En todo caso, la fe surge de la proclamación, y la proclamación se realiza mediante la palabra de Cristo.
En efecto, ustedes han sido salvados gratuitamente mediante la fe. Y eso no es algo que provenga de ustedes; es un don de Dios.No es, pues, cuestión de obras humanas, para que nadie pueda presumir.
Jesús les contestó: —Porque ustedes no tuvieron fe. Les aseguro que si tuvieran fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le dirían a este monte: «¡Quítate de ahí y ponte allí!», y el monte cambiaría de lugar. Nada les resultaría imposible.[
Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.
ahora bien, sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a quienes lo buscan.
Y es que así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así está muerta también la fe sin obras.
Por él, en efecto, se nos revela la justicia de Dios por medio de una fe en continuo crecimiento. Así lo dice la Escritura: El justo por la fe vivirá.
Jesús le contestó: —Tengan fe en Dios.Les aseguro que si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá.Por eso les digo que obtendrán todo lo que pidan en oración, si tienen fe en que van a recibirlo.
Es señal de que su fe, al pasar por el crisol de la prueba, está dando frutos de perseverancia.
Claro que así la autenticidad de la fe que ustedes profesan —de más valor que el oro, que no deja de ser caduco aunque sea acrisolado por el fuego— será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo,
Jesús les contestó: —Les aseguro que, si tienen fe y no dudan, no solamente harán esto de la higuera, sino que si dicen a este monte que se quite de ahí y se arroje al mar, así ocurrirá.
Mantengamos fielmente la esperanza que profesamos porque quien ha hecho la promesa es fiel,
«Desistan y sepan que soy Dios, que me alzo sobre las naciones, sobre todos los pueblos de la tierra.»
ya que los hijos de Dios están equipados para vencer al mundo. Nuestra fe, en efecto, es la que vence al mundo,
Confía plenamente en el Señor y no te fíes de tu inteligencia. Cuenta con él en todos tus caminos y él dirigirá tus senderos.
Si alguno de ustedes anda escaso de sabiduría, pídasela a Dios, que reparte a todos con largueza y sin echarlo en cara, y él se la dará.Pero debe pedirla confiadamente, sin dudar, pues quien duda se parece a las olas del mar, que van y vienen agitadas por el viento.
Hagámoslo con los ojos puestos en Jesús, origen y plenitud de nuestra fe. Jesús, que, renunciando a una vida placentera, afrontó sin acobardarse la ignominia de la cruz y ahora está sentado junto al trono de Dios.
Pero Jesús, sin hacer caso de aquellas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: —No tengas miedo. ¡Solo ten fe!
Manténganse alerta y firmes en la fe; pórtense con valentía, sean modelo de fortaleza.
Su propósito es firme, va atesorando bienestar, pues confía en ti.Confíen siempre en el Señor, él es nuestra Roca eterna:
Pero Jesús se volvió y, al verla, le dijo: —Ánimo, hija, tu fe te ha sanado. Y en aquel mismo instante la mujer recuperó la salud.
Amor y temor, en efecto, son incompatibles; el auténtico amor elimina el temor, ya que el temor está en relación con el castigo, y el que teme es que aún no ha aprendido a amar perfectamente.
Que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de la vida de ustedes y que el amor les sirva de cimiento y de raíz.
Lejos de hacerle caer en la incredulidad, la promesa de Dios robusteció su fe. Reconoció así la grandeza de Dios ymanifestó su plena convicción de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.
Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio.
a quien aman y en quien confían aun sin haberlo visto. Ustedes se alegrarán, con un gozo inenarrable y radiante,al recibir la salvación, meta de la fe.
Acerquémonos, pues, llenos de confianza a ese trono de gracia, seguros de encontrar la misericordia y el favor divino en el momento preciso.
Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy está verde y mañana será quemada en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué débil es la fe que ustedes tienen!
La oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor lo restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido.
Pero Jesús, que lo había oído, le dijo a Jairo: —No tengas miedo. ¡Solo ten fe, y ella se salvará!
Tengan siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno.
Justificados, pues, por medio de la fe, Jesucristo, nuestro Señor, nos mantiene en paz con Dios.
Jesús se quedó admirado al oír esto. Y dijo a los que lo seguían: —Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie con una fe tan grande como esta.
Por lo mismo, esfuércense al máximo en añadir a la fe, la honradez; a la honradez, el recto criterio;al recto criterio, el dominio de sí mismo; al dominio de sí mismo, la constancia; a la constancia, la piedad sincera;a la piedad sincera, el afecto fraterno, y al afecto fraterno, el amor.
Y estoy seguro de que Dios, que ha comenzado en ustedes una labor tan excelente, la llevará a feliz término en espera del día de Cristo Jesús.
Pues Dios es mi salvación, en él confío y nada temo; Dios es mi fuerza y mi canto, el Señor es mi salvación.
En virtud del don que me ha sido otorgado me dirijo a todos y a cada uno de ustedes para que a nadie se le suban los humos a la cabeza, sino que cada uno se estime en lo justo, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido.
Porque solo si mantenemos firme hasta el fin la confianza del principio, compartiremos la suerte de Cristo.
Y es que nuestro objetivo no son las cosas que ahora vemos, sino las que no vemos todavía. Esto que ahora vemos, pasa; lo que aún no se ve, permanece para siempre.
Jesús entonces le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;y ninguno de los que viven y tienen fe en mí morirá para siempre. ¿Crees esto?
Si cruzas las aguas estoy contigo, si pasas por ríos no te hundirás; si pisas ascuas no te quemarás, la llama no te abrasará.
Bendito quien confía en el Señor, quien pone en el Señor su seguridad.Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no temerá la llegada del estío, mantendrá siempre verde su follaje. No le inquietará un año de sequía, ni dejará por eso de dar fruto.
Una esperanza que es para nuestra vida como un ancla firme y segura, y que penetra hasta lo más interior del santuario,
Pero quien tiene dudas de si un alimento está prohibido o permitido y, sin embargo, lo come, se hace culpable al no proceder conforme al dictamen de su conciencia. Pues todo lo que se hace con mala conciencia es pecado.
Aunque camine por valles sombríos no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan.
Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios sus deseos, acompañando sus oraciones y súplicas con un corazón agradecido.Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.
Jesús les contestó: —Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí, jamás tendrá hambre; el que cree en mí, jamás tendrá sed.
dijo: —Les aseguro que, si no cambian de conducta y vuelven a ser como niños, no entrarán en el reino de los cielos.
Puesto que han aceptado a Cristo Jesús como Señor, compórtense ahora de manera consecuente.Que él sea cimiento y raíz de la vida de ustedes; manténganse firmes en la fe, según lo que aprendieron, y vivan en incesante acción de gracias.
Que el Dios de la esperanza llene de alegría y paz la fe que ustedes tienen, para que desborden de esperanza sostenidos por la fuerza del Espíritu.
No pierdan, pues, el ánimo. El premio que les espera es grande.Pero es preciso que sean constantes en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para que puedan recibir lo prometido.
Solo Dios es mi descanso, de él viene mi esperanza. Solo él es mi roca, mi salvación, mi fortaleza, ¡no sucumbiré!En Dios está mi salvación, mi gloria y mi fortaleza; en Dios está mi refugio.Confíen siempre en él los que forman su pueblo; abran ante él su corazón, pues Dios es nuestro refugio. [Pausa]
de modo que la fe de ustedes no es fruto de la sabiduría humana, sino del poder de Dios.
recobran, en cambio, su fuerza, los que esperan en el Señor, alzan su vuelo como las águilas; corren pero no se cansan, andan y no se fatigan.
En Cristo Jesús, en efecto, da lo mismo estar circuncidados que no estarlo; lo que cuenta es la fe, que actúa por medio del amor.
Y también ustedes, los que han escuchado el mensaje de la verdad, el evangelio de salvación, al creer en Cristo han sido sellados con el Espíritu Santo prometido, que es garantía de nuestra herencia, en orden a la liberación del pueblo adquirido por Dios, para convertirse en himno de alabanza a su gloria.
Y no es que pretendamos controlar la fe que ustedes tienen y en la que se mantienen firmes; lo que deseamos es contribuir a que estén ustedes alegres.
¡Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso!¡Pongan mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontrarán descanso para su espíritu,porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.
Por la fe también, a pesar de que Sara era estéril y de que él mismo había rebasado la edad apropiada, recibió Abrahán fuerza para fundar un linaje; todo porque se fio de quien se lo había prometido.
Pero si la conciencia no nos acusa, queridos, crece nuestra confianza en Diosy él nos concederá todo lo que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos cuanto le agrada.
