“El Señor enviará su bendición sobre tus graneros y sobre todo lo que hagas, y te hará vivir feliz en el país que va a darte.
Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios y medita en él de día y de noche, para que hagas siempre lo que él ordena. Así todo lo que hagas te saldrá bien.
Cumple las ordenanzas del Señor tu Dios, haciendo su voluntad y obedeciendo a sus leyes, mandamientos, decretos y mandatos, según están escritos en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas.
¡Gracias al Dios de tu padre, que te ayudará; al Dios todopoderoso, que te bendecirá con bendiciones del alto cielo, con bendiciones del mar profundo, con bendiciones de los pechos y del vientre!
“Pero bendito el hombre que confía en mí, que pone en mí su esperanza. Será como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente y no teme cuando llegan los calores, pues su follaje está siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta, y nunca deja de dar fruto.
El primer mandamiento que contiene una promesa es: “Honra a tu padre y a tu madre, Dios me ha enviado como embajador de este mensaje por el cual ahora estoy preso. Orad para que yo hable de él sin temor alguno. Tíquico, nuestro querido hermano y fiel ayudante en la obra del Señor, os llevará todas las noticias que se refieren a mí y a lo que estoy haciendo. Por eso os lo envío, para que os diga cómo estamos y para que, de esa manera, os anime. Que Dios el Padre, y el Señor Jesucristo, os den a los hermanos paz y amor, con fe; y que den su gracia a todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor inalterable. para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra.”
porque voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca. Yo daré nueva vida a tus descendientes y les enviaré mi bendición.
Además, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán por haber obedecido al Señor tu Dios.
Por lo tanto, mi Dios os dará todo lo que os falte, conforme a sus gloriosas riquezas en Cristo Jesús.
‘Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad;
Hijos, obedeced a vuestros padres por amor al Señor, porque esto es justo. Ahora, hermanos, fortaleceos en vuestra unión con el Señor y su fuerza poderosa. Protegeos con toda la armadura que habéis recibido de Dios, para que podáis manteneros firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, que tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo lleno de oscuridad. Por eso, tomad toda la armadura que habéis recibido de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, después de haberos preparado bien, manteneros firmes. Así que manteneos firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. Estad siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz. Sobre todo, que vuestra fe sea el escudo que os libre de las flechas encendidas del maligno; que la salvación sea el casco que proteja vuestra cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que os da el Espíritu Santo. No dejéis de orar: rogad y pedid a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Permaneced alerta, sin desanimaros, y orad por todo el pueblo santo. Orad también por mí, para que Dios me dé las palabras que debo decir, y para que pueda hablar con valor y dar así a conocer el designio secreto de Dios contenido en el evangelio. El primer mandamiento que contiene una promesa es: “Honra a tu padre y a tu madre, Dios me ha enviado como embajador de este mensaje por el cual ahora estoy preso. Orad para que yo hable de él sin temor alguno. Tíquico, nuestro querido hermano y fiel ayudante en la obra del Señor, os llevará todas las noticias que se refieren a mí y a lo que estoy haciendo. Por eso os lo envío, para que os diga cómo estamos y para que, de esa manera, os anime. Que Dios el Padre, y el Señor Jesucristo, os den a los hermanos paz y amor, con fe; y que den su gracia a todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor inalterable. para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra.”
Os aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Tomó en sus brazos a los niños y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.
‘Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad; que el Señor te mire con amor y te conceda la paz.’
Yo sé los planes que tengo para vosotros, planes para vuestro bienestar y no para vuestro mal, a fin de daros un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.
Sí, el Señor tu Dios te bendecirá, tal como te lo ha prometido; y tendrás para prestar a muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado. Dominarás a muchas naciones, pero ellas no te dominarán a ti.
“Graba en tu mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes, y cuando te levantes.
