Ahora bien, la fe es la convicción de las cosas que se esperan como si ya fueran realidad, y es la revelación de las cosas que no se ven.
Ahora pues, la fe viene por escuchar atentamente, por escuchar atentamente[7] la palabra de Dios.
porque es por su gracia que hemos sido salvos, mediante la fe; y esto no surgió de ustedes, sino que es don de Dios, no por obras, para que nadie se jacte,
Jesús les dijo: Por su incredulidad; porque en verdad les digo que si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este monte: 'Muévete de aquí', y se movería, y nada les sería dificil.
porque con el Cristo fui crucificado, y ya no vivo yo, sino que el Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
porque sin fe es imposible que alguno agrade a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan.
Porque así como el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
porque por medio de Él es revelada la justicia de Dios por fe para fe. Como está escrito: 'EL JUSTO SERÁ SALVO POR LA FE'.
Jesús respondió, diciéndoles: Tengan fe de Dios[9], porque de cierto les digo que todo el que diga a este monte: 'Levántate y échate al mar', y no duda en su corazón, sino que cree que lo que dice será hecho, lo que diga le será hecho. Por eso les digo que por cualquier cosa que ustedes oren y pidan, crean que la recibirán y la tendrán.
para que la prueba de su fe, que es más preciosa que el oro refinado que se prueba con fuego, sea vista para alabanza, gloria y honor, en la manifestación de Jesucristo,
Jesús le dijo: ¿Ahora que me has visto has creído? Dichosos los que sin haberme visto creyeron.
Contestando Jesús, les dijo: De cierto les digo que si tienen fe y no dudan, no solamente harán lo de la higuera, sino que incluso si dicen a este monte: 'Desarráigate y arrójate al mar', sucederá.
asiéndonos firmemente de la confesión de nuestra esperanza, sin fluctuar, porque fiel es el que nos prometió.
Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo, y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.
Pero si alguno entre ustedes está falto de sabiduría, pídala a Dios, que la da a todos generosamente y sin reproche, y le será concedida; pero pida con fe, sin dudar, porque el que duda es como las olas del mar que son agitadas por el viento.
puestos los ojos en Jesús, porque Él fue el Autor y Consumador de nuestra fe, quien por el gozo que había para Él soportó la cruz, despreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Pero Jesús, oyendo lo que hablaban, dijo al dirigente de la sinagoga: No tengas temor, solamente cree.
Entonces Jesús, volviéndose y mirándola, le dijo: 'Hija mía, ten ánimo, tu fe te ha sanado'. Y desde ese momento la mujer quedó sana.
En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera al temor, porque el temor proviene de la desconfianza, y al que teme no ha sido perfeccionado en el amor.
Que habite el Cristo en su hombre interior mediante la fe, y en sus corazones por medio del amor, fortaleciéndose su raíz y su cimiento,
no dudó de la promesa de Dios como un incrédulo, sino como fortaleciéndose en fe, dio gloria a Dios, convencido de que lo que Dios le había prometido, era capaz de cumplirlo.
Y nosotros sabemos que a los que aman a Dios, Él los ayuda en todo para bien, a los que designó anticipadamente para que fueran llamados,
a quien ustedes han amado sin haberlo visto, y en cuya fe se regocijan jubilosamente con regocijo glorioso e inefable, para que obtengan la recompensa de su fe, que es la salvación de sus almas.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de su gracia para recibir misericordia y hallar gracia para ser auxiliados en tiempo de aflicción.
Porque si así viste Dios la hierba del campo que hoy existe y mañana es arrojada a un horno, ¿no hará mucho más por ustedes, oh hombres de poca fe?
y la oración de fe sanará al enfermo y nuestro Señor lo restaurará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.
Pero habiendo escuchado Jesús, dijo al padre de la niña: No tengas temor; solo cree y ella volverá a vivir.
Y junto con esto, tomen el escudo de la fe para que con él puedan apagar todos los dardos encendidos del Maligno.
Así pues, por cuanto somos justificados por medio de la fe, tenemos paz para con Dios mediante nuestro Señor Jesucristo,
Al escuchar Jesús estas cosas, se llenó de asombró y dijo a los que venían con él: De cierto les digo que ni aún en Israel he hallado una fe como esta.
Por lo cual, poniendo todo cuidado, añadan a su fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio de sí mismo; al dominio de sí mismo, paciencia; y a la paciencia, reverencia a Dios; a la reverencia a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor;
porque estoy convencido de esto: que Aquel que inició en ustedes las buenas obras, las perfeccionará hasta el día de nuestro Señor Jesucristo.
