porque hiciste del Señor tu refugio y pusiste como defensa al Altísimo. No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa,
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: 'Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío'. El te librará de la red del cazador y de la peste perniciosa;
Y a partir de ahora, yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi Nombre resida en ella para siempre: mis ojos y mi corazón estarán allí todos los días.
haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, dice el Señor de los ejércitos.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. Atalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes.
Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte.
Dígnate, entonces, bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia. Porque tú, Señor, has hablado, y con tu bendición la casa de tu servidor será bendita para siempre'.
Canto de peregrinación. De Salomón. Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles; si el Señor no custodia la ciudad en vano vigila el centinela.
Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor'.
Hasta que envejezcan, yo seré siempre el mismo, y hasta que encanezcan, yo los sostendré. Yo he obrado, y me haré cargo de eso: los sostendré y los libraré.
Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. ¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: 'Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío'.
Con la sabiduría se construye una casa y con la inteligencia se mantiene firme; con la ciencia se llenan las despensas de todos los bienes preciosos y agradables.
Que el Señor los multiplique, a ustedes y a sus hijos; y sean bendecidos por el Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Canto de peregrinación. ¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. ¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
La maldición del Señor está en la casa del malvado, pero él bendice la morada de los justos.
Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús.
Entren por sus puertas dando gracias, entren en sus atrios con himnos de alabanza, alaben al Señor y bendigan su Nombre.
Porque yo conozco muy bien los planes que tengo proyectados sobre ustedes -oráculo del Señor-: son planes de prosperidad y no de desgracia, para asegurarles un porvenir y una esperanza.
¡A aquel que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros,
Cada uno se sentará bajo su parra y bajo su higuera, sin que nadie lo perturbe, porque ha hablado la boca del Señor de los ejércitos.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos'.
No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos.
Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
Era un hombre piadoso y temeroso de Dios, lo mismo que toda su familia; hacía abundantes limosnas al pueblo y oraba a Dios sin cesar.
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo. De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.
Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo.
Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor.
Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los pecados. Practiquen la hospitalidad, sin quejarse.
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