“Si seguís mis leyes, y cumplís mis mandamientos y los practicáis, Yo destruiré vuestros santuarios paganos y partiré en dos vuestros altares de incienso; amontonaré vuestros cuerpos sin vida sobre los cuerpos sin vida de vuestros ídolos, y os mostraré mi desprecio; arruinaré vuestras ciudades y destruiré vuestros santuarios, y no me deleitaré más con el aroma de vuestros perfumes. “Destruiré el país, y aquellos enemigos vuestros que vengan a vivir en él, se quedarán asombrados. A vosotros os esparciré entre las naciones, y con la espada desnuda os perseguiré; vuestro país se convertirá en un desierto y vuestras ciudades en espantosas ruinas. Entonces la tierra disfrutará de tranquilidad todo el tiempo que permanezca desolada y que vosotros estéis en el país de vuestros enemigos; así descansará y se desquitará de lo que antes no descansó. Todo el tiempo que permanezca desolada, la tierra disfrutará de los días de reposo que no tuvo mientras vosotros habitasteis en ella. “A aquellos de vosotros que queden con vida en terreno enemigo, les haré sentir tanto miedo que huirán por el simple ruido de una hoja al caer; huirán como si los persiguieran con una espada, y caerán sin que nadie los persiga. Tropezarán unos contra otros como si huyeran de la guerra, aunque nadie los persiga. ¡Ninguno de vosotros podrá hacer frente a vuestros enemigos! Seréis destruidos entre las naciones, y el país de vuestros enemigos acabará con vosotros. Los que queden con vida en terreno enemigo, morirán por culpa de su maldad, ¡morirán junto con sus padres, por la maldad de ellos! yo os enviaré la lluvia a su tiempo, y la tierra y los árboles del campo darán su fruto;
“Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.
pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.
Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero cuando ya ha nacido la criatura, la madre se olvida del dolor a causa de la alegría de que un niño haya venido al mundo.
Entonces Jesús los llamó y dijo: –Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.
Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas y él te llevará por el camino recto.
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Entonces Jesús dijo: –Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos.
Mirad cuánto nos ama el Padre, que se nos llama hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios.
Tener fe es tener la plena seguridad de recibir aquello que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.
todo lo bueno y perfecto que se nos da, procede de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él no hay cambios ni sombras.
“Si de veras obedeces al Señor tu Dios y pones en práctica todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy, entonces el Señor te pondrá por encima de todos los pueblos de la tierra. Entonces todos los pueblos de la tierra verán que sobre ti se invoca el nombre del Señor, y te tendrán miedo. El Señor te mostrará su bondad dándote muchos hijos, muchas crías de tus ganados y abundantes cosechas en la tierra que juró a tus antepasados que te daría. Te abrirá su rico tesoro, que es el cielo, para darle a tu tierra la lluvia que necesite; y hará prosperar todo tu trabajo. Podrás prestar a muchas naciones, pero tú no tendrás que pedir prestado a nadie. El Señor te pondrá en el primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y nunca por debajo, con tal de que atiendas a los mandamientos del Señor tu Dios que yo te ordeno hoy, y los pongas en práctica, sin apartarte de ellos por seguir a otros dioses y rendirles culto. “Pero si no obedeces al Señor tu Dios ni pones en práctica todos sus mandamientos y leyes que yo te he ordenado hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones: Serás maldito en la ciudad y en el campo. Será maldita tu cesta y el lugar donde amasas la harina. Serán malditos tus hijos y tus cosechas, y las crías de tus vacas, de tus ovejas y de todos tus animales. Y maldito serás tú en todo lo que hagas. Además, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán por haber obedecido al Señor tu Dios.
Viene como un pastor que cuida su rebaño; levanta los corderos en sus brazos, los lleva junto al pecho y atiende con cuidado a las recién paridas.
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito.
Porque por la fe en Cristo Jesús sois todos vosotros hijos de Dios, y por el bautismo habéis sido unidos a Cristo y habéis sido revestidos de él. Ya no tiene importancia el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos sois uno solo. Y si sois de Cristo, también sois descendientes de Abraham y herederos de las promesas que Dios le hizo.
Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues en nuestra unión con Cristo nos ha bendecido en los cielos con toda clase de bendiciones espirituales.
Porque me acuerdo de la sinceridad de tu fe. Esa misma fe que antes tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y estoy seguro de que tú también la tienes.
Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en el cielo las dará a quienes se las pidan!
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