La fe es la certidumbre de lo que se espera, la convicción de alcanzar lo que no se ve.
Porque la fe viene cuando se escucha con atención el mensaje que predicamos acerca de Jesucristo.
La fe es, pues, necesaria para agradar a Dios. Por eso, todo el que quiera acercarse a Dios debe creer que existe y que premia a los que sinceramente le buscan.
Porque tenéis poca fe les respondió Jesús . Os aseguro que, si tuvierais fe aunque solo fuera del tamaño de un grano de mostaza, podríais decirle a este monte: '¡Quítate de ahí y pásate allá!', y el monte se pasaría. Nada os sería imposible. [
Cualquiera que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede obtenerse por la fe,
Y pensad esto: que solamente por gracia sois salvos mediante la fe en Cristo. No lo sois por vuestros propios merecimientos, sino tan sólo como un don de Dios, pues la salvación no se obtiene por la bondad de nuestras obras, para que nadie tenga de qué jactarse.
Vigilad con atención para permanecer siempre fieles al Señor. Portaos varonilmente y esforzaos en su obra.
y sin cesar os mencionamos ante nuestro Dios y Padre, recordando vuestra fe firme y activa, las obras a las que os mueve el amor y la perseverante esperanza que habéis puesto en nuestro Señor Jesucristo.
Ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído en sus promesas, podemos disfrutar de verdadera paz con él merced a lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en nuestro favor. Porque Jesucristo nos ha abierto por medio de la fe las puertas a esta gracia de Dios, en la cual permanecemos firmes, llenos de la alegre esperanza de su gloria.
Ante todo esto, ¿qué podríamos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?
Jesús respondió: Tened fe en Dios, porque ciertamente cualquiera que tenga fe y no albergue dudas en su corazón, sino que crea que ha de cumplirse lo que dice, podrá mandarle a este monte que se quite de donde está y se arroje al mar, y el monte le obedecerá. Por eso os aseguro que todo lo que pidáis en oración, si ponéis vuestra fe en que habéis de recibirlo, lo recibiréis.
Mantengamos con firmeza, sin vacilar, el testimonio de la esperanza de nuestra salvación; pues Dios, que hizo la promesa, es absolutamente fiel y no dejará de cumplirla.
Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídasela a Dios, porque él la da con liberalidad a cuantos se la piden, y no hace ninguna clase de reproches. Pero, eso sí, habéis de pedirla con fe, porque el que duda es semejante a las olas del mar, que se agitan de acá para allá según el punto de donde sopla el viento.
Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
Porque el Espíritu con que Dios nos ha dotado no es de cobardía, sino de fortaleza, amor y dominio de uno mismo.
a fin de que vuestra fe no se basara en conceptos propios de esa sabiduría, sino únicamente en el poder de Dios. Sabiduría procedente del Espíritu
Jesús les respondió: Os aseguro que si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis cosas como esa de la higuera, sino que incluso le diréis a este monte: 'Quítate de aquí y arrójate al mar', y os obedecerá. Todo lo que pidáis en oración, si de veras creéis, lo recibiréis. La autoridad de Jesús puesta en duda
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Vosotros, aunque no le habéis visto, le amáis; y confiáis en él, aun cuando en el momento actual todavía no le veáis. Por eso, el gozo que sentís es indescriptible y glorioso, y por eso, como galardón de vuestra fe, vais a obtener la salvación de vuestras almas.
Abraham no dudó jamás, sino que con una fe llena de fortaleza, con entera confianza, creyó la promesa de Dios, y lo glorificó, porque estaba persuadido de que Dios tiene pleno poder para cumplir lo que promete.
Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
Recordad que toda tentación o toda prueba que os sobrevenga es cosa humana; pero recordad también que Dios, en su fidelidad, no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar, sino que, al llegar las pruebas, él os dará la forma de salir de ellas. Las fiestas idólatras y la Cena del Señor
Lo que vosotros, en primer lugar, debéis hacer es buscar el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás os será añadido.
Por eso estoy convencido de que nada ni nadie: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y autoridades que gobiernan este mundo, ni el temor al presente o al futuro, ni lo más alto ni lo más profundo, ni ninguna de las cosas creadas, podrán apartarnos del amor de Dios revelado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Y estoy seguro de que Dios, que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que regrese Jesucristo.
Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos.
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo.
Huid de la avaricia y contentaos con lo que ya tenéis, pues el Señor dijo: 'No te desampararé ni te dejaré'. De este modo podremos afirmar sin temor alguno, con plena seguridad: 'El Señor es quien me ayuda; no tendré miedode lo que pueda hacerme el hombre'.
No os preocupéis por nada, pero orad sin cesar, suplicando a Dios por vuestras necesidades y no olvidando darle gracias por todo. Hacedlo así, y la paz de Dios, que supera toda capacidad humana de comprensión, guardará vuestros pensamientos y vuestro corazón unidos a Cristo Jesús.
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
Esto se escribió tiempo atrás para nuestra instrucción, a fin de que, gracias a la paciencia y el aliento que recibimos de las Escrituras, miremos siempre adelante llenos de esperanza.