Porque ya estamos salvados, aunque solo en esperanza. Es lógico que esperar lo que uno tiene ante los ojos no es verdadera esperanza, pues ¿cómo seguir esperando lo que ya se tiene ante los ojos?Pero si esperamos algo que no vemos, es que aguardamos con perseverancia.
El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa.
Si permanecen unidos a mí y mi mensaje permanece en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. ¡Limpien sus manos, pecadores! ¡Purifiquen sus corazones, ustedes que se portan con doblez!
Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor, estando dispuestos en todo momento a dar razón de su esperanza a cualquiera que les pida explicaciones. Pero, eso sí, háganlo con dulzura y respeto,
Feliz quien ha puesto en el Señor su confianza y no sigue a los idólatras perdidos en la mentira.
Ustedes son los que tienen que ponerse a prueba y someterse a examen, a ver si se mantienen en la fe. Y si reconocen que Cristo no vive en ustedes, será tanto como no superar la prueba.
Que la fiebre del dinero no se apodere de ustedes; conténtense con lo que tienen, ya que es Dios mismo quien ha dicho: Nunca te abandonaré; jamás te dejaré solo.Por eso podemos exclamar llenos de confianza: El Señor es quien me ayuda, nada temo, ¿qué podrán hacerme los humanos?
Mantén valerosamente el noble combate de la fe. Aférrate a la vida eterna a la que Dios te ha llamado y de la que has hecho tan noble profesión delante de muchos testigos.
Jesús, tendiéndole enseguida la mano, lo sujetó y le dijo: —¡Qué débil es tu fe! ¿Por qué has dudado?
Es necesario, sin embargo, que permanezcan sólidamente firmes e inconmovibles en la fe y que no traicionen la esperanza contenida en el evangelio que escucharon y que ha sido proclamado a todas las criaturas que se encuentran bajo el cielo, y del que yo, Pablo, me he convertido en servidor.
Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna.
Ya no son, por tanto, extranjeros o advenedizos. Son conciudadanos de un pueblo consagrado, son familia de Dios,son piedras de un edificio construido sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas. Y Cristo Jesús es la piedra angularen la que todo el edificio queda ensamblado y va creciendo hasta convertirse en templo consagrado al Señor,en el que también ustedes se van integrando hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, casa en la que habita Dios.
No temas, que estoy contigo; no te angusties, que soy tu Dios. Te doy fuerza y voy a ayudarte, te sostiene mi diestra salvadora.
Quien vive en Cristo es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y una nueva realidad está presente.
en busca de la meta, trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde lo alto.
Luego, dirigiéndose a sus discípulos, Jesús añadió: —Si alguno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz y seguirme.Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que entregue su vida por causa de mí, ese la encontrará.
En cuanto a ustedes, hijos míos, pertenecen a Dios y han vencido a esos falsos profetas, pues el que está con ustedes es más fuerte que el que está con el mundo.
Les he dado a ustedes autoridad para que pisoteen las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo, sin que nada ni nadie pueda dañarlos.
El mismo y único Espíritu que otorga a uno el don de la fe, concede a otro el poder de curar enfermedades,
Tres cosas hay que ahora permanecen: la fe, la esperanza, el amor. De todas ellas, la más grande es el amor.
Por su causa soporto todas estas penalidades. Pero no me avergüenzo; sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que tiene poder para proteger hasta el día del juicio la enseñanza que me ha confiado.
Que les llene de luz los ojos del corazón para que conozcan cuál es la esperanza a la que los llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su puebloy qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, manifestada en la eficacia de su fuerza poderosa.
pero yo he pedido por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando recuperes la confianza, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.
Yo les aseguro que el que acepta mi palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna; no será condenado, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo, en él mi corazón confía. Me ha socorrido y estoy alegre, con mis cantos le doy gracias.
Entonces Jesús le respondió: —¡Grande es tu fe, mujer! ¡Que se haga lo que deseas! Y su hija quedó curada en aquel mismo instante.
recordamos ante Dios, nuestro Padre, qué activa es la fe que ustedes tienen, qué esforzado su amor y qué firme la esperanza que han depositado en nuestro Señor Jesucristo.
Les he dicho todo esto para que, unidos a mí, encuentren paz. En el mundo tendrán sufrimientos; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo.
A ustedes, los que creen en el Hijo de Dios, les he escrito todo esto para hacerles saber que poseen la vida eterna.
