y si alguno cae enfermo, llame a los ancianos de la iglesia para que oren por él y le unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración hecha con fe sanará al enfermo: el Señor le devolverá la salud perdida y lo levantará del lecho, y si ha cometido pecados, el Señor se los perdonará.
Querido hermano, ruego a Dios que en todo te vaya bien: que tengas salud, así como prospera tu alma.
No os preocupéis por nada, pero orad sin cesar, suplicando a Dios por vuestras necesidades y no olvidando darle gracias por todo. Hacedlo así, y la paz de Dios, que supera toda capacidad humana de comprensión, guardará vuestros pensamientos y vuestro corazón unidos a Cristo Jesús.
y tres veces me ha respondido: 'Con mi gracia tienes bastante, porque mi poder se hace más evidente cuando actúa sobre la debilidad humana'. Por tanto, de buena gana seguiré presumiendo de mis debilidades más que de ninguna otra cosa, porque por medio de ellas actúa en mí el poder de Cristo.
Pero Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha salvado. Y la mujer quedó sanada desde aquel mismo instante.
Mi paz os dejo, mi paz os doy; pero la paz que yo os doy no es como la que ofrece el mundo. No estéis, pues, preocupados ni temerosos.
Por entonces recorría Jesús todas las ciudades y los pueblos, enseñando en cada sinagoga predicaba las buenas nuevas del reino de los cielos y sanaba toda enfermedad y dolencia de la gente.
Y si el Espíritu de Dios que levantó a Jesús de entre los muertos vive en vosotros, él mismo hará que vuestros cuerpos mortales retornen a la vida mediante el mismo Espíritu que vive en vosotros.
La fe es la certidumbre de lo que se espera, la convicción de alcanzar lo que no se ve.
Cristo murió en la cruz llevando en su propio cuerpo la carga de nuestros pecados, para que nosotros, habiendo muerto con él al pecado, podamos vivir 'a la justicia. Por su herida mortal habéis sido vosotros sanados.
Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia, la paciencia genera fortaleza de carácter y la fortaleza de carácter es principio de esperanza.
Porque el Espíritu con que Dios nos ha dotado no es de cobardía, sino de fortaleza, amor y dominio de uno mismo.
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida, una vida rica y permanente.
Llamó Jesús a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus impuros y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias.
Por lo cual no nos damos nunca por vencidos, pues aunque nuestra naturaleza física se va desgastando exteriormente, nuestro ser interior, espiritual, se renueva y fortalece de día en día. Sea como sea, la leve y momentánea tribulación que hoy soportamos redundará finalmente en un continuo aumento de la eterna carga de gloria que Dios nos tiene reservada. Por eso, no miremos tanto a lo que tenemos aquí al alcance de la vista, sino pongamos nuestras miras en lo que todavía no podemos ver. Porque las cosas materiales que ahora vemos, son fugaces; pero las espirituales, las que no vemos, son eternas.
para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías: 'Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras dolencias'. Lo que cuesta seguir a Jesús
Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.
Huid de la avaricia y contentaos con lo que ya tenéis, pues el Señor dijo: 'No te desampararé ni te dejaré'. De este modo podremos afirmar sin temor alguno, con plena seguridad: 'El Señor es quien me ayuda; no tendré miedode lo que pueda hacerme el hombre'.
Y estoy seguro de que Dios, que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que regrese Jesucristo.
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo.
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
Recordad que toda tentación o toda prueba que os sobrevenga es cosa humana; pero recordad también que Dios, en su fidelidad, no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar, sino que, al llegar las pruebas, él os dará la forma de salir de ellas. Las fiestas idólatras y la Cena del Señor
Que el gozo de la esperanza en Cristo presida vuestra vida; que soportéis con paciencia los momentos de angustia, y que la oración esté siempre en vuestros labios y en vuestro corazón.
Porque tenéis poca fe les respondió Jesús . Os aseguro que, si tuvierais fe aunque solo fuera del tamaño de un grano de mostaza, podríais decirle a este monte: '¡Quítate de ahí y pásate allá!', y el monte se pasaría. Nada os sería imposible. [
Amados hermanos, ¿estáis afrontando muchas dificultades y pruebas?... Pues alegraos, porque la prueba de vuestra fe da como fruto la paciencia,
Pero después que hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por medio de Jesucristo, os restaurará y dará seguridad, os fortalecerá y afianzará vuestra fe.
Porque él no es un sumo sacerdote incapaz de comprendernos y compadecernos en nuestras debilidades; sino uno que, a semejanza nuestra, pasó por las mismas pruebas y tentaciones que nosotros pasamos, pero que nunca cedió ante ninguna de ellas, ni cometió pecado. Con esa confianza acerquémonos al trono de la gracia, que es el trono de Dios, a fin de hallar gracia y auxilio para el momento oportuno.
