La fe es la certidumbre de lo que se espera, la convicción de alcanzar lo que no se ve.
Porque tenéis poca fe les respondió Jesús . Os aseguro que, si tuvierais fe aunque solo fuera del tamaño de un grano de mostaza, podríais decirle a este monte: '¡Quítate de ahí y pásate allá!', y el monte se pasaría. Nada os sería imposible. [
Porque la fe viene cuando se escucha con atención el mensaje que predicamos acerca de Jesucristo.
Por eso os aseguro que todo lo que pidáis en oración, si ponéis vuestra fe en que habéis de recibirlo, lo recibiréis.
Y pensad esto: que solamente por gracia sois salvos mediante la fe en Cristo. No lo sois por vuestros propios merecimientos, sino tan sólo como un don de Dios,
En cualquier caso, con la ayuda de Cristo, que me da fortaleza y poder, estoy preparado para hacer lo que sea necesario.
Pero, eso sí, habéis de pedirla con fe, porque el que duda es semejante a las olas del mar, que se agitan de acá para allá según el punto de donde sopla el viento.
Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, desde la fe y para unirnos por la fe a la vida que Dios ofrece. Como leemos en las Escrituras: 'El que es justo por la fe vivirá'. La ira de Dios contra la humanidad
Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.
Todo lo que pidáis en oración, si de veras creéis, lo recibiréis. La autoridad de Jesús puesta en duda
La fe es, pues, necesaria para agradar a Dios. Por eso, todo el que quiera acercarse a Dios debe creer que existe y que premia a los que sinceramente le buscan.
Vosotros, aunque no le habéis visto, le amáis; y confiáis en él, aun cuando en el momento actual todavía no le veáis. Por eso, el gozo que sentís es indescriptible y glorioso, y por eso, como galardón de vuestra fe, vais a obtener la salvación de vuestras almas.
Abraham no dudó jamás, sino que con una fe llena de fortaleza, con entera confianza, creyó la promesa de Dios, y lo glorificó, porque estaba persuadido de que Dios tiene pleno poder para cumplir lo que promete.
Cualquiera que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede obtenerse por la fe,
Ahora que Dios nos ha declarado justos por haber creído en sus promesas, podemos disfrutar de verdadera paz con él merced a lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en nuestro favor. Porque Jesucristo nos ha abierto por medio de la fe las puertas a esta gracia de Dios, en la cual permanecemos firmes, llenos de la alegre esperanza de su gloria.
Pero Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha salvado. Y la mujer quedó sanada desde aquel mismo instante.
Mantengamos con firmeza, sin vacilar, el testimonio de la esperanza de nuestra salvación; pues Dios, que hizo la promesa, es absolutamente fiel y no dejará de cumplirla.
Por lo tanto, gentiles, que el Dios que os ha dado la esperanza os colme de dicha y de paz por haber creído en él. Que reboséis de esperanza mediante el poder del Espíritu Santo que habita en vosotros. Pablo, ministro de los gentiles
Es, pues, evidente que Dios no dará por justo a nadie por haber obedecido a la ley de Moisés, sino que únicamente por medio de la fe será tenido el hombre por justo delante de Dios. Así lo dijo el profeta Habacuc: 'El que es justo por la fe vivirá',
puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, a quien no le importó sufrir el oprobio de la muerte vergonzosa en una cruz, sino que aceptó morir en ella sabiendo el gozo que le esperaba. Miremos, pues, a Jesús, que ahora ocupa el lugar de honor a la derecha de Dios.
Pelea la buena batalla de la fe y echa mano de la vida eterna, a la que Dios te ha llamado y que tan firmemente has confesado delante de muchos testigos.
Al llegar a la casa adonde iba, los ciegos fueron a él. Jesús les dijo: ¿Creéis que yo puedo hacer esto?Le contestaron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, al tiempo que les decía: Que os sea hecho conforme a la fe que tenéis.
La oración hecha con fe sanará al enfermo: el Señor le devolverá la salud perdida y lo levantará del lecho, y si ha cometido pecados, el Señor se los perdonará.
Embrazad, sobre todo, el escudo de la fe, para que en él podáis apagar todas las flechas ardientes del maligno.
Vigilad con atención para permanecer siempre fieles al Señor. Portaos varonilmente y esforzaos en su obra.
Porque en ningún caso quisiéramos erigirnos en señores de vuestra fe, gracias a la cual permanecébis firmes. Lo que de veras deseamos es contribuir a vuestro gozo.