Embrazad, sobre todo, el escudo de la fe, para que en él podáis apagar todas las flechas ardientes del maligno.
puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, a quien no le importó sufrir el oprobio de la muerte vergonzosa en una cruz, sino que aceptó morir en ella sabiendo el gozo que le esperaba. Miremos, pues, a Jesús, que ahora ocupa el lugar de honor a la derecha de Dios.
Que el gozo de la esperanza en Cristo presida vuestra vida; que soportéis con paciencia los momentos de angustia, y que la oración esté siempre en vuestros labios y en vuestro corazón.
Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él porque lo hemos sentido en nosotros mismos. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Pelea la buena batalla de la fe y echa mano de la vida eterna, a la que Dios te ha llamado y que tan firmemente has confesado delante de muchos testigos.
Por tanto, queridos hermanos, permaneced firmes, sed constantes y trabajad siempre en la obra del Señor, porque nada de lo que hagáis para él será en vano.
Como dicen las Escrituras: 'Mirad, yo pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida y preciosa. Jamás serán defraudados los que crean en él'.
Tres cosas hay de valor inmutable: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más importante es el amor.
Dios, cuya fidelidad es inalterable, os llamó a participar de la relación personal con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Divisiones en la iglesia
Entonces les tocó los ojos, al tiempo que les decía: Que os sea hecho conforme a la fe que tenéis.
Pensad que Dios actúa en vosotros, a fin de que con vuestros deseos y vuestras obras cumpláis siempre su buena voluntad.
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente.
Respondió Jesús: Yo soy el pan de vida. Los que a mí vienen, nunca más tendrán hambre; los que en mí creen, no volverán a tener sed.
Por cuanto vosotros habéis puesto en él vuestra fe, con su gran poder os protegerá para que podáis alcanzar la salvación que ya está dispuesta para ser revelada en los días del fin.
Por lo tanto no dejéis de esforzaros en añadir a vuestra fe la buena conducta, a la buena conducta el conocimiento de la voluntad de Dios, al conocimiento de la voluntad de Dios el dominio propio, al dominio propio la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el afecto fraternal, y al afecto fraternal la plenitud del amor.
Gracias a él habéis creído en Dios, que le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que solamente en Dios depositéis vuestra fe y mantengáis vuestra esperanza.
Y sé que también ahora me librará de todo lo malo y me guardará para su reino celestial. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén. Saludos finales
Pensad además que vosotros no habéis recibido un espíritu que os mantenga sujetos a viejas condiciones de esclavitud y temor, sino el Espíritu mediante el cual, como hijos adoptados por Dios, podemos llamarle Padre. Esto es algo que el Espíritu Santo, hablándonos desde lo profundo de nuestro propio espíritu, nos enseña y asegura: que verdaderamente somos hijos de Dios.
Esta esperanza cierta de salvación es para nuestra vida como un ancla segura y firme, que traspasa el velo y penetra hasta el interior,
Jesús respondió: La obra que es voluntad de Dios consiste en que creáis en el que él ha enviado.
Por lo tanto, de la misma manera que un día recibisteis a Cristo Jesús, el Señor, permaneced en él confiándole vuestra existencia. Vivid arraigados en él, y creced en él sin cesar. Que vuestra fe se afirme cada día más, y que todo lo que habéis aprendido redunde en continuas acciones de gracias al Señor.
se trata de la justicia de Dios, que actúa para salvación por medio de la fe en Jesucristo, sin importar quiénes seamos nosotros ni cuál haya sido nuestra conducta en otro tiempo.
Todos ellos, movidos por la fe, lograron conquistar reinos, administraron justicia rectamente y obtuvieron lo que Dios les había prometido; cerraron bocas de leones y apagaron grandes incendios; escaparon de morir a mano armada, recibieron fuerzas en su debilidad, fueron poderosos en la guerra y rechazaron a ejércitos extranjeros.
Un día contó Jesús a sus discípulos una parábola para exhortarlos a perseverar en la oración, sin desanimarse, hasta que llegue la respuesta. Les dijo:
Y él, mi Dios, de las riquezas de su gloria y en virtud de la obra de Cristo Jesús, suplirá cualquier cosa que a vosotros os falte.
Ahora permaneced en mí y yo permaneceré en vosotros; porque así como ningún sarmiento puede dar fruto por sí mismo, esto es, separado de la vid, tampoco vosotros podréis darlo si os separáis de mí. Sí, yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mí, yo permaneceré en vosotros y daréis mucho fruto; pero separados de mí nada podréis hacer.
y tres veces me ha respondido: 'Con mi gracia tienes bastante, porque mi poder se hace más evidente cuando actúa sobre la debilidad humana'. Por tanto, de buena gana seguiré presumiendo de mis debilidades más que de ninguna otra cosa, porque por medio de ellas actúa en mí el poder de Cristo. Habiendo comprendido, pues, que mis sufrimientos son por amor a Cristo, me alegro de sobrellevarlos, sean afrentas, privaciones, persecuciones o toda suerte de angustias; porque ahora entiendo que cuanto más débil, más fuerte soy. Preocupación de Pablo por los corintios
En cambio, lo que recibe el que no trabaja es un regalo; y precisamente este es el caso de aquel que, sin poder alegar mérito alguno, ha creído en Dios, que declara justo al pecador y le cuenta la fe por justicia.
