¡Afligíos, llorad y lamentaos! ¡Que vuestra risa se convierta en lágrimas y vuestra alegría en tristeza!
Por eso Sara no pudo contener la risa, y pensó: “¿Cómo voy a tener ese gusto, ahora que mi esposo y yo somos tan viejos?” Pero el Señor dijo a Abraham: –¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que puede tener un hijo a pesar de su edad? ¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo? El año próximo volveré a visitarte, y para entonces Sara tendrá un hijo. Al escuchar esto, Sara tuvo miedo y quiso negar. Por eso dijo: –Yo no me estaba riendo. Pero el Señor le contestó: –Yo sé que te reíste.
“Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis satisfechos. “Dichosos los que ahora lloráis, porque después reiréis.
Un momento para llorar y un momento para reir. Un momento para el duelo y un momento para la fiesta.
¡Ya me tocará reir cuando os llegue la desgracia! ¡Ya me burlaré cuando estéis muertos de miedo,
Vale más llorar que reir, pues podrá hacerle mal al semblante pero le hace bien al corazón.
Entonces Sara pensó: “Dios me ha hecho reir, y todos los que sepan que he tenido un hijo, se reirán conmigo.
Las risas del necio se parecen al crujir de las zarzas en el fuego, y también son vana ilusión.
“Vosotros saldréis de allí con alegría; volveréis a vuestro país con paz. Al veros, los montes y las colinas estallarán en cantos de alegría, y todos los árboles del campo aplaudirán.
Tú has puesto en mi corazón más alegría que en quienes tienen trigo y vino en abundancia.
Lo mejor que puede hacer el hombre es comer, beber y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios.
Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios. No te apresures, ni de labios ni de pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas, Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida.
Por eso me declaro a favor de la alegría. Y lo mejor que puede hacer el hombre en este mundo es comer, beber y divertirse, porque eso es lo único que le queda de su trabajo en los días de vida que Dios le da en este mundo.
¡Vamos, pues! Disfruta del pan que comes y goza del vino que bebes, porque a Dios le han agradado tus acciones. Vístete siempre con ropas blancas; ponte siempre perfume en la cabeza. Goza de la vida con la mujer amada, cada instante de esta vida sin sentido que Dios te ha dado en el mundo. ¡Éso sacarás de trabajar y fatigarte tanto debajo del sol!
a dar a los afligidos de Sión una corona en vez de ceniza, perfume de alegría en vez de llanto, cantos de alabanza en vez de desesperación. Los llamarán “robles victoriosos”, plantados por el Señor para mostrar su gloria.
Llenaos de gozo y alegría para siempre por lo que voy a crear, porque voy a crear una Jerusalén feliz y un pueblo contento que viva en ella. Yo mismo me alegraré por Jerusalén y sentiré gozo por mi pueblo. En ella no se volverá a oir llanto ni gritos de angustia.
El Señor tu Dios está en medio de ti. ¡Él es poderoso, y te salvará! El Señor estará contento de ti, con su amor te dará nueva vida y en su alegría cantará
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.
“Ahora voy a ti; pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo.
¡Alegraos, estad contentos, porque en el cielo tenéis preparada una gran recompensa! Así persiguieron también a los profetas que vivieron antes que vosotros.
El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’
Porque el reino de Dios no consiste en comer o beber ciertas cosas, sino en vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo.
Para el que está afligido, todos los días son malos; para el que está contento, son una fiesta constante.
Cuando se hace justicia, el justo se alegra y a los malhechores les llega la ruina.
La trampa del malvado son sus propios pecados; pero el hombre honrado vive alegre y feliz.
Señor, has traído una gran alegría; muy grande es el gozo. Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha, como se alegran los que se reparten grandes riquezas.
Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras; ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón, porque yo te pertenezco, Señor y Dios todopoderoso.
Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Os digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte.”
Alegraos mucho, llenaos de gozo en aquel día, porque recibiréis un gran premio en el cielo; pues también maltrataron así sus antepasados a los profetas.
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Vosotros amáis a Jesucristo aunque no le habéis visto. Ahora, creyendo en él sin haberle visto, os alegráis al haber alcanzado la salvación de vuestras almas, que es la meta de vuestra fe; y esa alegría vuestra es tan grande y gloriosa que no podéis expresarla con palabras.
Y aunque mi propia vida sea sacrificada para completar la ofrenda que hacéis a Dios por vuestra fe, yo me alegro y comparto esa alegría con todos vosotros. Alegraos también vosotros y tomad parte en mi propia alegría.
Jesús les contestó: –¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.
Allí le llevaron un paralítico acostado en una camilla; y al ver Jesús la fe de aquella gente, dijo al enfermo: –Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados.
Pero no os alegréis de que los espíritus os obedezcan, sino de que vuestros nombres ya estén escritos en el cielo.
Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas y comían juntos con alegría y sencillez de corazón.
Tengo mucha franqueza para hablaros y me siento muy orgulloso de vosotros. En medio de todo lo que sufrimos me encuentro muy animado y lleno de gozo.
¡Cómo me alegro en el Señor! Me lleno de gozo en mi Dios, porque me ha brindado su salvación, ¡me ha cubierto de victoria! Soy como un novio que se pone su corona o una novia que se adorna con sus joyas.
Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría y les daré una alegría mayor que su dolor.
Os aseguro que vosotros lloraréis y estaréis tristes, mientras que la gente del mundo se alegrará. Sin embargo, aunque estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en alegría.
Así también regresarán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión dando gritos de alegría; sus rostros estarán siempre alegres; encontrarán felicidad y dicha, y el dolor y el llanto desaparecerán.
Parecemos tristes, pero siempre estamos contentos; parecemos pobres, pero hemos enriquecido a muchos; parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo.
David iba vestido con un efod de lino y danzaba con gran entusiasmo, y tanto él como todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toques de trompetas. Cuando el arca del Señor llegó a la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó a la ventana y vio al rey David saltando y bailando delante del Señor; y sintió hacia él un profundo desprecio.
“¡Ay de vosotros los que ahora estáis satisfechos, porque tendréis hambre! “¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque vais a llorar de tristeza!
Tú, al verlos, estarás radiante de alegría; tu corazón se llenará de gozo; te traerán los tesoros de los países del mar, te entregarán las riquezas de las naciones.
Además les dijo Esdras: “Id y comed de lo mejor, bebed vino dulce e invitad a quienes no tengan nada preparado, porque hoy es un día dedicado a nuestro Señor. No estéis tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.”
Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús.
los que el Señor ha liberado; entrarán en Sión con cantos de alegría y siempre vivirán alegres. Hallarán felicidad y dicha, y desaparecerán el llanto y el dolor.
Alégrense los que buscan tu protección; canten siempre de alegría, porque tú los proteges. Los que te aman, se alegran por causa tuya,
Hablaos unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales, y cantad y alabad de todo corazón al Señor. Conducíos con amor, lo mismo que Cristo nos amó y se entregó a sí mismo para ser sacrificado por nosotros, como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios. Dad siempre gracias a Dios Padre por todas las cosas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita: