Vosotros amáis a Jesucristo aunque no le habéis visto. Ahora, creyendo en él sin haberle visto, os alegráis al haber alcanzado la salvación de vuestras almas, que es la meta de vuestra fe; y esa alegría vuestra es tan grande y gloriosa que no podéis expresarla con palabras.
En cambio, el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene cosas como estas.
para que, si Dios quiere, llegue yo con alegría a veros y tenga descanso al visitaros.
Cuando te vaya bien, disfruta del bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe qué ha de traerle el futuro.
Parecemos tristes, pero siempre estamos contentos; parecemos pobres, pero hemos enriquecido a muchos; parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo.
Pero no os alegréis de que los espíritus os obedezcan, sino de que vuestros nombres ya estén escritos en el cielo.
Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Que el mensaje de Cristo esté siempre presente en vuestro corazón. Instruíos y animaos unos a otros con toda sabiduría. Con profunda gratitud cantad a Dios salmos, himnos y cánticos espirituales.
Llegaré entonces a tu altar, oh Dios, y allí te alabaré al son del arpa, pues tú, mi Dios, llenas mi vida de alegría.
En cambio, el Espíritu da frutos de amor, alegría y paz; de paciencia, amabilidad y bondad; de fidelidad,
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Alégrense los que buscan tu protección; canten siempre de alegría, porque tú los proteges. Los que te aman, se alegran por causa tuya,
¡Cómo me alegro en el Señor! Me lleno de gozo en mi Dios, porque me ha brindado su salvación, ¡me ha cubierto de victoria! Soy como un novio que se pone su corona o una novia que se adorna con sus joyas.
Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús sufrió en la cruz, despreciando la vergüenza de semejante muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y está sentado a la derecha del trono de Dios.
Porque el reino de Dios no consiste en comer o beber ciertas cosas, sino en vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo.
¡Alegraos, estad contentos, porque en el cielo tenéis preparada una gran recompensa! Así persiguieron también a los profetas que vivieron antes que vosotros.
“Vosotros saldréis de allí con alegría; volveréis a vuestro país con paz. Al veros, los montes y las colinas estallarán en cantos de alegría, y todos los árboles del campo aplaudirán.
Así que no debemos cansarnos de hacer el bien, porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos.
Hermanos míos, debéis teneros por muy dichosos cuando os veáis sometidos a cualquier clase de pruebas. porque el hombre enojado no hace lo que agrada a Dios. Así pues, despojaos de todo lo impuro y de la maldad que tanto abunda, y aceptad humildemente el mensaje sembrado en vuestro corazón. Ese mensaje tiene poder para salvaros. Pero no basta con oir el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario os estaríais engañando a vosotros mismos. El que solamente oye el mensaje, pero no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto se da la vuelta se olvida de cómo es. En cambio, el que no olvida lo que oye, sino que considera atentamente la ley perfecta, que es la ley que nos trae libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella dispone, será feliz en todo lo que haga. Si alguno se cree religioso, pero no sabe poner freno a su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no sirve para nada. La religión pura y sin mancha delante del Dios y Padre es esta: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y no mancharse con la maldad de este mundo. Pues ya sabéis que cuando vuestra fe es puesta a prueba, aprendéis a soportar con fortaleza el sufrimiento.
El señor le dijo: ‘Muy bien, eres un criado bueno y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’
¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y salvador!
Por Cristo gozamos del favor de Dios por medio de la fe, y estamos firmes y nos gloriamos de la esperanza de tener parte en la gloria de Dios.
a dar a los afligidos de Sión una corona en vez de ceniza, perfume de alegría en vez de llanto, cantos de alabanza en vez de desesperación. Los llamarán “robles victoriosos”, plantados por el Señor para mostrar su gloria.
Ahora, hermanos míos, alegraos en el Señor. Para mí no es ninguna molestia repetiros lo ya escrito, y para vosotros es útil.
los que el Señor ha liberado; entrarán en Sión con cantos de alegría y siempre vivirán alegres. Hallarán felicidad y dicha, y desaparecerán el llanto y el dolor.
La gente se alegró de esta generosidad, porque habían dado estas cosas al Señor con toda sinceridad. También el rey David se puso muy contento.
Aquel día se dirá: “Este es nuestro Dios; en él confiamos y él nos salvó. Alegrémonos, gocémonos, él nos ha salvado.”
Por eso debemos alabar siempre a Dios por medio de Jesucristo. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecer. ¡Alabémosle, pues, con nuestros labios!
También ordenó David a los jefes de los levitas que, de entre los de su tribu, nombraran cantores que fueran con instrumentos musicales, salterios, arpas y platillos, y los tocaran con entusiasmo en señal de alegría.
“El reino de los cielos se puede comparar a un tesoro escondido en un campo. Un hombre encuentra el tesoro, y vuelve a esconderlo allí mismo; lleno de alegría, va, vende todo lo que posee y compra aquel campo.
Con la alabanza de los pequeños, de los niñitos de pecho, has construido una fortaleza por causa de tus enemigos, para acabar con rebeldes y adversarios.
¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador.”
Y como estoy convencido de esto, sé que me quedaré todavía con vosotros para ayudaros a seguir adelante y para que tengáis más gozo en vuestra fe.
Además les dijo Esdras: “Id y comed de lo mejor, bebed vino dulce e invitad a quienes no tengan nada preparado, porque hoy es un día dedicado a nuestro Señor. No estéis tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.”
Alégrense los que buscan tu protección; canten siempre de alegría, porque tú los proteges. Los que te aman, se alegran por causa tuya, pues tú, Señor, bendices al que es fiel; tu bondad lo rodea como un escudo.
Para el que está afligido, todos los días son malos; para el que está contento, son una fiesta constante.
Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador.” También vosotros podréis ir a beber con alegría en esa fuente de salvación,
Así también regresarán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión dando gritos de alegría; sus rostros estarán siempre alegres; encontrarán felicidad y dicha, y el dolor y el llanto desaparecerán.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.
Vivid alegres por la esperanza que tenéis; soportad con valor los sufrimientos; no dejéis nunca de orar.
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