El sacrificio es una ofrenda dedicada a Dios, caracterizada por la obediencia, el esfuerzo y la entrega, con la expectativa de recibir un beneficio. Consiste en darle al Señor todo lo que él requiera sin negarle absolutamente nada, obedeciendo sus mandatos sin reservas y sin esperar explicaciones. En Jesús vemos un claro ejemplo de esto: Dios necesitaba reconciliar al mundo consigo mismo, ya que el pecado impedía nuestra presencia en su gloria, pero el sacrificio de Jesús nos permite adorar libremente a nuestro Padre celestial. Los sacrificios que realices en tu vida siempre te conducen a un fin, y por eso los haces con pasión, esperando ver los resultados deseados. Nuestro Señor no tuvo en cuenta el dolor que experimentaba; su único objetivo era cumplir la voluntad de su Padre en la tierra. Dios sacrificó a su hijo para que no nos perdiéramos, por lo tanto, ¿qué estás dispuesto a sacrificar tú por Dios? Cuando él te pida algo, debes estar dispuesto a aceptar sin reservas las privaciones que implica cumplir sus mandatos, demostrando así un amor absoluto que puede llevarte incluso hasta la muerte del ego, la vanidad y el deseo de reconocimiento humano. Los sacrificios que hagas no son para impresionar a otros, sino como actos de amor hacia tu creador. No te niegues a darle tu tiempo, tu dinero o tu familia, ya que incluso el más pequeño gesto puede desencadenar grandes acontecimientos. Dios dio la vida de su hijo para salvarnos, y con nuestros sacrificios, hoy en día se salvan multitudes de vidas del infierno. Aunque en ocasiones el sacrificio pueda resultar doloroso, ten confianza en que el Espíritu Santo te sostendrá en todo momento y no te dejará caer.
Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.
Y le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio de paz, y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová; y le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, y será perdonado.
Y del otro hará holocausto conforme al rito; así el sacerdote hará expiación por el pecado de aquel que lo cometió, y será perdonado.
Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;
Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová.
Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.