Justicia de Dios que alcanza a todos los creyentes por medio de la fe en Jesucristo. A todos sin distinción,
Jesús le dijo: —Ven. Pedro saltó de la barca y echó a andar sobre el agua para ir hacia Jesús.Pero al sentir la violencia del viento, se asustó y, como vio que comenzaba a hundirse, gritó: —¡Señor, sálvame!Jesús, tendiéndole enseguida la mano, lo sujetó y le dijo: —¡Qué débil es tu fe! ¿Por qué has dudado?
y le pido que, conforme a la riqueza de su gloria, su Espíritu los llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo del ser.Que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de la vida de ustedes y que el amor les sirva de cimiento y de raíz.
a quienes el poder de Dios asegura, mediante la fe, la salvación que ha de revelarse en el momento final.
pero a cuantos la recibieron y creyeron en ella, les concedió el llegar a ser hijos de Dios.Estos son los que nacen no por generación natural, por impulso pasional o porque el ser humano lo desee, sino que tienen por Padre a Dios.
Por la fe se marchó de Egipto sin temor a la ira del rey, y se mantuvo constante en su propósito como si estuviera viendo al Invisible.
Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado; pues, igualmente, Dios llevará consigo a quienes han muerto unidos a Jesús.
De modo que quien no pone su confianza en las propias obras, sino que se fía de Dios, que justifica al pecador, efectivamente su fe se le cuenta como justicia.
Por eso les he dicho que morirán en sus pecados. Porque si no creen que «yo soy», morirán en sus pecados.
En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad,humildad y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe en contra de todas estas cosas.
El Señor les contestó: —Si tuvieran fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le dirían a esta morera: «Quítate de ahí y plántate en el mar», y los obedecería.
¿Qué más diré? Me faltaría tiempo si quisiera hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los demás profetas.Todos ellos, por la fe, conquistaron reinos, gobernaron con justicia, vieron realizarse las promesas, cerraron bocas de leones,extinguieron fuegos violentos, se libraron de morir a filo de espada, superaron enfermedades, derrocharon valor en la guerra y aniquilaron ejércitos extranjeros.
Porque Dios, el Señor, es sol y escudo, el Señor otorga gracia y gloria; él no niega bien alguno a quien camina con rectitud. Señor del universo, feliz aquel que en ti pone su confianza.
Les aseguro que el que crea en mí hará también lo que yo hago, e incluso cosas mayores. Porque yo me voy al Padre
de quien he recibido, para gloria de su nombre, el don de ser apóstol, a fin de que todas las naciones respondan a la fe.
¿De qué me sirve profetizar, penetrar todos los secretos y poseer la más profunda ciencia? ¿De qué me vale tener toda la fe que se precisa para mover montañas? Si me falta el amor, no soy nada.
Estamos convencidos, sin embargo, de que Dios justifica al ser humano por medio de la fe en Jesucristo y no por el mero cumplimiento de la ley. Así que hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, a fin de que Dios nos justifique por medio de esa fe y no por cumplir la ley. Pues, por el mero cumplimiento de la ley, nadie será justificado.
Así pues, yo, prisionero por amor al Señor, les exhorto a que lleven una vida en consonancia con el llamamiento que han recibido.Sean humildes, amables, comprensivos. Sopórtense unos a otros con amor.No ahorren esfuerzos para consolidar, con ataduras de paz, la unidad, que es fruto del Espíritu.
Y no sean perezosos; antes bien, imiten a quienes, mediante la fe y la constancia, están a punto de heredar las promesas divinas.
Dios, que los ha elegido para vivir en unión con su Hijo Jesucristo, es un Dios que cumple su palabra.
Y es que a ustedes se les ha concedido el privilegio no solo de creer en Cristo, sino también de padecer por él,
Si, pues, tus labios confiesan que Jesús es el Señor y crees en tu interior que Dios lo resucitó de la muerte, serás salvo.Porque se necesita la fe interior del corazón para ser justificado, y la pública confesión de esa fe para obtener la salvación.
El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante.
Esta es la razón por la que nunca nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo mortal se va desmoronando, nuestro ser interior va recibiendo día tras día nueva vida.Pues nuestras penalidades de hoy, que son leves y pasajeras, nos producirán para siempre una riqueza inmensa e incalculable de gloria.Y es que nuestro objetivo no son las cosas que ahora vemos, sino las que no vemos todavía. Esto que ahora vemos, pasa; lo que aún no se ve, permanece para siempre.
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