Yo el Señor Dios vuestro que os he sacado de la tierra de los egipcios, a fin de que no fueseis sus esclavos; y rompí las cadenas de vuestras cervices; para que alzaseis cabeza.
Manteneos firmes, y no dejéis que os opriman de nuevo con el yugo de la servidumbre de la ley antigua.
cuando de repente se sintió un gran terremoto, tal que se meneaban los cimientos de la cárcel. Y al instante se abrieron de par en par todas las puertas, y se les soltaron a todos las prisiones.
Y ahora romperé la vara de su tiranía que descarga sobre tus espaldas, y quebraré tus cadenas.
El Espíritu del Señor reposó sobre mí, por lo cual me ha consagrado con su unción divina, y me ha enviado a dar buenas nuevas a los pobres; a curar a los que tienen el corazón contrito;
A este fin ha reposado sobre mí el espíritu del Señor; porque el Señor me ha ungido, y me ha enviado para hablar a los mansos y humildes, para curar a los de corazón contrito, y predicar la redención a los esclavos, y la libertad a los que están encarcelados;
Tú, ¡oh Babilonia!, has sido para mí el martillo con que he destrozado las gentes belicosas; y por medio de ti yo arruinaré naciones, y asolaré reinos;
Yo soy el Señor. Este es mi nombre. La gloria mía no la cederé a otro, ni el honor mío a los vanos simulacros de los ídolos.
Porque no es nuestra pelea solamente contra hombres de carne y sangre, sino contra los príncipes y potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en los aires.
¿Acaso el ayuno que yo estimo no es más bien el que tú deshagas los injustos contratos, que canceles las obligaciones que oprimen, que dejes en libertad a los que han quebrado, y quites todo gravamen?
Porque la ley del espíritu de vida, que está en Cristo Jesús , me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Antes bien haré yo que seas con respecto a ese pueblo un muro de bronce inexpugnable; ellos combatirán contra ti, y no podrán prevalecer, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte, dice el Señor.
Cuando de repente apareció un ángel del Señor, cuya luz llenó de resplandor toda la pieza, y tocando a Pedro en el lado, le despertó diciendo: Levántate presto. Y al punto se le cayeron las cadenas de las manos.
Y te daré a ti los tesoros escondidos y las riquezas recónditas; para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que ya desde ahora te llamo por tu mismo nombre.
Oh Señor, siervo tuyo soy, siervo tuyo e hijo de esclava tuya. Tú rompiste mis cadenas;
Y sucederá aquel día, dice el Señor de los ejércitos, que yo haré pedazos el yugo que Nabucodonosor puso sobre tu cuello, y romperé sus ataduras, y no te dominarán más los extranjeros;
Por consiguiente nada hay ahora digno de condenación en aquellos que están reengendrados en Cristo Jesús , y que no siguen la carne. Porque la ley del espíritu de vida, que está en Cristo Jesús , me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Alzate del polvo, levántate, toma asiento, ¡oh Jerusalén !, sacude de tu cuello el yugo, oh esclava hija de Sión.
Porque todo despojo hecho con violencia y tumulto, y los vestidos manchados de sangre serán quemados y hechos pábulo del fuego.
Puesto que en este día te constituyo como una ciudad fuerte y como una columna de hierro, y un muro de bronce contra toda la tierra esta; contra los reyes de Judá, y sus príncipes, y sacerdotes, y la gente del país.
Clamaron los justos, y los oyó el Señor, y los libró de todas sus aflicciones. El Señor está al lado de los que tienen el corazón atribulado; y él salvará a los humildes de espíritu.
Hijo de hombre, yo te he puesto por centinela en la casa de Israel, y de mi boca oirás mis palabras y se las anunciarás a ellos de mi parte.
Mas has de saber esto, que en los días postreros o hasta el fin del mundo sobrevendrán tiempos peligrosos.
Dios que hace habitar dentro de una casa muchos de unas mismas costumbres, que con su fortaleza pone en libertad a los prisioneros, como también a los que irritan, los cuales moran en los sepulcros o lugares áridos.
Y en fin, a aquel Señor que es poderoso para hacer infinitamente más que todo lo que nosotros pedimos, o de todo cuanto pensamos, según el poder que obra eficazmente en nosotros,
El cual mantiene eternamente la verdad de sus promesas, hace justicia a los que padecen agravios, da de comer a los hambrientos. El mismo Señor da libertad a los que están encadenados.
Por el contrario, ahora habiendo quedado libres del pecado, y hechos siervos de Dios, cogéis por fruto vuestro la santificación, y por fin la vida eterna.
Porque el Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
haciéndonos cargo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, para que sea destruido en nosotros el cuerpo del pecado, y ya no sirvamos más al pecado.
poniendo siempre los ojos en Jesús , autor y consumador de la fe, el cual en vista del gozo que le estaba preparado en la gloria sufrió la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y en premio está sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad, pues, atentamente a aquel Señor que sufrió tal contradicción de los pecadores contra su misma persona, a fin de que no desmayéis, perdiendo vuestros ánimos.
a desnudaros del hombre viejo, según el cual habéis vivido en vuestra vida pasada, el cual se vicia siguiendo la ilusión de las pasiones. Renovaos, pues, ahora en el espíritu de vuestra mente o interior de vuestra alma. Y revestíos del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a la imagen de Dios en justicia y santidad verdadera.
que nos ha arrebatado del poder de las tinieblas y trasladado al reino de su Hijo muy amado,
porque siete veces caerá el justo, y siempre volverá a levantarse; al contrario, los impíos se despeñarán más y más en el mal.
Con lo que, libertados de la esclavitud del pecado, habéis venido a ser siervos de la justicia o santidad.
Y así ninguno de vosotros es ya siervo, sino hijo. Y siendo hijo, es también heredero de Dios por Cristo .
Ningún instrumento preparado contra ti te hará daño; y tú condenarás toda lengua que se presente en juicio contra ti. Esta es la herencia de los siervos del Señor, y ésta es la justicia que deben esperar de mí, dice el Señor.
y librar a aquellos que por el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre. Porque no tomó jamás la naturaleza de los ángeles, sino que tomó la sangre de Abrahán.
Si me hallare, oh Señor, en medio de la tribulación, tú me animarás, porque extendiste tu mano contra el furor de mis enemigos, y me salvó tu poderosa diestra.
Todo aquel que nació de Dios, no hace pecado, porque la semilla de Dios, que es la gracia santificante, mora en él, y, si no la echa de sí, no puede pecar, porque es hijo de Dios.
Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas. Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.
El Señor te preservará de todo mal. Guardará el Señor tu alma. El Señor te guardará en todos los pasos de tu vida, desde ahora y para siempre.
Hasta ahora no habéis tenido sino tentaciones humanas, u ordinarias; pero fiel es Dios, que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que de la misma tentación os hará sacar provecho para que podáis sosteneros.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
porque yo soy el Señor Dios tuyo, el Santo de Israel, tu Salvador ; yo di por tu rescate a Egipto, Etiopía y Sabá.
Clamará a mí, y lo oiré benigno. Con él estoy en la tribulación; lo pondré a salvo, y lo llenaré de gloria.
Pues las armas con que combatimos no son carnales, sino que son poderosísimas en Dios para derrocar fortalezas, destruyendo nosotros con ellas los proyectos o raciocinios humanos,
Os empeño mi palabra, que todo lo que atareis sobre la tierra, será eso mismo atado en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra, será eso mismo desatado en el cielo.
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