Todos sabemos que a nuestro Padre Jehová le agrada y requiere que sus hijos vivan de manera ordenada, como se refleja en (Génesis 1:1-31). Ciertamente, Dios es un Dios de orden, lo vemos en la constancia de las estaciones, las mareas, las órbitas solares y hasta en la estructura molecular de nuestro cuerpo. Oremos para que Dios traiga su orden a nuestras vidas, de la misma manera en que estableció orden al principio de la creación; que organice nuestro ser y nuestro corazón. En seis días, Él creó la tierra y todo lo que hay en ella; de igual manera, confiamos en su palabra para que se cumpla su voluntad buena, agradable y perfecta en nosotros.
Recuerda a los creyentes que deben someterse a las autoridades que gobiernan: que las obedezcan y estén prontos a colaborar en todo lo bueno que emprendan;
Es Dios quien ha asignado en la Iglesia un puesto a cada uno: en primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los profetas; en tercer lugar, los encargados de enseñar; vienen después los que tienen el don de hacer milagros, de realizar curaciones, de asistir a los necesitados, de presidir la asamblea, de hablar un lenguaje misterioso.
Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que ustedes recuerden cuanto yo les he enseñado y él se lo explicará todo.
Este era el orden de partida cuando los israelitas se ponían en marcha por escuadrones.
pues no quiere Dios el desorden, sino la paz. Como es costumbre en las demás comunidades cristianas,
Por lo demás, el don de profetizar debe estar controlado por los que tienen ese don,
Todos deben acatar la autoridad que preside, pues toda autoridad procede de Dios y las autoridades que existen han sido establecidas por él.
En cuanto a ustedes, jóvenes, respeten a sus mayores. Que la sencillez presida sus mutuas relaciones, pues Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes.
Que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor.
Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador del cuerpo, que es la Iglesia.
Sabido es que el cuerpo, siendo uno, tiene muchos miembros, y que los diversos miembros, por muchos que sean, constituyen un solo cuerpo. Lo mismo sucede con Cristo.