¿Está enfermo alguno entre vos otros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndole con aceite, en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo y lo levantará el Señor. Y si hubiere hecho pe cados, le serán perdonados.
Por nada os acongojéis, mas en todo por la oración y la súplica con acción de gracia, haced conocer a Dios vuestras peticiones. Y la paz de Dios que sobrepuja todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
y me dijo: Bástate mi gracia, porque la fuerza en flaqueza se consuma. De buena gana, pues, me alabaré en mis flaquezas para que acampe sobre mí la fuerza del Cristo;
Jesús volviéndose y viéndola, dijo: Ten animó, hija. Tu fe te ha salvado, y fué sanada la mujer desde aquella hora.
Paz os dejo; paz mía os doy. No como el mundo da, yo os doy. No sea turbado vuestro corazón, ni se acobarde.
Y recorría Jesús todas las ciudades y las aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos y publicando el mensaje del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Si el espíritu del que despertó a Jesús de entre muertos mora en vosotros, el que despertó a Cristo Jesús de entre muertos vivificará también a vuestros cuerpos mortales, puesto que su espíritu mora en vosotros.
el cual llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero para que muertos a los pecados vivamos a la justicia; por la herida del cual fuisteis sanados,
No sólo eso sino que también nos alabamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia y la paciencia experiencia y la experiencia esperanza;
porque no nos dio Dios espíritu de cobardía, sino de fuerza y de amor y de buen sentido.
El ladrón no viene sino para hurtar y degollar y destruir. Yo vine para que tengan vida y la tengan más y más.
Habiendo llamado a sus doce discípulos, Jesús les dio potestad sobre espíritus inmundos, para echarlos fuera, y curar toda enfermedad y toda /dolencia.
Por lo cual no desmayamos, mas aunque nuestro hombre exterior se destruya, nuestro interior se renueva de día en día. Porque lo momentáneamente leve de nuestra tribulación nos procura, de grado en grado, eterno peso de gloria, no mirando nosotros las cosas que se ven sino las que no se ven, porque las que se ven son temporales mas las que no se ven son eternas
de modo que fué cumplido lo dicho por Isaías el profeta (53:4), que dice: El tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.
sabemos pues que a los que aman a Dios, todo concurre en bien a los que, según propósito, son llamados
Sea sin avaricia el trato, satisfechos con lo presente, porque El ha dicho (Deut. 31:6-8): No te dejaré, no te abandonaré. De suerte que con toda confianza decimos (Sal. 118:6): El Señor es mi ayuda, no temeré lo que me hará el hombre.
teniendo esta confianza que el que comenzó en vosotros una obra buena la llevará a cabo hasta el cha de Jcsu-Cristo,
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación, mas tened buen ánimo. Yo he vencido al mundo.
El Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz, en el creer, para que abundéis en la esperanza con fuerza de espíritu santo.
No os ha tomado tentación sino humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados sobre lo que podéis, antes con la tentación dará también la salida para que podáis sobrellevarla.
Jesús les dijo: Por vuestra falta de fe. En verdad pues os digo: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Múdate de aquí allá, y se mudaría, y nada os será imposible.
Tened por sumo gozo, mis hermanos, cuando cayereis en pruebas diversas, entendiendo que lo probado de vuestra fe obra constancia,
Mas el Dios de toda gracia que nos llamó a su eterna gloria en Cristo Jesús, después que hubiereis padecido un poco de tiempo, os perfeccionará, sostendrá, fortalecerá, consolidará.
porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, habiendo sido tentado en todo igualmente, sin pecado. Lleguémonos pues con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia y hallemos gracia para oportuno socorro.
Estoy bien persuadido que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni potencias, ni cosas presentes, ni futuras, ni lo alto, ni lo profundo, ni otra criatura podrá apartarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesu-Cristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda nuestra tribulación, para que podamos consolar a los que están en cualquiera tribulación por la consolación con que somos consolados nosotros mismos por Dios.
Oyéndolo Jesús les dijo: No tienen necesidad de médico los que están sanos, sino los que están mal.
Dijóle Jesús: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muriere, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
por lo cual me complazco en enfermedades, en ultrajes, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy débil entonces soy fuerte.
Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo, al unigénito, para que todo el que confía en él no perezca, sino que tenga vida eterna,
En todo atribulados, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, mas no perdidos;
la cual tenemos como ancla del alma tan segura como firme, que entra hasta dentro de! velo
Siempre alegraos; incesantemente orad; en todo dad gracias, porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para vosotros.
Si permaneciereis en mí y mis palabras permanecieren en vosotros, lo que queráis, lo pediréis, y os será hecho.
Porque si confesares con tu boca Señor a Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios lo despertó de entre los muertos, serás salvado, porque con el corazón se cree para justicia y con la boca se confiesa para salvación.
Y cualquier cosa que pidiereis en mi nombre, esto lo haré para que sea glorificado el Padre en el hijo. Si algo pidiereis en mi nombre esto haré.
Porque cuanto fué antes escrito, para nuestra enseñanza fué escrito, para que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos la esperanza.
No perdáis, pues, vuestra confianza que tiene grande recompensa porque tenéis necesidad de paciencia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Estimo, en efecto, que los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la venidera gloria que debe ser revelada para nosotros.
De nuevo, pues, Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en la obscuridad, mas tendrá la luz de la vida.
Y ésta es la libertad que tenemos para con él, que si algo pedimos según su voluntad, él nos oye, y si sabemos que nos oye en cualquiera cosa que pidiéremos, sabemos que tenemos los pedidos que hemos pedido de él.
Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Y la paz de Dios triunfe en vuestros corazones, a la cual también fuisteis llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.
mirando al príncipe y consumador de la fe, a Jesús que, en cambio del gozo que le estaba propuesto, sufrió una cruz, no haciendo caso de la vergüenza, y a la diestra del trono de Dios se sentó (c. 8/-1).
mas cuanto a la promesa de Dios no vaciló por la desconfianza, sino que fué confortado en la fe, dando gloria a Dios y bien persuadido de que lo que ha prometido él poderoso es para hacer.
Hermanos, yo mismo no pienso haberlo asido. Una sola cosa: olvidándome lo de atrás, y extendiéndome a lo de adelante, prosigo hacia la meta para el premio de la superior vocación de Dios en Cristo Jesús.
Porque hemos sido participantes del Cristo, si al menos retenemos firme hasta el fin el principio de la confianza,
Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque fuera de mí, nada podéis hacer.
la esperanza, pues, no avergüenza, porque el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por un espíritu santo que nos fué dado.
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