En nombre de Cristo os lo pedimos: dejaos reconciliar con Dios'.
¿Pretendo acaso ahora ganarme el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O intento agradar a los hombres? Si todav a tratara de agradar a los hombres, no ser a siervo de Cristo.
Él dio a unos el ser apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de organizar al pueblo santo para las funciones del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
Lo único que importa es que llevéis una vida digna del evangelio de Cristo, para que, ya sea que vaya a veros, ya sea que esté ausente, oiga yo decir de vosotros que estáis firmes en un solo Esp ritu, luchando a una por la fe del evangelio, sin dejaros amedrentar en nada por los adversarios. Esto será para ellos indicio cierto de perdición y para vosotros, de salvación. Y esto procede de Dios.
Revest os, pues, como escogidos de Dios, pueblo santo y amado, de entra able misericordia, de bondad, de humildad, de comprensión, de paciencia, soportándoos mutuamente, y perdonándoos, si uno tiene alguna queja contra otro: como el mismo Se or os perdonó, as también vosotros. Y por encima de todo esto, revest os del amor, que es v nculo de la perfección.
Os rogamos, hermanos, que reconozcáis el esfuerzo de quienes trabajan entre vosotros, están al frente de vosotros en el Se or y os reprenden. Mostradles la mayor estima y el mayor amor por lo que están haciendo. Procurad la paz entre vosotros mismos.
He aqu una afirmación digna de crédito: aspirar al cargo de obispo es desear una excelente función. Por consiguiente, el obispo tiene que ser irreprochable, fiel en su matrimonio, sobrio, ponderado, educado, hospitalario, capaz de ense ar; no bebedor ni pendenciero, sino amable, conciliador, desinteresado; que sepa gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos con toda dignidad. Porque, el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidarse de la iglesia de Dios? No debe ser neófito, no sea que, infatuado, incurra en la misma condenación en que incurrió el diablo. También es necesario que tenga buena reputación entre los de fuera, para que no caiga en descrédito ni en las redes del diablo.
Los presb teros que desempe an bien su cargo merecen doble honorario, sobre todo los que trabajan en la palabra y en la ense anza.
Y lo que escuchaste de m en presencia de muchos testigos, depos talo en hombres de confianza, que sean a su vez capaces de ense ar a otros.
Acordaos de los dirigentes que os predicaron la palabra de Dios, reflexionad sobre el remate de su vida, imitad su fe.
Confiad en quienes os dirigen y obedecedles, pues ellos velan por vuestras almas sabiendo que tienen que rendir cuentas. As esto será para ellos tarea gozosa, y no llena de angustia, lo cual ser a perjudicial para vosotros.
No os encumbréis muchos de vosotros a maestros, hermanos m os, sabiendo que tendremos un juicio más severo,
As, pues, a los presb teros que están entre vosotros los exhorto yo, presb tero como ellos, con ellos testigo de los padecimientos de Cristo y con ellos participante de la gloria que se ha de revelar: apacentad el reba o de Dios que está entre vosotros, vigilando, no obligados por la fuerza, sino de buen grado, según Dios; y no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como tiranizando a vuestros propios fieles, sino siendo modelos para el reba o. Y cuando aparezca el mayoral, conseguiréis la corona inmarchitable de la gloria.
Ensé ame a cumplir tu voluntad, pues tú eres mi Dios. Que tu aliento bondadoso me conduzca por una tierra llana.
Conf a en Yahveh de todo corazón y no te apoyes en tu entendimiento. En todos tus caminos reconócele y él enderezará tus senderos.
porque con estrategia se hace la guerra y el éxito depende de los muchos consejeros.
vendrán pueblos numerosos y dirán: 'Venid, subamos a la monta a de Yahveh, al templo del Dios de Jacob, para que nos ense e sus caminos y sigamos sus senderos'. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh.
El esp ritu de Yahveh está sobre m, pues Yahveh me ha ungido. Para dar la buena nueva a los humildes me envió, para vendar los corazones quebrantados, para proclamar a los cautivos libertad, a los prisioneros amnist a,
Viendo a la gente sintió gran compasión por ellos, porque, cansados de andar y tirados por tierra, parec an ovejas sin pastor.
Y convocando a sus doce disc pulos, les dio poder de expulsar esp ritus impuros y de curar toda enfermedad y toda dolencia.
Mirad a mi siervo, a quien yo eleg; a mi predilecto, en quien se complace mi alma. Sobre él pondré mi esp ritu, y él dictará equidad a las naciones.
Id, pues, y haced disc pulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Esp ritu Santo y ense ándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Y mirad: yo estoy con vosotros todos los d as hasta el final de los tiempos'.
