
Así que Dios bendecirá, por medio de Abraham, a todos los que confían en él como Abraham lo hizo.
Porque aunque no estoy con ustedes, siempre los recuerdo y me alegro de saber que son ordenados y siguen confiando plenamente en Jesucristo. La vida nueva que Cristo da
Moisés confió en Dios y, por eso, salió de Egipto sin tenerle miedo al rey. No se rindió nunca, y actuó como si estuviera viendo a Dios, que es invisible.
Jesús entonces le dijo a la mujer: --Hija, fuiste sanada porque confiaste en mí. Puedes irte en paz.
Pues si ustedes reconocen con su propia boca que Jesús es el Señor, y si creen de corazón que Dios lo resucitó, entonces se librarán del castigo que merecen.
La Biblia dice que el pecado nos domina a todos, de modo que el regalo que Dios prometió es para los que confían en Jesucristo.
Dios en su bondad me nombró apóstol, y por eso les pido que no se crean mejores de lo que realmente son. Más bien, véanse ustedes mismos según la capacidad que Dios les ha dado como seguidores de Cristo.
Al principio, cuando confiamos en Cristo, nos hicimos compañeros suyos; y si no dejamos de confiar en él, seguiremos siendo sus compañeros siempre.
Siempre que nos sea posible, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los seguidores de Cristo. Advertencia y saludo final
Si oran con confianza, Dios les responderá y sanará al enfermo, y si ha *pecado también lo perdonará.
Nos alegra saber que por confiar en Jesucristo, ahora podemos disfrutar del amor de Dios y un día compartiremos con él toda su grandeza.
Por eso, para Dios ustedes ya no son extranjeros. Al contrario, ahora forman parte del pueblo de Dios y tienen todos los derechos; ahora son de la familia de Dios. Todos los de la iglesia son como un edificio construido sobre la enseñanza de los apóstoles y los profetas, y en ese edificio Jesucristo es la piedra principal.
Por eso, mi consejo es que pongan todo su empeño en: Afirmar su confianza en Dios, esforzarse por hacer el bien, procurar conocer mejor a Dios, y dominar sus malos deseos. Además, deben ser pacientes, entregar su vida a Dios, estimar a sus hermanos en Cristo y sobre todo, amar a todos por igual.
Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor.
Abel confió en Dios, y por eso le ofreció un sacrificio mejor que el de Caín. Por eso Dios consideró que Abel era justo, y aceptó sus ofrendas. Y aunque Abel ya está muerto, todavía podemos aprender mucho de la confianza que él tuvo en Dios.
Nadie puede poner una base distinta de la que ya está puesta, y esa base es Jesucristo.
Entonces Jesús extendió su brazo, agarró a Pedro y le dijo: --Pedro, tú confías muy poco en mí. ¿Por qué dudaste?
Finalmente, dejen que el gran poder de Cristo les dé las fuerzas necesarias. Protéjanse con la armadura que Dios les ha dado, y así podrán resistir los ataques del diablo.
Nosotros no queremos decirles qué es lo que deben creer, pues de eso ustedes están ya bien seguros. Lo que sí queremos es colaborar con ustedes, para que sean más felices.
Abraham confió en Dios cuando Dios quiso probar si le obedecía o no. Por eso Abraham tomó a su hijo Isaac para ofrecerlo como sacrificio. No le importó que fuera su único hijo, ni que Dios le hubiera prometido que
Dios empezó el buen trabajo en ustedes, y estoy seguro de que lo irá perfeccionando hasta el día en que Jesucristo vuelva.
Por medio de Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó y le dio un lugar de honor en su reino. Por eso ustedes han puesto su confianza en Dios y están seguros de que él les dará todo lo que les ha prometido.
Serás un soldado que confía en Dios y a quien no se le puede acusar de nada malo. Algunas personas, como Himeneo y Alejandro, dejaron de confiar en Dios. Por eso no les permití seguir en la iglesia, para que Satanás haga con ellos lo que quiera, y así aprendan a no insultar a Dios.
Moisés confió en Dios y, por eso, cuando ya fue hombre, no quiso seguir siendo hijo adoptivo de la hija del rey.
Por eso, la bendición que Dios prometió darle a Abraham es también para los que no son judíos. Así que si confiamos en Cristo, recibiremos el Espíritu que Dios nos ha prometido. La ley y la promesa
Así, cuando su confianza en Dios sea puesta a prueba, ustedes aprenderán a soportar con más fuerza las dificultades.
Y su mandamiento es que creamos en su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como Jesús nos lo ordenó.
Así seremos un grupo muy unido y llegaremos a tener todo lo que nos falta; seremos perfectos, como lo es Cristo, porque conocemos al Hijo de Dios y hemos confiado en él.
