Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan, y En TI (en uno de tus descendientes) serán benditas todas las naciones de la tierra.
he aquí que les viene del Señor la herencia, los hijos, las ganancias y las crías de los ganados.
Observa y escucha bien todo lo que yo te mando, para que tú y tus hijos después de ti seáis para siempre dichosos, ejecutando lo que es bueno y agradable a los ojos del Señor tu Dios.
Y será tu posteridad tan numerosa como los granitos del polvo de la tierra: extenderte has al Occidente, y al Oriente, y al Septentrión, y al Mediodía: y SERAN BENDITAS EN TI y en el que saldrá o descenderá de ti todas las tribus o familias de la tierra.
Y estableceré mi pacto entre mí y entre ti, y entre tu posteridad después de ti en la serie de sus generaciones, con alianza sempiterna; para ser yo el Dios tuyo, y de la posteridad después de ti.
Aumente el Señor sobre vosotros sus bendiciones, sobre vosotros y sobre vuestros hijos.
Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años sobre la tierra que te ha de dar el Señor Dios tuyo.
Mas la que verdaderamente es viuda y desamparada, espere en Dios, y ejercítese en plegarias y oraciones noche y día.
Bienaventurados todos aquellos que temen al Señor, que andan por sus santos caminos. Dichoso tú, ¡oh justo!, porque comerás en paz el fruto del trabajo de tus manos; dichoso serás, y todo te irá bien. Tu esposa será como una parra fecunda en el recinto de tu casa; alrededor de tu mesa estarán tus hijos como retoños de olivos. Estas serán las bendiciones del hombre que teme al Señor.
El Señor Dios nuestro sea con nosotros, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deseche;
No sea elegida viuda para el servicio de la Iglesia de menos de sesenta años de edad, ni la que haya sido casada más de una vez.
Coronas son de los viejos los hijos de los hijos; y gloria de los hijos son las virtudes de sus padres.
Y por cuanto las parteras temieron más a Dios que al rey, afirmó sus casas, dándoles hijos y bienes.
Y estos mandamientos, que yo te doy en este día, estarán estampados en tu corazón, y los enseñarás a tus hijos, y en ellos meditarás sentado en tu casa, y andando de viaje, y al acostarte, y al levantarte;
Yo te llenaré de bendiciones, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y como la arena que está en la orilla del mar; tu posteridad poseerá las ciudades de sus enemigos,
Pero si os parece malo el servir al Señor, libres sois: escoged hoy, según lo que más os agrade, a quien debéis antes servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres en Mesopotamia, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor.
por cuanto el hombre es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo místico, del cual él mismo es salvador .
Es la alegría de su padre el hijo sabio; el necio vilipendia o afrenta a su propia madre.
Hijos, vosotros obedeced a vuestros padres con la mira puesta en el Señor, porque es ésta una cosa justa. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento que va acompañado con recompensa, para que te vaya bien, y tengas larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no irritéis con excesivo rigor a vuestros hijos; mas educadlos corrigiéndolos e instruyéndolos según la doctrina del Señor.
Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó; los creó varón y hembra. Y les echó Dios su bendición y dijo: Creced y multiplicaos, y henchid la tierra, y enseñoreaos de ella, y dominad a los peces del mar y a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra.
Y les daré un mismo corazón y un solo culto; para que me teman todos los días de su vida, y sean felices ellos, y después de ellos sus hijos.
Dice el proverbio: La senda por la cual comenzó el joven a andar desde el principio , esa misma seguirá también cuando viejo.
Hijos, vosotros obedeced a vuestros padres con la mira puesta en el Señor, porque es ésta una cosa justa. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento que va acompañado con recompensa, para que te vaya bien, y tengas larga vida sobre la tierra.
he aquí que les viene del Señor la herencia, los hijos, las ganancias y las crías de los ganados. Como las flechas en mano de un hombre robusto, así los hijos de los justos atribulados. Dichoso aquel varón que ve cumplidos sus deseos con respecto a sus hijos; no quedará confundido cuando hubiera de tratar con sus enemigos en las puertas o tribunales.
Así que ya no sois extraños, ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y domésticos o familiares de la Casa de Dios;
Observa, hijo mío, los preceptos de tu padre, y no abandones la ley o los documentos de tu madre.
Pero la misericordia del Señor permanece desde siempre y para siempre sobre aquellos que le temen. Su justicia no abandonará jamás a los hijos y nietos de aquellos que observan su alianza, y conservan la memoria de sus mandamientos, para ponerlos en práctica.
amándoos recíprocamente con ternura y caridad fraternal, procurando anticiparos unos a otros en las señales de honor y de deferencia.
Al contrario, sed mutuamente afables, compasivos, perdonándoos los unos a los otros, así como también Dios os ha perdonado a vosotros por Cristo .
Y vosotros, padres, no irritéis con excesivo rigor a vuestros hijos; mas educadlos corrigiéndolos e instruyéndolos según la doctrina del Señor.
Quiera el Dios de la paciencia y de la consolación haceros la gracia de estar siempre unidos mutuamente en sentimientos y afectos según el espíritu de Jesucristo, a fin de que no teniendo sino un mismo corazón y una misma boca, glorifiquéis unánimes a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Mujeres, estad sujetas a los maridos, como es debido, en lo que es según el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no las tratéis con aspereza. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor. Padres, no provoquéis a ira, o no irritéis, a vuestros hijos con excesiva severidad, para que no se hagan pusilánimes o apocados.
Se levantaron sus hijos, y la aclamaron dichosísima; su marido también, y la alabó diciendo: Muchas son las hijas o esposas que han allegado riquezas; mas a todas has tú aventajado.
Todos éstos son los caudillos de las doce tribus de Israel. Estas cosas les anunció su padre, bendiciendo a cada uno con su bendición peculiar.
Finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amantes de todos los hermanos, misericordiosos, modestos, humildes,
Pero la misericordia del Señor permanece desde siempre y para siempre sobre aquellos que le temen. Su justicia no abandonará jamás a los hijos y nietos
Pasa el día ejercitando la misericordia, y dando prestado; y bendita será su descendencia.
El Señor protege a los peregrinos; ampara al huérfano y a la viuda, y desbaratará los designios de los pecadores.
Tus hijos todos serán adoctrinados por el mismo Señor, y gozarán abundancia de paz, o completa prosperidad.
Pues bien sé que ha de mandar a sus hijos y a su familia después de sí, que guarden el camino del Señor, y obren según rectitud y justicia: para que cumpla el Señor por amor de Abrahán todas las cosas que le tiene prometidas.
Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y que toda su afición la pone en cumplir sus mandamientos. Poderosa será sobre la tierra la descendencia suya; bendita será la generación de los justos.
Cumpla, pues, mi Dios todos vuestros deseos, según sus riquezas, con la gloria que os dé en Jesucristo.
El Señor introduce la miseria en la casa del impío; pero echará sus bendiciones sobre las casas de los justos.
Os digo más: Que si dos de vosotros se unieren entre sí sobre la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, les será otorgado por mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres se hallan congregados en mi nombre, allí me hallo yo en medio de ellos.
Con lo que te serán gratas las palabras o cánticos de mi boca, como también la meditación de mi corazón que haré yo siempre en tu acatamiento. ¡Oh Señor, amparo mío y redentor mío!
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto.
El Señor te preservará de todo mal. Guardará el Señor tu alma. El Señor te guardará en todos los pasos de tu vida, desde ahora y para siempre.
Sean las costumbres sin rastro de avaricia, contentándoos con lo presente, pues el mismo Dios dice: No te desampararé, ni abandonaré jamás;
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