Porque si mantenemos con firmeza la confianza que teníamos al principio, participaremos de las riquezas de Cristo.
Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación.
porque aunque vosotros vivíais antes en tinieblas, ahora la luz del Señor resplandece en vuestra vida y debe manifestarse en vuestra conducta, en términos de bondad, justicia y verdad, que son los frutos de la luz.
De igual modo, consideraos vosotros muertos respecto a la vieja naturaleza pecadora, y vivos para Dios gracias a la obra llevada a cabo por Cristo Jesús Señor nuestro.
Pero demos gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Por otra parte, Dios es poderoso para compensaros con creces, de tal manera que no solo dispongáis de lo más necesario, sino que gocéis de abundancia para poder ayudar a otros.
Examinaos a vosotros mismos para comprobar si seguís en el camino de la fe, y para conocer si tenéis a Jesucristo en vuestro corazón. ¿O es que quizá habéis fracasado en la prueba?
Aunque a algunos les parezca tardanza, el Señor no va a demorar el cumplimiento de su promesa; sólo que él, por evitar que alguno se pierda, está alargando pacientemente el plazo para darle a todo pecador ocasión de arrepentirse.
Dios, que es el dador de toda paciencia y aliento, os ayude a vivir en perfecta armonía, de acuerdo con todo lo que Cristo Jesús nos enseñó. Así, unánimes y a una voz, podréis alabar y glorificar a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
por todo lo cual padezco esta prisión. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar hasta el día de su retorno lo que me ha encomendado.
Hijitos, vosotros sois de Dios y habéis vencido a los enemigos de Cristo, porque el Espíritu que está en vosotros es mayor que el espíritu que está en el mundo.
En cambio, cuando el Espíritu Santo dirige nuestra vida, produce en nosotros frutos de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, manÍsedumbre y templanza, cosas contra las cuales no existe ninguna ley.
procuro alcanzar la meta y recibir el premio celestial al que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús.
Por lo cual no nos damos nunca por vencidos, pues aunque nuestra naturaleza física se va desgastando exteriormente, nuestro ser interior, espiritual, se renueva y fortalece de día en día. Sea como sea, la leve y momentánea tribulación que hoy soportamos redundará finalmente en un continuo aumento de la eterna carga de gloria que Dios nos tiene reservada. Por eso, no miremos tanto a lo que tenemos aquí al alcance de la vista, sino pongamos nuestras miras en lo que todavía no podemos ver. Porque las cosas materiales que ahora vemos, son fugaces; pero las espirituales, las que no vemos, son eternas.
Llegados a este punto, sigamos en todo momento la verdad con amor en nuestro trato con los demás. Así, cada vez seremos más semejantes a Cristo, que es la cabeza de la iglesia. Bajo su dirección, las diferentes partes del cuerpo, según el don de cada una, se armonizan y ayudan mutuamente, de modo que el cuerpo entero va creciendo y es espiritualmente edificado en amor. Vivid como hijos de luz
Si, pues, verdaderamente habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo ocupa a la derecha de Dios el lugar de honor. Poned vuestras miras en lo que es propio del cielo, no en lo de la tierra,
Os aseguro que no, que pronto les hará justicia. Ahora bien, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará en este mundo perseverancia en la fe? Parábola del fariseo y del recaudador de impuestos
Pues si a la hierba del campo, que hoy está verde y mañana se la quema en el horno, Dios la viste de ese modo, ¿qué no hará por vosotros, hombres de poca fe?
Porque cuando uno cree de corazón, Dios lo declara justo; y cuando confiesa su fe, se asegura la salvación,
El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios estará sobre su cabeza.
Porque en ningún caso quisiéramos erigirnos en señores de vuestra fe, gracias a la cual permanecébis firmes. Lo que de veras deseamos es contribuir a vuestro gozo.
Jesús se quedó admirado al oírlo, se quedó admirado, y dijo a la gente que le seguía; Os aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado a nadie que tenga tanta fe.
pero nosotros, que pertenecemos al día, debemos ser sobrios y estar revestidos de la coraza de la fe y del amor, y cubiertos con la esperanza de la salvación como el soldado se cubre con su yelmo.
Os aseguro esto: El que escucha mi mensaje y cree a Dios, que me envió, tiene vida eterna; y nunca caerá en condenación a causa de sus pecados, porque ha pasado de la muerte a la vida.
En otra ocasión dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que la luz de la vida iluminará su camino.
Pase lo que pase, no perdáis nunca la confianza que habéis puesto en el Señor, porque junto con ella os espera un gran galardón. Pero es preciso que perseveréis en el cumplimiento de la voluntad de Dios, si de veras deseáis recibir lo que él os tiene prometido.
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