Ellos confiaron en Dios, y por eso conquistaron países; y como actuaron con justicia, recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron la boca de leones y
y podremos ayudarnos unos a otros gracias a la fuerza de esa confianza que tenemos en Dios.
Jesús no hizo caso de lo que ellos dijeron, sino que le dijo a Jairo: --No tengas miedo; solamente confía.
Cuando Dios le prometió a Abraham que tendría muchísimos descendientes, esto parecía imposible. Sin embargo, por su esperanza y confianza en Dios, Abraham llegó a ser el antepasado de gente de muchos países que también confían en Dios.
Resistan sus ataques confiando en Dios y sin dudar un solo momento. Ya saben que en todo el mundo otros seguidores de Cristo están sufriendo como ustedes.
¡Claro que no, sino que les responderá de inmediato! Pero cuando yo, el Hijo del hombre, regrese a este mundo, ¿acaso encontraré gente que confíe en Dios?' El hombre orgulloso y el hombre humilde
Pero Jesús le dijo a la mujer: 'Tú confías en mí y por eso te has salvado. Vete tranquila'.
Por eso, para que la promesa de Dios tuviera valor para los descendientes de Abraham, Dios no pidió nada a cambio. Hizo la promesa para todos los que confiaran en él. No sólo para los que obedecen la ley, sino también para los que confían como Abraham. Por eso Abraham es el padre de todos nosotros.
Hermanos míos, en todo momento tenemos que dar gracias a Dios por ustedes. Y así debe ser, pues ustedes confían cada vez más en Dios y se aman más y más los unos a los otros.
Ustedes oyeron y creyeron la buena noticia de su salvación, que es un mensaje verdadero, y gracias a Cristo pasaron a formar parte del pueblo de Dios y recibieron el Espíritu Santo que nos había prometido.
pues hemos sabido que confían mucho en Cristo y aman a todos los que forman parte del pueblo de Dios.
Henoc confió en Dios y, por eso, en vez de morir, Dios se lo llevó de este mundo y nadie volvió a encontrarlo. La Biblia dice que, antes de que Henoc fuera llevado, fue obediente, y eso le agradó a Dios.
Y si Cristo no volvió a vivir, esta buena noticia que anunciamos no sirve para nada, y de nada sirve tampoco que ustedes crean en Cristo.
Pues si creemos de todo corazón, seremos aceptados por Dios; y si con nuestra boca reconocemos que Jesús es el Señor, Dios nos salvará.
Por eso, sigamos aprendiendo más y más, hasta que lleguemos a ser cristianos maduros. Dejemos de ocuparnos de las primeras enseñanzas que se nos dieron acerca de Cristo, y ya no sigamos hablando de cosas simples. Dejemos de hacer lo malo, sigamos a Cristo, y dejemos de pecar para no morir. Sabemos que debemos confiar en Dios,
Poco después, Jesús les dijo a sus discípulos: --No se preocupen. Confíen en Dios y confíen también en mí.
Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo.
Jesús le dijo: --¿Creíste porque me viste? ¡Felices los que confían en mí sin haberme visto! La razón por la que se escribió este libro
Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios.
Nadie puede agradar a Dios sólo obedeciendo la ley, pues la Biblia dice: 'Los que Dios ha aceptado y confían en él, vivirán para siempre'.
Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios.
A esto Jesús respondió: --Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos vuelvan a vivir. Quien pone su confianza en mí, aunque muera, vivirá. Los que todavía viven y confían en mí, nunca morirán para siempre. ¿Puedes creer esto?
Que su confianza en Dios sea como un escudo que apague las flechas encendidas que arroja el diablo.
He luchado por obedecer a Dios en todo, y lo he logrado; he llegado a la meta, pues en ningún momento dejé de confiar y obedecer a Dios.
Ustedes confían en Dios, y por eso él los protege con su poder, para que puedan ser salvados tal y como está planeado para los últimos tiempos. Confiar en Dios
En realidad, todo el que es hijo de Dios vence lo malo de este mundo, y todo el que confía en Jesucristo obtiene la victoria.
Ustedes, aunque nunca han visto a Jesucristo, lo aman y creen en él, y tienen una alegría tan grande y hermosa que no puede describirse con palabras. Ustedes viven alegres porque ya saben que Dios los salvará, y por eso confían en él.
Eso sí, debe pedirla con la seguridad de que Dios se la dará. Porque los que dudan son como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro.
Así que las personas llegan a confiar en Dios cuando oyen el mensaje acerca de Jesucristo.
Porque a Dios no le gusta que no confiemos en él. Para ser amigos de Dios hay que creer que él existe, y que sabe premiar a los que buscan su amistad.
Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló.
Así como un cuerpo sin alma está muerto, también la confianza en Dios es una confianza muerta si no va acompañada de buenas acciones.
Jesús les respondió: --Porque ustedes no confían en Dios. Les aseguro que si tuvieran una confianza tan pequeña como un grano de mostaza, podrían ordenarle a esta montaña que se moviera de su lugar, y les obedecería. ¡Nada sería imposible para ustedes! Jesús habla otra vez de su muerte
En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme.
La buena noticia nos enseña que Dios acepta a los que creen en Jesús. Como dice la Biblia: 'Aquellos a quienes Dios ha aceptado y confían en él, vivirán para siempre'. Todos somos culpables
Los que me son fieles en todo y confían en mí vivirán para siempre. Pero si dejan de serme fieles, no estaré contento con ellos'.
Reciban bien a los cristianos débiles, es decir, a los que todavía no entienden bien qué es lo que Dios ordena. Si en algo no están de acuerdo con ellos, no discutan.
Porque nosotros oímos la buena noticia, igual que aquellos israelitas que salieron de Egipto. Sólo que a ellos no les sirvió de nada oírla, pues no creyeron en el mensaje.
En cambio, a nosotros, el Espíritu nos da la seguridad de que Dios va a aceptarnos, pues confiamos en Cristo.
nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa. Al contrario, su confianza era cada vez más firme, y daba gracias a Dios. Abraham estaba completamente seguro de que Dios tenía poder para cumplir su promesa.
Abraham confió en Dios, y cuando él le ordenó que saliera de su tierra para ir al país que le daría, Abraham obedeció, aunque no sabía hacia dónde iba.
Abraham confió en Dios y, por eso, aunque su esposa Sara no podía tener hijos y él era ya muy viejo, Dios le dio fuerzas para tener un hijo. Abraham confió en que Dios cumpliría su promesa de darle un hijo.
Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que somos fieles a Dios si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta.
El Señor les dijo: --Si la confianza de ustedes fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: 'Levántate de aquí y plántate en el mar', y el árbol les obedecería. Sirvientes inútiles
Que Dios, quien nos da seguridad, los llene de alegría. Que les dé la paz que trae el confiar en él. Y que, por el poder del Espíritu Santo, los llene de esperanza. El trabajo de Pablo como apóstol
Imita al deportista que se esfuerza por ganar la competencia: haz todo lo posible por ser un buen discípulo de Jesucristo, y recibirás el premio de la vida eterna. Dios te llamó y te prometió esa vida cuando delante de mucha gente anunciaste que habías confiado en Dios.
Los israelitas confiaron en Dios y, por eso, cuando marcharon alrededor de la ciudad de Jericó durante siete días, los muros de la ciudad se vinieron abajo.
En primer lugar, doy gracias a mi Dios por cada uno de ustedes, en nombre de Jesucristo. En todas partes se habla bien de ustedes y se sabe que confían en Dios y le obedecen.
Jesús se admiró al escuchar la respuesta del capitán. Entonces le dijo a la gente que lo seguía: --¡Les aseguro que en todo Israel nunca había conocido a alguien que confiara tanto en mí como este extranjero!
Noé confió en Dios y, por eso, cuando Dios le avisó que sucederían cosas que todavía no podían verse, obedeció y construyó un barco para salvar a su familia. Por su confianza en Dios, Noé recibió las bendiciones que Dios da a todos los que le obedecen. También por su confianza en Dios, Noé hizo que la gente de este mundo fuera condenada.
Pero nosotros no vivimos en la oscuridad, sino en la luz. Por eso debemos mantenernos alerta, y confiar en Dios y amar a toda persona. ¡Nuestra confianza y nuestro amor nos pueden proteger del pecado como una armadura! Y si no dudamos nunca de nuestra salvación, esa seguridad nos protegerá como un casco.
Jesús se dio vuelta, vio a la mujer y le dijo: 'Ya no te preocupes, tu confianza en Dios te ha sanado'. Y desde ese momento la mujer quedó sana.
Jesús le preguntó: --¿Puedes confiar en Dios? Para el que confía en él, todo es posible.
También le pido a Dios que Jesucristo viva en sus corazones, gracias a la confianza que tienen en él, y que vivan sólo para amar a Dios y a los demás.
Y así, ustedes creyeron en Dios, no por medio de la sabiduría humana sino por el poder de Dios. Dios da a conocer sus planes
Y nosotros creemos que Dios creó el universo con una sola orden suya. Lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse.
Pero esto será así, sólo si mantienen su confianza en Cristo y siguen creyendo en lo que nos promete el mensaje de la buena noticia. Este mensaje ha sido anunciado por todo el Imperio romano, y yo colaboro anunciándolo. El trabajo de Pablo para la Iglesia
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