Digo yo, pues, a todos ustedes, por la gracia que me fue dada, que ninguno tenga un más alto concepto de sí que el que deba tener, sino cada uno piense sobriamente, según la medida de fe que Dios le impartió;
porque tenemos parte con el Cristo si nos tomamos firmemente de este pacto verdadero, desde el principio hasta el fin.
para que no nos gocemos en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, porque las que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
la cual es para nosotros como un ancla que sostiene firmemente nuestra alma para que no sea sacudida, y penetra hasta detrás del velo,
pero el que duda y come, tiene culpa, porque no lo hace con fe, porque todo lo que no procede de fe, es pecado.
Por nada estén ansiosos, sino sean conocidas siempre sus peticiones delante de Dios en oración y súplicas y con acción de gracias, y la paz de Dios, que excede a todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Jesucristo.
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, no tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
dijo: De cierto les digo que si no se arrepienten y se hacen como niños, no podrán entrar en el reino del Cielo.
Por tanto, tal como han recibido a Jesucristo nuestro Señor, así condúzcanse en Él, afirmando sus raíces y siendo edificados en Él, establecidos en la fe que han aprendido y abundado en ella con acción de gracias.
Que el Dios de la esperanza los colme de todo gozo y paz en la fe, para que crezcan en su esperanza por el poder del espíritu santo.
Por tanto, no pierdan la confianza que tienen, porque está preparada para ella una gran recompensa, por cuanto les es necesaria la perseverancia para que hagan la voluntad de Dios y obtengan la promesa,
porque estando en el Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión significan algo, sino la fe que es consumada por el amor.
en quien también ustedes, habiendo oído la palabra de verdad que es el Evangelio de su salación y habiendo creído en Él, fueron sellados con el espíritu santo que fue prometido, quien es la garantía de nuestra herencia para la redención de los que son salvos, y para la alabanza de su gloria.
no porque nos enseñoreemos de su fe, sino que somos colaboradores para su gozo, porque ustedes permanecen firmes por la fe.
Vengan a mí todos los que están abatidos y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí que soy manso[23] y humilde de corazón, y ENCONTRARÁN REPOSO PARA SUS ALMAS, porque mi yugo es placentero[24] y ligera mi carga.
Por fe también Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir simiente, y ya pasada su edad propicia, dio a luz, porque estaba convencida de que el que prometió es fiel;
Si nuestro corazón no nos inculpa, amados míos, tenemos confianza ante Dios, y cualquier cosa que pidamos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que le agradan.
porque por la esperanza vivimos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque si la vemos, ¿para qué la esperamos? Pero si esperamos lo que no se ve, lo esperamos con paciencia.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, todo lo que quieran pedir lo tendrán.
acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores, y ustedes los de doble ánimo, santifiquen sus corazones;
sino santifiquen al Señor, el Cristo, en sus corazones, y estén preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que les demande razón respecto a la esperanza de su fe,
Examínense a sí mismos si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿O no reconocen que Jesucristo está en ustedes? Porque si no, son desechados.
Que su mente no se complazca en el dinero, sino que lo que tengan les sea suficiente, porque Yahweh mismo dice: 'NO TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ', de modo que podemos decir confiadamente: MI SEÑOR ES MI AYUDADOR, NO TENDRÉ TEMOR; ¿QUÉ PUEDE HACERME EL HOMBRE?
Pelea la buena batalla de la fe, asiéndote de la vida eterna a la cual fuiste llamado, habiendo hecho buena confesión en presencia de muchos testigos.
Y tendiéndole de inmediato su mano, nuestro Señor lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
si persisten en su fe y su fundamento permanece firme, sin moverse de la esperanza del Evangelio que han escuchado, el cual ha sido proclamado a toda criatura que está debajo del cielo, del cual yo, Pablo, fui constituido ministro.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que hasta dio a su Hijo Unigénito, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna,
Por tanto, ustedes ya no son extranjeros ni advenidizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, estando edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo la piedra angular del edificio Jesucristo mismo, y construído todo el edificio por medio de Él, el cual crece para ser templo santo para Yahweh, por quien también ustedes son edificados para morada de Dios por el espíritu.
De modo que todo el que está en el Cristo, es nueva criatura; las cosas viejas pasaron
corro hacia la meta con el fin de obtener la victoria del supremo llamado de Dios por medio de Jesucristo.
Luego Jesús dijo a sus discípulos: El que desee venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque el que desee salvar su alma, la perderá, pero el que pierda su alma[31] por causa de mí, la encontrará.
Así pues, no hay condenación para los que, estando en Jesucristo, no andan conforme a la carne,
pero ustedes son hijos de Dios y los han vencido a ellos, porque mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo.
He aquí, les doy autoridad para que aplasten serpientes y excorpiones y sobre todo poder del enemigo, y nada los dañará.