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Por eso estoy convencido de que nada ni nadie: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y autoridades que gobiernan este mundo, ni el temor al presente o al futuro, ni lo más alto ni lo más profundo, ni ninguna de las cosas creadas, podrán apartarnos del amor de Dios revelado en Cristo Jesús Señor nuestro.
¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre lleno de misericordia y Dios de todo consuelo! Él nos da siempre el aliento que necesitamos para superar toda tribulación y para que, de la misma manera que él nos anima y consuela, también nosotros seamos capaces de consolar a otros que se encuentren atribulados.
Jesús los oyó y les dijo: Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos.
Respondió Jesús: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. Porque nadie que vive y cree en mí morirá para siempre. ¿Crees esto, Marta?
Habiendo comprendido, pues, que mis sufrimientos son por amor a Cristo, me alegro de sobrellevarlos, sean afrentas, privaciones, persecuciones o toda suerte de angustias; porque ahora entiendo que cuanto más débil, más fuerte soy. Preocupación de Pablo por los corintios
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Por eso, aunque los problemas nos acosan, no nos angustian; aunque nos vemos en apuros, no desesperamos; nos persiguen, pero Dios no nos abandona; nos derriban, pero no nos destruyen.
Esta esperanza cierta de salvación es para nuestra vida como un ancla segura y firme, que traspasa el velo y penetra hasta el interior,
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
Que la alegría presida vuestra vida. Nunca dejéis de orar. Dad gracias en todo momento y circunstancia, porque esto quiere Dios de quienes pertenecen a Cristo Jesús.
Pero si permanecéis en mí y guardáis las enseñanzas que os he transmitido, podréis pedir lo que necesitáis y se os concederá.
Que si confiesas con tus labios que Jesús es el Señor, y si crees de corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, te salvarás. Porque cuando uno cree de corazón, Dios lo declara justo; y cuando confiesa su fe, se asegura la salvación,
Mantengamos con firmeza, sin vacilar, el testimonio de la esperanza de nuestra salvación; pues Dios, que hizo la promesa, es absolutamente fiel y no dejará de cumplirla.
Y sabed que todo cuanto le pidáis al Padre en mi nombre, yo lo haré, para que por medio del Hijo se manifieste la gloria del Padre. Sí, todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré. Jesús promete el Espíritu Santo
Esto se escribió tiempo atrás para nuestra instrucción, a fin de que, gracias a la paciencia y el aliento que recibimos de las Escrituras, miremos siempre adelante llenos de esperanza.
Todo lo que pidáis en oración, si de veras creéis, lo recibiréis. La autoridad de Jesús puesta en duda
Pase lo que pase, no perdáis nunca la confianza que habéis puesto en el Señor, porque junto con ella os espera un gran galardón. Pero es preciso que perseveréis en el cumplimiento de la voluntad de Dios, si de veras deseáis recibir lo que él os tiene prometido.
Acerca de esto quiero hacer constar mi absoluta convicción de que nuestros sufrimientos actuales no pueden compararse con la gloria de la vida eterna que Dios nos dará.
En otra ocasión dijo Jesús: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que la luz de la vida iluminará su camino.
y estamos seguros de que Dios nos escuchará siempre que le pidamos algo de acuerdo con su voluntad. Sabemos, pues, que él nos escucha cuando le presentamos nuestras peticiones, y también sabemos, sin ninguna duda, que responderá a lo que le hayamos pedido.
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán la puerta. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre la puerta.
Y reine en vuestro corazón la paz de Cristo, porque en ella fuisteis llamados a ser miembros de su cuerpo, que es la iglesia. Y sed agradecidos.
puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, a quien no le importó sufrir el oprobio de la muerte vergonzosa en una cruz, sino que aceptó morir en ella sabiendo el gozo que le esperaba. Miremos, pues, a Jesús, que ahora ocupa el lugar de honor a la derecha de Dios.
Abraham no dudó jamás, sino que con una fe llena de fortaleza, con entera confianza, creyó la promesa de Dios, y lo glorificó, porque estaba persuadido de que Dios tiene pleno poder para cumplir lo que promete.
Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: Para cualquier ser humano, eso es algo imposible; pero nada hay imposible para Dios.
No, hermanos, todavía no soy como debo ser; pero, eso sí, olvidando las cosas que voy dejando atrás y mirando a lo que está delante, procuro alcanzar la meta y recibir el premio celestial al que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús.
Porque si mantenemos con firmeza la confianza que teníamos al principio, participaremos de las riquezas de Cristo.
Sí, yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mí, yo permaneceré en vosotros y daréis mucho fruto; pero separados de mí nada podréis hacer.
Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón.
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