El esp ritu del Se or está sobre m, porque me ha ungido para anunciar la buena nueva a los pobres; me ha enviado a proclamar a los cautivos libertad y recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos,
Hermanos, buscad de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos de esp ritu y de sabidur a, a los cuales pondremos al frente de este menester. Nosotros, por nuestra parte, nos consagraremos a la oración y al ministerio de la palabra'.
Tened cuidado de vosotros mismos y de toda la grey, en la cual el Esp ritu Santo os ha constituido inspectores para pastorear la Iglesia de Dios que él se adquirió con su propia sangre.
Pues estoy anhelando vivamente veros, para comunicaros algún don espiritual con el que quedéis fortalecidos, o mejor, para que, en vuestra compa a, recibamos mutuo aliento, por medio de la fe que nos es común tanto a vosotros como a m.
En virtud de la gracia que me ha sido otorgada, digo, pues, a cada uno de vosotros: que nadie tenga de s mismo estimación superior a la que debe tener, sino que se estime con la debida moderación, según la medida de fe que Dios ha concedido a cada uno.
Pues, ¿qué es Apolo?, ¿qué es Pablo? Unos servidores, por medio de los cuales abrazasteis la fe; y cada uno es según la gracia que le dio el Se or. Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo produjo Dios. Y as lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento: Dios. El que planta y el que riega son una misma cosa; eso s, cada uno recibirá el salario a la medida de su trabajo. Porque somos colaboradores con Dios; y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Ahora bien, vosotros sois cuerpo de Cristo; y cada uno, miembro de él. Y Dios pues en la iglesia: en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; después, los que poseen poder de hacer milagros, los que tienen don de curar, de asistir, de gobernar, de hablar diversas lenguas.
No es que pretendamos dominar con imperio en vuestra fe, sino que colaboramos con vuestra alegr a, pues estáis cimentados en la fe.
Hermanos, en el caso de que alguno fuera sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, procurad, con esp ritu de mansedumbre, que se levante, con la mirada puesta en ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
sino que, profesando la verdad en amor, crezcamos en todos sentidos hacia él, que es la cabeza, Cristo, por quien todo el cuerpo, bien trabado y cohesionado mediante todos los ligamentos que lo mantienen, según la acción propia de cada miembro, realiza su crecimiento para edificación de s mismo en el amor.
Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria, sino más bien con humildad. Que cada cual considere que los otros le son superiores y no se preocupe solamente de lo suyo, sino también de lo de los otros.
A éste anunciamos nosotros advirtiendo y ense ando a todos los hombres en toda sabidur a, para que podamos presentarlos a todos ellos como hombres perfectos en Cristo. Para ello, precisamente, estoy yo trabajando y luchando según la acción con que él actúa en m con todo su poder.
Y aunque, en nuestra condición de apóstoles de Cristo, podr amos haber impuesto nuestra autoridad, adoptamos, por el contrario, entre vosotros una actitud suave, como una madre que cr a a sus hijos. Tal era nuestro cari o para con vosotros, que deseábamos poner a vuestra disposición no sólo el evangelio de Dios, sino nuestras propias vidas. Tan queridos llegasteis a ser para nosotros.
Te transmito estas instrucciones, hijo m o Timoteo, teniendo en cuenta las profec as un tiempo pronunciadas sobre ti, para que, apoyado en ellas, puedas combatir el buen combate,
Que nadie te tenga en menos por tu juventud. Al contrario, procura ser modelo de todos los creyentes: en la palabra, en la conducta, en el amor, en la fe, en la pureza de vida. Mientras llego, ded cate a la lectura, a la exhortación, a la ense anza. No dejes de cuidar el don que hay en ti y que, mediante intervención profética, se te confirió con la imposición de las manos del presbiterio. Preocúpate de esto, ded cate a ello plenamente, de suerte que tu progreso sea patente a todos. Vigila sobre ti mismo y sobre lo que ense as. Mantente firme en todo ello, porque, haciéndolo as, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.
Te dejé en Creta con el fin de que acabaras de organizar lo que faltaba e instituyeras presbiteros en cada ciudad, según las normas que yo mismo te di: que el candidato sea irreprochable, fiel en el matrimonio, cuyos hijos sean creyentes y no estén acusados de mala conducta ni sean rebeldes. Porque, como administrador de Dios que es, el obispo tiene que ser irreprochable, no arrogante, ni iracundo, ni bebedor, ni pendenciero, ni codicioso; sino al contrario: hospitalario, amigo del bien, ponderado, justo, piadoso, due o de s mismo, adherido firmemente a la palabra auténtica, conforme a la ense anza recibida, para que as también él sea capaz de exhortar con una ense anza saludable y refutar a los contrarios.
y miremos los unos por los otros, incitándonos al amor y a las buenas obras. No abandonemos nuestras reuniones, como algunos acostumbran hacer, sino animémonos unos a otros; y esto tanto más cuanto que veis que se acerca el d a.