Porque estos tres son los que permanecen: la fe, la esperanza y el amor, pero el mayor de ellos es el amor.
por cuya causa padezco estas cosas; pero no me siento confundido, porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que Él puede guardar mi depósito hasta aquel día.
para que los ojos de sus corazones sean iluminados, y puedan así comprender cuál es la esperanza de su llamado, y cuál es la riqueza de la gloria de la herencia de Él para los santos, y cuál es la excelencia de la majestad de su poder en nosotros los que creemos, conforme a la operación de la inmensidad de su poder,
pero yo he rogado por tí para que no falle tu fe; para que aún tú, al tiempo, te arrepientas y fortalezcas a tus hermanos.
De cierto, de cierto les digo: El que escucha mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no va a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.
Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Que te sea hecho conforme a tu anhelo. Y su hija fue restaurada en ese mismo momento.
recordando las obras de su fe delante de Dios Padre, el trabajo de su amor, y la constancia de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo;
Les he hablado estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero tengan ánimo, yo he vencido al mundo.
Les he escrito estas cosas a ustedes, a los que creen en el Nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.
porque la justicia de Dios es para todo hombre mediante la fe de Jesucristo[4], y también para todo el que cree en Él, porque no hay distinción,
Pero la gracia de nuestro Señor fue abundante en mí, como también la fe y el amor que hay en Jesucristo.
Entonces Jesús le dijo: Ven. Y bajando Pedro de la barca, anduvo sobre las aguas para ir hacia Jesús, pero al darse cuenta de la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse, y daba gritos diciendo: ¡Sálvame, Señor mío! Y tendiéndole de inmediato su mano, nuestro Señor lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
para que, conforme a la riqueza de su gloria, les conceda el ser fortalecidos con poder por su espíritu. Que habite el Cristo en su hombre interior mediante la fe, y en sus corazones por medio del amor, fortaleciéndose su raíz y su cimiento,
en tanto son preservados mediante el poder de Dios y mediante la fe, para la vida que está preparada para ser manifestada en los últimos tiempos,
pero a los que lo recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, los que no son nacidos de sangre, ni por deseo de la carne, ni por voluntad de hombre, sino de Dios.
Por fe abandonó Egipto sin temor a la ira del rey, porque permaneció como viendo al Dios invisible.
porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá junto con Él a los que han muerto en Jesús.
pero al que no trabaja, sino que sólo cree en el que justifica a los pecadores, su fe le es considerada como justicia,
Por eso les dije que morirán en sus pecados, porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados.
Pero los frutos del espíritu son: amor, gozo, paz, paciencia, afabilidad, bondad, confianza, humildad, dominio de sí mismo. Contra tales cosas no hay ley,
Él les dijo: Si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este sicómoro: 'Desarraigate y plántate en el mar', y los obedecería.
¿Qué más diré? Porque me faltaría tiempo para contar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté[6], de David, de Samuel y del resto de los profetas, quienes por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, recibieron promesas, cerraron fauces de leones, sofocaron voraces incendios, fueron librados del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron poderosos en batalla y devastaron campamentos enemigos;
De cierto, de cierto les digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará, y mayores que estas hará, porque yo voy al Padre?
por quien recibimos la gracia y el apostolado entre todos los gentiles, para que ellos obedezcan mediante la fe de su Nombre,
Si tuviera profecía y comprendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe de tal modo que trasladara una montaña, pero no tuviera amor en mí, nada sería.
sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley sino mediante la fe de Jesucristo[2], también nosotros hemos creído en Jesucristo para ser justificados mediante la fe del Cristo, y no por las obras de la ley, porque por las obras de la ley ninguna carne es justificada.
Yo, pues, preso por causa de nuestro Señor, les suplico que se conduzcan como es propio de la vocación a la que fueron llamados, con toda humildad en su modo de pensar, mansedumbre[4] y paciencia, tolerándose unos a otros en amor, siendo diligentes en conservar la armonía del espíritu en el vínculo de la paz;
y que no estén desanimados, sino que sean imitadores de los que por la fe y la paciencia han llegado a ser herederos de la promesa.
Fiel es Dios, por quien fueron ustedes llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.
porque a ustedes les es concedido no solamente que crean firmemente en el Cristo, sino también que padezcan por causa de Él,
Que si confiesas con tu boca a nuestro Señor Jesús, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo, porque el corazón que cree en Él, es justificado, y la boca que lo reconoce, es salva,
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que tengan lo mejor.
Por tanto, no nos fatigamos, porque aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, no obstante el interior se va renovando día a día, porque la aflicción del tiempo presente, aunque breve y leve, nos prepara una gran gloria, ilimitada, eternamente y para siempre, para que no nos gocemos en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, porque las que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
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