En cambio, lo que recibe el que no trabaja es un regalo; y precisamente este es el caso de aquel que, sin poder alegar mérito alguno, ha creído en Dios, que declara justo al pecador y le cuenta la fe por justicia.
por todo lo cual padezco esta prisión. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar hasta el día de su retorno lo que me ha encomendado.
Y sabed que todo cuanto le pidáis al Padre en mi nombre, yo lo haré, para que por medio del Hijo se manifieste la gloria del Padre. Sí, todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré. Jesús promete el Espíritu Santo
¿Qué más puedo decir? Tiempo me faltaría para referir los hechos de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David, y también de Samuel y de los profetas. Todos ellos, movidos por la fe, lograron conquistar reinos, administraron justicia rectamente y obtuvieron lo que Dios les había prometido; cerraron bocas de leones y apagaron grandes incendios; escaparon de morir a mano armada, recibieron fuerzas en su debilidad, fueron poderosos en la guerra y rechazaron a ejércitos extranjeros.
Entonces Jesús le respondió diciendo: Mujer, ¡qué grande es tu fe! Háganse realidad tus deseos. Y su hija sanó en aquel mismo instante. Jesús alimenta a los cuatro mil
Amados hermanos, si nuestra conciencia no nos condena, podemos presentarnos confiadamente delante de Dios,
Quiero además deciros que, si dos de vosotros os ponéis de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que queráis pedir en oración, mi Padre que está en los cielos os lo concederá. Porque dondequiera que haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré también yo en medio de ellos. Parábola del siervo despiadado
Pero como tenemos el mismo espíritu de fe que alentó las palabras de la Escritura: 'Creí, y por tanto hablé', también nosotros creemos, y por tanto hablamos.
Ante todo esto, ¿qué podríamos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?
Puesto que Dios me ha confiado la comunicación de su mensaje, quiero aconsejaros que ninguno entre vosotros tenga de sí mismo más alto concepto del que debe tener, sino que se valore sensatamente, de acuerdo con el grado de fe que Dios le haya dado.
Esto, por supuesto, si plena y firmemente permanecéis fundados en la verdad, sin apartaros de la esperanza que os ofrece el evangelio de la salvación que un día escuchasteis y que ahora se está predicando en el mundo entero, y a cuyo servicio yo, Pablo, he sido puesto. Trabajo de Pablo por la iglesia
Porque a nosotros se nos han anunciado las buenas nuevas de la salvación, de la misma manera que se les anunció a los contemporáneos de Moisés; aunque a ellos no les resultó de ningún provecho aquel mensaje, porque no lo creyeron. Les faltaba la fe,
Entonces les preguntó: ¿Dónde está vuestra fe?Ellos, asustados y llenos de asombro, se decían unos a otros: ¿Quién es este hombre, que hasta a los vientos y las olas da órdenes, y le obedecen? Liberación de un endemoniado
Que si confiesas con tus labios que Jesús es el Señor, y si crees de corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, te salvarás.
a fin de que vuestra fe no se basara en conceptos propios de esa sabiduría, sino únicamente en el poder de Dios. Sabiduría procedente del Espíritu
Sabemos que cuando se deshaga este cuerpo nuestro, esta especie de tienda de campaña que acoge a nuestra vida, Dios nos dará en los cielos un nuevo edificio, una casa eterna no hecha por manos humanas.
Pues si a la hierba del campo, que hoy está verde y mañana se la quema en el horno, Dios la viste de ese modo, ¿qué no hará por vosotros, hombres de poca fe?
Porque si mantenemos con firmeza la confianza que teníamos al principio, participaremos de las riquezas de Cristo.
Mantén tu fe y actúa con buena conciencia; no como esos que, habiéndola desestimado, han hecho que su fe naufrague.
Sin embargo, todos estos hombres, aunque tenían puesta su fe en Dios, murieron sin haber visto hecho realidad lo prometido; en cambio, sí que vieron con los ojos de la fe que allá a lo lejos les esperaba el pleno cumplimiento de las promesas de Dios; por lo cual reconocieron y confesaron que este mundo no era el suyo, y que tan sólo como extranjeros y peregrinos transitaban por él.
Los que hemos recibido en Cristo la promesa de la vida eterna, no hemos de preocuparnos de si estamos o no circuncidados. Lo que a nosotros nos importa es la fe que actúa por medio del amor.
Tres cosas hay de valor inmutable: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más importante es el amor.
Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.
El pecado no ha de volver a dominaros, pues ahora no estáis ya sujetos a la ley, bajo la cual el pecado os esclavizó, sino que sois libres y objeto de la gracia y la misericordia de Dios. Esclavos de la justicia
Depositad en Dios todas vuestras ansiedades, porque él nunca dejará de cuidar de vosotros.
Y estoy seguro de que Dios, que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que regrese Jesucristo.
Recordad que toda tentación o toda prueba que os sobrevenga es cosa humana; pero recordad también que Dios, en su fidelidad, no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar, sino que, al llegar las pruebas, él os dará la forma de salir de ellas. Las fiestas idólatras y la Cena del Señor
Cuando llegaron adonde estaba toda la gente, un hombre corrió hacia Jesús, y poniéndose de rodillas delante de él le dijo: Señor, ten compasión de mi hijo, que es lunático y sufre muchísimo, pues con frecuencia se cae en el fuego, o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, pero no han podido sanarlo. Exclamó Jesús: ¡Generación incrédula y perversa!, ¿hasta cuándo habré de estar con vosotros y tendré que soportaros? ¡Traédmelo aquí! Jesús increpó al demonio, que al punto salió del muchacho, el cual quedó sanado desde aquel mismo instante. Más tarde, tomándole aparte, los discípulos preguntaron a Jesús: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar a ese demonio? Porque tenéis poca fe les respondió Jesús . Os aseguro que, si tuvierais fe aunque solo fuera del tamaño de un grano de mostaza, podríais decirle a este monte: '¡Quítate de ahí y pásate allá!', y el monte se pasaría. Nada os sería imposible. [
Si le somos infieles, él se mantiene fiel,porque no puede negarse a sí mismo. Un obrero aprobado por Dios
La fe es la certidumbre de lo que se espera, la convicción de alcanzar lo que no se ve. Los hombres de Dios que vivieron en tiempos antiguos destacaron por su fe.
Y pensad esto: que solamente por gracia sois salvos mediante la fe en Cristo. No lo sois por vuestros propios merecimientos, sino tan sólo como un don de Dios, pues la salvación no se obtiene por la bondad de nuestras obras, para que nadie tenga de qué jactarse.
Tú crees que Dios no hay más que uno, y está muy bien que lo creas. Pero mira, también los demonios lo creen, 'y tiemblan.
Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia, la paciencia genera fortaleza de carácter y la fortaleza de carácter es principio de esperanza.
procuro alcanzar la meta y recibir el premio celestial al que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús.
Por la fe Sara tuvo un hijo, a pesar de ser estéril y de edad avanzada. Lo dio a luz porque creyó que Dios, en su infinita fidelidad, había de cumplir su promesa.
sabemos muy bien que nadie puede ser considerado justo por obedecer a la ley mosaica, sino únicamente por la fe en Jesucristo. Nosotros, que hemos creído en Jesucristo, somos hechos justos por esa fe en Cristo y no por haber obedecido a la ley de Moisés. ¡Nadie es hecho justo por cumplirla!'
Acordaos de aquellos días, cuando aceptasteis la verdad de Cristo, y cuando, pese a todos vuestros sufrimientos, permanecisteis fieles al Señor. En ocasiones tuvisteis que soportar las burlas de la gente que contemplaba vuestra tortura, y otras veces asististeis angustiados a la tortura de vuestros hermanos en la fe. Compartisteis los padecimientos de los que eran encerrados en mazmorras, y sufristeis con alegría que os despojasen de vuestros bienes, sabiendo que en el cielo os espera la herencia de una riqueza mejor y eterna.
Pero el que duda acerca de lo que come, se condena a sí mismo porque no come con la convicción que da la fe. Y si le falta la fe, está en pecado, porque todo lo que se hace sin fe es pecado.
Pues aunque físicamente me encuentro lejos, en espíritu estoy a vuestro lado; y me siento feliz, porque conozco el buen orden que reina entre vosotros y la firmeza de vuestra fe en Cristo. Libertad en Cristo
Por cuanto vosotros habéis puesto en él vuestra fe, con su gran poder os protegerá para que podáis alcanzar la salvación que ya está dispuesta para ser revelada en los días del fin.
Permitidme ahora, hermanos, que todavía os diga esto: prestad la máxima atención posible a todo lo que sea verdadero, noble, justo, puro, amable, honesto y digno de encomio; esto es, ocupaos en todo lo que es virtuoso y merece alabanza,
Por eso os digo: No os preocupéis por lo que habéis de comer o beber para sustentaros, o por la ropa con que habéis de vestir vuestro cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que la ropa? Mirad las aves del cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan comida en un granero; sin embargo, vuestro Padre celestial les da el alimento que necesitan. Pues bien, ¿no valéis vosotros más que ellas?
Huid de la avaricia y contentaos con lo que ya tenéis, pues el Señor dijo: 'No te desampararé ni te dejaré'.
Abraham no dudó jamás, sino que con una fe llena de fortaleza, con entera confianza, creyó la promesa de Dios, y lo glorificó,
y estamos seguros de que Dios nos escuchará siempre que le pidamos algo de acuerdo con su voluntad.
Y él, mi Dios, de las riquezas de su gloria y en virtud de la obra de Cristo Jesús, suplirá cualquier cosa que a vosotros os falte.
Entre tanto llega ese momento, me ha parecido necesario pedirle a Epafrodito que regrese a vuestro lado. Vosotros me lo mandasteis para que me ayudase en todo lo que fuera menester, y así lo ha hecho, de tal modo que él y yo, como verdaderos hermanos, hemos colaborado y luchado hombro con hombro. Ahora le he pedido que vuelva a vosotros, porque en estos últimos tiempo os está añorando profundamente; además se siente muy preocupado, porque ha sabido que hasta vosotros llegó la noticia de su enfermedad. Y es cierto que estuvo muy enfermo, al borde de la muerte; pero Dios tuvo compasión de él, y no solo de él sino también de mí, pues me evitó tener que añadir otra pena a las que ya me embargan. De modo que os lo envío con la mayor solicitud, porque me consta que el volver a verle será para vosotros motivo de gran alegría, y que vuestra alegría mitigará mi propia tristeza. Recibidle, pues, en el Señor, con mucho gozo, porque él es una de esas personas que merecen toda estimación. Fijaos en que hasta arriesgó su vida trabajando al servicio de Cristo: a punto estuvo de morir por hacer en favor mío lo que no podíais hacer vosotros a causa de la distancia que nos separa.
Por cuanto todos nosotros estamos rodeados de tan gran número de testigos, despojémonos de cualquier carga que pueda impedirnos correr bien, especialmente del pecado que nos agobia y nos hace tropezar y caer. Corramos luego con perseverancia la carrera que tenemos propuesta,
Pero, a pesar de todo, nuestra victoria es total y definitiva gracias al amor de Jesucristo.
porque la prueba de vuestra fe da como fruto la paciencia, y el ejercitaros en la paciencia os hará perfectos y cabales, aptos para enfrentaros a cualquier circunstancia adversa que se os presente.
Hijitos, vosotros sois de Dios y habéis vencido a los enemigos de Cristo, porque el Espíritu que está en vosotros es mayor que el espíritu que está en el mundo.
Jesús se quedó admirado al oírlo, se quedó admirado, y dijo a la gente que le seguía; Os aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado a nadie que tenga tanta fe.
Dios, que es el dador de toda paciencia y aliento, os ayude a vivir en perfecta armonía, de acuerdo con todo lo que Cristo Jesús nos enseñó. Así, unánimes y a una voz, podréis alabar y glorificar a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
ni lo más alto ni lo más profundo, ni ninguna de las cosas creadas, podrán apartarnos del amor de Dios revelado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Pero después que hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por medio de Jesucristo, os restaurará y dará seguridad, os fortalecerá y afianzará vuestra fe.
Hacedlo así, y la paz de Dios, que supera toda capacidad humana de comprensión, guardará vuestros pensamientos y vuestro corazón unidos a Cristo Jesús.
Ahora bien, ¿acaso esto significa que la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Lo que pasa es que, si por la ley dada a Moisés alcanzásemos la vida eterna, Dios no nos habría ofrecido otro medio de escapar del pecado, del cual somos prisioneros; pero la única manera de alcanzarla es por la fe en Jesucristo, y en ello radica la promesa dada a todos los creyentes.
Que el gozo de la esperanza en Cristo presida vuestra vida; que soportéis con paciencia los momentos de angustia, y que la oración esté siempre en vuestros labios y en vuestro corazón.
Dios, cuya fidelidad es inalterable, os llamó a participar de la relación personal con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Divisiones en la iglesia
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