El alimento es un tema importante que se menciona numerosas veces en la Biblia. En el libro de Génesis, se hace referencia a los frutos y las plantas como alimento para el hombre. También se detallan las leyes dietéticas en el Antiguo Testamento, donde se establecen las restricciones sobre qué tipos de animales son aptos para el consumo. En el Nuevo Testamento, se relatan varios pasajes donde Jesús comparte comida con sus seguidores, resaltando la importancia de la comunión en torno a la mesa. Además, se hace hincapié en la importancia de nutrir el cuerpo como un templo del Espíritu Santo. Estas bases bíblicas nos enseñan la importancia de considerar el alimento no solo como sustento físico, sino también como un medio para fortalecer nuestra relación con Dios y con los demás.
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
De todo lo que está en el agua, de estos podréis comer: todo lo que tiene aleta y escama.
Mas todo lo que no tiene aleta y escama, no comeréis; inmundo será.
Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo.
Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.
Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.
Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo.
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.
El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.
Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.
Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.
El hombre saciado desprecia el panal de miel; Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.