porque sin fe es imposible que alguno agrade a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan.
porque por medio de Él es revelada la justicia de Dios por fe para fe. Como está escrito: 'EL JUSTO SERÁ SALVO POR LA FE'.
pero pida con fe, sin dudar, porque el que duda es como las olas del mar que son agitadas por el viento.
Ahora bien, la fe es la convicción de las cosas que se esperan como si ya fueran realidad, y es la revelación de las cosas que no se ven.
Por eso les digo que por cualquier cosa que ustedes oren y pidan, crean que la recibirán y la tendrán.
Contestando Jesús, les dijo: De cierto les digo que si tienen fe y no dudan, no solamente harán lo de la higuera, sino que incluso si dicen a este monte: 'Desarráigate y arrójate al mar', sucederá.
Ahora pues, la fe viene por escuchar atentamente, por escuchar atentamente[7] la palabra de Dios.
Siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos míos, como es justo, porque su fe aumenta grandemente y abunda el amor de todos y cada uno de ustedes por su prójimo,
porque de cierto les digo que todo el que diga a este monte: 'Levántate y échate al mar', y no duda en su corazón, sino que cree que lo que dice será hecho, lo que diga le será hecho.
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
a quien ustedes han amado sin haberlo visto, y en cuya fe se regocijan jubilosamente con regocijo glorioso e inefable, para que obtengan la recompensa de su fe, que es la salvación de sus almas.
Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo, y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.
De cierto, de cierto les digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará, y mayores que estas hará, porque yo voy al Padre?
Digo yo, pues, a todos ustedes, por la gracia que me fue dada, que ninguno tenga un más alto concepto de sí que el que deba tener, sino cada uno piense sobriamente, según la medida de fe que Dios le impartió;
puestos los ojos en Jesús, porque Él fue el Autor y Consumador de nuestra fe, quien por el gozo que había para Él soportó la cruz, despreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Pelea la buena batalla de la fe, asiéndote de la vida eterna a la cual fuiste llamado, habiendo hecho buena confesión en presencia de muchos testigos.
Jesús le dijo: ¿Ahora que me has visto has creído? Dichosos los que sin haberme visto creyeron.
Jesús les dijo: Por su incredulidad; porque en verdad les digo que si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este monte: 'Muévete de aquí', y se movería, y nada les sería dificil.
porque el corazón que cree en Él, es justificado, y la boca que lo reconoce, es salva,
Por fe también Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir simiente, y ya pasada su edad propicia, dio a luz, porque estaba convencida de que el que prometió es fiel;
Así pues, por cuanto somos justificados por medio de la fe, tenemos paz para con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo,
para que, conforme a la riqueza de su gloria, les conceda el ser fortalecidos con poder por su espíritu. Que habite el Cristo en su hombre interior mediante la fe, y en sus corazones por medio del amor, fortaleciéndose su raíz y su cimiento,
He peleado la buena batalla, he terminado mi carrera, he preservado mi fe. Y desde ahora me está reservada la corona de justicia con la cual me recompensará en aquel día mi Señor, porque Él es Juez justo; y no sólo a mí, sino también a los que aman su manifestación.
porque la raiz de todos los males es el amor al dinero, el cual, codiciándolo algunos, se desviaron de la fe y acarrearon para sí muchas desgracias.
Y Jesús le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha sanado. Y al instante recibió la vista, y se marchó por el camino.
porque estando en el Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión significan algo, sino la fe que es consumada por el amor.
porque con el Cristo fui crucificado, y ya no vivo yo, sino que el Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Por esta razón, somos justificados por la fe que es por gracia, para que la promesa sea firme para toda su descendencia, no solamente para los que se basan en la ley, sino también para los que son de fe de Abraham, que es el padre de todos nosotros.
Y sin debilitarse en su fe, aunque contempló su cuerpo muerto (el cual era de cien años), y la matriz muerta de Sara,
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, no tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Por tanto, todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe de Jesucristo, porque los que fueron bautizados en el Cristo, del Cristo fueron revestidos.
porque es por su gracia que hemos sido salvos, mediante la fe; y esto no surgió de ustedes, sino que es don de Dios, no por obras, para que nadie se jacte,
pero el que duda y come, tiene culpa, porque no lo hace con fe, porque todo lo que no procede de fe, es pecado.
Porque estos tres son los que permanecen: la fe, la esperanza y el amor, pero el mayor de ellos es el amor.
Todo el que cree en mí, de su interior fluirán ríos de agua viva, como han declarado las Escrituras.
pero la Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa mediante la fe de Jesucristo[3] fuera concedidad a los que creen.
Que nadie subestime tu juventud, sino sé ejemplo para los creyentes en palabra, en comportamiento, en amor, en fe y en pureza.
Pero habiendo escuchado Jesús, dijo al padre de la niña: No tengas temor; solo cree y ella volverá a vivir.
Entonces ellos le dijeron: Cree en nuestro Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa,
Tengan cuidado, pues, hermanos míos, para que no haya en alguno de ustedes corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo,
porque tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual, para que por él sean afirmados, y seamos reconfortados mutuamente por la fe que nos es común a ustedes y a mí.
Pero ahora, sin la ley, la justicia de Dios es revelada, y dan testimonio de ello la ley y los profetas, porque la justicia de Dios es para todo hombre mediante la fe de Jesucristo[4], y también para todo el que cree en Él, porque no hay distinción,
Pero ustedes, amados míos, sean reedificados en su santa fe por el espíritu santo, orando; y conservémonos en el amor de Dios, estando expectantes de la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para nuestra vida, la cual es eterna.
Jesús respondió, diciéndoles: Tengan fe de Dios[9], porque de cierto les digo que todo el que diga a este monte: 'Levántate y échate al mar', y no duda en su corazón, sino que cree que lo que dice será hecho, lo que diga le será hecho. Por eso les digo que por cualquier cosa que ustedes oren y pidan, crean que la recibirán y la tendrán.
Dijeron los apóstoles a nuestro Señor: Auméntanos la fe. Él les dijo: Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: 'Desarraigate y plántate en el mar', y los obedecería.
Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo, y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. Porque, ¿quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
por cuya causa padezco estas cosas; pero no me siento confundido, porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que Él puede guardar mi depósito hasta aquel día.
Y junto con esto, tomen el escudo de la fe para que con él puedan apagar todos los dardos encendidos del Maligno.
Por tanto, tal como han recibido a Jesucristo nuestro Señor, así condúzcanse en Él, afirmando sus raíces y siendo edificados en Él, establecidos en la fe que han aprendido y abundado en ella con acción de gracias.
asiéndonos firmemente de la confesión de nuestra esperanza, sin fluctuar, porque fiel es el que nos prometió.
Por lo cual, poniendo todo cuidado, añadan a su fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio de sí mismo; al dominio de sí mismo, paciencia; y a la paciencia, reverencia a Dios; a la reverencia a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor;
porque por la fe de su Nombre, a este que ustedes miran y conocen, Él lo ha fortalecido y sanado, y la fe que está en él[1] es la que le ha dado esta sanidad delante de todos ustedes.
pero ustedes son linaje escogido, para que sirvan como sacerdotes para el reino; pueblo santo, congregación redimida para que anuncien las glorias de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable,
no dudó de la promesa de Dios como un incrédulo, sino como fortaleciéndose en fe, dio gloria a Dios, convencido de que lo que Dios le había prometido, era capaz de cumplirlo.
Así pues, por cuanto somos justificados por medio de la fe, tenemos paz para con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo, por quien fuimos acercados por medio de la fe a esta gracia en la que estamos, y nos deleitamos en la esperanza de la gloria de Dios;
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