As, pues, también nosotros, rodeados de tan gran nube de testigos, arrojemos todo lastre y el pecado que nos acosa y corramos con constancia la carrera que se nos presenta, fija nuestra mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús. El cual, a la vista de la dicha que se le presentaba, soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.
Vosotros, en cambio, sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las magnificencias del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz.
apacentad el reba o de Dios que está entre vosotros, vigilando, no obligados por la fuerza, sino de buen grado, según Dios; y no por sórdida ganancia, sino con generosidad;
De igual modo, vosotros, jóvenes, someteos a los presb teros. Revest os todos de humildad en servicio mutuo, porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.
Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.
Yo voy a hacerte ver, a ense arte el camino que has de seguir; yo quiero aconsejarte, mis ojos sobre ti.
El Se or afirma el paso del varón Mem en cuyas sendas se complace. No quedará postrado, aunque cayere, pues el Se or lo tiene de su mano.
Él me saca del pozo burbujeante, del barro cenagoso, para poner mis pies sobre la roca y asegurar mis pasos.
Ensé ame tus sendas, que ande yo en tu verdad, concentra mi atención en la reverencia de tu nombre.
Cuando el Se or os haya dado el pan de la angustia y el agua del apuro, no se esconderá ya tu maestro; pues tus ojos lo verán, y tus o dos oirán una palabra detrás de ti que dice: 'Éste es el camino, seguidle tanto si vais a la derecha como si vais a la izquierda'.
(17a) as dice Yahveh, tu redentor, el Santo de Israel: (16b) 'No hablé en secreto desde el principio, desde el tiempo en que esto sucedió, all estaba yo. (17b) Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te ense a lo que te es provechoso, que te encamina por la senda que recorres.
Alumbre as vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Os aseguro además: si dos de vosotros unen sus voces en la tierra para pedir cualquier cosa, la conseguirán de mi Padre que está en el cielo. Porque donde están dos o tres congregados para invocar mi nombre, all estoy yo entre ellos'.
y ense ándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Y mirad: yo estoy con vosotros todos los d as hasta el final de los tiempos'.
Quien a vosotros escucha, a m me escucha; y quien a vosotros desprecia, a m me desprecia. Pero quien me desprecia a m, desprecia a aquel que me ha enviado'.
No me habéis elegido vosotros, sino que yo os eleg, y os he puesto para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto sea permanente; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Y teniendo como tenemos dones que difieren según la gracia que nos ha sido otorgada, si uno tiene el don de hablar en nombre de Dios, ejerc telo de acuerdo con la fe; si el de servir, que sirva; si el de ense ar, que ense e; si el de exhortar, que exhorte; el que da, que dé con sencillez; el que preside, que lo haga con solicitud; el que practica la misericordia, que la practique con alegr a.
Porque del mismo modo que el cuerpo, aunque tiene muchos miembros, es uno solo, pues todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un solo cuerpo, as también Cristo. Pues todos nosotros, jud os y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un solo Esp ritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber un solo Esp ritu.
Pues no nos proclamamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús Se or, y a nosotros como a servidores vuestros por amor a Jesús.
Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, y siempre, en todas mis oraciones, todas mis súplicas por todos vosotros las hago con alegr a, por vuestra contribución a la causa del evangelio desde el primer d a hasta ahora,
Por lo que respecta a los de fuera, tratadlos con prudente discreción, aprovechando las ocasiones.
ante Dios, nuestro Padre, recordamos la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la constancia de vuestra esperanza en nuestro Se or Jesucristo.
Pero tú, que eres hombre de Dios, huye de estas cosas; corre en busca de la honradez, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la mansedumbre. Combate el buen combate de la fe; conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que has hecho tan bella confesión en presencia de muchos testigos.
Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado por su nombre, cuando ya antes servisteis al pueblo santo y lo segu s sirviendo ahora.
Si a alguno de vosotros le falta sabidur a, p dala a Dios, que la da a todos sencillamente y sin echárselo en cara, y se la dará.
En cuanto a vosotros, la unción que de él recibisteis permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os ense e. Y dado que su unción os ense a todas las cosas - y es verdad y no mentira -, permaneced en él tal como él os ha ense ado.
Dediquémonos, por consiguiente, a lo que fomenta la paz y favorece la edificación común.
Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita: